Para Marta Aponte Alsina, La bendición de Rosalía es un libro hecho de ausencias que insisten en quedarse. La novelista Marithelma Costa recompone la historia de su bisabuela con los retazos de una diáspora que convirtió el exilio en destino y la costura en resistencia. Desde un basement neoyorquino, donde se esconden archivos, cristales bohemios y ecos de huelgas olvidadas, la novela salta entre tiempos y voces: Rosalía sobrevive al naufragio de la historia, Albizu discute en Harlem, Lorca cruza miradas con su hijo en Grand Central. La escritura, como la memoria, es un tejido de rupturas y persistencias en el que los muertos no se resignan a la tumba. Costa nos entrega un libro de espectros que, en lugar de asustar, exigen ser escuchados.