Nymph()maniac, vol. 2
Curiosamente, lo primero que vemos en la pantalla al comenzar este filme con los últimos tres capítulos de la saga es una advertencia de que ha sido “adaptado” con el pietaje dirigido por von Trier, pero sin su “participación”. Podemos pensar que el mensaje indica que von Trier perdió control “artístico “de su película, o que los productores y distribuidores quisieron modificar su contenido. No puedo imaginarme qué fue lo que removieron o qué no dejaron que viéramos pues, aunque una serie de tomas hermosas son el preámbulo, el resto es una fantasía sadomasoquista del director. La segunda parte de este filme parece augurar un declive artístico de grandes proporciones para von Trier.
Tomamos la narración de Joe (Charlotte Gainsbourg) donde la dejamos: ha perdido toda sensación en sus partes privadas. No importa lo que haga, no siente placer. Por eso, pensando que un cambio dramático pueda devolverle su deseo, queda encinta de Jerôme (Shia LaBeouf). De ahí en adelante las cosas no marchan bien. Porque no la satisface, Jerôme la deja que vea a otros hombres, pero la presencia del hijo Marcel complica la vida de Joe, quien no atiende bien al niño. Además Jerôme comienza a celarla.
En mi reseña de la primera parte de esta obra indiqué la referencia subliminal al marqués De Sade. En esta el tema se amplía y la protagonista se ha graduado a ser un compendio de Krafft-Ebing. La búsqueda de placer la lleva a situaciones atroces en que el castigo corporal llega a niveles que uno inconscientemente asocia a los campos de concentración nazis o a las narraciones fascistas de un sádico sin talento. Durante algunas de estas escenas los cortes van de la narradora al castigo al escucha, Seligman (Stellan Skarsgård), quien ofrece de vez en cuando una de sus digresiones más oscuras. Me pareció jocosa la relacionada al alpinista Karl Prusik sobre uno de los nudos que practica sobre Joe el sadomasoquista K, quien le pega, que hasta Joe encuentra absurda. Esta y una secuencia sobre la discusión que se suscita entre dos negros que van a tener sexo con Joe, son las únicas que demuestran un grano de humor en toda esta segunda parte del filme y que rompen la devastadora monotonía de las palizas.
Hay una serie de encuentros entre Joe y otros hombres: los negros, que nos enseñan sus penes erectos; un pedófilo de closet en quien Joe induce una erección y lo somete a una felación, y otros menos gráficos. Las interpretaciones de Joe sobre el significado de lo que ha hecho son peculiares y excéntricas, algunas audaces. Sin embargo, como espectador, no pude reconciliar lo que veía con el supuesto despertar emocional de Joe, quien continuó sumida en su depresión cum castigo (de hecho la actuación de Gainsbourg es dramáticamente deprimente; si la hubiera visto, Lee Strasberg se hubiera indignado). No vi en ninguna de las relaciones del personaje algún destello que me indicara qué indujo su pérdida de sensación sexual. Si la intención del guionista director es que deduzcamos que la depresión del personaje es responsable de todas sus acciones, me parece una salida demasiado fácil y superficial.
Quedamos siempre convencidos de que el personaje significa algo más que se está intentando ocultar del espectador. Se ha dicho que del filme original le faltan noventa minutos a los dos volúmenes que se han distribuido a los teatros. Supuestamente, lo eliminado tiene que ver con tomas de genitales aún más reveladoras que las que están a plena vista en el volumen 1 y 2. Si de eso se trata, no me puedo imaginar cómo lo que falta puede elaborar un mejor entendimiento del personaje y de lo que lo propulsa. Es curioso que una toma de los genitales de Joe (según ya mencioné en la reseña anterior, de la cintura para abajo, supuestamente son los dobles y a veces “prótesis”) parecen los ( ) del título… ¡Ay von Trier!
Tal vez el secreto está en el triángulo del que he hablado ya: la relación entre Joe, el sadomasoquista K (no, no mencionaré a Kafka) y Seligman. De las conversaciones entre Seligman y Joe se desprende que él es “asexual”. K no solo le pone nombre de perro (Fido) a Joe sino recibe placer de causarle dolor, pero se priva de relaciones sexuales y en eso estriba su masoquismo. Joe declara que mientras K la maltrataba buscaba su placer frotando sus partes pudendas contra unas guías telefónicas que K ponía para que apoyara su pelvis. Este trío se comporta más bien como si fueran individuos sin sexo. ¿Por qué tiene nombre masculino el personaje principal? ¿No es acaso una referencia explicita a que existe en ella una masculinidad oculta que espera emerger en cualquier momento? De hecho, las escenas lésbicas de Joe con P, una chica que su jefe mafioso le otorga como ayudante para sus negocios turbios, son de una rara pureza clínica en un filme abarrotado de tomas de sexo explícito. ¿Es esto un indicio de la “censura” a la que se han sometido estos volúmenes o es un secreto de la verdadera sexualidad de Joe? ¿Será también asexual, o un paréntesis entre ninfa y maníaca? Seligman le indica que para evitar los estigmas de su adicción sexual ella tuvo que luchar “como un hombre” y que parte de su problema es que ha estado representando o interpretando el “género” incorrecto.
No es posible intuir qué giro hubiese dado la película si ese tema hubiese sido explorado con profundidad. También es posible que von Trier solo quería filmar una película en que el sexo se ve a través de un visón fascista de la mujer como objeto sexual. La tesis parece ser que la mujer es la portadora de un germen letal que más y más, en nuestros días de intentos de igualdad entre todos los humanos, se manifiesta en hembras masculinizadas, como tal vez sea Joe, o hombres sin género. Al final vemos a Jerôme sodomizar a P de la misma forma que lo hizo con Joe al desvirgarla. Volvemos también a presenciar, sobre impuesta en la pantalla, la fórmula (o secuencia) de Fibonacci (3+5). Esta secuencia numérica se da en las ramas de los árboles, tan pertinente a la película (ahora que sé lo que representa), ya que Joe guarda en un álbum ramas de los árboles que amaba su padre, pero también se encuentra en las conchas de mar y en muchas flores con un centro espiral. La relación con la vagina y el ano es obvia.
Al final de la película Joe rechaza una relación sexual con quien la ha ayudado y se completa una conversación que comienza aludiendo a “la pistola de James Bond” y cómo hubo que cambiarla, cuando no “funcionó”. También se juega con el termino “cock the gun” que parece tener varios sentidos sexuales en el contexto del filme. Y al final oímos a Joe “cock the gun”. A pesar de estos significados oscuros y complejos, hasta interesantes, von Trier nos deja con un desastre artístico de grandes proporciones. Qué pasa de ahora en adelante con este director es la gran pregunta.