“Por razones prácticas y éticas”
Corretjer, la Liga Socialista Puertorriqueña y la oposición ambientalista a la explotación de las minas
“Nos oponemos, La Liga Socialista Puertorriqueña se opone, a la explotación de las minas y el petróleo en la colonia y en la independencia y el socialismo por razones prácticas y éticas”.
–Juan Antonio Corretjer, 1976
El origen del ambientalismo moderno puertorriqueño se remonta a la década de los sesenta, atado al movimiento contra la explotación de minas en Puerto Rico (Concepción 1995; Berman-Santana 1996). Misión Industrial de Puerto Rico (MIPR), la primera organización ambientalista puertorriqueña, estuvo muy activa en la lucha contra esa práctica desde principios de los años setenta apoyada por varias organizaciones religiosas. En aquella época el ambientalismo fue, como lo describió Concepción, un movimiento “distintivamente político” debido a la participación e influencia que tuvo entonces el movimiento independentista en la oposición al proyecto minero. De hecho, la oposición inicial al proyecto propuesto por Fomento vino principalmente de dos organizaciones políticas: Vanguardia y Movimiento Pro-Independencia (Concepción 1995). Para estos dos grupos los recursos naturales de la Isla eran patrimonio nacional y se oponían a la minería hasta que Puerto Rico fuese una nación-estado independiente. El usufructo de los minerales y otros recursos naturales debían ser la base económica y material de la anhelada nueva república (Concepción 1995). La influencia de estos grupos en el ambientalismo moderno fue notable, por lo que Deborah Berman Santana (1996) le atribuyó a la retórica ambientalista puertorriqueña un pinkish tint. Sin embargo, estos grupos y las organizaciones ambientalistas también influyeron en la forma en que futuras organizaciones independentistas integraron la protección del ambiente a sus respectivas agendas, el greenish tint de la izquierda puertorriqueña.
Desde los setenta la oposición al propuesto proyecto minero ha sido heterogéneo. Concepción (1995) notó dos tendencias entre los ambientalistas. Los ambientalistas radicales rechazaban la minería bajo cualquier circunstancia dados los efectos adversos de la actividad minera en el ambiente. Los ambientalistas más moderados se oponían hasta que se cumplieran varias condiciones para la explotación minera: que la minería fuese realizada por una agencia o corporación pública; que el cobre se vendiera en los mercados internacionales; y que la minería se rigiera por controles y regulaciones estrictas para salvaguardar el ambiente y la salud pública. Estos moderados también dudaban de las tecnologías existentes para controlar la contaminación y otras consecuencias adversas de la actividad minera. Concepción también notó dos tendencias entre los grupos y organizaciones que destacaron las consecuencias sociales y políticas del proyecto minero. Los moderados proponían buscar alternativas al mismo, planteando el potencial de otras actividades económicas, incluyendo la agricultura. Para los más radicales, los independentistas, los minerales, y los recursos naturales en general, eran patrimonio nacional, una herencia a ser usada exclusivamente por los puertorriqueños cuando Puerto Rico se convirtiera en una nación-estado independiente.
Aunque el proyecto inicial no prosperó otros planes para la explotación de las minas fueron presentados en varias ocasiones por las administraciones del Partido Nuevo Progresista y el Partido Popular Democrático entre finales de los sesenta y los ochenta, lo que mantuvo a las organizaciones opuestas a la minería activas, incluyendo varias de las organizaciones socio-políticas independentistas. Pero, no todas esas organizaciones adoptaron la concepción de los minerales como patrimonio nacional y base económica de un Puerto Rico independiente. Por ejemplo, La Liga Socialista Puertorriqueña (LSP) adoptó una posición mucho más cercana a la de los ambientalistas radicales, oponiéndose a la minería indiferentemente del estatus político de la isla. Para la LSP las consecuencias ambientales de la minería en una isla pequeña, con un clima tropical y una gran densidad poblacional representaban daños catastróficos irremediables.
El líder y portavoz de la organización, el también poeta Juan Antonio Corretjer, expresó la posición de la LSP en al menos dos ocasiones, ambas incluidas en Re: 1898-1998, 21 Textos para 100 Años de Lucha, una colección de textos publicada por Casa Corretjer en 1998. El poeta, refiriéndose a la posición de la LSP, afirmó en 1976: “Estamos contra la explotación de las minas y del petróleo, lo mismo en la colonia que en la descartada república pelele, que en la República Socialista”. Si tomamos en cuenta la exhortación de Corretjer para que todos los independentistas lo consideraran una “opción organizativa” para defender esa posición, entonces el Frente Revolucionario Antiimperialista (FRAI) también se oponía a la explotación de las minas independientemente del estatus político de Puerto Rico.
