Desde Róterdam, Erasmo, en satírica loa, le cantó en Stultitiae Laus a la locura. Neruda, en uno de sus tres libros de odas, nos obsequió “Oda a los calcetines” (1956). Allí celebró lo extraordinario de su belleza cotidiana. Desde Bremen entono mi quenepero homenaje a la sabrosura de aquella fruta hoy lejana e inasequible, si bien fresca, al sentipensarla desde la memoria.
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