Tejer comunidad: un homenaje en comparsa al maestro Ramón López

Comparsa de Agua, Sol y Sereno en homenaje a Ramón López, saliendo de La Goyco. Foto por Mareia Quintero.
Un despliegue de sus inconfundibles tapices adorna la entrada de la antigua escuela pública de la Calle Loíza, rescatada y acondicionada por el Taller-Comunidad La Goyco para servir como centro cultural. Me detengo ante la pequeña muestra que sirve de antesala al homenaje al maestro Ramón López, fallecido en julio del año pasado y pospongo unos minutos mi entrada al recinto, aún con los deseos contenidos de saludar amistades, después de tantos meses de confinamiento. Admiro la bandera boricua convertida en la mano que repercute un inmenso pandero, los orichas y otras deidades del monte y el mar, la iconografía taína, la araña, el zumbador, los astros y la vida comunitaria. En el lenguaje de los hilos Ramón López descubrió un medio para comunicar con libertad sus convicciones políticas, sus búsquedas espirituales, su mirada perspicaz de las dinámicas sociales y su admiración por la inventiva popular.
Fui convocada por mi hermano Pedro Adorno a compartir unas palabras sobre Ramón como parte del homenaje en comparsa que le dedicó Agua, Sol y Sereno en colaboración con Tito Matos y la comunidad de pleneros de La Máquina Insular, el pasado 31 de enero. Releer sus escritos y recuperar mis memorias de momentos compartidos, me reafirma la importancia de celebrar y dar a conocer su legado múltiple. Ramón López cultivó una sabiduría polifacética, llena de claves para acercarnos a la gestión cultural desde la valoración de los saberes y prácticas populares, la observación sagaz de las manifestaciones de nuestra colonialidad y nuestras múltiples formas de resistencia, el cuestionamiento a los dogmatismos de todo tipo, la invocación de una espiritualidad ancestral y el acercamiento al mundo onírico como ruta creativa.

Mareia Quintero leyendo palabras en homenaje a Ramón López a nombre de Agua, Sol y Sereno, junto a los cabezudos de Ramón López, Héctor “Atabal” Rodríguez y Elizam Escobar. Foto por Juan Nuno López.
Estudioso, gestor y partícipe de la cultura popular
Con raíces familiares en Barranquitas y criado en Luquillo, Ramón estudió antropología en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, donde tuvo como mentor al profesor Rafael Ramírez, a través de quien entró en contacto con los integrantes del Centro de Estudios de la Realidad Puertorriqueña (CEREP). Su interés por la investigación de los sectores subalternos, su acercamiento cuestionador a las narrativas de la historia consagrada y su vocación por la educación popular como elemento fundamental de la labor intelectual, le convirtieron, más adelante, en un colaborador de las iniciativas de CEREP, en particular del proyecto de divulgación dirigido por Lydia Milagros González.
Tras realizar estudios graduados en el New School for Social Research de Nueva York, Ramón regresó a Puerto Rico para enseñar en la Facultad de Ciencias Sociales de su alma mater. Pero su espíritu inquieto y cuestionador le reclamaba otros caminos. Abandona así una carrera académica para acercar sus energías intelectuales y creativas al barrio, a los sectores excluidos. Participa de la fundación de Los Pleneros de la 23 Abajo, aportando a la visión cultural y política de esta agrupación, que él mismo describió como un grupo de “plena gorda de percusión ardiente y de reflexión consciente” (López, 2015).
Es en dicho contexto que Ramón se vuelca a la experimentación con los hilos, haciendo tapices que se usaban como escenografía en las presentaciones de la agrupación. Jugando con técnicas que había aprendido de muchacho en los cursos de artes industriales, inventa una tradición propia de tejido, arte que le acompañó hasta sus últimos días y le permitió explorar creativamente desde las entrañas de su inconsciente y su espiritualidad, hasta las incidencias de nuestra historia colectiva. Sus tapices fueron exhibidos profusamente en Puerto Rico y el exterior, en exposiciones como El hilo de la historia (1991), La invasión de los santos (1998), Telarañas abiertas (2008), Piedras de hilo (2013) y Tejer hilos de luz (2018). Además, fueron un recurso de educación popular, compañeros inseparables de la música de plena y bomba en las charlas ilustradas que ofreció a lo largo de los años con las distintas agrupaciones que fundó aquí en la isla y en Chicago, como Cocobalé, Bomba-Aché, Bembeteo y los Tambores del Sarao, entre otras. Antes de morir, Ramón donó un centenar de sus tapices al Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), como legado al pueblo de Puerto Rico.
