Victoria & Abdul: Farsa simpática

Abdul Karim (Ali Fazal), un dependiente de una cárcel en Agra, India, cuya vida transcurre apuntando los presos y sus datos, es escogido para entregarle a la reina Victoria (Judi Dench) una medalla que reconoce la celebración de su aniversario de diamante. En ese momento Victoria era la reina más duradera de la historia, con un poco más de 63 años en el trono; hace poco la reina Isabel segunda, la sobrepasó con poco más de 64 años. Se suponía que fueran los dos “hindús” más altos de Agra, pero un accidente evita que a Abdul lo acompañe alguien de su estatura y los ingleses tienen que conformarse con Mohamed (Adeel Akhtar), que le llega al hombro a quien se convertirá en un favorito de la reina. Hay que recordar que, aunque nunca puso un pie en el subcontinente, Victoria era “emperatriz de India”. De todos modos, la llegada de los dos “indios” es motivo de agitación y preocupación de que no se vaya a faltar al protocolo y a las tradiciones de la corte. Una de las instrucciones absolutas era que ninguno de los dos “sirvientes” mire a los ojos a la reina-emperatriz. Hasta que los dos extranjeros llegan al palacio de Buckingham el guión es un deleite de situaciones hilarantes que usa como el fulcro de los chistes las cosas absurdas que una aristocracia establece.
Karim es guapo y adulador y, aunque a veces parece aprovecharse de la situación, reconocemos que tiene un verdadero sentido de reverencia hacia lo que representa la reina y de lo que puede significar un regente justo. Pero he ahí el problema del otro lado de la película. Los ingleses eran racistas y abusadores y trataban a los de “color” como personas de segunda categoría que no merecían trato como humanos. Es Mohamed el que vocaliza sus sentimientos hacia su anfitriones en lo que es una visita forzada a Inglaterra, tanto para él como para Abdul. Su personaje es representativo de los millones explotados o masacrados por los imperialistas, pero el filme lo usa más como un mecanismo cómico que como un ejemplo de lo que en realidad le sucedía a sus semejantes. En una parte del filme Mohamed les deja saber a los ingleses lo que piensa de ellos, pero lo hace en un momento que nos induce a clasificar sus palabras como las quejas de un hombre mortalmente herido y no las de una ser racional y lógico.
Esa es la otra parte del filme que algunos encontrarán objetable y que se complica cuando comienza a representarse a Victoria (a los 80 para 81 años) como un ser liberal que repudia los racistas que la rodean, incluyendo a su propio hijo Alberto Eduardo (a quien le decía Bertie), Príncipe de Gales y el futuro Eduardo VII, lo cual es difícil de tragar. Sí muestra al rey, inmediatamente después de la muerte de su madre, como lo que era: un verdadero asno.
La propuesta es sorprendente desde el punto de vista histórico, máxime cuando la cinta está basada en hechos reales. Pero una cosa es que Abdul existiera y Victoria se infatuara con él y otra que la reina se convirtiera en una campeona de los derechos civiles y de la aceptación de “otros” por la aristocracia de su país.
Stephen Frears, el director, sabe de reinas, pues dirigió a esa otra reina de la pantalla Helen Mirren en la estupenda “The Queen” (2006), que es una película más profunda y notable que esta. Como ya he dicho, sin embargo, es su toque ligero lo que hace flotar a Victoria y Ahmed. A los que poco les interesa la historia más allá de lo que dice el filme, lo gozarán mucho. No solo apreciarán el humor en la interpretación grandilocuente y simpática de Fazal como Ahmed, sino que se deleitarán con la actuación certera y rutilante de Judi Dench. Dench ya había sido Victoria en la historia mejor conocida y contada de su relación con John Brown, un sirviente escocés del fallecido príncipe consorte Alberto, en la cinta Mrs. Brown (1997). No sorprende que su interpretación sea casi perfecta y que nos convenza del comportamiento que la reina despliega ante muchas situaciones. Lo que sucedió entre ella y Brown ha sido motivo de gran especulación, después de todo comenzó dos años después que la reina enviudó. En cambio, no conoció a Ahmed hasta que tenía ochenta años y ya estaba frágil y enferma.
Dench enfoca su papel desde el punto de vista de una vieja poderosa que, como ella misma dice, es caprichosa, arbitraria, banal y posesiva, pero todo eso emana de una mujer (me refiero a Victoria) que interpreta un papel que necesitaba proyectar la autoridad que debía tener una reina en su época. Ella misma sabía que la suya era una interpretación continua ante gente que esperaba que se comportara como la reina poderosa que era. Sin duda que la actuación de Dench es, por mucho, lo mejor del filme.
¿Cuánto de lo que presenta la cinta de la relación entre la reina, los miembros de su empleomanía cercana y los dignatarios es verdad? Tal vez la advertencia al principio de la película le dé una idea a los que les interese la pregunta. Dice en la pantalla: “Based on true facts” y segundos después a la frase se le añade, …mostly.