Sidney Mintz: etapas y aproximaciones
El antropólogo Sidney W. Mintz falleció hace algunos días, a los 93 años. El New York Times publicó un obituario que sintetiza hábilmente las conexiones que Mintz trabajó en su obra entre la esclavitud azucarera, el desarrollo capitalista y la transformación de la alimentación en Occidente.
Sin embargo, el título del articulo desconcierta un tanto, pues aclama a Mintz como the Father of Food Anthropology. Falta algo que rebasa el protocolo de un obituario: las etapas de la obra de Mintz a través de su vida longeva y los temas que las enlazan, más allá del late Mintz de los estudios de la alimentación. Esas etapas fueron para él unos successive approximations, como le gustaba decir, a algunos temas maestros: el trabajo humano y su compleja mezcla de explotación y dignidad; la relación del trabajo con las macroestructuras de producción, y a su vez con el consumo; la cultura como proceso y la importancia de la vida material en el mismo; el Caribe/Atlántico como escenario clave de esas interacciones y del desarrollo del capitalismo mundial.
Algo de esa trayectoria de Mintz se intenta captar en estas líneas, escritas a poco de su deceso. Ofrecen, junto al evocador artículo de Manuel Valdés Pizzini, algunos tramos de una visión conjunta de la obra de Mintz y de cómo leer a Mintz en puertorriqueño. Sobre esa obra se han hecho, y ahora más que nunca nos corresponde hacer, otras “aproximaciones sucesivas”.
Trasfondo
Sidney Mintz nació en Dover, Nueva Jersey, de padres inmigrantes oriundos de Bielorrusia. Obtuvo su bachillerato en Brooklyn College y su Ph.D. en la Universidad de Columbia. Fue catedrático de la Universidad de Yale por más de dos décadas, donde fue cofundador de su programa de Estudios Afroamericanos, y luego de John Hopkins University. En Johns Hopkins, Mintz estableció con Richard Price un programa pionero de Historia y Cultura Atlántica. Se jubiló de Johns Hopkins en 1997, pero hasta sus últimos días estuvo disponible para reunirse con estudiantes y supervisar investigaciones.
Mintz perteneció a una generación brillante de antropólogos de Columbia que incluyó a Eric Wolf, Morton Fried, Stanley Diamond y Robert Murphy. Estos a su vez formaron parte de una época de las ciencias sociales cuyos aportes aun intentamos calibrar y trascender. Mintz de hecho sobrevivió a casi todos sus colegas de esa época y era una fuente inagotable de anécdotas y análisis sobre la trayectoria de su generación. Realizó su investigación doctoral en 1947-48 como parte del equipo que produjo The People of Puerto Rico (1956), proyecto que dirigió Julian Steward (pero que capitaneó sobre el terreno el legendario John Murra).
De Jauca al Caribe
La investigación de Mintz sobre el barrio Jauca de Santa Isabel, titulada “Cañamelar: the Subculture of a Rural Sugar Plantation Proletariat” (1956) luego culminó en la historia de vida de un trabajador jauqueño, Don Eustacio (Taso) Zayas. La magistral Worker in the Cane: a Puerto Rican Life History (1960) fue traducida como Taso: trabajador de la caña (1988). Generaciones de estudiantes de universitarios han leído y leen la historia de vida de Taso Zayas, y muchos estudiantes visitaron y entrevistaron a Taso en Jauca. Taso ha sido para muchos un rito de pasaje, nos recuerda Valdés Pizzini; como lo fue para el propio Mintz su relación con Taso.
Mintz pronto se convirtió en una figura clave de las primeras décadas de los estudios del Caribe, años que muchos consideran la época cimera de ese campo. Como casi ningún otro estudioso en el Caribe, Mintz había realizado una etnografía del mundo de las plantaciones poco antes de que colapsara, cuando aun era una realidad cotidiana y penetrante; un mundo “donde todo el mundo trabajaba”, según él decía. Sus escritos sobre el Caribe como región sociocultural, sobre la esclavitud, sobre campesinados, proletarios rurales, plantaciones y el azúcar fueron, y permanecen, fundamentales. En Puerto Rico, su impacto en la “Nueva Historia” fue de largo alcance.
