West Indies/Caribe/Caribbean/Caraïbes: fisuras del caribeñismo
(notas desde Miami)
I. Travesías
Comienzo esta columna con una historia personal, porque viene a cuento. Como algunos saben, recientemente me mudé de New Jersey a Florida, de New Brunswick a Miami. La decisión de dejar New Jersey y la comunidad de amigos que allí tenía, fue difícil. Más difícil fue dejar Rutgers, después de una una complicada relación de 18 años, donde alegrías, logros y pesares llegaron a una conclusión que pensé orgánica. El trayecto de esta mudanza fue radical y terrible. Pero estaba determinada a llegar a Miami, y aquí me encuentro, todavía no muy segura de haber ganado la batalla, pero aquí estoy.
Vivir en Miami es despertar recuerdos antiguos e inventar tradiciones nuevas. La comodidad del español y de la comunidad hispana y latina es engañosa. Con la cercanía de las elecciones se hace evidente que median distancias muy grandes entre los recintos racialmente segregados de mi precinto electoral, y la incómoda realidad de pertenecer a uno de los sectores más conservadores políticamente de esta región: las mujeres latinas. El español y las referencias a nuestra cultura, comida, costumbres, reconforta por su extrañeza. Hasta la empleada del TSA en el aeropuerto que me regaña cuando me niego a pasar por la maquinita de seguridad me dice “mami”. Pero detrás de esos espacios cómodos se esconde también la dictadura de la normatividad del español y de una latinidad que cierra los ojos a su cercanía con la diferencia.
Pero igual uno llega a Miami, se come unos tostones en Versailles, poncha con la mujerota indómita… y pide clemencia. Uno llega a gatas y con respiración apenas… y comienza a pensar en nuevos proyectos que se hacían difíciles desde la lejanía de Nueva York. Y uno de esos proyectos es precisamente el de repensar el trabajo del Caribe, desde el otro Caribe que ha surgido en Miami, y en conversas con los colegas, estudiantes y pensadores que viven el Caribe. Y es que Miami pone a uno en contacto inmediato con la precariedad de un Caribe que sobrevive el azote constante de los huracanes… Irma, María, Michael… un Caribe que se hunde literalmente bajo las aguas del mar que recupera costas, invade ciudades, y se lleva consigo los cuentos, vidas y anhelos de aquellos que insisten en vivir cerca de la orilla.
Es difícil volver a escribir sin una ruta clara. Pero Yemayá tira una rienda, que me lleva de regreso a pensar el Caribe, en conversación con un grupo de estudiantes del Departamento de Literatura Comparada de la Universidad de Puerto Rico. Esta columna es un intento de diálogo con el trabajo de ellos, y un intento de tirar mi propia rienda para regresar con ella a algún sentido de casa. Donde y como quiera que esta sea…
II. Encuentros: Conferencia West Indian Literature en la Universidad de Miami
Recientemente la Universidad de Miami fue la sede de la trigésimo sexta reunión anual de la conferencia sobre West Indian Literature (4-6 de octubre de 2018). Confieso que he asistido regularmente a la conferencia de la Caribbean Studies Association, la conferencia organizada por el Cuban Research Institute en Florida International University, así como a algunas de las reuniones de la Caribbean Philosophical Association, así como a un sinnúmero de conferencias de tema caribeño organizadas en varias instituciones universitarias en Estados Unidos. De hecho, la primera vez que visité la Universidad de Miami fue cuando asistí a una de las reuniones de la Caribbean Philosophical Association. Pero nunca había asistido a la West Indian Literature Conference.
