Nada que hacer
En estos tiempos de deuda extrema, los mejores juegos para matar el tiempo son los de preguntas y respuestas:
P: ¿Cuánto dinero supone pagar el ELA a sus acreedores?
R: ¿Cuánto dinero exigió Dr. Evil para no impactar el planeta Tierra con un láser?
Idealmente, los y las editoras de 80grados colocarán un enlace aquí para el clip de Austin Powers. Por lo demás, no es cortés contestar una pregunta con otra. La contestación es “one…hundred…billion…gagillion…fafillion dollars”— prueba de que hay cosas que no se pueden pagar. Las dos mejores cosas que tuve la oportunidad de hacer en los pasados siete días son: (1) dejar que me oliera una perrita recién rescatada por una mujer que la encontró colgada de un gancho de ropa a orillas de una carretera y (2) ver un vídeo de youtube que compartió un amigo en Facebook donde una niñita conoce la lluvia. Hay cosas que luego de verlas uno se siente emocionalmente preparado para que explote el planeta, y morir con todas nuestras deudas pendientes.
En el vídeo, la niña extiende sus brazos y sonríe maravillada. De este lado de la pantalla, quien la observa tiene otras siete ventanas abiertas con notas y noticias relacionadas a la crisis financiera que enfrenta el país. Ninguna ofrece solución. Pero, ¡tengo una idea! Esperar a que llueva y con todas mis fuerzas intentar maravillarme con algo, lo que sea. Cuando llueve, por lo general, hago un inventario de mis deudas, errores, carencias y malas jugadas a lo largo de los años. Me digo que es para escribir, pero lo cierto es que me la paso escribiendo todo el tiempo. Repitan conmigo: la crisis es económica, no existencial.
En la radio preguntan cuál será el plan del gobierno para pagar la deuda. Mi plan es conocer la lluvia, amenazar con dispararme con un láser. ¿Habrá alguien dispuesto a pagar por mí? ¿A quiénes me debo? La literatura es un inventario a manos de innumerables deudores crónicos, que jamás se plantearían la posibilidad de repagar. Por eso, quizá, subsiste la literatura y de seguro sobrevivirá la deuda, aun cuando ésta nos sobreviva a todos aquí. La mejor literatura me da ganas de vivir mejor o de no vivir más, según convenga. No obstante, pienso que en tiempos de crisis, leer es un operativo de autorescate. En esa línea,
Instrucciones para conocer a una perrita recién rescatada:
1) Acercarte a ella despacio
2) Extender los brazos
3) Dejar que te huela
4) Maravillarte
Vamos, ¡que explote el planeta ya! Demasiada chatarra y cháchara. Hacen falta más días de lluvia, de reflexión y conocimiento. Habrá que rescatar los días, inventariar su contenido, transformarlo en literatura. Pero antes una pregunta sin responder: ¿Cuánta paciencia suponemos tener con nuestros representantes electos antes de entregarnos a la maldad y concertar acciones políticas descabelladas, ridículas? Desde el comienzo de los tiempos, las crisis son de gobernanza, no personales. Pienso que el Tiempo comienza cada vez que alguien conoce la lluvia. O rescata una perrita. O amenaza al gobierno con impactar el planeta con un láser o con una revolución. Todo lo demás es matar el tiempo. Impaciencia.