Corretjer se opuso a la explotación de las minas y el petróleo porque se trataba de un proyecto de explotación capitalista. Entregar esos recursos al capitalismo, y al “capitalismo yanqui” en particular, era para el poeta socialista un “inmoralidad inconcebible”. La oposición a entregar los recursos naturales al capital era además estratégica ya que para el poeta los recursos naturales entregados a los imperialistas serían usados por ellos para reforzar su poder militar. Corretjer se refería, por supuesto, al níquel y el petróleo. Para el poeta independentista oponerse a esa entrega era al mismo tiempo combatir la “estadoidad”. Para Corretjer la concentración de capital estadounidense—la formación de monopolios—estimulaba, “nos empujaba” la anexión. Desde esa perspectiva entregar los minerales y el petróleo al capital estadounidense significaba engordar los monopolios y con ello alentar la estadidad.
Corretjer, igual que los ambientalistas, se oponía al proyecto propuesto porque dado el tamaño de Puerto Rico la minería tendría como consecuencia enormes daños ambientales:
Es el criterio sostenido por la Liga Socialista Puertorriqueña que el problema planteado a escala por la explotación de los recursos naturales no renovables se plantea por igual para todos los puertorriqueños no empece qué forma de organización política tenga Puerto Rico. Bajo cualquier régimen Puerto Rico tendrá los mismos nueve mil kilómetros cuadrados que siempre ha tenido. Con esa situación, nos oponemos terminantemente a la explotación de nuestros recursos naturales no renovables.
Pero para Corretjer y los ambientalistas el asunto era mucho más serio y devastador, lo que el poeta llamó un “problema de exterminio”. Para el líder socialista la explotación minera en una isla tan pequeña amenazaba con liquidar irreparablemente a Puerto Rico: “Ya dijimos que el problema, que la explotación de minas y petróleo ofrece un problema de exterminio que visto a escala no tiene solución”. Corretjer apelaba a la extinción y devastación para acentuar el peligro y sufrimiento que la explotación de minas representaba para los puertorriqueños. Esa representación del impacto ambiental de la minería lo acercaba aún más al ambientalismo de la época, el que dentro y fuera de Puerto Rico estuvo caracterizado por un acercamiento apocalíptico a los problemas ambientales. La visión apocalíptica del movimiento ambientalista era para Concepción (1995) exagerada. No obstante, el impacto de esa representación temible, como indica la propia Concepción, fue palpablemente efectiva particularmente en levantar conciencia acerca de las consecuencias ambientales de la minería así como en movilizar al pueblo contra esta práctica. El discurso apocalíptico aún es utilizado por sectores del ambientalismo.
Corretjer se oponía a que el movimiento socialista adoptara la estrategia retórica de otros grupos independentistas con respecto a la minería. Rechazaba la noción de los recursos naturales como herencia nacional y base material de una futura república puertorriqueña. Para Corretjer apelar a ese incentivo material era errado e innecesario. Para él era mucho más importante apelar a los incentivos morales:
Nos oponemos a que se trate de construir el factor subjetivo revolucionario propagandizando la explotación de las minas y el petróleo como base económica de la República Socialista porque no creemos que el desarrollo de la conciencia revolucionaria se logre con incentivos materiales. Planteamos el desarrollo del factor subjetivo revolucionario con incentivos morales. Los tenemos de sobra. Y la impertérrita crueldad capitalista nos va a dar inevitablemente la oportunidad de disponer de nuevos incentivos.
La subjetividad revolucionaria era para Corretjer un devenir, el producto de la lucha revolucionaria. Los incentivos morales y con ellos la conciencia revolucionaria se construirían en “la lucha revolucionaria armada, científicamente concebida, militarmente dirigida” y “llevada eslabonadamente adelante”. En todo caso, los revolucionarios ya contaban según el poeta con suficientes incentivos morales y materiales para iniciar la revolución; ya contaban con “suficiente factor de conciencia”. El poeta exhortaba a los puertorriqueños, particularmente a los nacionalistas, socialistas e independentistas, a concretarla. El carácter moral y normativo del discurso de Corretjer es innegable. Sin embargo, el conjunto de normas, los principios y reclamos éticos y morales que informaron la praxis socialista de Corretjer no ha sido estudiado plenamente porque, asimismo, el carácter normativo y ético del marxismo y el socialismo apenas ha sido examinado. Además, una teoría marxiana de la moral apenas ha sido considerada (Schacht 1988). Por otro lado, no podemos ignorar los paralelos entre Corretjer y Pedro Albizu Campos, quien como fuerza moral del nacionalismo, recurrió muchas veces a incentivos morales. Esta comparación requiere, por supuesto, de más estudios y verificaciones.