Evidentemente, surgen muchas preguntas sobre cómo y porqué se me ha hecho posible sobrevivir como caribeñista sin siquiera plantearme la necesidad de asistir por lo menos una vez a esta conferencia, o a foros similares en los últimos 25 años. Una de las respuestas a esta interrogante es penosa, pero requiere ser enunciada: nosotros los que estudiamos el Caribe hispánico no nos sentimos parte de los West Indies y viceversa… Los “West Indians” ven al Caribe hispano como una suerte de recinto remoto, los caribeños en español con dificultad logramos conectar a Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana… y muchos ni siquiera sabemos cómo entrarle al caso de Haití o Jamaica… para completar con el cuadro de las llamadas “Antillas mayores”. En Rutgers, donde enseñé hasta hace muy poco en el Departamento de Estudios Latinxs y Caribeñxs, también confrontamos esta división lingüística y racial en nuestros caribes. Aunque New Jersey tiene una comunidad que se identifica con el apelativo de West Indian, y aunque Rutgers tiene una West Indian Student Organization (WISO) fundada en el 1973 que está bastante activa, muchos de estos estudiantes caribeños se sienten excluídos de proyectos en los que se estudia al Caribe hispano o a programas que vinculan las diásporas caribeñas con la experiencia de los latnixs en los Estados Unidos. Y uno de los obstáculos más visibles para la colaboración de programas de estudios del Caribe hispano y los estudios de los West Indies son las diferencias étnicas que se traducen a través de barreras idiomáticas y raciales. Pero me atrevería a decir que la barrera racial es la más pesada. La realidad y percepción de que los caribeños hispanos se conciben y se piensan como blancos sugiere que la barrera idiomática no es el factor decisivo en esta separación entre nuestras comunidades. Después de todo, los alumnos del Caribe francés tienden a gravitar hacia circuitos similares a los que habitan los alumnos procedentes del Caribe inglés. En Rutgers, muchos de los alumnos que se identifican con el apelativo de West Indian prefieren tomar cursos en el departamento de Africana Studies o de Inglés, los caribeños hispanos transitan a menudo por el Center for Latino Arts and Culture (CLAC), mientras que WISO está adscrita al Paul Robeson Cultural Center, el centro cultural africanoamericano. Nunca olvidaré el comentario de un alumno de Jamaica, quien observó que para él y sus amigos, el departamento era un espacio de hispanos y blancos. De modo que por un lado está el tema del racismo de los caribeños hispanos, y por el otro el rechazo del español como lengua cada vez más presente en las calles de las ciudades estadounidenses. Poco a poco, y tras el esfuerzo de varios colegas trabajando en Afro-Caribbean y Afro-Latino Sudies, estas resistencias empiezan a ceder. Pero estas fisuras nos recuerdan que el legado colonial del Caribe, y sus persistencias racistas, a veces son más fuerte que barreras históricas y lingüísticas.
El West Indian Literature conference ha replicado algunas de estas fronteras internas que caracterizan el campo de los estudios caribeños. Por una parte, dada la centralidad del tema literario, y dada la predominancia del inglés, el grupo de colegas que asiste a estas conferencias tiende a responder a estos intereses disciplinarios y lingüísticos. Este año, sin embargo, las organizadoras, Patricia Saunders y Donette Francis, comenzaron a ampliar la mirada disciplinaria y el elcance lingüístico de la conferencia. Por una parte, las organizadoras invitaron plenaristas como Elizabeth De Loughrey (UCLA) y Lizabeth Paravisni Gebert (Vassar), reconocidas pensadoras en el campo de “Enviromental Humanities” para enmarcar las conversaciones sobre el Caribe a partir de los problemas compartidos como resultado de los cambios climáticos provocados por la actividad humana en el planeta. La conferencia también invitó a Sophia George (Universidad de Miami) una plenarista que estudia el cáncer desde la perspectiva genética, y cuyo trabajo analiza la incidencia de ciertas mutaciones genéticas vinculadas al cancer del seno y el ovario en el Caribe.
Esta conferencia también incluyó un evento que nos permitió aprovechar la cercanía de Miami con el mar. Me refiero al performance de la poeta, ensayista y novelista M. NourbeSe Philip en colaboración con los músicos Joshua Gosselin and Sam Hart, y Yanique Hulme, bailarina y profesora de la Universidad de los West Indies en Cave Hill, Barbados. Este performance fue en realidad un “Living Memorial” dedicado a recordar a los 133 esclavos africanos que fueron lanzados por la borda del barco esclavista inglés Zong en 1781 para cobrar el seguro y con el pretexto de que sólo asesinando a estos esclavos se aseguraba que la embarcación no se quedaría sin agua potable antes de finalizar su viaje. La masacre ha sido rememorada en múltiples narrativas y obras de arte, tales como la pintura del artista J. M. W. Turner titulada The Slave Ship (1840) y el poema de M. Nourbese Philip, Zong! (2008), que fue el pre-texto del performance realizado en el Historic Virginia Beach Key Park durante el atardecer del jueves 4 de octubre del 2018.
Lo interesante de esta lectura de poesía y performance es que las organizadoras de la conferencia desplazaron los paneles de la tarde del jueves 4 de octubre a la playa. Y he aquí otro de los momentos extrañamente familiares de este evento. En mis veinticinco años asistiendo a conferencias de estudios caribeños, nunca había sido convocada por el evento mismo a ir al mar. Todo lo contrario: la playa era usualmente parte de la conferencia, pero como escape a los paneles, o como momento turístico personal. Las organizadoras de la conferencia de Miami nos invitaron a juntar esos dos espacios, y un poco más.
