Un remolino de debates sobre la literatura puertorriqueña
Hace ya muchos años, cuando todavía era editora le mencioné a Juan Gelpí que nos faltaba una nueva historia de la literatura puertorriqueña. Las primeras ediciones de la historia de Manrique Cabrera y del maravilloso Diccionario de la literatura puertorriqueña de Josefina Rivera de Álvarez –estoy convencida de que sin este último, con todos sus humanos errores, no existiría una literatura puertorriqueña– databan de 1956 y 1974. Juan me respondió entonces que una historia actual de la literatura puertorriqueña no podía ser obra de un solo autor o una sola autora.
Hace menos años, cuando ya no era editora, Juan y Malena Rodríguez Castro me invitaron a colaborar en un proyecto de historia crítica de la literatura puertorriqueña. Les dije que sí pensando que se referían a una historia (con antología acompañante) de la literatura crítica, es decir, del quehacer de la crítica en Puerto Rico. Pero no. Se referían a unas formas y métodos diferentes de hacer crítica. Sobre este libro hablarán ellos. Yo celebro su existencia porque acredita la persistencia de mis coeditores y la supervivencia de la editorial de la Universidad de Puerto Rico, una institución a la que tanto le deben el país, la universidad, y la cultura sin precisión de origen. Basta revisar su fondo histórico para constatar que fue una de las principales editoriales del Caribe e incluso de América Latina. Una institución que, en algunas de sus épocas, ha pasado por tiempos duros, que ha estado al borde del cierre por razones tan inválidas y bochornosas como los juicios de la inquisición y la quema de disidentes. Pero hoy debemos agradecer el trabajo y la dedicación de su directora, Neeltje Van Marissing Méndez, de su editora, Rosa Vanessa Otero, y del equipo de trabajo: José, Ruth, Waleska, Salvador. Ellos, los trabajadores, son la editorial de la Universidad de Puerto Rico.
Cuando Malena y Juan me hablaron de una historia crítica de la literatura puertorriqueña, no me imaginaba yo, que no soy académica, ni estudiosa afiliada a institución alguna, ni sigo las tendencias ideológicas y formales del mundo universitario, que la sola propuesta de una literatura nacional planteaba problemas complejos en un remolino de debates que cuestionaban si la escala nacional era todavía significativa para el estudio de las formaciones literarias o si había sido superada por el marco más amplio de la literatura global o, de otra parte, por las micro escalas de nuevas escuelas y cuerpos. Creo que este libro apuesta a la posibilidad de seguir proponiendo la validez y la solidez de un campo de estudios. No hablo solo por mí, que soy nacionalista por terquedad e insistencia en ocupar un espacio precario, atávico, sepultado con sellos y exorcismos anti identitarios; pero me parece que nadie puede negar que este libro existe, y que ocupa un espacio conceptual. Para sintetizar las intenciones que provocaron la existencia del libro y el espacio, sobre las que hablaran mis queridos Juan y Malena, copio e intervengo una cita de Graciela Speranza, tomada de su Atlas portátil de América Latina (habla Graciela):
«Yo misma, que creo que los artistas y escritores de América Latina (sustituyo: de Puerto Rico) no tienen que mostrar pasaportes ni agitar banderas; que el arte tiene que hablar a su manera, sin ninguna seña de origen que lo anteceda, me sorprendo considerando la idea de que quizás tengamos que desnaturalizar las categorías remanidas y reinventarlas con otras estrategias y otros dispositivos, hasta que en el mapa global que se descompone y se recompone en el siglo XXI, el arte (añado: la literatura) de América Latina (la literatura de Puerto Rico) sea parte del mundo visible (y del mundo invisible, que es el más importante aún, añado yo), y no para cubrir la cuota condescendiente ni como fetiche último de los otros, sino como arte (y literatura) que reconfigure a su manera el mundo que lleva a cuestas, y amplía, sin perder su singularidad, el horizonte de lo diverso.»
*Palabras leídas en la presentación de Escrituras en contrapunto.
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