A pesar de distanciarse de la vida académica, Ramón continuó investigado y escribiendo. Por más de cuatro décadas su voz estuvo presente en los debates sobre cultura, publicando regularmente en distintos medios, como la sección En Rojo del periódico Claridad, el mensuario Diálogo, la Revista Boricua –que él mismo fundó y editó durante sus años en Chicago- y, más recientemente, en medios digitales como 80 grados y Puerto Rico Te Quiero, entre otras. Publicó libros y cuadernos con la editorial Huracán, con el ICP, así como de forma independiente. Aspiraba a llegar a lectores no tradicionales y para dar mayor acceso a sus escritos creó la página web bembeteo.com, un extraordinario portal que incluía textos etnográficos, narrativos y poéticos, así como una buena representación de sus tapices; portal que lamentablemente se encuentra inactivo. En sus últimos años, incursionó en la red social Facebook, a través de la cual compartía breves reflexiones sobre el acontecer político y cultural, honraba y divulgaba la artesanía puertorriqueña, compartía imágenes de sus tapices y mantenía vivo su activismo plenero.
Habiéndose trasladado a Chicago en 1994, fungió como director del Aspira Alternative High School en dicha ciudad, participó de la inauguración del Paseo Boricua y de la fundación de La Casita Don Pedro. De regreso a la isla dirigió el Centro de Investigaciones de las Artes Populares del ICP, ofreciendo talleres por todo el país y profundizando en la investigación de nuestra tradiciones artesanales y musicales.
Miradas críticas a la colonialidad

Comparsa de Agua, Sol y Sereno en homenaje a Ramón López por las calles del barrio Machucal. Emmanuel Santana acompaña el cabezudo de Ramón. Foto por Mareia Quintero
Las diversas formas de imposición de ideologías e imaginarios coloniales en nuestra historia y cotidianidad fue un tema que atravesó la producción intelectual y creativa de Ramón. Esta mirada crítica a la colonialidad está presente, sobre todo en sus escritos de los años 1990; una década marcada por la privatización, el afianzamiento de políticas neoliberales y el crecimiento del anexionismo que, sin embargo, culmina con la lucha unitaria por el cese de las maniobras militares y la salida de la Marina de Guerra de los E.E.U.U. de la isla de Vieques.
El libro Puerto Rico, USA: Historia de un país imaginario y otros ensayos recoge un conjunto de artículos -escritos para Diálogo y Claridad entre 1988 y 1996- que dan muestra del abanico de intereses de Ramón y de sus acercamientos metodológicos. Era un observador sagaz, atento a las prácticas cotidianas y a cómo en ellas se revelan los imaginarios colectivos. Partía de ejemplos concretos que le servían de puerta de entrada al análisis. En la citada colección de ensayos, prologada por Luis Fernando Coss, posa su mirada crítica sobre la industria de souvenirs turísticos (made in Taiwan), la campaña publicitaria Puerto Rico, USA ideada durante la incumbencia de Romero Barceló, el cómic de Fortunata producido por el gobierno de Hernández Colón cuando arreció la lucha por la venta de la Telefónica, la creación de la “mixta del coronel” por KFC, campaña publicitaria dirigida a atrapar al consumidor boricua en la guerra por controlar el mercado de comidas rápidas, entre otros asuntos.