Para Corretjer la estrategia del “independentismo organizado”, la construcción de la naturaleza como patrimonio nacional, reproducía el mito de la pobreza de Puerto Rico, una ficción que negaba una verdad, que “. . .Puerto Rico es una riqueza fabulosa”. Corretjer apeló, por supuesto, al rol de los trabajadores en la producción diaria de esa riqueza extraordinaria, un capital que insistía era robado por los imperialistas estadounidenses. Según él, los puertorriqueños no debían luchar por la riqueza de un futuro postcolonial sino por la fortuna que en la actualidad producían los explotados trabajadores puertorriqueños, de la que eran inmediatamente despojados por los capitalistas estadounidenses. Corretjer auguró también que si los independentistas optaban por no construir una república socialista terminarían por entregar los recursos naturales del país a la clase capitalista.
Corretjer también fue crítico de aquellos que recurrían a las soluciones tecnológicas para justificar la explotación de las minas en Puerto Rico, incluyendo tecnologías para controlar la contaminación y otros daños ambientales de la minería. Para él, los capitalistas no recurrirían al uso de esas tecnologías: “No hemos dicho, porque va sin decirse, que en manos del capitalismo los voraces explotadores no recurrirían a las protecciones que relativamente la ciencia actualmente pueda ofrecer. Saqueo sería la orden del día”. Dado el tamaño de la Isla la ciencia tampoco sería suficiente en la república socialista: “La situación sería algo diferente si la explotación se diera bajo la responsabilidad misma de un gobierno de los trabajadores puertorriqueños. Pero ese hecho no eliminaría el problema a escala, nos dejaría en los mismos nueve mil kilómetros que tenemos en la colonia. No creo que la ciencia pueda ofrecernos remedio a este problema”.
La postura de Corretjer, asimismo la de la LSP y el FRAI, anticipaba el eco-socialismo, pues integraba a la agenda socialista la protección del ambiente. Además, se trataba de una postura alejada, al menos en el campo de la minería, del productivismo que tantos críticos, incluyendo ambientalistas, le achacaron al socialismo y al marxismo, particularmente al marxismo-leninista. En efecto, muchos socialistas se aferraron a ese productivismo. Sin embargo, Corretjer y la LSP, al menos en lo referente a las minas, no reprodujeron lo que Arturo Torrecilla (1995) llamó “el carácter visionario de la ciencia ficción de Verne”. Corretjer no exaltó, contrario a los productivistas y ambientalistas moderados, la ciencia y la tecnología como soluciones a los problemas ambientales; no propuso que en un futuro el desarrollo de las fuerzas productivas o el desarrollo tecnológico proveerían las herramientas necesarias para explotar las minas. Y aunque Corretjer conocía de tecnologías para controlar la contaminación y otras consecuencias ambientales de la minería su visión de futuro no incluía la explotación de las minas. Curiosamente el propio Corretjer recurrió al contraste entre Marx y Verne al expresarse sobre el resguardo anti-imperialista de la Isla en el artículo citado: “Programar esa defensa y llevarla a cabo es la palabra de orden. La historia se hace en tiempo presente. Lo otro es sustituir a Marx con Julio Verne”.
Corretjer también se expresó con respecto a la minas en 1981. En un “acto de protesta contra la invasión imperialista yanqui de 1898” celebrado el 25 de julio de ese año en Guánica el líder socialista dedicó parte de su intervención a los planes para explotar las minas. Consagró la parte inicial de su discurso al prisionero político Oscar López y a la “deserción del campo patriota” de Alfredo Méndez. Este último testificó contra López en una corte federal. Fue entonces, y no sin antes afirmar su apoyo al Movimiento de Liberación Nacional, que Corretjer se expresó con respecto a las minas de cobre y níquel y a la explotación del petróleo. Reconoció y elogió la oposición del “pueblo campesino de Adjuntas” a la explotación de la minas. También se refirió a la intervención ese mismo día del agrónomo y Presidente del Partido Nacionalista, Jacinto Rivera Pérez. Corretjer destacó la distinción que hizo Rivera entre la explotación y el cultivo de la tierra, favoreciendo un cultivo de la tierra basado en la “ciencia al servicio del bien” o la “ciencia aplicada al bien y a la verdad”. Aunque no se refirió directamente a lo opuesto de esa ciencia benévola sus comentarios presuponían una ciencia malévola al servicio del mal, a la explotación capitalista y colonialista del suelo. Aparte de una crítica a la ciencia capitalista el énfasis en el cultivo, tanto en Rivera como en Corrtejer, era el reflejo de la tradición agrarista del nacionalismo, que en aquel entonces se tradujo en la defensa del campo y la agricultura ante la explotación minera.
