Relatos Salvajes
La venganza es algo terrible, particularmente cuando conduce a la violencia. Es un tema tan viejo como el tiempo, y en la literatura y el cine tiene mucha presencia. En la era cristiana, basta el ejemplo de Hamlet para reconocer que ocurre en las mejores familias. Además, hay incontables grandes momentos en que la lujuria de la venganza explota en la pantalla y le sirve de catarsis no solo a los personajes sino al espectador. En ocasiones la venganza parece justificada y, posiblemente, en aquellos casos que la maldad ha sido extrema, no sorprende que el tema bíblico de “ojo por ojo” termine siendo el desenlace. En otras ocasiones hay un largo resentimiento que empuja al vengador a llevar a cabo su fechoría. En muchos de estos casos la envidia, la saña personal, el egoísmo, y un largo etcétera, mueven los resortes emocionales que enturbian el pensamiento y el raciocinio.
En esta película, que es un compendio de seis cuentos, el hilo que une los relatos es la venganza. Pero es una venganza que viene recubierta de ironía y, mucho más, sarcasmo. De hecho, ambas formas, que han servido bien a la comedia, constituyen hoy día un problema, no del filme, sino del espectador acostumbrado a que le suplan imágenes que hay que tomar literalmente. La ironía a veces pasa desapercibida, y un buen sarcasmo es motivo a veces de enojo, y… de venganza.
Los relatos salvajes de esta antología de cuentos del guionista director Damián Szifron son constantemente sarcásticos, negros y despiadados; y logran mantener nuestra atención a través de las tramas deliciosas de las situaciones que presenta. Aunque la venganza es lo que une los relatos, en uno (“La propuesta”), sorprende cómo viene y de dónde viene. Cada cuento tiene propuestas sociales e ideológicas que no discutiré por temor a dañarles las sorpresas. Baste decir que estas abundan y que nunca están desprovistas de un sarcasmo devastador.
Como comedia negra que es, el tono de Relatos salvajes está anclado muy cerca de los sarcasmos de Quentin Tarantino cruzado con los de los hermanos Coen, sin revelar imitación. Los homenajes a otros directores son, siempre que estén hechos con elegancia, de gran interés para aprender cómo el arte nunca existe por sí solo. Esta cinta también retoma lo que se conoce como la película ómnibus, cuyo origen va a los años treinta, pero que tuvo su pináculo en los tardíos años cuarenta y cincuenta del siglo pasado con una serie de películas italianas (Roberto Rossellini fue su capeón en Italia) e inglesas. En aquellas, igual que en esta, cada cuento tiene existencia separada y artistas distintos.
Damián Szifron ha construido unos cuentos devastadores e hilarantes que a veces semejan cortos hiperrealistas de los Tres Chiflados tomándose en serio. Es un gran acierto que ve la sociedad llena de violencia suprimida tras los papeles que cada uno representa en la vida. Algo que, aunque no nos guste, está patente cada día en cualquier ciudad. Es una emoción que irrumpe de la forma más inesperada en el momento que menos se espera. Szifron, además, tiene un estilo cinemático que logra generar una tensión narrativa basada en detalles cómicos.
Hablando de Hamlet, en una escena que combina el humor negro más fino con payasadas (“slapstick”), un intento de asesinato se complica porque un inocente está por comerse el veneno destinado para otro. En otra, la resolución de una disputa de tránsito cuelgo, literalmente, del cinturón de seguridad. Es una idea genial.
Lo que más impresiona de este filme estupendo y divertido es que una gran troupe de actores argentinos agudizan con sus actuaciones las finas y vulgares locuras que atacan al que está en plan de venganza. Rita Cortese como una especial cocinera “gourmet” y Érica Rivas como la novia (de bodas) más genial del cine, se destacan entre ellos. El siempre interesante Ricardo Darín es un tiro (grande) como Simón Fisher.
Nadie debe de darse por aludido, el director (al igual que el escritor) por lo general no conoce a su público, de modo que si se ven (aunque sea un poquito) en la pantalla, no se enojen. No se la pierdan.