Y es que la playa misma a la que nos desplazamos recuerda nuevamente las fallas raciales de los imaginarios caribeños. La Conferencia de literatura caribeña en Miami nos llevó al Historical Virginia Key Beach Park un parque y playa que hoy se encuentran muy cerca del downtown en Miami, pero cuya historia está vinculada con la segregación racial en Estados Unidos.
En Miami, como en muchas ciudades y pueblos en Estados Unidos, no se permitía que los africanoamericanos, ni los hispanos de tez oscura, entraran a las playas de los “blancos”. En la década del cuarenta, un grupo de residentes negros empezaron a entrar a las playas públicas para nadar y disfrutar de las facilidades. Miami, como centro turístico, trató de evitar escándalos asociados con tensiones raciales y designaron esta playa como reservada para la comunidad ngra. De ahí que 1945 y hasta el fin del período de la segregación, Virginia Beach fue la única playa designada como “Colored Beach” en Miami Dade County. Cuando la playa se designó como una playa para la comunidad negra, no existían las carreteras y puentes que hoy la conectan con Miami. Por lo tanto, aunque la comunidad negra tuvo su playa (“separate but equal”), tal “logro” estubo limitado por la dificultad de acceso a la costa (“separate but not equal”). Sintomáticamente, el caso de la playa de Virginia Beach dramatiza perfectamente cómo igualdad y acceso siguen siendo el eje principal para comunidades marginadas, que pueden tener derechos a la vida, la libertad o el “pursuit of happiness”, como versa la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, pero el problema está en el acceso a esos derechos inalienables.
Una vez terminó legalmente la segregación racial en el sur, Virginia Beach sufrió deterioro por falta de fondos públicos y abandono, y la ciudad cerró la playa al público en 1982. Cuando la ciudad volvió a interesarse en la zona para desarrollarla como centro turístico, la comunidad negra, con aliados blancos ambientalistas, lucharon por conservar la playa como un parque histórico. El parque fue renovado como un centro histórico para rememorar la historia del sur de Miami y reabrió en 2008. Pero a pesar de las renovaciones, y de que la playa hoy está abierta al público en general, el legado histórico de la segregación mantiene esta playa como un tesoro escondido de Miami para la mayoría de la población blanca, incluyendo los latinos de tez clara que constituyen la mayoría de la poblazión en la zona. Esta playa fue el espacio en el que se llevaron a cabo dos paneles de escritores caribeños y el “Living Memorial” a los seres humanos asesinados en la masacre de Zong.
El servicio de recordación fue al mismo tiempo una lectura de poesía y un performance. Mucho se podría comentar sobre el texto mismo sobre el que se fundamentó el evento, el largo poema de M. Nourbese Philip en el que se señalan al mismo tiempo los vacíos del archivo histórico y literario ante la experiencia negra en el Caribe y las Américas, la imposibilidad de relatar lo ocurrido y la inconmensurabilidad de una masacre. Dejo los comentarios literarios y de teoría del performance para otra ocasión…
Lo que me interesa comentar especialmente es cómo el espacio—tema central de la conferencia entera, dedicada al concepto de Arjun Appadurai de los “scapes”— y la presencia física de los los asistentes y participantes a la conferencia transformó el modo en que rememoramos la pérdida. El performance comenzó a la orilla del mar, justo antes de la puesta del sol. Espacio y temporalidad eran centrales para lograr la sensación de recuerdo, rememoración y visita que se invocaron en ese momento. Las organizadoras de la conferencia proveyeron camisetas blancas a los presentes para invocar la luz, y ejemplares del libro con el poema del cual leía la poeta. Parados en un semicírculo creado por un hilo del cual nos agarrábamos, todos compartíamos una sensación de equívoco, confusión, desorientación, recuerdo y pérdida.
Otro detalle importante es que esta lectura dramatizada del poema incluyó muchos momentos de improvisación. No había una ruta clara, ni un modo exacto de participar. El acto de recordación era un invento, una recreación, un intento de recuperar detalles, saberes, cuerpos, perspectivas, pensares y saberes en el fondo desconocidos para la los participantes. Era imposible entender la totalidad de lo que se enunciaba en la lectura, ni siquiera era posible descifrar el orden mismo de la lectura. Pero a través del hilo que nos conectaba a todos, y de las flores blancas depositadas en el mar con el que terminó el acto de recordación, e incluso a través de las luces tenues del sol que se aproximaba a la puesta y al fin del día, la ceremonia completa cobró sentido. Algunos de los presentes contemplaban el mar, enmudecidos… otros se abrazaban y lloraban… y otros se desbandaban en conversaciones privadas y sonrisas. Rememorar la masacre fue un modo de marcar una pérdida irreparable, pero no por eso carente de sentido. Y ese, diría yo, que fue el regalo más importante de esta tarde junto a Yemayá en Miami.
