Naranja
En el universo cromático de las tragedias, naranja es la víspera del rojo. Así se sienten los tiempos. La frontera anaranjada entre el oro y la sangre es ambigua, como el fuego que lo mismo mata que abriga. ¿Será naranja un carmesí fulgorizado o un amarillo desertor? ¿Será amanecer u ocaso?
Naranja es estar a tres minutos, a tres manzanas, a tres luces de una lluvia de balas. Naranja es el giro achaflanado al rojo oscuro.
La Milla de Oro está en alerta naranja, con rumores de arrestos, compraventas forzadas y acciones en picada. Así también el cierre de la válvula de oxígeno federal tiene a muchos tosiendo, exhalando su último aliento: menos beca, menos comida, menos Medicare, pero más viejos.
Naranja es el uniforme de los campistas de Wall Street, que a pesar de ser invisibilizados por la prensa, se esparcen viralmente a otras ciudades, enhorabuena.
Ahora es imposible replegarse a la paz; el rencor anaranjado anuncia la inminente guerra del hombre de a pie contra los traficantes de capitales ajenos. La gente se hartó, su ansiedad intensificada eructa en violencia simétrica a la que le infligieron. “No hay otra”, le escuché decir a un antiguo amarillo, enlistado hoy al naranja.
El ciclo fiestero de calabazas, pavos y lechones ha perdido capacidad anestesiante. No habrá navidad con un aire tan pesado, tan próximo al estallido, tan incendiario.
Es chinita Puerto Rico, el achiote enturbia sus aguas. Llegamos al penúltimo día, el umbral de la explosión, la chispa definitiva. Podría ser un país europeo, o Europa completa; podría ser la muerte de un banco puertorriqueño, o un fallo sistémico de la banca mundial; podría ser el estado benefactor que colapsa, porque nunca existió.
Naranja es el color de ese treinta y nueve por ciento que trabaja en Puerto Rico, y que no aguanta más. El otro sesenta y uno es leña para ese fuego, un almacén inflamable que tiene de todo: desesperanza, marginalidad, apatía, cinismo, insolidaridad, odio. Por algún lado reventará. Entonces rojo será.
*El autor es profesor en la Escuela de Arquitectura de la Politécnica. Publicado originalmente en El Nuevo Día.