En Pupil’s Works: El proyecto colonial en la escuela pública 1898-1903, publicado en 1998, analiza un conjunto de trabajos escolares de inicios de siglo, acervo que encuentra casualmente mientras investigaba sobre las hazañas de Águila Blanca en la sección de documentos raros de la Colección Puertorriqueña de la UPR. A partir del examen de dibujos infantiles y composiciones escolares, analiza los mecanismos de americanización que se impusieron en el sistema educativo. Muestra como las mentes infantiles de nuestros tatarabuelos se sumergían en la adulación de símbolos y próceres estadounidenses, en la exaltación de la belleza de los pinos o del sabor de las manzanas y en la alabanza de las virtudes sociales la nación americana, como ejemplifica el siguiente dictado tomado por un niño de Sabana Grande: “En ningún país es el trabajo tan bién respetado y remunerado como en los Estados Unidos y por lo tanto en ninguno son las clases trabajadoras tan felices […] Por eso los Puerto Riqueños estamos tan orgullosos de pertenecer a esa gran nación” (sic) (López, 1998, pp. 32-33).
Sin embargo, su análisis de la colonialidad trascendió el examen de las formas de opresión y sometimiento que hemos sufrido como pueblo. Su acercamiento a la cultura popular estuvo marcado por su fascinación por las creativas formas de resistencia boricua, desde las más frontales a las más camufladas. Un ejemplo de esto fue su pasión por las camisetas, como canvas móvil que usamos para expresar mensajes sobre nuestras convicciones e identidades. Durante la lucha de Vieques coleccionó unas 150 camisetas, cuya iconografía analizó en un interesante ensayo que aporta claves para entender elementos de nuestra cultura política y nuestros símbolos unitarios, como la bandera (López, 2006). De hecho, uno de los primeros recuerdos que tengo de Ramón a fines de los años 1980, fue de un taller que ofreció a un grupo de jóvenes teatreros, ambientalistas y organizadores comunitarios, sobre el valor político-cultural de las camisetas. Este fue uno de sus recursos preferidos en el ejercicio de una pedagogía decolonial.
Devoto de la plena, la artesanía boricua y los Reyes Magos

Comparsa de Agua, Sol y Sereno en homenaje a Ramón López, saliendo de La Goyco. Foto por Pérez Puig.
Durante las últimas décadas, Ramón se dedicó prioritariamente a la investigación de dos temas que no solo le apasionaban, sino que formaban parte de su cotidianidad como gestor cultural: la plena y la artesanía puertorriqueña, en particular las tallas dedicadas a los Reyes Magos. Como mencionara anteriormente, Ramón se vincula a la plena cangrejera temprano en su juventud y participa activamente de este movimiento musical junto a los Pleneros de la 23 Abajo. Allí también se hace artesano y establece el que fuera su taller hasta el momento de su mudanza a Chicago a mediados de la década de 1990.
Los bembeteos de la plena puertorriqueña (López, 2008) reúne textos que abordan el debate en torno a los orígenes de la plena; los procesos de folkclorización y comercialización del género; sus geografías comunitarias, desde los plenazos callejeros en la isla, hasta su presencia en las diásporas de Nueva York y Chicago, entre otras ciudades; la plena como elemento fundamental de las huelgas y movilizaciones de la clase trabajadora; la plena en la religiosidad popular; la confección artesanal de los panderos, entre otros. “La publicación de este libro responde a una exigencia de la comunidad plenera que considera inaceptable la marginalidad intelectual y comercial de una práctica musical tan intensa que se ejerce con mayor fuerza y diversidad en tiempos de hoy que en tiempos de ayer” (López, 2008, p. 10). Con estas palabras, incluidas en la introducción del citado volumen, Ramón recalca su compromiso intelectual con su extendida familia elegida. Para Ramón, sus aportes investigativos constituían una ofrenda a los suyos, hacían sentido en la medida en que contribuyesen a hacer justicia a la creatividad comunitaria -minusvalorada por las narrativas hegemónicas-, así como a estimular el orgullo boricua y la libertad creadora.