III. Coyunturas
Como dije antes, en la convocatoria de la conferencia se hizo un esfuerzo concertado por atraer más participación de colegas del Caribe hispano, y de los otros Caribes (continental, francés, holandés, diaspórico, ….). Por ejemplo, en colaboración con Katerina González Seligmann (Emerson College), organizamos una serie de paneles invitando a varios colegas del Caribe anglo e hispano a dialogar sobre la Confederación Caribeña en el Siglo 19 y el West Indian Federation a mediados del siglo veinte. La conferencia también sirvió como cede de una reunión de trabajo para un grupo de colegas provenientes de 10 países diferentes en el Caribe para pensar en la posibilidad de crear una iniciativa de investigación colaborativa, tema sobre el que puede que escriba en el futuro.
Mi mentora, colega y amiga María Elena Rodríguez Castro, por su parte, invitó a un grupo de estudiantes graduados del Departamento de Literatura Comparada de la Universidad de Puerto Rico a presentar sus trabajos sobre el Caribe como parte de un panel de la conferencia. Me gustaría dedicar el resto de este ensayo a comentar estas presentaciones, para aceptar la invitación al diálogo sobre el rol de los métodos de la literatura comparada y sus posibilidades y desafíos en el estudio del Caribe.
El panel organizado por los estudiantes graduados de la Universidad de Puerto Rico llevaba el título de “Caribbean in Crisis: Clashing Identities in the Postmedia Landscape” y propone una exploración de cómo las políticas de la identidad y la media configuran, posibilitan y traducen el concepto de crisis en el Caribe. Las presentaciones incluyeron estudios sobre representaciones mediáticas del discurso del “palantismo” boricua en el video musical de la banda Hurray for the Riff Raff, la crisis ambiental en Vieques, la recepción de un documental sobre la relación entre los oficiales de la ley y la prensa durante la huelga de la Universidad de 2011 filmado por Alexandra Rodríguez Sierra, la articulación de la identidad que se propone en la representación literaria del personaje del “Midnight Robber”, rey del carnaval en Trinidad, y el performance corporal de la incomodidad e indisciplina en un video musical de Rita Indiana Hernández. De entrada el panel plenatea dos preguntas complementarias a las que me gustaría regresar tras discutir cada uno de las presentaciones: 1. ¿cómo se define el Caribe en el contexto de un estudio comparado sobre representación y crisis? y 2. ¿cuál es el rol del comparatismo como posible método para complicar nuestra definición del Caribe? Regresaré a estas preguntas en el cierre de este ensayo, pero ahora me gustaría comentar cada presentación individualmente.
La primera presentación de Denise Joan Salas Pitre se titula “The Ravages of War: Environmental Devastation and Spectacle in Vieques” y analizó la contaminación ambiental en Vieques, especialmente tras la retirada de la Marina de los Estados Unidos. Salas Pitre nota que uno de los problemas centrales para estudiar este caso es la ausencia de crónicas que documenten detalladamente las condiciones de la isla y los problemas de salud y ambientales que permanecen aún hoy después de la salida de la Marina de Vieques en el 2003. ¿Cómo recordar aquello que no está documentado en crónicas o archivos? Para contestar esta interrogante, Salas Pitre recurre a websites, un documental de Juan Dávila y las entradas de páginas turísticas para recoger información sobre lo que está pasando en la Isla Nena en el presente. Salas Pitre nota la ironía de que tras la salida de la Marina estadounidense de Vieques la administración de la isla pasó al Departamento del Interior y se reclasificó como un refugio natural bajo el control del U. S. Department of Fish and Wildlife. Aquí sería interesante explorar los paralelos entre el caso de Vieques y el de otras islas coloniales que han sido bases militares, pues Craig Santos Pérez, poeta de Guam residente en Hawai’i, ha notado la complicidad que existe entre los refugios naturales y la militarización colonial insular en su artículo “Blue-washing the Colonization and Militarization of ‘Our Ocean.’” Irónicamente, según Santos Pérez, los refugios naturales, invocados para proteger al paisaje (flora, fauna, cuerpos de agua), no extienden las mismas protecciones a los habitantes de estas islas deterioradas por los experimentos militares. La tensión entre zona turística, refugio natural y zona de desastre ambiental se analizan desde el lente de la teoría del espectáculo de Guy Debord, como estrategia que visibiliza el horror pero desensibiliza a la audiencia que recibe las noticias sobre la crisis en la isla. ¿Cuál es el rol de la representación documental, historica, testimonial y visual en esta espectacularización de Vieques? Y ¿cuáles son alternativas para resensibilizar al público sobre la urgente situación de la isla y de sus habitantes?