De su época “caribeñista” –época que en realidad nunca cesó en su obra– Mintz produjo Caribbean Transformations (1974), una colección de ensayos y publicó decenas de artículos en revistas y compilaciones. A partir de los años 1970, Mintz amplió sus miras hacia los orígenes de la cultura afroamericana con un ensayo (escrito con Richard Price) que marcó época, An Anthropological Approach to the Afro-American Past: a Caribbean Perspective (1976, reeditado en 1992 como The Birth of African-American Culture: an Anthropological Perspective); y posteriormente hacia la historia social y cultural del azúcar con su obra más conocida a nivel mundial, Sweetness and Power: the Place of Sugar in Modern History (1986), traducido como Dulzura y poder: el lugar del azúcar en la historia moderna. A partir del azúcar, Mintz se adentró en la antropología de la comida y replanteó muchos de los temas fundamentales de ese campo, en Tasting Food, Tasting Freedom: Excursions into Eating, Culture and the Past (1996) y coeditó The World of Soy (2008). Varios antiguos estudiantes de Mintz publicaron una colección de ensayos inspirados en su obra, Empirical futures: anthropologists and historians engage the work of Sidney W. Mintz (2006).
Irreverencias y desencuentros
La facilidad con que Mintz cruzaba líneas disciplinarias, particularmente entre la antropología y la historia iba de mano con un manejo siempre crítico y refrescante, cuando no irreverente, de los conceptos de las ciencias sociales. Insistía en ver a la esclavitud en el Caribe como parte de una sucesión de regímenes de trabajo (encomienda, indentured labor, campesinados, etc.) que tenían sus lógicas materiales; cuestionó las visiones esencialistas sobre la trayectoria de las culturas africanas en la esclavitud; propuso que existieron “protocampesinos” aun dentro de la esclavitud, en el marco de una historia de “campesinos reconfigurados” (reconstituted peasantries) caribeños. Quizá ante todo, Mintz señaló la importancia de las afinidades socioestructurales del Caribe, por encima de diferencias culturales, lingüísticas, religiosas y políticas consideradas en abstracto; y rastreó los nexos entre la historia caribeña y el desarrollo capitalista mundial. Junto a Gordon K. Lewis y Harry Hoetink, Mintz fue uno de los pocos estudiosos del Caribe que reflexionaron profundamente sobre las relaciones y desfases entre el Caribe hispano y la región en su conjunto.
Mintz mantuvo una relación estrecha con Puerto Rico a través de casi siete décadas. Esta relación no estuvo exenta de desencuentros, analizados en diversos trabajos de Valdés Pizzini, Isar Godreau y Francisco Scarano. El propio proyecto de People of Puerto Rico despertó recelo y aun sospechas entre muchos universitarios riopedrenses (¡sospechas que quizá nosotros compartiríamos, viviendo el 1948!). La publicación del libro que resultó del proyecto fue rechazada por la editorial de la UPR. The People of Puerto Rico: a Study in Social Anthropology, libro fundamental, o al menos “Cañamelar”, aun aguarda su traducción al español; como también una serie de ensayos clásicos de Mintz sobre la esclavitud y los campesinados en el Caribe, entre otros temas. Worker in the Cane fue traducido al francés años antes que al español.