La artesanía puertorriqueña representaba para Ramón la memoria viva de miles de años de historia, el rastro de pueblos y culturas que incidieron en el proceso de formación de nuestro ser boricua. Representaba también el vínculo cotidiano y espiritual con nuestra geografía isleña, nuestra flora y nuestra fauna. “Ahora que la integridad de este paisaje enfrenta peligros de contaminaciones y destrucciones, las artesanías son llamados de alerta para que la gente tome conciencia de la importancia de la conservación y protección del ambiente” (López, 2003, p. 8). Su acercamiento a la producción artesanal combinó sus intereses historiográficos y etnográficos, legándonos escritos de inmenso valor por la rigurosa fundamentación de sus interpretaciones, por la imaginación y libertad con la cual abría nuevas preguntas y avenidas de análisis, así como por la gracia y poética de su escritura. El cuaderno Historia de la artesanía puertorriqueña es una hermosa síntesis de nuestro proceso histórico a partir de la indagación en las tradiciones artesanales boricuas.
El movimiento de los Reyes Magos hacia la estrella sola (López, 2008) condensa más de dos décadas de investigación sobre la iconografía y significado de los Reyes Magos en la cultura puertorriqueña. A modo de trasfondo, explora diversas narrativas europeas sobre la Epifanía, así como sus representaciones visuales en la imaginería, la escultura y la pintura occidental desde el siglo II hasta el presente. En cuanto al arraigo de esta tradición en el contexto puertorriqueño, va trazando su presencia en distintas fuentes escritas, desde los textos de cronistas europeos hasta las referencias en la literatura puertorriqueña de los siglos XIX y XX, en diálogo también con escritos de Cuba y otras geografías del Caribe. Destaca las investigaciones sobre los Reyes Magos en la imaginaría popular puertorriqueña de Teodoro Vidal, Ivonne Langue, Doreen Colón Camacho, Ángel Quintero Rivera y José Luis Millán, así como las recopilaciones de la trova campesina alusivas a los Reyes hechas por Vidal, Ricardo Alegría, Pedro Escabí y Pedro Malavet Vega, entre otros.
Este recorrido histórico y bibliográfico resulta de gran interés, pero la mayor contribución del libro radica en su lectura de las tallas y de la iconografía de los Magos en la artesanía contemporánea. Comienza analizando la colección de Reyes Magos del ICP, que abarca piezas recogidas principalmente en las décadas de 1950 y 1960, cuyos autores son en su mayoría desconocidos. Examina también el archivo fotográfico del Centro de Investigación de Artes Populares del ICP, que documenta la producción artesanal durante las décadas de 1980 y 1990. Finalmente, se sumerge en los hallazgos de su propio trabajo etnográfico, centrado en el examen de varias ediciones de la Feria Nacional de Artesanías en Barranquitas y la Feria de Artesanías de la Calle San Sebastián, así como de exposiciones dedicadas al tema en varios museos del país y de eventos culturales con la participación de reyes vivientes, como la Fiesta de Reyes de Juana Díaz, el Festival de los Reyes Magos en Vieques y la celebración del Día de Reyes en Chicago. En su rico análisis, recalca el arraigo particular de Melchor en nuestro pueblo y la relación simbiótica entre la estrella de Belén y la de la bandera, vínculo que entreteje el tiempo mítico y el tiempo histórico. En los testimonios recogidos entre los artesanos, destaca la narrativa de Melchor como el rey capaz de divisar la estrella y por ende de guiar el camino hacia la divinidad y concluye:
Ahora el cariño especial de la gente puertorriqueña por el rey Melchor adquiere su pleno significado. Su centralidad, además de un homenaje a la raíz africana de la puertorriqueñidad, es también un reconocimiento a su mítico liderato heroico: la aspiración espiritual de todo un pueblo de alcanzar la iluminación de la salvación. Todavía vivimos con esa esperanza en forma de estrella colocada en el azul celeste de una bandera. Por eso los artesanos la identifican con la Estrella de Belén. (López, 2008, p. 180)
Acercamientos antropológicos, políticos, estéticos y espirituales a la afrodescendencia
“El tránsito intelectual entre la calle y la universidad es largo y confuso, especialmente si el tema de la discusión ha permanecido por mucho tiempo en el traspatio académico” (López, 1994, p. 48). Con estas palabras comenzaba Ramón una reseña sobre el III Simposio Internacional Afroamérica y su Cultura Religiosa, que tuvo lugar en el Recinto de Río Piedras de la UPR en marzo de 1994. Hoy, cuando celebramos la inauguración de un programa académico dedicado al estudio de la afrodescendencia y la racialidad en dicho Recinto, merece la pena hacer memoria de iniciativas que han contribuido a estimular la investigación sobre estos temas y a promover espacios de diálogo, reflexión y encuentro de saberes.