En “Poetics of the Remnants: Precariousness and Productivity in the Music Video Pa’lante”, Atabei Rivera Mirabal, medita sobre el video musical Pa’lante (2018) de la banda puertorriqueña de Nueva Orleans Hurray for the Riff Raff y el discurso del echapalantismo en Puerto Rico. La presentación de Rivera Mirabal ofrece una contextalización interesante al vincular el echapalantismo en Puerto Rico con los legados coloniales que han forzado a los habitantes del país a migrar masivamente desde la primera mitad del siglo veinte hasta el presente. La yuxtaposición del palantismo actual con el documental de Iris Morales, Palante, siempre palante! The Young Lords (1996), y la conexión que se establece con la historia económica de la isla, enriquece las posibles conceptualizaciones de otros discursos que hacen eco de la lucha constante de los boricuas por sobrevivir desastres naturales como el huracán María, y desastres económicos y políticos como la deuda y el colonialismo. Un ejemplo reciente de ese discurso se resume en la frase “Estamos bien…”, sobre la que escribió una meditación bastante temprano Rígel Lugo en este mismo foro http://www.80grados.net/estamos-bien/), y que recientemente se ha popularizado en el single de Bad Bunny del mismo título que salió el 28 de junio de 2018. Sin embargo, el relato de la familia diaspórica y su trasunto heteronormativo abren interrogantes muy importantes que sería interesante estudiar con más detenimiento. ¿Qué otros tipos de imaginarios se hacen posible cuando fracasa la utopía de la familia nuclear heterosexual? ¿qué otros tipos de asociación colectiva se articulan en este video que van más allá del imaginario de las ficciones fundacionales (Doris Sommer), que no parecen poder dar cuenta de esas poéticas del fragmento que predominan en los imaginarios coloniales y decoloniales en Puerto Rico?
Pa’lante (2018) de la banda puertorriqueña de Nueva Orleans Hurray for the Riff Raff
La tercera presentación estuvo a cargo de Jean M. Vallejo González, “Towards a Phenomenology of Documentary Consciousness: Politics of Reception in the Puerto Rican Short Film Tipos de Prensa”, propone un análisis de un documental corto de Alexandra Rodríguez Sierra sobre la tensa intersacción entre la prensa y la policía durante la huelga estudiantil de 2011. Vallejo González se pregunta por la necesidad de una fenomenología que permita analizar el contexto de la “representación” durante la huelga universitaria a partir de las tensiones y relacionalidad entre noticia y testimonio. En un deseo de correlacionar el ego y la materialidad de la experiencia política, la fenomenología ofrece un método al acto de recordar desde la mediación de la representación y de la participaron en el proceso de producción del documental. Parecería que Vallejo González explora en esta presentación las aporias de la trascendencia y la materialidad en contextos políticos muy contenciosos. Un aspecto interesante de este documental es que la documentalista abandona el rol de observadora silenciosa cuando su cuerpo se ve implicado en el escenario que documenta. Vallego González explora toda una serie de preguntas sobre el género del documental y su recepción, y surgen preguntas adicionales a partir de su meditación: ¿qué rol desempeñan en esta meditación la relacionalidad e interseccionalidad entre ideología y afectividad? ¿dónde queda el ímpetus colectivo —tan complejo y muchas veces fallido— en el proceso de representación que se propone en el documental de Rodríguez Sierra? ¿Qué trabajo hace el filme, vs. el testimonio, vs. el recuerdo en estos casos?
Alexandra Rodríguez Sierra, Tipos de prensa (2012).
