Por una legislatura ciudadana
La ley que estableció el legislador a tiempo completo creó una nueva profesión a costa de los contribuyentes y del mejor interés público. Las y los legisladores, contrario a los cerca de un millón de asalariados, reciben una triple compensación: salarios, dietas (con una baja tributación) y gastos de transportación. Cada una de esas tres compensaciones –por separado– es mayor que lo que recibe un trabajador a tiempo completo devengando el salario mínimo ¡y eso llora ante los ojos de Dios!
Esta casta devenida en verdaderos engreídos, se atornilla en sus puestos ya sea por el bipartidismo, herencia familiar o el financiamiento de los sectores de mayor poder económico.
Mientras a la mayoría de las agencias públicas se les ha reducido significativamente el presupuesto, a la legislatura de Puerto Rico se le ha aumentado sostenidamente en todos los años fiscales: 2010 $135 millones, 2011 $139 millones, 2012 $151 millones y 2013 $154 millones. Es decir, hoy cada legislador nos cuesta un promedio de $2 millones al año, mientras se dedican $4 mil por estudiante. ¡Vaya por las prioridades!
Lo que debemos preguntarnos es cómo romper esa piñata y la respuesta no puede ser dejándola como está ni como se pretende con la alegada reforma legislativa propuesta en el referéndum que tiene otro fin siniestro: eliminar la representación de las minorías y la verdadera oposición para enquistar un tipo de monarquía. Es, en otras palabras, terminar de privatizar la lesgislatura.
La respuesta tiene que ir dirigida a ampliar la representación y la representatividad para convertir el trabajo legislativo en un servicio público de verdad.
Es evidente que necesitamos una legislatura ciudadana y el legislador ciudadano debe ser su figura. Como ser legislador no será su profesión, tendrá que seguir vinculado al trabajo asalariado, a su comunidad o a su sector. Tendrá un vínculo directo con la realidad de los suyos. El legislador debe ser reflejo de la calle, del barrio, de los trabajadores, de las minorías… No estará encumbrado dentro de las murallas y columnas frías del Capitolio, no estará rodeado de un ejército de asesores inútiles.
Como es claro lo inútil de varias sesiones ordinarias de las legislatura, será suficiente una sola sesión. De nuevo, no hará falta estar allí a tiempo completo, por lo que recibiría una sola compensación correspondiente a las dietas durante el tiempo que dure la sesión.
Si logramos establecer una legislatura ciudadana con mayor representatividad y verdaderos servidores públicos, la legislatura nos costará menos y tendremos mejor legislación al aumentar la participación de representantes que reflejen la diversidad social y política del País.
Entonces, habremos añadido más saberes, visiones, perspectivas y se enriquecerá el debate legislativo.