Tintorera del mar Gumersindo Mangual y la historia que no se puede
A mediados de la década del 50 la plena puertorriqueña que por medio siglo había sido tocada-ejecutada oída-escuchada meneada-bailada repetida-recordada disfrutada-despreciada inspirada-grabada gozada-negada observada-ocultada prohibida-aceptada y hasta insultada-elogiada fue por fin admitida-recogida en el inventario de ingredientes del Arte y la Cultura como parte de la incipiente oficialización estatal de la negritud como parte del mestizaje biológico-cultural puertorriqueño que todavía no se llamaba étnico y no se acentuaba tanto como presencia sino más bien como herencia. Esta gestión condescendiente y ambigua pero fundamental y pionera se ubicó en los quehaceres institucionales de la División de Educación a la Comunidad y el Instituto de Cultura Puertorriqueña. El título La plena fue compartido por un documental fílmico dirigido por Amílcar Tirado un portafolio de grabados por Rafael Tufiño y Lorenzo Homar y un mural escenográfico por Tufiño. En la década siguiente se publicó un disco con grabaciones de cuatro grupos pleneros y luego otro disco con el repertorio clásico de Manuel Jiménez Canario. Todos estos proyectos fueron montajes intencionales realizados con mucha dedicación y celo profesional.
Aquí me interesa más el documental La Plena porque hoy día es considerado y citado por mucha gente como documento de evidencia histórica en vez de montaje ideológico que resultó del ensamblaje de las aportaciones del historiador Ricardo Alegría el escritor René Marqués el guionista-director Amílcar Tirado el compositor Moncho Usera y el narrador José Torres Martinó. Específicamente me importa un segmento breve cuya trascendencia generacional me lleva a una consideración de todo mi país colonial-nacional organizada también en montaje pero dirigida a documentar y tejer una historia que no se puede pero se resuelve en cuento con mucho adrede. Me refiero a la muy difundida noción de que Tintorera del mar es la muy conocida composición de la muy probada inspiración de Gumersindo Mangual.
La plena es un documental de casi media hora en que casi la mitad del tiempo se dedica a otros temas culturales montados con la notable voluntad de resaltar las presencias hispánicas en la cultura puertorriqueña. El tema plenero entra de lleno cuando el narrador comenta: “Cosa tremenda de que una vengadora tintorera se tragase al abogado de la Guánica Central”. Entonces comienza una secuencia fascinante. Primero vemos una calle en una barriada donde corretean con gran apresuramiento muchos muchachos repartiendo un periódico tabloide que no tiene cabezote y por lo mismo no tiene nombre pero tiene la noticia de la tintorera y el abogado en primera plana ilustrada con una caricatura que guarda alguna similitud con el estilo del grabado de Homar pero el dibujo es distinto. A esta desaforada distribución desbordada en tantos portadores desesperados y simultáneos le sigue una toma de primer plano en que Gumersindo Mangual escribe en una libreta mientras escoge en voz alta palabras melodías golpes de su inspirado pensamiento plenero sobre la sensacional noticia que –curiosamente- aparece en la primera plana de un ejemplar del periódico en cuestión que está verticalmente colocado al lado del brazo del escribiente plenero. En un mismo instante la plena queda escrita-musicalizada-montada-ensayada y Sindo da la orden a los músicos de su grupo y presenciamos la excelente genuina ardiente ejecución de Tintorera del mar en seis estrofas coros dobles timba pequeña acordeón teclado dos guitarras tres panderos y una güira o sea un güiro de metal agujereado. El momento ha sido captado para la historia: Sindo compuso la plena Tintorera del mar y así se repite hasta el día de hoy.
Hay un elemento irrefutable en todo lo anterior. El documental recoge con fidelidad la ejecución de la plena Tintorera del mar por Gumersindo Mangual y su grupo plenero. Más adelante también recoge la participación auténtica de Mon Rivera Alers y su plenero conjunto. Lo demás es el montaje de las instrucciones de la ficción del guión: las frenéticas y multiplicadas entregas del anónimo periódico las instantáneas inspiraciones escritas de Sindo las inmediatas terminaciones de la plena las sugerencias de que todas las acciones ocurren en un mismo lugar que no sabemos si es Fajardo donde Sindo vivió desde muy joven.
