¿Quiénes somos?
Parece que la mirada de los que construyen «el mensaje» tiene lentes nuevos. Durante los últimos tres meses se ha comentado mucho que los hispanoparlantes o los de cualquier manera afiliada a lo latino –los que viven en Spanglish, por ejemplo– han adquirido, en parte por los resultados de la elección del año pasado, una nueva imagen. Parece que la época de Modern Family ya está pasando al pasado y el momento del consumidor pos-bandido ha llegado. Seguimos teniendo el problema de que Sofía Vergara sigue siendo el símbolo del momento, mostrando el poder que le da el director Robert Rodríguez (que montó su propio canal de televisión, “El Rey” este año), como latina femme fatal, de fantasías de venganza.
Me da más dificultad que nunca levantar ese espejo que me prestan cuando entro en contacto con la marqueta de la identidad. Ya he pasado esa serie de rituales que te transforman de niño de padres boricuas a anglo-afro-parlante de la megalópolis que visita la isla en los veranos cruzando camino con una gira del Gran Combo, hasta el momento del descubrimiento de la esencia nuyorriqueña y finalmente al regreso a una calle Loíza descolonizada y virtual. Y por supuesto, me encuentro como testigo de la ampliación de esta imagen particular para participar en el proyecto de los latinos en general, en el cual no se puede distinguir entre Eva Longoria de Jennifer López ni el Pitbull.
Pero ¿quiénes somos, por lo menos aproximadamente?
Hace casi cuatro años, el recién fallecido Camarada Hugo Chávez, le regaló a Obama una copia de Las Venas Abiertas de América Latina por Eduardo Galeano, me imagino que con la esperanza de que el Presidente de la Esperanza pudiera entender cómo desde nuestra perspectiva el mundo se ve “patas arriba” –literalmente, en términos de economía. Miles de deportaciones después, entendemos que podría haber un “camino a la ciudadanía” para los que no tienen documentos. But what about the rest of us? La mayoría legal, so to speak?
Se notan dos dinámicas en este momento. Una sería un movimiento medio-histérico de reclutar candidatos latinos para restaurar el sabor hispano del partido republicano (como si hubiera sido así antes). Ya conocemos el maestro del ejemplar del hombre nuevo cubano, Marco Rubio, senador de la Florida. En su respuesta al discurso de Obama el mes pasado, se convirtió–como Héctor Lavoe tantos años atrás–en el hombre que respira debajo del agua.
En los días siguientes, Rubio insistió en que el camino a la ciudadanía debería ser muy controlado para asegurar que a los que han violado la ley no se les haga tan fácil; algo bastante irónico considerando el caso cubano después de la revolución, que por razones políticas, sigue siendo el camino a la ciudadanía más fácil de todos. Hasta más siniestro que Rubio es su paisano Ted Cruz, que desde su adoptada tierra de Texas, ha sido comparado al asqueroso senador Joseph McCarthy por sus alegaciones de que hay comunistas en el gobierno, y peor, en Harvard Law School. Y las oportunidades para irse “al otro lado” aumentan: hasta el ex-presidente del condado del Bronx, el boricua Adolfo Carrión, se atreve a pedir el abrazo del partido republicano, aunque en Nueva York, los republicanos son más liberales y mucho más ricos.
La otra tendencia, que aparece simultáneamente, es que la imagen del latino parece que está cambiando para los “americanos,” quienes, a través de la infraestructura del marketing, siguen formando una nueva manera de vernos. Por la mayor parte siguen los estereotipos de bandidos y sirvientes de la casa –hasta el mismo Argo, que fue criticado por el cineasta Moctezuma Esparza por el uso de Ben Affleck en un personaje de origen mexicano, tuvo en su elenco una actriz llamada Danielle Barbosa como la sirviente del director de la película falsa (Alan Arkin). (Y no menciono la caracterización de los iraníes como niños violentos, estúpidos y psicóticos.) Pero en los mensajes de publicidad que se ven cada noche en la pantalla pequeña, se ven cambios sutiles.
Hay comerciales que tienen “latinos” evidentemente hispanos, hablando inglés sin acento pero todavía evidentemente «latinos». Este reciente anuncio promoviendo la serie de juegos designados “Noche Latina” por la NBA parece que fue concebido en un “focus group” de latinos frustrados porque la gente se equivoca con que son mexicanos. Pero hasta más extraño fue este anuncio, que posiblemente se puede interpretar como una fantasía del angl0-americano del machismo recontextualizado como un hombre “potente” que no le importa jugar el personaje de madre de la casa y también le gustan los steak burritos:
El mercado de consumidores latinos tendría $1.6 mil millones en dinero para gastar en productos en el año 2016, pero aunque hay un proceso de desmantelar estereotipos en los medios, sigue habiendo una ambivalencia en el discurso norteamericano que resulta en mensajes contradictorios. Nos hacen ver a la misma vez como normalizados y como una amenaza. También se siguen escondiendo los papeles que juegan los latinos en la cultura dominante, como el fenómeno del baile “Harlem Shake,” creado por Bauer, un DJ que se llama Harry Rodrigues, y que apropió su sonido de un género llamado moombahton, inventado por Dave Nada (David Villegas), promulgado por muchos DJs de raíces latinas y usando un sample de Héctor El Father. El Daily Beast, por ejemplo, se refiere al refrán “con los terroristas” que se oye en el track, como “Columbian Spanish for ‘with the terrorists’” (aparentemente están hablando de estudiantes de Columbia University y no del país Colombia) y el Spin declara que el sample viene de un disco de loops de moombahton DJs de Philadelphia.
Quizás el “futuro” de nuestros queridos latinos se encuentra en el “Futuro Fund,” el objeto de un artículo recién publicado en el New York Times. Formado por Henry Muñoz III, un arquitecto de San Antonio, Texas, la fabulosa Eva Longoria y el abogado boricua Andrés W. López, este grupo pretende entrar a los más altos niveles de influencia del gobierno con “fundraiser and policy sessions” que cuestan $40,000 cada persona. En enero montaron una gala en el Kennedy Center de Washington que contaba con la influencia de los $32 millones que dicen que montaron para la campaña de Obama.
El impacto del Futuro Fund se presenta como algo que representa cómo han madurado los intereses latinos y celebra su impacto en causas como el Dream Act para ayudar a hijos de imigrantes sin documentos. No se menciona que López representa los intereses del PNP que no se alejaron de los abusos cometidos por el gobierno de Fortuño y que estaba involucrado en la demanda diseñada para derrotar al Colegio de Abogados. No está claro si el Futuro Fund tiene una posición declarada sobre el status de Puerto Rico.
¿Puede uno ser boricua y latino a la misma vez? Un estudio del año pasado dice que el 51% de la juventud latina de los EE.UU. prefiere ser identificado como descendientes del país de origen o del mismo origen de sus padres, y solo al 24% le gustaba ser identificado como “latino” o “hispano.” Tenemos un pasado de alianzas intra-hispanas en Nueva York y otras regiones del país. No veo imposible el pertenecer a los dos, pero tenemos que asegurarnos de que nuestra imagen surge mejor de nuestros hechos y experiencias y no de las fuerzas que nos quieren vender algo, o esconder lo que realmente somos.