El trabajo de Ramón, como investigador, educador y artista contribuyó enormemente no solo a la valoración de nuestra afrodescendencia, sino al cuestionamiento de visiones esencialistas de las identidades. Su ensayo “Crónica de Melchor. El único negro que siguió siendo rey”, uno de sus primeros acercamientos al estudio de los Reyes Magos, aborda la afrodescendencia desde el análisis de una tradición asociada al catolicismo y a la herencia hispánica. Publicado en el catálogo de la exposición La tercera raíz. Presencia africana en Puerto Rico, organizada por el Centro de Estudios de la Realidad Puertorriqueña (CEREP) en 1992, el artículo se enmarca en el cuestionamiento a una narrativa cultural que encajona y simplifica los aportes de los distintos troncos étnicos que formaron nuestra nacionalidad. En sus escritos Ramón apunta al hecho de que la herencia africana no se limita a los objetos que se asocian a la negritud, sino que se extiende a una estética de la organización de formas, colores y mensajes, a modos de concebir la actividad festiva, a la solidaridad comunitaria y a un fundamento filosófico-espiritual que ordena la relación entre individuo y colectividad. Desde esta perspectiva, para Ramón, la presencia aglutinadora de los cueros en nuestras tradiciones musicales trasciende los aspectos más livianos o festivos de la vida. “Por eso un tambor es mucho más que instrumento musical o artesanía popular: es la forma física de una manera de vivir. Con esta fuerza vital convertida en poder de supervivencia, Puerto Rico se hizo afrocaribeño.” (López, 2003, pp. 19-20).
El interés antropológico por la afrodescendencia en nuestra cultura y religiosidad popular, evidenciado en los primeros ensayos y artículos de Ramón, adquiere nuevas dimensiones a mediados de la década de 1990 con su acercamiento espiritual a la santería. Según relata en escrito sobre su exposición La invasión contra los santos 1898-1998, algunas deidades de procedencia Yoruba, como Ochún, comenzaron a aparecer en sus tapices sin que él las identificase. Su primer vínculo espiritual con la santería le llegó de forma inconsciente a través de los hilos. Una vez el tejedor se adentra en la religión de los orichas, éstos le ayudaron a recobrar memorias personales, a identificar heridas, a sanar y a “derrotar el dolor”. En agradecimiento, Ramón tejió tapices en homenaje a las deidades, siguiendo las imágenes que cada una le pidió. La citada muestra, que se expuso en el Museo de las Américas y posteriormente en el Instituto de Arte de Chicago, incluyó los quince tapices en ofrenda a los orichas y un conjunto de trabajos en medio mixto que abordan las confrontaciones entre lo religioso y lo militar, como metáfora de la lucha cultural puertorriqueña frente al colonialismo. Soldaditos de plástico, alambre de púas, machetes, escapularios, rosarios, estampas, caracoles, cocos, camándulas y collares, dispuestos en un sistema de referencias reconocible, le sirvieron para producir imágenes conmovedoras que buscaban desencadenar una “politización creativa”, fundamento de su propuesta artística. La afrodescendencia espiritual y estética, en el trabajo de Ramón, se conecta con la resistencia política al colonialismo.