Por cierto la misma gente que a partir de estas imágenes concluye que Sindo compuso Tintorera del mar confunde la secuencia fílmica con la posterior rotulación de la plena como supuesto “periódico del pueblo” que informaba las noticias a la gente analfabeta. Aquí la gente se entera de la noticia por la lectura del periódico impreso y la plena subsiguiente no es una improvisación anónima sino una deliberada composición escrita. Además son tantas las personas que sólo han visto el segmento editado de la participación de Gumersindo Mangual que ignoran los créditos iniciales del documental donde todas las plenas incluidas se adjudican a la autoría de Manuel Jiménez Canario. Esto último nos arroja al mundo riesgoso y contradictorio de los montajes de la historia musical puertorriqueña que los productores del documental muy probablemente desconocían y que no han hecho más que complicarse hasta los tiempos de hoy.
En la actualidad se acepta sin mayor controversia que Canario montó su repertorio plenero con pocas composiciones suyas y muchas composiciones ajenas que registró a su nombre al grabarlas comercialmente. También se insiste en que gran parte de esas plenas ajenas son composiciones de Joselino Bumbún Oppenheimer quien nunca grabó ni registró sus plenas pero es reconocido como compositor músico cantante de la mayor excelencia fundacional y pionera durante las décadas de los 10 y los 20. En el documental La Plena Mon Rivera Alers interpreta las plenas Cuando las mujeres y Montando un dinamo. La primera se asocia con Bumbún y la segunda con el mismo Mon Rivera cuyo hijo del mismo nombre alcanzó el comercial renombre que su padre no tuvo. Aquí sin embargo yo sigo enfocado en Tintorera del mar.
Una búsqueda incompleta de fuentes publicadas que incluyen referencias a Tintorera del mar es un berenjenal de anotadas reclamadas sugeridas autorías. Aquí no incluyo las fichas completas de la regordeta bibliografía pero me basta con apuntar que el 19 de octubre de 1935 se publicó en New York el disco Co.5381-x que contiene Tintorera del mar (Jiménez) y Piquete a lo jockey (M. Jiménez). Otra fuente sin fecha indica que Ramito grabó Tintorera del mar en un disco 78 RPM de Ansonia Records con el grupo Canario del Amargue. En una biografía de Ramito se apunta: “Entre 1947 y 1948 Ramito graba una sesión de ocho temas donde se registran cuatro plenas, dos mapeyés, una guaracha y una canción jíbara. Es interesante notar que en esta sesión Ramito no solamente graba sus primeros mapeyés… sino también sus primeras plenas junto al grupo de Canario (Manuel Jiménez)”. En el texto de 1954 que escribió Tomás Blanco para acompañar el portafolio de grabados de Homar y Tufiño aparece una letra de Tintorera del Mar que también aparece con notación musical en el grabado correspondiente. Ya dije que el documental La plena incluye la versión de Gumersindo Mangual de la Tintorera acreditada a Canario pero filmada como si Sindo fuera el compositor y añado que el posterior LP Plenas del Instituto de Cultura Puertorriqueña contiene Tintorera del mar por Toñín Romero y su grupo. Danny Rivera tiene su versión de Tintorera del mar grabada en vivo. En su libro My Music Is My Flag Ruth Glasser agradece a Peer International Corporation el permiso para citar la composición de Flor Morales Ramos: “Tintorera del Mar” ©1978 pero en el libro a Sojourn in Tropical Medicine de Francis W. O’Connor los editores citan la misma plena: “Words and music by Manuel Jiménez (‘Canario’), copyright 1978 by Peer international Corporation, New York.
Si de confundirnos más se trata aquí les tengo un fragmento de la biografía del músico Bautista Ramos: “Luego de un año volví a mi pueblo Ponce y el Sr. Eugenio Luis Westerband me contrató para grabar con el Conjunto Perla del Sur. Este grupo era de plena y pertenecía al Sr. Marcelino Oppenheimer y lo apodaban ‘Bun Bun’ y con él grabé las siguientes plenas: Tintorera del mar, Cortaron a Elena, Pepe Díaz, La máquina. Eso fue en el año 38. Con el conjunto Perla del Sur estuve dos meses…”. La insistencia de Ramos en los detalles prolijos tiene más de ineptitud que de exactitud. No hubo un plenero de nombre Marcelino y apodado Bun Bun. Sí existió el Primer Rey de la Plena Joselino Bumbún Oppenheimer pero Bautista Ramos no pudo haber grabado en 1938 con Bumbún porque éste no grabó nunca y además murió en 1929. Sin embargo el montaje autobiográfico sugiere una posibilidad: si es sabido que el repertorio de Bumbún constaba de sus propias composiciones ¿sería Bumbún el original autor de Tintorera del mar? En este enredo me meteré más adelante.
