Sandwichito para Eric Hobsbawm
¿Qué decir ante la muerte de Hobsbawm? Más allá de lo que ya se ha dicho sobre su contribución a la disciplina de la historia, sobre sus debates académicos y sobre sus controversias políticas, quisiera decir sólo dos cosas. La primera, que todo el mundo debe conocer el sándwich de Hobsbawn. Y la segunda, que en lugar de llevarle (imaginariamente) flores a su tumba, llevaría una aceituna ensartada en un palillo de dientes adornando a un sándwich. Me gustaría que este gesto ayudase a todo ciudadano del planeta a conocer su pequeño sándwich siglo 20 y a que entiendan mejor sus dos ingredientes, las tapas y el relleno, y el grueso tamaño de las tapas en proporción al relleno.
Ya que no me imagino ofreciendo una ofrenda floral en su tumba, y me pienso ofreciendo una ofrenda culinaria, quise buscar un consejo enciclopédico por lo cual intenté buscar The Encyclopedia of Sandwiches: Recipes, History, and Trivia for Everything Between Sliced Bread de Susan Russo y Matt Armendariz. Lamentablemente, según WorldCat.org, ninguna biblioteca en Puerto Rico tenía ese libro y las bibliotecas más cercanas que lo tenían se encuentran en el estado de la Florida a 1,100 millas de distancia. Traté de buscar el libro en una librería que hace sus ventas por internet y su envío por el sistema postal, pero apareció un mensaje que decía, “We are unable to ship internationally or to Hawaii, Alaska and other US Protectorates (ie. Guam, Puerto Rico, Virgin Islands, etc.)”, lo cual frustró mi intención. ¡Hasta las recetas de sándwiches son saboteadas por nuestro estatus colonial! Así es que, sin asesoramiento culinario, aquí me aventuro a describir el sándwich histórico de Hobsbawn y el adorno que le ofrezco al mismo.
El sándwich histórico de Hobsbawn
En el libro The Age of Extremes: A History of the World, 1914-1991, Eric Hobsbawm presenta su visión del siglo 20 en un total de 600 páginas. El historiador se refiere a éste como un breve siglo 20, pues no es hasta 1914 que ocurren eventos que lo hacen diferente al siglo anterior. En su capítulo introductorio, The Century: A Bird’s Eye View, el autor resume su argumento en 17 páginas. En ese capítulo hay un párrafo que resume todo el libro, el cual contiene la siguiente oración, “En este libro, la estructura del Breve Siglo 20 aparece como un tríptico o un sándwich histórico”. Aquí se hace patente la aseveración de que toda traducción es una traición, pues una de las ediciones del libro en español elimina totalmente la expresión “sándwich histórico”.
La primera tapa del sándwich es la época de la catástrofe, que va aproximadamente desde el 1914 al 1947. Desde el surgimiento de la Primera Guerra Mundial hasta varios años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, la humanidad no hizo más que tropezar de calamidad en calamidad. Si durante la Primera Guerra la humanidad observó una total carnicería humana, la Segunda Guerra hizo que ésta fuera testigo de la aniquilación total producida por bombas atómicas. ¡Qué manera de empezar un siglo!
El relleno del sándwich, está constituido por una muy corta etapa a la cual llama la época dorada, que se extendió por algo así como de 1947 al 1973. Totalmente insospechada para aquellos que presenciaron las guerras mundiales, esta época presenció un dinamismo económico y un cambio social y cultural que nunca jamás había ocurrido en la historia de la humanidad en un periodo de 25 o 30 años. Los avances económicos de esta era, que sin lugar a dudas beneficiaron no solamente a la burguesía sino a las clases medias, parecieron quedar grabados de tal forma en la mentalidad de las personas, que imposibilitó que notaran el retroceso que llegó pocos años después.
La otra tapa del sándwich histórico es la época de descomposición, incertidumbre y crisis que transcurre desde 1973 hasta 1991, con la desintegración de la URSS. El colapso de los regímenes comunistas en una parte del mundo, reflejó la enfermedad del resto. El propio historiador advirtió que para grandes segmentos de la humanidad (África, la antigua URSS y los antiguos países comunistas europeos) ésta fue en realidad otra época de catástrofe. Haciendo alusión a otro escrito de Hobsbawn, Barbarism: A User’s Guide, contenido en su libro On History, prefiero llamar a ésta la época de regreso a la barbarie. En esta época se ha acrecentado la práctica de la tortura y el asesinato como operaciones normales y rutinarias de los estados modernos. En esta época las guerras tuvieron como objetivo la población civil; indirectamente, a través del ataque a la economía e infraestructura y directamente, bombardeándola inmisericorde pero tecnológicamente. En esta época retrocedimos a unos niveles de barbarie que eran considerados inaceptables en el siglo 19. En resumen, para este historiador el siglo 20 fue malo, injusto y definitivamente no viable. El siglo 20 no terminó bien.
