Enseñanza musical en Puerto Rico, un reto en busca de retadores
Lo mismo ocurre con otra letanía como: “la música es el lenguaje universal “que ni es un lenguaje en su totalidad ni es universal. En fin, desde la misma portada comienza el recorrido por las fauces de un libro que promete descubrimientos insospechados.
La distribución de su contenido promueve la investigación como tarea ineludible de un buen docente. La compilación de 136 documentos es la aportación que Allende utiliza como invitación a su inspección con la esperanza de que arroje luz sobre la misión de un docente-músico en nuestra isla. Las treinta y seis páginas que anteceden el número uno arábigo de su primer documento recomiendan una lectura profunda tanto de las fotos como de los escritos que ocupan las siguientes cuatrocientas cincuenta y dos. Parte de la historia del ejercicio docente de la música en Puerto Rico es descubierta a través de imágenes, documentos oficiales, misivas, órdenes militares, carteles de publicidad, convocatorias laborales, crónicas de actividades musicales, reflexiones pedagógicas, informes de los primeros comisionados de educación y las cartas circulares publicadas por el más reciente secretario de educación de nacionalidad puertorriqueña Es decir, una gran cantidad de material a la espera de que se transforme en nuevo conocimiento para investigadores, profesores y aspirantes a la profesión de la docencia en tiempos de deconstrucción de los saberes.
Luego de escudriñar con interés muchos de los documentos expuestos en este volumen le aseguro al lector el advenimiento de inquietudes que hasta el momento posiblemente no le habían aflorado. No debe sorprender este hecho pues en instituciones académicas tan prestigiosas como la Universidad de Oxford en el Reino Unido existen investigaciones sobre el caso de Puerto Rico y sus inmensas dicotomías. Ciertamente, si Puerto Rico ha tenido que subsistir en una sociedad miope por tanto tiempo no debe ser motivo de asombro que su historia sobre la docencia musical tenga la misma base. Si tenemos que escoger entre dos himnos, dos banderas, dos métodos de la enseñanza de la audioperceptiva musical, dos sistemas de armonía, dos aseveraciones sobre una misma nota musical, estilos musicales híbridos, entre otras decisiones, esta publicación acompaña como referencia para el cada día de un maestro-músico al frente de un estudiante o de varios.
La lectura del libro me recordó la pregunta que el educador musical británico Keith Swanwick hace en su libro Música, pensamiento y educación, ¿Cuál es el propósito de nuestra función docente? ¿Enseñar música para reinterpretar la música o para crear nuevas experiencias? A eso añado, ¿El desarrollo de la inteligencia creativa está en mi propuesta docente musical?
Luego de una revisión bastante adentrada en el texto comienza un decrescendo hacia una reflexión sobre el material estudiado. Podría parecer una nimiedad el documento 133 que incluye el anuncio del grado de maestría en música y educación musical conferido por la Universidad de Columbia a la Profesora María Luisa Muñoz, primera directora del programa de música escolar del departamento de educación a principios de siglo XX. Sin embargo, no es poca cosa el dato de que la mayoría de los comisionados de educación adscritos a Puerto Rico obtuvieron sus grados académicos en la misma institución o en el Teachers Collage de la Universidad de Nueva York. Por consiguiente, el que el producto musical y pedagógico de la insigne maestra este cargado de toneladas de argumentos ideológicos que aun influencian el panorama musical de muchas de las escuelas primarias de nuestra isla no es una sorpresa. Sin no han leído De margarita al cumbanchero, obra previa del Dr. Noel Allende Goitía, les invito a completar información valiosa alternando ambos libros. Por otro lado, si alguien se animara a hacer una investigación sobre el pensamiento pedagógico-musical de la Dra. Muñoz y la gran maestra argentina Violeta Hemsy de Gainza tomando como base las similitudes en su formación universitaria estos textos deben ser referencia imprescindible.
Debo mencionar que el documento 134 me provocó un sabor agridulce en materia existencial y profesional. He ejercido la docencia musical por 31 años y nunca me había topado con el escrito del pastor, teólogo, compositor y músico, entre otros saberes, Ángel M. Mergal. Seguramente muchos de mis momentos de reflexión pedagógica hubiesen sido alegremente degustados sabiéndolo cayeyano, como yo, y pionero de una propuesta de avanzada para la enseñanza de la música en el país. Que muchas veces los residentes de una colonia como la puertorriqueña buscamos respuestas que nos vienen con mensajes descontextualizados producto de su procedencia extranjera en menoscabo de lo nuestro. Confieso que por mi condición de colonizado y consiente de mi procedencia volví a tropezar con este estado existencial y Mergal me reclamó su espacio a través de su escrito. No obstante, no puedo prometer no caer de nuevo pues la lucha por la descolonización de la música y su docencia en Puerto Rico no tiene pausa. Por lo pronto me declaro culpable de haber leído a Platón, Aristóteles, Anahorian, Aretz, Reimer, Koellreutter, Hemsy de Gainza, Schaffer, Elliott, Green, Jorgensen, Willems, Adorno, Bartok, entre otros antes que a este ilustre puertorriqueño.
Detenerse y rebuscar en este archivo portátil será de gran apoyo para la crítica fundamentada de las aportaciones músico pedagógicas de autores como Kodaly, Orff, Dalcroze y Suzuki para observarlas como herramientas de trabajo y no como recetas de éxito en el aula. No hay sistema venezolano de orquestas, bandas de marcha estadounidenses o propuestas comerciales como el kindermusic que nos muestren la ruta definitiva hacia la satisfacción de nuestras necesidades de expresión musical. Desde hace mucho existe una clase musical y magisterial con características variadas, pero consientes de las realidades nativas, este texto lo constata. Incluso antes del 98 y después de la llegada a la isla de Pablo Casals que, dicho sea de paso, su estancia solo respondió a necesidades muy personales bien subsanas por el gobierno de la época. Más bien su legado se ciñe a la enseñanza para la música, lejos de la misión por la música que requiere la buena educación que se merece un pueblo como el nuestro.
Podemos establecer que la musicalización de nuestra población escolar y ciudadana va más allá de una institución. Muchas de la iconografía presentada en este volumen II ejemplifica la limitación que ha sido proponer una enseñanza de la música desde un ámbito de la ejecución instrumental o vocal por encima de cualquier otra experiencia musical provocada por acciones como la expresión corporal, la improvisación, la ecoacústica u otras por experiencias liberadoras y gestoras de sensibilidad sonora.
Debo agradecer al Dr. Noel Allende Goitia este meticuloso trabajo que será de beneficio para nuestra generación y las siguientes generaciones de docentes que tanto aquí como fuera podrán mostrar la cara de la enseñanza de la música que se gestó en nuestro país y que no permitirá prolongar más un devenir de cambios en tiempos de cambio.
Esta compilación de documentos pone al servicio de la investigación un tiempo que ya no se utilizará en el asecho de documentos de información más bien debe ser aprovechado para la reflexión, la tertulia y la divulgación más abarcadora. Allende ya desempolvó, recopiló y publicó todos estos documentos que salteados en sus respectivas plataformas sería casi imposible unirlos con la sapiencia de este investigador y provocador nato. Un texto que junto a su primer volumen deben ser parte obligada de nuestra la bibliografía profesional y patriótica.
Allende Goitía, Noel, (2018). La enseñanza de la música en Puerto Rico. Antología de documentos y lecturas para su estudio, Vol. II. Puerto Rico: Ediciones Clara Luz.