A diferencia de Preciosa de Rafael Hernández cuya controversia gira en torno a la palabra original “tirano” y la palabra impuesta “destino” las versiones documentadas de Tintorera del mar admiten variaciones en el coro (“que se ha comido un americano” “se ha comido al abogado de la Guánica Central” “que te comiste un americano” “te comiste al abogado de la Guánica Central”) y ensanchan innumerables variaciones de las estrofas en cambiantes tonos de tragedia peligro alarma compasión burla localización venganza confusión protagonismo. Si añadimos el torrente de versiones callejeras que se han improvisado y olvidado por casi un siglo tenemos un sancocho mogolla burundanga de memoria popular pero si usted prefiere se trata del palimpsesto del pueblo. También hay lugar para la poesía: “… se perfiló como un viento la tintorera del mar” o “… ya tenía su espina dorsal que parecía un barquito andando”.
Bueno no sé de ustedes pero ya necesito un recesito plenero.
Tintorera del mar © Ramón López 2015
coro: la tintorera del mar/ la tintorera del mar/ la tintorera del mar/ es plena de bembeteo de lo que pudo pasar
Bumbún quizá originario/ Canario la registró/ Ramito copió a Canario/ luego Sindo la montó/ y luego Toñín Romero/ se la apropió y la grabó
surgieron muchas versiones/ la historia no tiene fin/ pero sus repercusiones/ tiene un símbolo afín/ castigar explotaciones/ la plena es nuestro clarín
de todas maneras digo/ no hay una sóla verdad/ y no hay un sólo testigo/ que imponga su potestad/ la plena es canto de amigo/ voz de solidaridad
un hombre no cortó a Elena/ de Bumbún no hubo un matón/ y el origen de la plena/ no sucedió en San Antón/ la lengua suelta resuena/ según su propia opinión
Si la plena Tintorera del mar se desdobla en fragmentarias versiones la crónica del suceso no brilla por sus unitarias confirmaciones. En 1955 la revista internacional Visión (Vol. 9 p. 58): “En ‘Tintorera del Mar’ se recuenta la historia del llClldo.(sic) abogado de la Central Guánica que en la década del 20 se hizo cargo de un pleito judicial al declararse en huelga los obreros de la central. El abogado fue de paseo a San Juan y bañándose en la playa del Condado fue presa fácil de los tiburones”. En La muerte de un gigante: historia de la Central Guánica y el poblado de Ensenada de María E. Ramos (1999 p. 171): “Se cuenta de un joven abogado que vino a trabajar a la Central y como procedía de un estado del centro de los Estados Unidos, le entusiasmó sobremanera la playa. Se fue a bañar y se adentró tanto en las aguas que fue devorado por una tintorera. De allí surgió la plena “Tintorera del mar, tintorera del mar, que se ha comido un americano, de la Guánica Central…”. En My Music Is My Flag de Ruth Glasser (1995 p. 176): “In the 1920’s, for example, the North American lawyer from the Guanica Central, the largest and most notorious United States-owned sugar refining company went swimming in the ocean and was reportedly eaten by a shark. The gleeful ‘Tintorera del Mar’ (Sea Shark) was the musical result of the event”. En Listening to Salsa de Frances R. Aparicio (1998 p. 32): “ ‘Tintorera del mar’ [The female shark] narrates the tragedy of a U.S. lawyer who visited Puerto Rico to represent the interests of an American company during a strike. The song narrates the incident, which has become a legend, of the lawyer been attacked and bitten by a tintorera while swimming in the beautifull waters of the island. The song addresses not the lawyer, but rather the tintorera, reminding listeners through anaphoric repetition of her power… This emphasis on the power of local fauna to destroy the foreign element, the lawyer, a figure who represents not only the authority of the law but U.S. capitalist interests at their best , can be read as a political allegory against capitalist intervention on the island”. Jaime Aponte apuntó en Facebook el 8 de enero de 2014: “Esto era una cancion que cantaba la gente de Ensenada (Guanica) en aquellos tiempos. Mi Papa (RIP) siempre me hacia los cuentos, claro no me acuerdo de la razon ahora mismo pero creo que tenia que ver con la union de trabajadores” (sic). Mary Bunker Ray contestó: “Yo tambien recuerdo esa cancion” (sic). Rodolfo García Pacheco también contestó: “La plena se usaba para contar eventos, reales o ficticios, que el pueblo comentaba. Hay una versión de Tintorera del mar que dice ‘… que se ha comido a un americano.’ Parece que este americano era el abogado de la Guánica Central… Hay otra versión que dice ‘… que se ha comido al americano de la Guánica Central’. Alguna vez leí que este fue un hecho cierto, pero desconozco si es así.” En Facebook y YouTube se comparte mucho el segmento de Gumersindo Mangual del documental La Plena.