La próxima presentación, a cargo de Karen M. Serrano Maldonado, sale de Puerto Rico para explorar el performance de la identidad en el carnaval en Trinidad y Tobago. En “Halfpoints: Identity Through the Carnival Performance in Nalo Hopkinson’s Midnight Robber” Serrano Maldonado explora varios “layers” en el proceso representativo del carnaval y la ficción. Primero, la estuidosa explica el significado del carnaval de J’Ouvert en Trinidad y Tobago, y el rol que tiene el Midnight Robber, uno de los personajes típicos de este carnaval de raíces negras e indias creolizadas en el Caribe inglés. Luego, el análisis se centra en la feminización subversiva de este personaje en la novela Midnight Robber (2000), de la escritora jamaiquina Nalo Hopkinson, reconocida por su trabajo con la ciencia ficción caribeño y el afrofuturismo. Pero el Midnight Robber en la novela lo ocupa Tan-Tan Habib, personaje cuyo nombre tiene una raíz árabe complica los relatos de diásporas africanas en el Caribe. La tensión entre sci-fi, afrofuturismo, las figuras míticas como las Douens con sus pies apuntando hacia atrás —tan parecidas a las Ciguapas dominicanas nos invitan a reconfigurar los imaginarios del carnaval y el folklore caribeño en las coordenadas del futuro en vez del pasado. Esta presentación también me deja con varias preguntas: ¿qué tipo de intervención hace Hopkinson con temas como el Middle Passsage, el colonialismo y decolonialismo, y los saberes caribeños en un contexto que excede las meta narrativas de la nación y la modernidad? ¿qué le ocurre a la santería y el animismo cuando se equipara con dispositivos de inteligencia artificial? y ¿cómo se resignifica el performance ritual en las comunidades translocales, diaspóricas y creolizadas del Caribe?
Joel Morales Rolón, estuvo a cargo de la última presentación, titulada “The Right to Appear: The Performance of Discomfort and the Embodiment of Indiscipline in Rita Indiana’s “El castigador”. Aquí Morales Rolón analiza el video musical de Rita Indiana Hernández, “El castigador” (2017). Retomando el escenario de la protesta, pero esta vez desde la música de protesta, el video de Rita Indiana se analiza a partir de su articulación de una narrativa fragmentada en la que se alude a corrupción, pobreza y abuso colonial en el Caribe, y en específico en la República Dominicana. Uno de los argumentos más interesantes de esta presentación es el interés en explorar más a fondo el vínculo entre creolización y la renuncia a la normalidad/normatividad, tema central en la obra de Rita Indiana. La imbricación de elementos afro-antillanos, indígenas y europeos cuestiona algunos de los conflictos tradicionales de estos discursos culturales no blancos con el imaginario criollo blanco hegemónico en el Caribe hispano. Pero surge la pregunta del rol que juega el género sexual, y la representación de la masculinidad y femineidad en este video. ¿Son subversivos los gestos genéricos del texto? ¿qué rol desempeña el género en los niñxs que aparecen en el video? ¿qué trabajo hace o no hace el video con la temporalidad cuando parea fuerzas ancestrales indígenas y niñez negra en un proyecto del colectivo del Caribe? Y por último, ¿qué aspectos de esta indigeniedad y negritud son específicos del caso haitiano y dominicano y qué aspectos son extrapolables al caso del caribe hispano, el Caribe inglés, el Caribe francés, los West Indies?
Rita Indiana Hernández, “El castigador” (2017)
Me gustaría concluir este ensayo estableciendo diálogos entre las cinco presentaciones retomando las preguntas centrales del panel que identifiqué antes, sin olvidar mis comentarios iniciales sobre las tensiones internas e imposibilidades del estudio de los West Indies, el Caribe hispano, y los distintos caribes dentro de la misma categoría interdisciplinar de los estudios caribeños.
IV. Juntes
Cierro esta meditación sobre el panel “Caribbean in Crisis: Clashing Identities in the Postmedia Landscape” con una pregunta disciplinaria y otra metodológica que mencioné antes:1. ¿cómo se define el Caribe en el contexto de un estudio comparado sobre representación y crisis? y 2. ¿cuál es el rol del comparatismo como posible método para complicar nuestra definición del Caribe?
Creo que la respuesta a la primera pregunta me puede servir de pretexto para repensar las interrogantes con las que abrí esta intervención, cuando pensaba sobre las divisiones internas de los diferentes Caribes articulados en nociones como Caribe y West Indies, y a partir de mis experiencia con los Caribes encontrados en Miami. De primera instancia me parece muy interesante que el panel que he reseñado piensa las diferentes alianzas y entrecruces en los Caribes a partir de la crisis, precariedad y catástrofes recientes en la región. Los colegas de la Universidad de Puerto Rico nos invitan con su panel a pensar en el junte entre Puerto Rico, República Dominicana, Jamaica y sus diásporas, y mi reflexión sobre Miami como parte del Caribe nos recuerda la importancia de pensar la zona más allá de las divergencias raciales y de la contraposición de lo insular y lo continental. Pensar los Caribes nos lleva a cuestionar los modelos nacionales tradicionales (pues el Caribe es una zona en que varios estados nacionales y colonias se relacionan), las nociones de autenticidad (porque muchas de las poblaciones hoy nativas en el proceso de crealización caribeño son translocales), e incluso los modelos de etnicidad ficticia que animan los imaginarios colectivos modernos (¿qué etnicidad ficticia podemos decir que define a los Caribes? ¿será que ya el modelo de creolización empieza a agotarse para conceptualizar discursos culturales e identitarios en la zona?).
