Una, tres o cinco cosas a propósito de ‘La tomadora de soda’
1. Para empezar, quisiera hacer un comentario contundente, definitivo sobre La tomadora de soda (Ediciones Aguadulce, 2018), el segundo libro de poemas de Ivelisse Álvarez Santiago. ¿Qué tal este? La poesía de Álvarez Santiago propone la depre junior size [“a la medida de las experiencias humanas”] como antídoto a la nostalgia ready-made del neoliberalismo, o del capitalismo tardío o de uno mismo soleao un martes cualquiera en el Urban del Mall of San Juan. Uno se queda mirando el vaso de refresco de Bob Ross con ganas de que la experiencia trascienda de alguna forma el impulso a comprarlo. La semana anterior, de paso, compré el de Friends don’t lie de Stranger Things. El de Bob Ross no, pues tengo uno casi idéntico. Lo uso para tomar Fanta.
2. Quería, en esta reseña, traer a colación “Having a coke with you” de O’Hara por eso de que es el único poema que conozco donde quien escribe no bebe ni whiskey ni cerveza en el poema. Pero la cocacola en O’Hara no es más que una, entre la diversidad de cosas que el poeta podría compartir con su amado. Para Ivelisse, en cambio, la soda es ¿trascendental? ¿matadora? ¿igualito que un whiskey? ¿lo mismo que una cerveza?: “Mi ruido-corazón se parece/ a las aspiraciones de un sorbeto/ en el fondo de la soda/ con hielo derretido.”
3. No encontré a O’ Hara en sus páginas pero Ivelisee hace unas reescrituras brillantes en este libro. De Julia: “Yo quise ser como los hípsters quisieron que yo/ fuese”. De Ginsberg: “Las mejores mentes de mi generación/ usaban espejuelos/ y sufrieron bullying en la escuela/ para conocer al mundo”. De Gallego: “Estoy contigo en el cine,/ y la pantalla dice Caribbean / porque esto también es el mar /y estamos a punto del naufragio/ en algún vaso de refresco.” Esta última, se me antoja, es la más ambiciosa y la mejor lograda, en tanto revela la gracia y audacia de su propuesta poética: aquí quien escribe no anda la urbe a pie al ritmo de tambores y/o balaceras, sino que sale en busca de refugio o de consuelo en un par de medias de Totoro en Hot Topic, y eso es el caribe también.
4. Ahora bien, este, a mi ver, es El Poema del conjunto: “NO HAY FOTOGRAFÍAS// de nosotros, encorvados frente al televisor/ jugando Red Dead Redemption/ de nosotros encorvados en una sala de espera,/ leyendo Pedro Páramo./ de nosotros encorvados,/ buscando cosas que hacer.” Casi me gusta tanto como “Having a coke with you” que es, fácil, el poema que más amo. Al menos cuando me siento alguito destruido y me siento a beber Fanta en mi vaso de Bob Ross. Entonces, en el espíritu del poema de O’Hara diría que leer La tomadora de soda es hasta más divertido que aspirar a acallar a mi ruido-corazón. Y, vamos, todo el mundo aspira a eso al menos una vez al día.
5. Por lo demás, estos versos son para plasmar en un vaso y ¿venderlo? ¿romperlo? ¿socializar el diseño?: “Quiero pasar muchas vergüenzas/ y que nadie me pregunte si todavía vivo aquí.”