Si el párrafo anterior le parece un abuso de vericuetos contradictorios le recuerdo que ya le dije que la historia no se puede. Ahora me meto en un vericueto mayor. En A Sojourn in Tropical Medicine Francis W. O’Connor (2008 p. 26) narra un cuento que escuchó en una cena durante su viaje a Puerto Rico en 1927: “ A lawyer, Naegles, and his lady secretary, having finished a case which they had come from the U.S. to plead at the local courts, decided on the evening before sailing to have a swim in the sea by moonlight. Soon after entering the water the man saw a large shark. Placing himself between the girl and the monster he fought its fierce rushes for some time, being badly bitten on the thighs, body and arms. Diving past the man and below the girl, the shark tore off the latter’s left breast. Finally in an exhausted condition, the mutilated pair reached shore alive and were taken to the hospital, where both nearly died but eventually recovered, the man, however, being seriously crippled for life”.
En un ensayo incluido en el mismo libro José G. Rigau-Pérez (p. 206) elabora el asunto: “A rare cause of death that captured O’Connor’s attention was shark attacks. His hosts at dinner on the first day of his visit ‘politely’ turned the conversation to ‘matters other than medical,’ namely, gruesome accounts of recent assaults by man-eating fish. As a result, the visiting parasitologist decided to forgo sea bathing, and even at his farewell picnic, firmly on land, he watched, at a distance, ‘the fins of patrolling sharks.’ While O’Connor was being frightened by these anecdotes at an exclusive club in San Juan, laborers in the south coast may have been dancing to a new tune that told the story of ‘lawyer Naegles’ (sic, Neagle). Some of the Puerto Rican physicians may even have heard the piece, still remembered today for reasons unstated in O’Connor’s account. In 1924, sugar corporations took the Puerto Rico government to federal court in an attempt to invalidate the government’s appraisal of the 1920 earnings of the Guánica sugar mill (‘Central’), one of the largest in the world. This turned into a prolonged legal battle, because the amounts under discussion were not trivial. Federal judge Odlin proposed that companies deposit a bond of nearly $900,000 in case they lost their suit. This was almost enough to cover the department of health’s budget for that year ($1,259,000)… Francis E. Neagle (1884-1968), a New York lawyer specialized in corporate law, was Guánica Central’s attorney. He was hospitalized in critical condition at Presbyterian Hospital following a shark attack but recovered. His encounter with the shark became immortalized in song, a plena titled ‘Tintorera del mar,’ (‘Lemon shark of the sea,’ Negaprion brevirostris). The plena is a fast moving Afro-Puerto Rican dance form, developed on the southern coast of the island at the turn of the nineteenth to the twentieth centuries. Its lyrics frequently chronicled a notable event (a fire, a crime, a railroad accident). ‘Tintorera del mar’ was neither a warning for swimmers. Instead, the incident became a political metaphor of how aggressive natives could outsmart powerful outsiders. The song’s refrain that the shark ‘ate a lawyer of Guánica central’ was taken up by dancers celebrating the victory of laborers over the oppressive sugar central… The government of Puerto Rico eventually lost its suit against the sugar corporation…” Rigau-Pérez cita los titulares del ataque de la tintorera. “Un tiburón en la playa del Condado atacó ayer a un prominente abogado continental”. La Correspondencia de Puerto Rico, 8 October 1925: 1,2. “La tragedia de anteayer en el Parque Borinquen”. El Mundo, 9 October 1925: 1,6. En otras palabras el ataque de la tintorera contra el abogado y su “lady secretary” mientras nadaban “by moonlight” en la playa del Condado ocurrió el 7 de octubre de 1925.