En esa ocasión, como en el artículo previo, Corretjer también destacó el problema de escala en la explotación de las minas, esta vez tras contrastar el impacto de la minería con el daño a la tierra al que se refirió Rivera en su intervención:
Y es por eso que doy mis gracias al compañero presidente del Partido Nacionalista por su intervención en la parte científica en que se refirió al suelo de Puerto Rico. Si ese daño es capaz de hacerse al pueblo de Puerto Rico en su suelo, imagínense ustedes el daño que se va a hacer a Puerto Rico con las minas de cobre, de minería abierta. En Adjuntas por ejemplo, afectaría directamente e inmediatamente a una tercera parte de la población de Puerto Rico y por extensión a todo el pueblo puertorriqueño.
Corretjer convocó una vez más a los independentistas a “ponerse de acuerdo” y oponerse a la explotación de las minas. Sin embargo, y a pesar de su invitación, también acusó a sectores independentistas de abandonar la lucha contra la explotación minera. Corretjer alegó que contrario a otras organizaciones independentistas la LSP continuaba su trabajo político de organización y resistencia contra las minas. Finalmente, ató la lucha contra la explotación minera a la lucha en Vieques, la que para él también había decaído, acusando otra vez a sectores independistas de haber abandonado una lucha, la de Vieques esta vez.
En la apocalíptica ambientalista de Corretjer la salvación estaba en la revolución socialista y un Puerto Rico independiente, una lucha que requería de un “dispositivo armado.” La salvación requería, entre otras cosas, de la violencia revolucionaria. Un análisis del rol de la violencia y la lucha armada en Corretjer va más allá de los propósitos de este artículo. Apelo a esto solo para subrayar la importancia de examinar la crítica del poeta a la explotación minera en su relación al proyecto socialista más amplio con el que Corretjer, la LSP y el FRAI se comprometieron. La revolución socialista-independentista era para el poeta la “ruta de salvación y el único porvenir que tiene Puerto Rico”. Corretjer exhortaba al pueblo puertorriqueño a defenderse “. . . con la palabra y con el pensamiento, y con las armas para dejar realizado ese proyecto realizable, esa posible utopía de hacer de Puerto Rico un pueblo y un país ejemplar, feliz, diáfano en la pureza del disfrute común de la riqueza de su territorio; un Puerto Rico independiente y socialista como lo merece nuestra clase obrera, como lo merece nuestro pueblo, como lo merecen los luchadores por la independencia y el socialismo. Y como lo merece también el mundo entero menos los imperialistas”.
Corretjer, y con él la LSP, concebía los recursos naturales propiedad y herencia de los puertorriqueños pero rechazaba, como los ambientalistas radicales, su usufructo, independientemente del estatus político de la Isla. Esto distingue a ese socialismo independentista y revolucionario de otras vertientes del movimiento independentista y nacionalista, así como del socialismo, confirmando la heterogeneidad de tendencias entre los grupos que en los sesenta, setenta y ochenta resistieron la explotación de minas en Puerto Rico. Más aún lo acercó al ambientalismo radical de aquella época, quienes también rechazaron rotundamente a la explotación de las minas.
Referencias
Berman-Santana, D. (1996). Kicking off the Bootstraps. Arizona: University of Arizona Press.
Concepción, C. (1995). The Origins of Modern Environmental Activism in Puerto Rico in the 1960s. International Journal of Urban and Regional Research, 19(1), 112-128.
Corretjer, J. A. (1998). Re: 1898-1998 21 Textos para 100 Años de Lucha.Ciales: Casa Corretjer.
Schacht, R. (1988). Marxism, Normative Theory, and Alienation. In C. Nelso, & L. Grossberg (Eds.), Marxism and the Interpretation of Culture (pp. 565-580). Chicago: University of Illinois Press.
Torrecilla, A. (1995). El Espectro Posmoderno. San Juan: Publicaciones Puertorriqueñas.