Más adelante, continuó explorando artística y espiritualmente la experiencia del trance, de los estados de conciencia alterados que forman parte de las prácticas chamánicas. Partiendo de unas primeras apariciones de petroglifos taínos en sus tapices, se adentra en la exploración de los vínculos entre chamanismo y arte rupestre, indagación que desemboca en su exposición Piedras de hilo en el Museo de las Américas (2013). Para Ramón, un chamán es alguien que trabaja por su comunidad. De esta forma, su acercamiento a la creación en distintos medios (tapiz, escritura, cuentos y canciones) estaba guiado por una búsqueda común: la sanación de memorias de “gente amada en humana solidaridad” (López, 2013). Su compromiso ético con la justicia social estaba entrelazado íntimamente con los “indefinibles misterios de la existencia”.
En esta vocación, que conjuga acercamiento al misterio, libertad creativa anclada en el diálogo con las tradiciones culturales propias y compromiso comunitario, los caminos de Agua, Sol y Sereno (ASYS) y su director Pedro Adorno, han estado entretejidos a los de Ramón. De hecho, la primera foto publicada en prensa del grupo apareció en el mensuario Diálogo para ilustrar el citado artículo de Ramón sobre el Simposio Afroamérica y su Cultura Religiosa. Se trataba de una imagen de la pieza Tun-cutún-tún, inspirada en la poesía onírica de Luis Palés Matos y estrenada bajo un árbol frente a la Torre del Recinto de Río Piedras como parte de dicho encuentro. Desde entonces, aunque cada uno en su propia ruta, las confluencias entre la labor de ASYS y los aportes de Ramón han sido muchas: la devoción por los Tres Reyes Magos y la exploración estética de la Epifanía, el trabajo con confinados, la solidaridad con la lucha de Vieques, el vínculo con las comunidades boricuas de Chicago y otros barrios diaspóricos, la pasión por las tradiciones musicales puertorriqueñas, el interés por el mundo onírico y la valoración de las Fiestas de la Calle San Sebastián como ritual revitalizador de la cultura boricua contemporánea.
Reinventar la tradición: homenaje en comparsa

Comparsa de Agua, Sol y Sereno en homenaje a Ramón López por las calles del barrio Machucal. Pedro Adorno y Emmanuel Santana junto al cabezudo de Ramón. Foto por Pérez Puig.
Las Fiestas de la Calle San Sebastián, una tradición relativamente reciente en nuestra historia colectiva, constituye hoy el acontecimiento popular de mayor arraigo en el país. Mientras los centros comerciales daban la estocada a la vida urbana y el automóvil trazaba las rutas del desarrollo de una ciudad vaciada de peatones, entre los adoquines del Viejo San Juan la gente fue reencontrándose con el gozo de la sociabilidad callejera, el sabor de la plena de esquina, la coreografía libre de la multitud en movimiento, la valoración de la artesanía y la plástica puertorriqueña, el encanto nocturno del casco antiguo con su arquitectura colonial y su brisa marina.
Desde sus primeras ediciones en la década de 1950, organizadas por los padres de la Iglesia San José y con la presencia de gigantones y cabezudos traídos desde el País Vasco, que representaban a los Reyes Católicos, entre otras figuras, las Fiestas se han reinventado de muchas maneras. A mi juicio, una de las reinvenciones recientes más deslumbrantes, por su fuerza estética y por su pertinencia comunitaria, ha sido la incorporación de las comparsas de Agua, Sol y Sereno. De una participación inicialmente espontánea con zanqueros y cabezudos, como habían hecho en otras fiestas populares y carnavales del país, la comparsa de ASYS en la San Sebastián se ha convertido en un compromiso fundamental en el calendario anual del grupo. A los cabezudos de personajes anónimos de nuestro pueblo, se han ido sumando figuras de distintos tiempos históricos que el grupo ha querido homenajear. Desde Betances, Oller y Tapia, hasta Maelo, Tite Curet y Andy Montañez, se dan cita año tras año en la comparsa del grupo, conformando un nuevo panteón viviente de la cultura popular puertorriqueña. Además, en la última década, el grupo ha instituido su propio homenaje anual a alguna figura -viva o fallecida- de especial relevancia para la comunidad, construyendo un cabezudo para la ocasión. Don Saúl, el pregonero de las azucenas, los fundadores de Casa Pueblo Tinti Deyá y Alexis Massol, la teatrera Maritza Pérez, la joven tenismesista Adriana Díaz, entre otros, han desfilado junto a sus cabezudos como parte de esta nueva tradición de condecoración comunitaria.