Gracias a las gestiones archivísticas de Rossana Duchesne puedo añadir otros vericuetos significativos. El pasaporte del abogado Neagle lo identifica como socio del bufete de abogados Rounde, Hatch, Dillingham & Debevoise de New York. Ralph Stowell Rounds y Frank Dilligham fueron también abogados de la Guánica Central. Dillingham fue protagonista de las trampas engaños corrupciones apoderamientos ilegalidades explotaciones fraudes o sea negocios que hicieron posible un imperio azucarero que dominaba las economías de Puerto Rico y República Dominicana según detalla Ronald Fernández en su libro The Disenchanted Island de 1996.
Con permiso: otro receso plenero.
Tintorera del mar © Ramón López 2015
coro: la tintorera del mar/ la tintorera del mar/ la tintorera del mar/ es una plena de bembeteo
qué muchos autores tuvo/ la tintorera del mar/ y nínguno alli estuvo/ para poderlo contar
mejor dicho el que allí estaba/ no sabemos bien quién fue/ y el que la plena cantaba/ lo creyó de buena fe
y los dos se equivocaron/ porque el gringo no murió/ en verdad lo rescataron/ luego se recuperó
por siempre quedó lisiado/ y nunca pudo andar bien/ por un baño equivocado / en el mar de Borikén
y yo les hago la historia/ porque les quiero decir/ que la plena es la memoria/ según se quiso escribir
la plena no es reportaje/ basado en la exactitud/ la plena es libertinaje/ en eso está su virtud
¿Qué pasa hasta ahora con esta historia que no se puede? Que ya nos ha llevado de una plena incidental a una historia nacional y de la invención musical a la gestión colonial pasando por la ilusión documental la aventura pasional y la herida y la mordida y la comida y la muerte y el hospital y el abogado destrozado y la secretaria destetada y el barrio Ensenada al sur y la playa Condado al norte y el abogado del centro de E.U. que es del este en N.Y. y un grupo musical que en 1938 era dirigido por un plenero que murió en 1929 y muchos compositores para una sola plena y se comió y te comiste y se ha comido y política fiscal y la lucha sindical y la plena metafórica sobre la victoria eufórica y el periódico que inventaron para entrega general y el periódico que tuvo el exacto titular y aquella interpretación de un sesudo intelectual y la otra explicación de una lista intelectual y siga usted con este listado que bastante trabajo he pasado para ofrecerle este relato tan especial que ahora mismo nos devuelve a la vida individual de Gumersindo Mangual.
Pero espérese un momento porque resulta que la gente plenera llama tintorera a la hembra del tiburón y en las especies depredadoras las hembras tienden a ser más agresivas y cazadoras que los machos y ya tenemos etología y metáfora y perspectiva de género en la lucha de clases y el bembeteo musicalizado. Pero no olviden que el historiador Rigau-Pérez se refiere al “lemon shark” sin que le importe el sexo del animal que interrumpe y arruina la aventura sexual en ambiente tropical según la escuchó O’Connor con todo y héroe enfrentado al monstruo por defender la princesa “lady secretary”. Y Ramón López quiere enredarlo a usted con el dato de que tintorera es el nombre de ambos sexos de una especie de tiburón que abunda en el Caribe Atlántico Pacífico y se caracteriza por su brillante lomo de azul intenso. Así que la identidad del animal en cuestión es también un montaje de posibilidades inmerso en esta historia sensacional que ahora vuelve a Sindo Mangual.
Tiene que ser así porque la promoción del documental La plena requirió un cartel afiche publicitario y Rafael Tufiño lo realizó al utilizar el cuerpo de Gumersindo Mangual transformado en ícono nacional de la plena. Este cartel es un clásico del arte gráfico puertorriqueño y el cuerpo de Sindo que protagoniza la exquisita impresión de líneas letras colores se ha convertido en la imagen más reconocida repetida exhibida reconstruida distribuida carajo enaltecida de tal manera que visualmente Gumersindo Mangual es La Plena Puertorriqueña.
