Me quedo en casa leyendo literatura boricua
Antonio Aguado Charneco sobre su novela ARYANATION
ARYANATION es una novela que se ocupa del resurgir del neo-nazismo; algo que se viene perfilando en este hemisferio occidental desde hace algún tiempo. ARYANATION también explora lo que puede acontecer durante una epidemia extrema, como lo es la peligrosa influenza. Y esto sucede en un país donde se toman medidas drásticas, al punto de que las autoridades consideran cerrar la frontera.
En las páginas de esta novela intento describir cómo estos grupos de supremacía racial, representados por el triunvirato de neo-nazis, pueden operar de forma maquiavélica. Eso también se ve reflejado, como tú indicas, en un símbolo como el que se presenta en la contraportada del libro. Esa suástica está diseñada como si sus extremidades fueran tentáculos de un pulpo. Símbolo que me sirve además para representar la manera amenazadora con que estos grupos quieren tragarse al mundo.
Los protagonistas de ARYANATION, que lleva por flamante sub-título Order of the New & pandeza, The Last Influemia, son dos familias boricuas. Personajes que, sin quererlo, son víctimas de una injusta persecución. Y esto sucede porque uno de sus integrantes escuchó una conversación con la que no se debió haber tropezado. Y ese acontecimiento desencadena todo los demás. De ahí en adelante, estas dos familias tienen que enfrentarse a los planes oscuros, siniestros, de esos peligrosos neonazis.
En esta aventura novelesca también inciden los caballeros templarios, una antigua orden que existió durante la época de las cruzadas, esas guerras de peregrinaje hacia el Santo Sepulcro. Ellos llegan en un momento oportuno para estas familias, lo que les permite otras posibilidades. Pero no quiero ser anti-climático, ni contigo ni con los lectores. Con lo que he adelantado aquí, espero y aspiro a despertar la curiosidad suficiente como para que se animen a leerla.
Vanessa Vilches Norat sobre su colección de cuentos Espacios de color cerrado
El libro está estructurado a partir de una investigación que hice a partir del tema de la psiquiatría en Puerto Rico; se me hizo bien difícil porque hay pocos textos de ese tema. Luego me di cuenta que uno de los posibles hilos del texto en términos temáticos no es solamente la memoria sino también el tema de la frustración artística. En Espacios de color cerrado casi todos los personajes se encuentran en el momento en que están parados, detenidos, ya sea el personaje que pinta su cuadro, o aquel que estaba trabajando su texto; siempre hay como una especie de frustración hacia lo que tienen que producir; es esa sensación de estar parado que es bastante frustrante en términos de la producción. El tema de la memoria es uno que a mí me obsesiona… no tan solo porque la memoria nos borra a nosotros sino también porque nosotros borramos a los otros cuando olvidamos. Y porque confieso que le tengo pánico a la pérdida de memoria.
Amílcar Cintrón Aguilú sobre su libro de historia Posicionamiento de una mentira
Mi libro es un proceso de búsqueda acerca de qué ocurrió en ese momento. Era el momento en el que nace el Estado Libre Asociado, es el momento en que se reprime a los grupos disidentes y se les borra prácticamente encarcelándolos. Y mediante muchas otras estrategias: marginándolos, eliminando los accesos que tenían a fuentes de ingreso y empleo… Lo que fui descubriendo poco a poco fue que la idea que nos han vendido sobre el nacimiento del Estado Libre Asociado es toda una mentira, que la idea del convenio entre dos naciones es un embuste; fue todo un plan coordinado. Esos documentos que fui revisando me fueron eliminando una cantidad de mitos que tenía en mi mente y fui como que viendo el cuadro bastante claro del proceso de manipulación de todo un pueblo y del planeta completo porque incluso se hicieron películas para mostrar el milagro puertorriqueño; la idea de que Puerto Rico ya era autónomo. Se creó una pantalla y se gastó mucho dinero con eso. Se contrataron periodistas para difundir esas noticias en EEUU y en otros lados del mundo: mucho dinero invertido en construcción de una imagen. Eso ocurrió en ese tiempo, del 1950 a 1954.
Marta Aponte Alsina sobre su novela Sexto sueño
En Sexto sueño yo escribí sobre un asesino: Nathan Leopold, que vivió unos años en Puerto Rico después de pasar 34 años en prisión. Su caso es uno complicado. Él y un amigo matan a un niño del barrio para probar que podían hacer un crimen perfecto. Un asesinato planificado como un experimento. Una de estas cosas horrendas que han marcado la historia del siglo XX; el crimen como una especie de metáfora del siglo pasado.
Dentro de mi obra, Sexto sueño es el libro menos guiado. Me parece que eso es bueno, que los personajes se apoderen de los espacios y que hablen. Los personajes se tienen que imponer porque si no, no funciona. También hay como una especie de tensión entre la narradora, Violeta, que es un personaje ficticio, y Leopold, que trata de domesticar esa violencia, entre la senilidad y el ritmo. Y de eso se trata la novela, de un criminal que se aplatana. A mí me gusta el verbo aplatanar, que es muy antigüo además, incluso lo usaba Betances: se aplatanó.