Sandwichitos boricuas
Los profesores César J. Ayala y Rafael Bernabe, en su libro Puerto Rico en el Siglo Americano: Su Historia desde 1898, han esquematizado nuestra historia siguiendo el sándwich de Hobsbawm. Ellos identifican la era de la Operación Manos a la Obra y el crecimiento en la exportación de manufactura liviana como la correspondiente a la época dorada de Hobsbawn. El impacto de esta época en generaciones de puertorriqueños, o la magia (o embrujo) de Muñoz ha sido tal, que en parte se ha nublado la capacidad de entender nuestra posterior época de descomposición, incertidumbre y crisis.
El sándwich histórico de Hobsbawn no se parece en nada a esa invención boricua, la tripleta, que me imagino que no está contenida en The Encyclopedia of Sandwiches. Las tripletas se distinguen por el grosor de su relleno de lascas de jamón, pernil rebanado y filete de res desmenuzado “ to’ junto” que apenas puede contenerse entre las rebanadas de pan. Nuestro siglo 20 se parece más a un sándwich de mezcla, o sándwich de marquesina, el nombre que aparece en el libro Delicias Panchita: Recetas para Casi Todos los Días. Las tapas de pan de las catástrofes y crisis que encierran una época de prosperidad económica están claramente definidas y son mucho más gruesas que el relleno. Hobsbawm nos pide que entendamos nuestra realidad global y nacional como un sandwichito de marquesina.
Palillo con aceituna ensartada
Ya han transcurrido tres décadas desde 1991, suficiente tiempo como para haber iniciado un nuevo siglo. Esa tarea narrativa se la dejaré a los historiadores, quienes interesados en esquemas de periodizaciones ya se inventarán y debatirán el inicio de un nuevo siglo 21. Por mi parte, me interesa que se conozca bien el siglo 20, tal y como Hobsbawn lo describió, aunque con un adorno o embeleco adicional. Los sándwiches exigen un palillo de dientes cuando el relleno es sustancial, de tal forma que se facilite su confección al partir y al servir, y su consumo al engullir. Siendo el relleno del siglo 20 de poco volumen, no necesita palillo de dientes. Pero aquí me antojo de ponerle uno, para decorarlo y que llame más la atención.
Si el sándwich del siglo 20 terminó con la época de regreso a la barbarie quisiera ponerle un palillo de dientes ensartado con una aceituna que represente las fotos de las torturas de la prisión de Abu Ghraib. El regreso a la barbarie no estriba sólo en haber torturado, al infligir dolor físico y mental y al humillar a los prisioneros iraquíes. Una acción todavía más bárbara consistió en que los torturadores enorgullecidos de sus acciones, posaran frente a los torturados para tomarse fotos digitales que después circularon por internet.
Dejaré que los lectores le hagan su propio regalo a Hobsbawn y que escojan qué palillo de dientes ensartado con una aceituna pondrían sobre la tapa de nuestro sandwichito de marquesina. Para mí, la imagen de los estudiantes universitarios ensangrentados como consecuencia del abuso policial frente al Capitolio de Puerto Rico, el 30 de junio de 2010, es una clara muestra de nuestro regreso a la barbarie. A un mes de la muerte de Hobsbawm, tengo que decir que el nuevo siglo boricua no ha empezado bien.
Hobsbawm nació en la ciudad de Alejandría en 1917, la misma ciudad donde vivió la filósofa y matemática Hipatia y donde ella murió en manos de una turba enardecida en el siglo IV de nuestra era. Me reconforta saber que Hobsbawm murió hace poco, pues pudo haber muerto violentamente durante la Segunda Guerra Mundial en la cual participó como soldado. Tengo la impresión que en estos momentos se encuentra en una de esas lunas cuya trayectoria Hipatia observó, estudió y calculó. Desde la ciudad de San Juan le envío un palillo de dientes con una aceituna encima de un sandwichito de marquesina. Confío en que no se ahoge, ni se atragante con el palillo. Su voz todavía tiene muchas cosas que decir.