En mi trabajo más reciente he estado meditando sobre la posibilidad de pensar el Caribe como zonas archipelágicas (entendidas como redes de nodos que actúan en concierto, para recordar la iluminadora formulación de Godfrey Baldacchino en su ensayo “More than Island Tourism”) que me permite reconectar el Caribe con toda una serie de posesiones coloniales de ultramar que comparten procesos históricos de colonialismo extendido (Martínez-San Miguel, “El archipiélago pluriversal”). Sin embargo, permanece abierta la pregunta sobre cómo visibilizar, historizar, comprender e interrogar las tensiones internas entre los diversos Caribes. El panel de los colegas de Literatura Comparada propone la crisis, el colonialismo, y la condición de precariedad como denominadores comunes que permite invocar un solo Caribe a pesar de las barreras lingüísticas y raciales. Sus presentaciones también sugieren el rol del trabajo crítico con los medios masivos de representación —la ficción, el video documental, el video musical— en un momento que se puede catalogar como post-media, ante la avalancha desarticuladora del social media. Si la representación y representatividad no desaparecen, ¿cuál es su rol en momentos de crisis contemporáneos?
La segunda pregunta crucial que se planteó en este panel, y en el formato de la conferencia de West Indian Literature, es el tipo de trabajo que puede hacer el comparatismo como método de producción de conocimientos y el tipo de limitaciones que este método presenta para el trabajo descolonizador en el Caribe. Por una parte, es innegable que la Literatura Comparada como disciplina parte de premisas profundamente primermundistas y eurocéntricas, pues la disciplina se institucionaliza a partir del deseo de pensar la literatura mundial desde la perspectiva inter-nacionalista europea. Por otra, hay ya un trabajo decolonial sobre la disciplina que cuestiona la epistemología comparada y evidencia su complicidad con procesos de expansión imperial en los que se reifica la otredad de ciertas lenguas y regiones. Para confirmar como tal proceso aún es predominante basta con revisar el cánon de los textos y lenguas que se conciben como “teoría literaria” en nuestra profesión. A pesar de las grandes trasnformaciones del campo, lo cierto es que todavía pensamos más con teóricos primermundistas publicados en las lenguas globales, y mucho menos con teóricas que piensan en lenguas y lugares mucho menos conocidos en debates hemisféricos, globales, trasnacionales. La aspiración a poder comparar modos de representación, géneros literarios, o pensar que uno puede entender un tema en diferentes tradiciones nacionales o lingüísticas presupone un saber absoluto (o global) que en muchos casos se articula desde la perspectiva privilegiada del primer mundo y en lenguas de circulación “mundial”.
En ese contexto, resulta urgente desmontar las premisas excluyentes y los puntos ciegos del método comparatista. En su ensayo titulado “On Comparison: Who is Comparing What and Why,” Mignolo identica las premisas imperiales, eurocéntricas y nacionalistas de la Literatura Comparada como disciplina y propone otros modelos para aprender por medio del análisis de distintas manifestaciones culturales, periodos o temas que se piensan desde el contacto, interacción o relación: “But what if, in trying to compare two or more entities, we attempt to relate them? What would be the consequences of relating instead of comparing? (Mignolo 112). Mignolo utiliza la noción de la frontera elaborada por Anzaldúa como método alternativo. Este gesto es importante porque ubica a una pensadora chicana en el centro de un modo de pensamiento y de producción de conocimiento que transforma los estudios latinoamericanos y coloniales. En este caso, campos supuestamente “menores” (los estudios étnicos, el pensamiento feminista y queer) transforman campos de saber y disciplinas supuestamente más establecidas. Ojo, que la conversación inter-disciplinaria que aquí se propone sigue centrada en Estados Unidos, pero al menos el énfasis se pone en lxs otrxs invisibilizados por el proyecto de expansión imperial estadounidense.