Stefan Antonmattei sobre su novela Temporadas, una vida en tweets
Una noche estaba viendo el programa de Charlie Rose. Y en esa ocasión Rose estaba entrevistando a dos de los tres fundadores de Twitter. Y ellos hablaban de la mensajería corta y cómo afectó casi todo: literatura, redes sociales, comunicación. Y entonces cogí todo aquello como un reto. Desde el principio me impuse hacer una novela redonda en 140 tuits. Y, pues, la verdad es que haciendo la novela me divertí mucho: lloré, me reí, y me acerqué al formato teniendo en cuenta mi formación como poeta. Me atrajo muchísimo eso de restringirme a 140 caracteres, eso de ceñirse a la brevedad. La verdad es que me encantó la experiencia. La parte hermosa de todo esto es que, por un lado, un poeta famoso me comente que le encantó Temporadas y, por el otro, una lectora del residencial Ramos Antonini me diga: “Es que yo me veo en sus páginas”. Me hace feliz que ambos, lectora y poeta, hayan disfrutado la novela.
Rosario Ferré sobre su libro de micropoesía Fisuras
Fisuras trata sobre el proceso, no de envejecimiento, sino de maduración, por el cual estamos pasando ya al final de nuestras vidas, cuando todos vamos cogiendo unas pocas arrugas y nos vamos poniendo viejitos. Esas fisuras que tenemos por dentro y por fuera; de eso se tratan los poemas. Al final del libro exploro el tema de la muerte.
Mi poesía es una poesía coloquial, de conversación íntima. Y para mí todo puede ser tema de un poema. Me gusta hablar de lo que sucede todos los días, de cualquier cosita que le pase a uno. Los poemas incluidos en Fisuras son recientes, de los últimos tres o cuatro años.
Yo, para escribir un poema, escribo como 50 versiones. Y sacar estas pequeñas fisuras, que son como el huesito del pescado después que se le ha comido la carne, toma versiones y versiones. Resmas de papel que hay que desechar para recoger el extracto de lo que queda.
Magaly Quiñones sobre su poemario Sueños de papel
Para Sueños de papel yo andaba buscando dinero para publicar, y andaba buscando una editorial y no la encontraba. Finalmente, para esa misma época, de la Editorial de la Universidad se comunicaron y me preguntaron si tenía algún manuscrito, porque ellos consideraban que mi obra estaba afianzada; que tenía una obra fuerte en Puerto Rico. Ellos querían desarrollar esa serie que titularon Aquí y Ahora. Les dije: “¡Claro que sí! Aquí está durmiendo en la gaveta.”
Cuando llevé Sueños de papel lo encontraron demasiado largo porque ese libro tiene alrededor de 200 poemas. Entonces me dijeron: “Pero la serie va a ser bien pequeñita. ¿A usted no le molesta que sigan los poemas sucesivos en la misma página? ¿Que se termine uno y comience otro?” Con lo que me indicaron yo pensaba que el libro no se iba a ver tan bonito, pero la otra alternativa que me estaban dando era que lo cortara. Y les dije: “No. No lo corto. Publíquenlo así”.
Un libro no es un montón de poemas juntos. Un libro como Sueños de papel tiene unidad, tiene un hilo interno, una intención detrás. Todo está configurado. Y no cedí. “Póngalo corridito si quieren, –añadí- siempre y cuando, entre uno y otro poema, aparezcan los títulos.” Así lo hicieron y salió completo en esa cosa tan pequeñita en que lo metieron. Ese vestido tan pequeño. No sé cómo lo lograron pero ahí está.
Sueños de papel, dicen algunos críticos -y después que hablan uno se pone a pensar- que es un libro de afirmaciones. Y estoy de acuerdo con ellos. Sueños de papel es un libro que afirma. Me afirma a mí como puertorriqueña. Me afirma como poeta antillana, me afirma como caribeña. Es un libro que habla de la reivindicación de la mujer. Escrito en tono de mujer y tiene mucha fuerza. Afirma mi compromiso con la patria. Todo lo que yo he venido cocinando desde un principio, que se da en ese libro con afirmación, ya está solidificado. Ya estoy plantada. Los poemas hablan de que esto es así, así y así.
Y como te dije, es un libro enorme. Se hizo cinco años antes de que se publicara. Salió en el 1996 pero ya desde el 90 ó 91 ese libro empezó a crecer, a crecer y a crecer. Y creció tanto que yo andaba tocando puertas. Es uno de mis libros favoritos. De Sueños de papel se han hecho traducciones, y en Estados Unidos hubo personas que hicieron tesis ocupándose del libro.
Enrique Laguerre sobre su novela La llamarada
Con mis novelas, yo empecé a hacer historia de Puerto Rico, por eso algunas personas me han asociado con los Episodios Nacionales de Galdós, porque aunque La llamarada es mi primer libro, es una novela sobre el momento que yo viví en los 30 y que luego, en el tiempo, se ha convertido en historia. Por ejemplo, cuando escribía eso había 45 centrales azucareras pero hoy día (1992) hay tres; han desaparecido 42, de modo que ahí está. En La llamarada está, posiblemente, la raíz para explicar por qué desaparecieron estas 42 centrales.
Escribí La llamarada cuando yo era maestro rural, en Aguadilla y en Moca. Recogí todos los datos siendo maestro rural. Luego vine aquí, al asilo de niños (frente al teatro Paramount) y estuve colocado unos seis o siete meses como preceptor de los estudiantes, con la esperanza de estudiar en la universidad. Y fue en el asilo donde terminé de escribir y transcribir La llamarada. Esa obra pertenece a mi etapa de maestro en la escuela rural. Ya cuando salió La llamarada en julio (1935), yo estaba en la universidad. Me acosté completamente desconocido un sábado y el domingo (por una reseña de Antonio Pedreira en el periódico El Mundo) ya era conocido. Para mí fue una sorpresa inolvidable. Hubo hasta especulaciones de que un agrónomo, como el protagonista Juan Antonio Borrás, había escrito la obra. Apareció ese trabajo de Pedreira sobre La llamarada un domingo y ya el lunes todo el mundo me conocía.