La ponencia de Mintz ante la Comisión de Status en 1966 fue objeto de ataques en anuncios de prensa, ironicamente por hablar sobre la cultura nacional puertorriqueña en términos no muy distantes de José Luis González una década después o de posiciones postmodernas más adelante. Varios de nuestros más importantes científicos sociales, como Eduardo Seda Bonilla, Carlos Buitrago y Miltón Pabón tuvieron una visión muy crítica en cuanto a Mintz, a veces más sobre el proyecto de People of Puerto Rico en conjunto que sobre la obra de Mintz propiamente. Como señala Valdés Pizzini sobre la relación entre Buitrago y Mintz, eran más parecidos que lo que estaban dispuestos a admitir.
Estos desencuentros aguardan un análisis más detenido y ofrecen puntos de observación estratégicos –y, ciertamente, otras “aproximaciones sucesivas”- en cuanto a la historia de las ciencias sociales puertorriqueñas. Mintz hablaba de esos desencuentros factualmente y con añoranza, en algún punto entre verlos como inevitables y lamentarlos como oportunidades perdidas. Cabe señalar que en la academia norteamericana, Mintz no rehuyó la polémica cuando la entendió necesaria y sus diferencias con Stanley Elkins, Eugene Genovese, Michael Tuassig y otros fueron sustanciosas y de relieve conceptual. Ameritarían conocerse mejor y conectarlas con las polémicas en nuestros lares.
Late Mintz
Mintz hizo sus paces con Puerto Rico. En realidad nunca se distanció de la isla, a diferencia de los otros miembros del equipo de PPR; aun durante los años en que se adentró en los estudios sobre la alimentación. Y jamás se alejó de la familia de Taso Zayas. Más que la academia, la familia Zayas era su principal anclaje en nuestro país. Muchos de nosotros habíamos hecho nuestras pases hace tiempo también. Uno de los primeros fue Ángel Quintero Rivera en su trabajos ya clásicos sobre el proletariado rural cañero. Gordon Lewis también había valorado en fecha temprana la obra de Mintz en su Libertad y poder en el Caribe. Jack Delano, Antonio Díaz Royo, Arcadio Díaz Quiñones y Luis Agrait, entre otros, fueron amigos y aliados por décadas.
Mintz visitó el Recinto de Río Piedras en varias ocasiones, casi anualmente en años recientes. Le acompañaba su esposa Jacqueline y, en ocasiones, sus hijos Elizabeth y Eric. Siempre su estadía en la isla incluía una visita a Jauca. En el Recinto ofrecía conferencias, daba entrevistas y participaba en conversatorios con estudiantes. El toma y dame con los estudiantes, en particular, le deleitaba. Su habilidad de cautivar una audiencia con sus anécdotas –que siempre tenían de broma y de serio- era proverbial. En Yale, Mintz ofreció por años una Introducción a la Antropología con más de cuatrocientos estudiantes en un anfiteatro. “Siempre cuento historias; es uno de los aspectos de cómo enseño”, dijo en una entrevista.
En 2010 Mintz publicó su último libro, Three Ancient Colonies: Caribbean Themes and Variations (2010), donde recapituló sus investigaciones sobre los tres países caribeños que mejor conoció –Puerto Rico, Jamaica y Haití- y reconsideró sus perspectivas generales sobre la región. El capítulo sobre Puerto Rico en Ancient Colonies es su última reflexión sostenida sobre el fondo cultural de nuestro país y del Caribe, seis décadas después de iniciarse en esas lides.
Hace algunos años Mintz donó su colección de casi tres mil libros sobre el Caribe a la Facultad de Ciencias Sociales del Recinto de Río Piedras. Allí se une a otro donativo importante, la biblioteca de Gordon Lewis, donada por la familia Lewis. La Colección Mintz incluye cientos de monografías de su autoría y centenares de textos publicados e inéditos sobre el Caribe que le fueron enviados por otros investigadores. Así se fortalecen los estudios caribeños en Puerto Rico, en un contexto donde urgen nuevas miradas hacia nuestra región. Con su obra vasta y diversa, su presencia entre nosotros y su compromiso con Puerto Rico y el Caribe, Sidney Mintz nos deja un legado excepcional.