Gumersindo Mangual Oppenheimer es una presencia arisca en los censos y registros gubernamentales donde aparece. Su año de nacimiento es 1893 en 1910 es 1890 en 1917 es 1891 en 1920 es 1875 en 1930 es 1887 en 1935 es 1895 en 1940 es 1892 en 1942. Su acta de defunción indica que nació en 1892 y murió a los 75 años en 1968 lo que entonces indica que nació en 1893 pero estas muchas discrepancias dependen de quién informó y quién tomó la información en cada censo o registro y esta incertidumbre envuelve la buena o mala memoria de lxs informantes lo claro o confuso de sus acentos la exacta o equívoca audición de lxs funcionarixs. Gumersindo nació en Ponce hijo de Melitón Oppenheimer (1858-1898) y María Ignacia Mangual. Su abuela paterna fue la esclava Agueda Oppenheimer. Tuvo una hermana Julia (1884-1908) una hermana María que nació en 1885 y murió nueve meses después y un hermano Dionisio que nació en 1896 y murió cuatro meses después. Como era común en la gente de su tiempo y entre los pleneros pioneros usó más el apellido materno para identificarse. Su apellido paterno Oppenheimer lo vincula a ancestros esclavos del hacendado alemán Oppenheimer pero Gumersindo no fue pariente cercano del plenero Joselino Bumbún Oppenheimer. Gumersindo era negro aprendió a leer y escribir y se mudó a Fajardo antes de 1917 cuando aparece domiciliado en ese pueblo en su tarjeta de Registro Militar. En Fajardo trabajó como obrero en la central azucarera. El 1918 nació su primer hijo Faustino Mangual Ilarraza de su relación consensual con Ceferina Ilarraza Meléndez. En 1920 nació su hija Dolores Mangual Ilarraza pero murió dos meses después. En 1924 nació su segundo hijo Epifanio Mangual Ilarraza. En 1935 Gumersindo estaba viviendo solo en la calle Progreso de Fajardo y todavía era jornalero en la central azucarera. En 1936 Ceferina Ilarraza vivía en la misma calle con los dos hijos de Gumersindo y con otros hijxs y nietas. En 1940 Gumersindo vivía en la calle Colón de Fajardo con su hijo Faustino y su yerna Marta. En 1942 apareció de nuevo en el Registro Militar e informó como persona de referencia a Dolores Ayala quien en el censo de 1940 aparecía como músico y en su acta de defunción se informa que fue obrero cañero. Gumersindo Mangual Oppenheimer –al igual que casi todos los pleneros pioneros de Ponce- fue obrero azucarero negro . Murió en 1968 de cáncer en la próstata.
Bumbún y Sindo tuvieron en común su origen ponceño su raza negra su vida marcada por la muerte de sus hermanxs sus empleos asalariados azucareros sus dedicaciones musicales pleneras sus reputaciones como excelentes pleneros que alcanzaron famas legendarias. Sin embargo las historias orales incompletas fragmentadas confusas pero insistentes consensuales compartidas de ambos han dejado rastros opuestos. De Bumbún queda una memoria agradable de hombre simpático carismático atractivo generoso picaflor-enamorado amigable-solidario de elegante presencia y de inmenso talento que lo acredita como el compositor de gran parte de las plenas que hoy consideramos clásicas de la época de los pleneros pioneros. Este montaje elogioso de su legado no incluye muchos detalles íntimos de su persona. Las memorias orales que han quedado de Sindo son muy diferentes.
En lo relativo a la vida recordada de Sindo me acompaña la colaboración de voz generosa del viequense Manolín Silva quien a su vez recoge la compañía de las voces de algunas personas que conocieron a Sindo de cerca. El ensamblaje de estas voces se constituye en un montaje adicional en esta historia que tanto dice aunque no se puede.
De Manolín obtengo la voz del plenero fajardeño Millo Rexach: “Sindo se había ido bien joven de Ponce y como para nunca volver. Durante más de 50 años no había vuelto a Ponce ni siquiera de visita. Pero, un día, cuando ya él estaba anciano, Sindo decidió volver a Ponce y yo lo acompañé. Cuando llegamos a Ponce, él quiso llevarme a conocer los lugares por donde él vivió hasta su juventud, pero Ponce había cambiado y Sindo no reconocía los sitios ni reconocía a la gente ni tampoco nadie lo reconocía a él. Se puso furioso, porque se sintió perdido en un lugar que de niño conoció como la palma de sus manos”. Manolín comenta: “Sindo salió entristecido de su pueblo natal, donde se dice que compuso la famosa plena ‘Tintorera del mar’. Salió de Ponce maldiciendo, recorrió la larga ruta de La Piquiña maldiciendo y así llegó de regreso a Fajardo, maldiciendo… como si sintiera que Ponce le debía algo”. Lxs lectorxs avispadxs notarán enseguida que si el ataque de la tintorera fue en 1925 Sindo no pudo haber compuesto esa plena en Ponce pues sabemos que antes de 1917 –en 1913 según un informante de Manolín- ya se había mudado a Fajardo.
