Nudo de sangre
“Una oscura pradera me convida,
sus manteles estables y ceñidos,
giran en mí, en mi balcón se aduermen.”
—José Lezama Lima
una pequeña cumbre me
convida oculta recia
cual peñón fronterizo justo en la boca
entre dos mares
justo entre los labios de tierra
entre África e Iberia
allí
hundido y lamido por mareas
está tu pequeño gibraltar feliz allí
donde se concentra el eco ruidoso de tu corazón
allí donde la sangre toda se levanta y se orea allí
donde siento el cabal aliento de tu cuerpo
toco ese grano lo tiento con mis labios lo
zarandeo con los dedos lo hundo lo estrecho lo
comprimo para escucharte vivir la aceleración del pulso
pongo sobre él la fuerza de mi aire creando el vacío
que lo hala hacia mí
y mientras
me mantengo atenta a tu cintura que se crispa
rebelada contra la atmósfera cálida del cuarto
ese nudo de carne poco a poco establece tu lugar
te fija en el lecho y parte tu cuerpo y reparte tu fiebre
y tus brazos vuelan sin orden y tus piernas se contraen
irremediablemente y por sí solas y sin darte explicación
alguna allí veo
cómo tu cuerpo te abandona y emigra entero hacia mi boca
y voy bebiendo lentamente tus líquidos tus células
el sudor la agitación tu esfuerzo de gozar tu propia contracción
tu abrazo de ti misma
paladeo tu apretada pepita de placer tu grano chiquito de
oro rojizo el núcleo nervioso de tu ansia de salirte completa de tí
hacia esta intemperie cotidiana vestida de sábanas frescas de
ricas almohadas de perfumes de batas de dormir de cortinas
densas y amarillas
mientras mamo tu centro como la infante mama de su madre
mientras exploro con la lengua tu boca salobre y oscura
mientras recorro con la nariz el aire duro de tu olor
mientras te escucho regresar mientras
me voy replegando y alejándome mientras voy yo misma de
regreso
pienso en el vendaval de tu sonrisa en la
turbulencia de tus pestañas que se abren al mundo
pienso
en tus comisuras húmedas que siguen pidiendo el beso
que siguen pidiendo que otra vez pose mis labios sobre ti
para nunca terminar y para seguir sabiendo acerca del gozo
lo que nunca acabará de saberse lo que vuela lo que se
adivina
detenida yo en esa cumbre que se va suavizando y que se
va durmiendo pequeña
elástica
terca fuente de dicha
de tanta dicha
ya te duermes y yo
vigilo esa dicha tuya que es
la mía
rica fruta de sangre