Promesas incumplidas del 25 de julio y un nuevo Puerto Rico
El grupo de exiliados puertorriqueños que desembarcó con el invasor norteamericano vislumbraba la liberación del yugo español que tanto daño había hecho a la isla y que tantas veces había traicionado y violado las promesas de reforma que hiciera bajo presión o durante alguno de sus abortivos periodos liberales. Apostaban pues, a que el imperio de la “libertad” se extendería a Puerto Rico en alguna forma. En realidad, el 25 de julio se convirtió en un recordatorio más de promesas incumplidas.
Tras la invasión norteamericana, la rendición de las tropas españolas, y el traspaso de soberanía a los EEUU bajo el Tratado de Paris, se instala en Puerto rico un gobierno militar provisional que es reemplazado con el acta Foraker en el 1900. Seguía Puerto Rico, en plena inauguración del siglo XX, como una colonia bajo el “tutelaje” del imperio norteamericano representado por la figura de Uncle Sam- el epitome del anglo-saxonismo y la supremacía blanca.
Habrían más promesas incumplidas. Por ejemplo, el Acta Jones del 1917, la cual otorga una ciudadanía colonial al pueblo de Puerto Rico pero poco hace para ponernos en vía a la descolonización y autodeterminación y la cual sólo sirve para complicar aún más la relación colonial.
Mientras tanto, se sigue celebrando el 25 de julio en Puerto rico como “liberation day” y hay voces que preguntan- ¿Cual liberación si seguimos sin autodeterminación y sin gobierno propio? Esas voces se dejan escuchar cada vez más fuertes y para algunos sectores se convierten las paradas militares del 25 de julio en una afrenta, un recordatorio de una invasión bajo la falsa promesa de liberación.
El 25 de julio del 1938 se torna la celebración en franca provocación cuando el odiado gobernador Blanton Winship traspasa los eventos de Guánica a Ponce. Esto, a poco más de un año de la Masacre de Ponce del 21 de marzo del 1937. Responden los nacionalistas al insulto intentando asesinar a Winship durante la parada lo cual deja un saldo de un muerto y 32 heridos- todo puertorriqueños. Más represión le espera al pueblo de Puerto Rico tras este fatídico 25 de julio- el cual ya de ninguna manera puede tener el significado de liberación que le quisiera dar el invasor y los que todavía le siguen porque, o le creen ilusamente o no ven futuro sin su yugo.
Pero hay otro 25 de julio con el que crecí. Es el que celebra la constitución del Estado Libre Asociado, la cual se hace efectiva ese día. Y sabemos que no es coincidencia. Es un intento de borrar 54 años de colonialismo norteamericano, de falsas promesas. Es una forma de intentar volver a empezar, de retomar ese día y empezar a construir un Puerto Rico nuevo que responda a las necesidades de su gente, a las necesidades de un pueblo que lleva tiempo haciendo patria.
El ELA no falla porque no se le haya echado ganas. El pueblo le puso el corazón y le dio el alma. Sus primeros gobernantes, los tecnócratas del estado colonial reformado lo dieron todo, el boricua campesino que pasa a la ciudad, que como ingeniero o electricista, o hasta soldado –lo dieron todo por su familia y por Puerto Rico- y ocurren milagros en Puerto Rico en desarrollo social, económico, de infraestructura, de autoestima. Pero hay un problema– Puerto Rico sigue siendo una colonia- colonia light como se decía cuando era un chamaquito en las escuelas públicas del país, pero colonia al fin. Y las promesas del nuevo 25 de julio, el del ELA, por más ganas que le echemos- no se concretan.
No en balde, es la junta de control fiscal impuesta por el congreso de los Estado Unidos bajo el mal logrado acrónimo PROMESA– lo que hace imposible esconder que el ELA ya no puede continuar, que sus promesas son incumplibles, que no somos soberanos de ninguna forma.
Y aquí nos encontramos frente al 25 de julio del 2019, a 121 años de la invasión que prometía libertad y el final de nuestra condición colonial. Todavía estamos bajo el yugo colonial, ahora administrado casi completamente por los agentes coloniales del patio. Pero el pueblo está de pie, empoderado y unido. El pueblo ya se cansó de las promesas y ha tomado acción sin paralelo ni precedente en nuestra historia. No hay más que ver las fotos y seguir social media, o interaccionar con desconocidos en la calle, supermercados, oficinas de dentistas, en la plaza… para ver que lo que está pasando en Puerto rico es un Revolución en todo el sentido de la palabra. Es una revolución espontanea que une a los grupos más diversos, que rompe brechas generacionales y divisiones políticas e ideológicas y transciende diferencias de género, raza, y hasta clase.
Este 25 de julio encuentra a un pueblo de Puerto Rico unido como nunca antes. Este pueblo unido no se conforma con la renuncia de Ricky Roselló sino que demanda un Puerto Rico nuevo– por todxs y para todxs.
Pero eso ya ni hace falta pedirlo pues pase lo que pase- ya se ha logrado. Puerto Rico ya no puede dar marcha atrás al bipartidismo ni a la corrupción rampante de gobiernos que no trabajan para el beneficio del pueblo sino para lucrarse y perpetuarse en el poder. El sistema, el juego ha cambiado. Y esto lo ha logrado los cientos de miles de personas en las calles y los millones que le apoyan desde los campos, y desde “los ríos y del combate”, desde la diáspora y desde la Luna.
Que este 25 de julio del 2019 sea el comienzo de un nuevo Puerto Rico. Un Puerto Rico para todxs, un Puerto Rico que no necesita promesas porque es el pueblo quien lo está construyendo día a día.