Manolín ha recogido información pertinente a la vida obrera de Sindo. El legendario plenero fue rompe-huelga en “el más violento conflicto obrero-patronal que se recuerde en la historia de Fajardo… la huelga de la Central Fajardo de 1934”. Tal parece que fue precisamente el valor comunitario plenero de Sindo lo que evitó que los obreros acusaran y tomaran represalias violentas por su traición sindical. Parece evidente que Sindo estuvo en el polo opuesto de la solidaridad obrera de la que la plena Tintorera del mar es metáfora. Por otra parte Manolín apunta: “Yo no conocí a Sindo personalmente pero lo vi en sus últimos años animando con su plena los juegos de béisbol de los Cariduros de Fajardo. Aquel hombre gigantesco se erguía sobre los espectadores para cantar y era la estampa de una palmera bamboleándose con una ventisca… Un partido de béisbol fajardeño sin la plena de Sindo era un domingo desabrido”. Sindo era gigantesco porque “era alto y violento por demás…”. También “era el alma, el pregonero, la voz del pueblo trabajador fajardeño”. Esta contradictoria y coexistente complejidad de Sindo también incluía sus pleneras militancias en las campañas políticas del anexionista Luis A. Ferré las golpizas que con frecuencia propinaba a su esposa los escarnios públicos que infligía sobre su hijo Epifanio (Pifia) quien era conocido como simpático y amigable homosexual que “se daba a querer por todo el mundo”. Pifia fue el último poseedor de la legendaria libreta de plenas de Sindo. Se convirtió al pentecostalismo y cuando murió no se supo más de la libreta.
Compleja y opuesta fue la vida de Mangualito el hijo menor y preferido de Sindo quien era plenero ocasional en el grupo de su padre –al igual que Pifia- pero se envolvió en la adicción a la heroína y la dedicación delictiva estuvo preso salió de la cárcel y fue pronto fue asesinado a tiros. Su cuerpo fue arrojado en la carretera 65 de Infantería. Manolín: “Durante horas, decenas de vehículos le pasaron por encima y aplastaron el cadáver del infortunado joven … Cuando Sindo fue a reconocer el cuerpo, ya carne y ropas se habían hecho casi parte del pavimento”.
Felipe Allende fue músico en el grupo plenero de Sindo y le transmitió a Manolín valiosas informaciones sobre la membrecía del grupo la separación de su esposa su afición a las mujeres algunas de sus plenas famosas su militancia “estadista republicano de clavo pasao” su promiscuidad sexual su dolorosa agonía y muerte. Carmen Mitchell Figueroa y Josefina Mitchell Figueroa también ofrecieron sus voces a Manolín y recordaron y confirmaron los datos anteriores además de ofrecer una imagen más amigable y musical de Sindo quien comoquiera dejó fama de pendenciero violento libertino. Todas estas voces de la historia oral de Gumersindo Mangual coinciden en una misma insistencia: Sindo siempre afirmó reclamó insistió la autoría de la plena El bombón de Elena y acusó a Rafael Cepeda y Rafael Cortijo de habérsela robado.
Esto último resulta irónico pues parte del legado se Sindo posterior a su muerte es la alegada autoría de Tintorera del mar a partir del montaje de la filmación del documental La plena. Sindo registró al menos nueve canciones con Peer International Corporation y ninguna de ésas es El bombón de Elena o Tintorera del mar. Los pleneros Hugo Asencio y Ángel Luis Torruellas han asegurado que Tintorera del mar es una plena compuesta por Bumbún. Si el evento del ataque del animal contra el abogado ocurrió en 1925 entonces Bumbún estaba vivo y en tiempo de fama gloria talento sagacidad suficientes para componer esta plena inmortal. Además la estructura del coro de Tintorera del Mar es la misma que la de las plenas Qué bonita es y Cortaron a Elena que se asocian con Bumbún. Con todo esto la falta de evidencia documental determina que la historia no se puede.
