Mientras las familias trabajadoras ven cómo se deteriora aceleradamente su calidad de vida, un diminuto sector privilegiado continúa aumentando sus ganancias a costa de la quiebra de Puerto Rico.
Mientras las familias trabajadoras ven cómo se deteriora aceleradamente su calidad de vida, un diminuto sector privilegiado continúa aumentando sus ganancias a costa de la quiebra de Puerto Rico.
«La importancia de Occupy Wall Street no puede ser medida solo por sus demandas. Lo más importante son los valores que unen a los manifestantes y su convencimiento auténtico de quiénes son los que han arruinado nuestra economía».
Naranja es el color de ese treinta y nueve por ciento que trabaja en Puerto Rico, y que no aguanta más. El otro sesenta y uno es leña para ese fuego, un almacén inflamable que tiene de todo.
La resistencia al capitalismo deshumanizante ha llegado a las puertas del poder financiero. Imaginación, solidaridad, cruces entre lo político y lo artístico. Ya no hay marcha atrás.
El movimiento global de los «indignados» repercute en el centro financiero de Nueva York, Estados Unidos, para «demandar una economía al servicio de las personas».