Las nuevas cosechas de Río Piedras
Camas de siembras que incluyen quimbombó, berenjena, tomate, ajíes picantes, mostaza, malagueta, arúgula, piña, orégano brujo, albahaca y salvia pueblan un terreno, otrora baldío, entre las calles, 11, 12, 13 y Colón de la comunidad Capetillo en Río Piedras. En parte ha sido el curso normal de la naturaleza el responsable de este reverdecimiento urbano. Pero la responsabilidad mayor de este rescate de terreno, que hoy se conoce como el “Huerto de Capetillo”, recae en los vecinos de la comunidad riopedrense.
El proyecto comenzó hace tres años para revitalizar lo que consideran el patio de sus casas. Desarrollaron un plan para eliminar del terreno un vertedero clandestino, un punto de droga y la posibilidad de un mega desarrollo que fuera disonante con sus necesidades.
Poco a poco empezaron a usar el terreno. Los domingos para unas comidas vecinales, y de vez en vez para otras actividades. Les pareció que si ya lo estaban ocupando, la ocupación debía ser total. Para conseguir el terreno tuvieron que dar una batallita pues una iglesia era la favorita para obtener los títulos de propiedad. Aunque la comunidad no se oponía a la construcción de un centro religioso, sí prefería que el proyecto que se gestionara fuera una iniciativa local, y no de agentes externos. Querían desarrollar un proyecto que estuviera enfocado en la comunidad. Que echara raíces en los vecinos, y promoviera valores de creación y producción cooperativa.
La idea para desarrollar el terreno nació de “Los Jóvenes luchando por Capetillo”, un grupo de líderes comunitarios que en una gira por Las Cabezas de San Juan, en Fajardo, conoció la producción de composta. El terreno en Capetillo era óptimo para hacer composta y alimentar a huertos caseros cercanos, y así se fue cuajando la primera etapa de esta iniciativa. La propuesta se le presentó al Centro de Acción Urbana Comunitaria y Empresarial (CAUCE), ubicado en el casco de Río Piedra. CAUCE, dirigido por el profesor Juan Giusti, adscrito a la rectoría del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, arrendó el terreno del huerto al Departamento de Vivienda, en beneficio de la comunidad.
El negocio de la composta iba bien, pero no fue suficiente. Conforme al proceso agrícola –después de la composta viene la siembra- se comenzó entonces la segunda etapa. Reubicaron plántulas del mismo terreno y recibieron donaciones para concretizar la idea del huerto comunitario.
Guiados por el planificador ambiental Germán Ramos, la elaboración del huerto comunitario se enmarcó en una labor empresarial en la cual la comunidad de Capetillo pudiera construir un proyecto de economía autogestionada y autosustentable. Hoy, con una variedad de plantas de temporada, el Huerto de Capetillo vende sus frutos al detal y al por mayor. El dinero que recaudan de sus ventas sirve para pagar nómina a los encargados del huerto, así como para seguir desarrollándolo. Creando empleo y una micro empresa vecinal.
Abastecen tanto a la Plaza del Mercado de Santurce, como a los individuos que se den cita en diversas ferias agrícolas o actividades como Los jueves de Río Piedras. También colaboran con otros esfuerzos autogestionados como “El Departamento de la Comida”, que trabaja, en un modo artesanal, por estimular el consumo de la agricultura local, con variedad y calidad.
“Siembra y siembra y tú verás”
No sólo hortalizas y plantas medicinales crecen en el Huerto de Capetillo, también la conciencia ambiental y de solidaridad están echando frutos. Gelo, el líder comunitario que está a cargo del mantenimiento del huerto, recalca que lo más importante del proyecto es que la misma comunidad está trabajando para fortalecerse. Entre tutorías que dan los adolescentes a los más pequeños, talleres que universitarios ofrecen a los jóvenes, y el trabajo voluntario en el huerto que diferentes escuelas han implementado como filosofía educativa, el Huerto de Capetillo se ha convertido en un centro cultural. En este espacio se recuerda que cultura y cultivo tienen la misma raíz léxica que remite a la labranza de saberes.
A las tres de la tarde, cuando se abren las puertas, el huerto se llena de gente. La mayoría son niños y jóvenes que salen de la escuela, que antes de llegar a sus casas prefieren pasar un rato por allí; Gelo dice que el huerto se ha convertido en su segunda casa. Los más grandes agarran carretillas y palas y continúan el trabajo de habilitación del terreno para la siembra. Los más pequeños entre el juego de arrancar frutos y usar los rastrillos como espadas, van capacitándose en las tareas necesarias del trabajo del cultivo. No sólo aprenden el valor del trabajo, sobre todo del trabajo colaborativo, sino que, literalmente aprecian los frutos de su propio trabajo colectivo.

El Huerto de Capetillo se extenderá a una cuadra de terreno con la creación del Bosque Urbano de Capetillo. Foto Juan Álvares Lara
“La naturaleza reclamó su espacio” en Capetillo, comenta Gelo. Habla de la próxima etapa de esta iniciativa comunitaria y cómo se extenderá el huerto a poco más de una cuerda de terreno cultivada con la creación del Bosque Urbano de Capetillo.
El proyecto se gestiona en conjunto con El Taller de diseño comunitario de la Escuela de Arquitectura del Recinto de Río Piedras de la UPR. Son terrenos que fueron expropiados a varios residentes de la comunidad. Para Gelo, el Bosque ayudará a “mantener vivo el recuerdo” de aquellos vecinos que fueron expulsados de sus casas.