Tan cerca pero tan lejos de la visibilidad
El hombre que lo encontró era David Bar Katz, con el que compartía casi todos los fines de semana en los 90 cuando éramos invitados a jugar basket con John Leguizamo, que en esos tiempos estaba empezando en el cine y era más conocido por sus monólogos cómicos en espacios alternativos del Downtown vibrante. También jugaban con nosotros personalidades como Joe Vásquez, director de la película Hanging With the Homeboys, el actor Esaí Morales, y el DJ/productor Jellybean Benítez, quien se hizo famoso por sus colaboraciones con Madonna en las canciones “Holiday” y “Lucky Star”. En ese tiempo, Katz y Leguizamo estaban comenzando a preparar un programa de televisión que duró un ratito, titulado House of Buggin’, un «sketch comedy» al estilo de In Living Color que me parece que era bastante gracioso y debió haber durado más de la temporada que duró.
Nadie era jugador del nivel de Bobbito García, pero por un tiempo nos lo gozamos, y eventualmente Leguizamo se convirtió en una estrella más o menos famosa, se divorció de una amiga mía, y más tarde me olvidé de David Katz. Pero ahora, aquí estaba, en un apartamento con el cadáver de Hoffman rodeado de bolsas de heroína comprada en la calle. En los días siguientes me fijé en que Hoffman fue codirector artístico de la compañía teatral LAByrinth, amigo cercano de John Ortiz, un boricua muy talentoso que también conocí años atrás que, aparte de unos papeles pequeños por aquí y allá, y de un trabajo excelente en Silver Linings Playbook, es básicamente desconocido. La última vez que lo entrevisté fue al final de la década de los 90 para una producción de La Vida es Sueño en Hartford, Connecticut, en la que hizo el papel de Segismundo, en versión y adaptación del boricua José Rivera, que luego fue el guionista de Motorcycle Diaries y On the Road.
Entre los latinos que han participado en la compañía LAByrinth se encuentran: David Zayas, Daphne Rubin-Vega, y Lauren Velez, y en la lista de participantes de sus producciones parece que son la mayoría. Pero a pesar de su relación y en algunos casos interacción extensa con Philip Seymour Hoffman, no tienen ni una pizca del nivel de visibilidad de este, aunque debemos recordar que estamos hablando de un gigante, un genio de la profesión. Lamentablemente, no se habla de actores ni directores latinos en el cine y la televisión aparte del típico discurso de la farándula: Zoe Saldaña, Eva Méndes, Wilmer Valderrama, etc.
Ahora que casi ha llegado la noche de los premios Oscar, debemos recordar que solo tres actores boricuas han ganado: José Ferrer, Rita Moreno y Benicio del Toro, ninguno de ellos nacido en los Estados Unidos. Y la única película nominada de un director de origen puertorriqueño fue Lo que le pasó a Santiago de Jacobo Morales. En tiempos contemporáneos vemos un resurgimiento de actores y directores de España y México, el más destacado siendo el director Alfonso Cuarón con su éxito Gravity, contando con la participación de dos actores que podrían ser confundidos como latinos, George Clooney y Sandra Bullock. En años pasados hicimos chistes de que no había latinos en Star Trek –todo el mundo sabe que en el espacio, nadie oye el grito de la comunidad latina.
En los últimos cinco años, los latinos nominados al Oscar fueron el español Javier Bardem, el mexicano Demián Bichir, la argentina-francesa Bérenice Bejo, el nacido en Puerto Rico Joaquín Phoenix, y la keniana nacida en México, Lupita Nyong’o. Aunque admiro a todos estos actores, me perturba que no vemos ninguno nacido en Nueva York o Los Ángeles, ni en Chicago o Tejas. Incluso acaba de salir otro estudio, hecho por UCLA, que dice que la presencia de minorías (y mujeres) en el «show business» sigue siendo mucho más baja que el porcentaje que representan en la población general. El director del departamento que hizo el estudio, Darnell Hunt, expresó que: «The report paints a picture of an industry that is woefully out of touch with an emerging America, an America that’s becoming more diverse by the day». Y añadió: «Hollywood does pretty well financially right now, but it could do a lot better if it were better reflecting the diversity of America».
Comparto otro ejemplo de cómo el racismo, o la discriminación, o la ignorancia, hace que el sistema económico sea menos eficiente en un país que se dedica a la acumulación de capital par excellence. Hace más de 50 años, dos películas que, de una manera u otra, enfrentaron el hecho de la discriminación contra latinos son Giant (1956) y West Side Story (1961); entre las dos recibieron 21 nominaciones y 11 premios. Pero ya no. Se ha olvidado la naturaleza turbulenta del encuentro entre el norte y el sur y regresamos a la invisibilidad. Se nos escapa el potencial de personajes bilingües, de la piel con la mancha de plátano, del efecto nuyorican o chicano.
Aunque siguen los esfuerzos del cine latinoamericano, y esperamos la película autobiográfíca de César Chávez esta primavera, y la postura ambivalente de actores como Aubrey Plaza, lo del latino en el cine de los Estados Unidos se mantiene bastante fuera de foco. Tan cerca a gigantes como Philip Seymour Hoffman, pero tan lejos de una presencia fuerte en la pantalla grande.