La segunda propuesta que me interesa comentar brevemente aquí es la de Juliet Hooker, incluida en su libro Theorizing Race in the Americas (2017):
As a number of scholars have noted, comparison is rarely neutral. […] Most centrally, however, there is also often an implied evaluative aspect of comparison, whereby it becomes an exercise in ranking. […] I propose the concept of juxtaposition as a methodological alternative to comparison. By definition juxtaposition places two disparate objects side by side, and it is by being viewed simultaneously that the viewer’s understanding of each object is transformed. […] The various elements on stage thus do not appear to be speaking directly to each other, but by being viewed side-by side a relation between the pieces is revealed that would not be apparent if they were staged separately and sequentially. Juxtaposition thus allows us to ask: What happens when thinkers and traditions are viewed as disparate are staged as proximate, what insights are revealed? (11-13)
La propuesta de Hooker es la de poner tradiciones y pensadores en contacto, lado a lado, para ver cómo este método cuestiona la jerarquía de la comparación. Al poner objetos y sujetos unos al lado de los otros, ocurre una interacción en el pensamiento que transforma los dos discursos, prácticas, ideologías… y se produce así otro modo tipo de conceptualización sobre el cómo se hace posible el conocimiento.
Me atrevo a proponer que el panel que he reseñado, los enclaves diaspóricos transnacionales como Miami, y las reuniones sobre estudios caribeños en los que se exploran las tensiones y contra-dicciones (para recordar el concepto tan provocativo elaborado por Lorgia García-Peña en su libro The Borders of Dominicanidad) del Caribe, así como sus puntos de convergencia, todas apuntan a la necesidad de concebir el proceso de producción de conocimiento más allá de los binarios sujeto pensador y objeto de estudio, y más allá del simple ejercicio de comparación en el que permanecen intactos los objetos de estudios que se contraponen. Los Caribes, como zona, concepto y disciplina casi nos obligan a hacer ese tipo de “juntes” que transforman sistemas completos de conocimiento ya institucionalizados y establecidos. Y, ojo, que no estoy proponiendo que este tipo de articulación epistémica sea única de los estudios caribeños. Lo que estoy sugiriendo aquí es que estas meditaciones con la frontera, la relación glissantiana, la yuxtaposición, coyuntura y junte resultan necesarias para trabajar con esos muchos Caribes a partir de los cuales se configura el campo de estudios caribeños contemporáneos. Una pregunta que me queda… sin embargo, es si este tipo de intervenciones metodológicas, disciplinarias y epistémicas pueden a su vez transformar espacios más institucionales de conocimiento, como los métodos disciplinarios que operan en los estudios literarios, históricos, sociológicos y filosóficos, entre otros. Esta es la tarea que queda pendiente por examinar, y quizá aún por hacer.
V. …
Esta es mi primera columna después de la complicada travesía entre New Jersey y Miami. Es la primera columna después de un segundo deceso. Es la primera columna después de que todo se vino abajo y quedó solamente el vector de la jornada que terminaba en el espacio abierto e inconmensurable de la mar.
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Algunas obras citadas:
Anzaldúa, Gloria. Borderlands/La frontera. San Francisco: Aunt Lute Press, 1987.
Appadurai, Arjun. Modernity at Large: Cultural Dimensions of Globalization. Minneapolis: University of Minnesota Press, 1996.
Bad Bunny. “Estamos bien” 28 de junio de 2018. https://itunes.apple.com/us/album/estamos-bien/1404134120?i=1404134838
Baldacchino, Godfrey. “More than Island Tourism: Branding, Marketing and Logistic in Archipelago Tourist Destinations.” Archipelago Tourism: Policies and Practices. London: Routledge, 2015. 1-18.
“Ciguapa.” https://en.wikipedia.org/wiki/Ciguapa
Dávila, Juan C., David Vega, Tito Auger, Norma Burgos and Juan Camacho Moreno.
Vieques: una batalla inconclusa. Aguada, Puerto Rico : Frutos Fílmicos, 2016.
Debord, Guy. Society of Spectable. Detroit, [Michigan] : Black & Red, 2016, 1983.
“Douen”. https://en.wikipedia.org/wiki/Douen.
Hernández, Rita Indiana. “El castigador” (2017). https://www.youtube.com/watch?v=9-J_n1H2qT4
García-Peña, Lorgia. The Border of Dominicanidad: Race, Nation and Archives of Contradiction. Durham Duke University Press 2016.
Glissant, Édouard. Poetics of Relation. Ann Arbor: University of Michigan Press, 2010.
Hooker, Juliet. Theorizing Race in the Americas: Douglass, Sarmiento, Du Bois and Vasconcelos. New York, NY : Oxford University Press, 2017.
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