Ya dije que la historia que no se puede es un cuento con mucho adrede. Tintorera del mar es la imagen ancestral actual inmortal de una gente y un país cuyo fundamento socio-cultural durante más de un siglo ha sido la explotación colonial por parte de Estados Unidos. Gumersindo Mangual aportó una entre muchas versiones de esta plena tan trascendente y una conjunción de artes y tecnologías a mediados de los años 50 le dio a su versión una difusión y conservación mayores que las otras versiones. Además su imagen corporal se transformó en ícono visual de todo el género musical plenero.
Nos queda el poder del cuento. En 1925 pocos días después de la noticia del ataque de la tintorera contra el abogado de la Guánica Central se publicó en la revista Puerto Rico Ilustrado una foto en que tres jóvenes pescadores posan ante la cámara mientras frente a ellos yace el cadáver de un tiburón de nueve pies que pescaron precisamente “en las aguas del Parque” o sea en el Condado el mismo lugar del tan comentado suceso plenero. El calce de la foto se refiere equivocadamente a “la trágica muerte de un caballero continental quien sucumbió devorado por una de estas fieras del mar” que entonces “da mayor relieve de actualidad a esta pequeña hazaña de estos tres sencillos ciudadanos”.
Hay sin embargo un relieve más general en todo este asunto: es más universal que el suceso tropical la plena barrial la importancia musical la lucha sindical la condición colonial la situación nacional y se trata de la brega existencial de que el tiburón que come carne humana es también carne pescada para comida humana. La comida necesaria es comida peligrosa porque nos puede comer antes de que nos la podamos comer. Aquí está el dilema indisoluble de naturaleza y cultura. Y para añadirle detalles a eso de naturaleza y cultura a la gente puertorriqueña le gusta comer pinchos de tiburón. Y la gente sabe que el cartílago de tiburón se utiliza en la medicina popular… y que los dientes de tiburón de utilizan en la hechicería. Y la plena brega con todos estos vericuetos.
Me despido con una nota de actualidad. En la cultura de masas norteamericana que tanto nos influye los abogados son llamados tiburones y así aparecen en camisetas tazas afiches caricaturas pegadizos y demás baratijas comerciales que expresan la noción de que los abogados son astutos dañinos oportunistas avariciosos despiadados depredadores cuyo compromiso vital es mayor con la ganancia monetaria que con la justicia igualitaria. Y si resulta que la mayoría de los políticos imperiales continentales y coloniales locales son abogados entonces somos un pueblo gobernado por tiburones. Por eso les incluyo estas dos últimas plenas: una de mi colega Norberto Sánchez y otra de este mismo Ramón López.
Tintorera del mar ©Norberto Sánchez 2015
coro: tintorera del mar/ tintorera del mar/ tintorera del mar/ que se ha comido a un americano
la tintorera esmayá/ halló mixta de domingo/ en la costa de Borinquen/ se desquitó con el gringo
pagó caro el licenciado/ su deseo de “diversión”/ peor le fue a la tintorera/ que sufrió una indigestión
si veo a esa tintorera/ voy a pedirle un favor/ que se coma como postre/ a ese que es gobernador
tintorera por favor/ arranca y ven mete mano/ ven a papiarte otro gringo/ y que sea republicano
ven tintorera y disfruta/ del inmenso mar azul/ y te pago si te comes/a la Lissa Donahue
Tintorera del mar ©Ramón López 2015
coro: tintorera del mar/ tintorera del mar/ tintorera del mar/ ven a comerte otro americano
uno que sea militar/ que tenga sangre en la mano/ oh tintorera del mar/ ven a comerte otro americano
un bonista de Wall Street/ algún banquero tirano/ oh tintorera that’s it/ ven a comerte otro americano
un inversionista cruel/ enriquecido y ufano/ tintórera ve por él/ ven a comerte otro americano
un transgenecista vil/ Monsanto sembrando grano/ mi tintorera es hostil/ ven a comerte otro americano
algún dueño de Wal-Mart/ que sale a robar temprano/ oh tintorera please start/ ven a comerte otro americano
si el presidente está aquí/ en visita de sanano/ tintórera voy a ti/ ven a comerte otro americano