Tras un año tan devastador para nuestro país y el mundo, agobiados por el temor, el confinamiento, las pérdidas materiales y humanas, una nueva reinvención se hacía necesaria para restituir en la vida colectiva un mínimo sentido de continuidad. El tiempo ritual constituye una especie de asidero, de resguardo, ante la incertidumbre instalada como estado de excepción permanente. Este año las comparsas de ASYS en saludo a la San Sebastián se trasladaron a otros escenarios comunitarios. Para evitar aglomeraciones de público, la ruta del recorrido no fue anunciada de antemano y sólo los vecinos inmediatos recibieron con sorpresa los sonidos de la plena y la cadencia de zanqueros y cabezudos. Desde la virtualidad, los seguidores del grupo pudieron disfrutar de una transmisión en vivo de las comparsas a través de las redes sociales.
En momentos de desasosiego, celebrar la vida de tres grandes de nuestra cultura, fallecidos durante esta pandemia, constituyó un espacio de re-conocimiento. No sólo de honrar sus aportes, sino de hacerlo en el marco de lo que hemos construido colectivamente como puertorriqueñas y puertorriqueños. En el barrio de Trastalleres se rindió homenaje al pintor, escritor y ex prisionero político Elizam Escobar. La comparsa dedicada al músico y fundador del grupo Atabal, Héctor Rodríguez, recorrió la propia calle San Sebastián, con la emotiva presencia de su esposa María y su hijo Caymmi. Finalmente, los vecinos de Machuchal fueron testigos del amor que resonaba en golpes de pandero y en el canto colectivo “Ramón López todavía está con nosotros”. Ataviado con un hermoso collar de cuentas de cual pendían tres panderos en miniatura y asido al tapiz de una bandera boricua hecha por sus propias manos, el cabezudo de Ramón recorrió las calles del barrio recibiendo abrazos y devolviendo sonrisas. La incorporación de una decena de tapices, que desfilaron junto a zanqueros y cabezudos, no sólo expandió la intensidad estética de la comparsa, sino que acentuó su fuerza espiritual, su carácter de invocación. Para Ramón, sus tapices eran umbrales portátiles “que sacralizan cualquier lugar donde los pueda colgar” (López, 2013).
Gracias a Ramón y a Agua, Sol y Sereno por las tradiciones reinventadas. La libertad creativa no está reñida con la tradición. Al contrario, como afirmaba Mariátegui, “la tradición se caracteriza precisamente por su resistencia a dejarse aprehender en una fórmula hermética” (2010, p.160). La reactualización continua de las tradiciones populares las hace pertinentes a las luchas y desafíos que a cada generación le toca enfrentar. Con la colaboración de tanta gente que Ramón tocó e inspiró, como Tito Matos, Emmanuel Santana, los pleneros de la Máquina Insular y el Taller La Goyco que sirvió como sede, este homenaje en comparsa de Agua, Sol y Sereno constituye una convocatoria a seguir tejiendo juntos el tapiz de nuestra historia colectiva, hilvanando un presente y un futuro de mayor justicia para esta patria.
La Casa de la Plena se inaugura en el Taller Comunidad la Goyco, en la calle Loíza, el próximo primero de mayo a las 2pm. La primera exhibición está dedicada a Ramón Lopez y parte de su contenido incluye: libros publicados, artesanías, CDes y tapices creados por López a lo largo de su fructífera vida. La tarima Ramon Lopez será, dentro del espacio, el lugar para charlas y talleres.
Tito Matos, anfitrión de esta actividad especial, dará comienzo a la actividad con un recorrido por el proyecto «Plena Cangrejera» que está ya instalado en las paredes exteriores de la antigua escuela Goyco, espacio recuperado por la comunidad como centro cultural y social.
Referencias
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