Haitianos en Puerto Rico en la década de los 80: historia, ficción y memoria
*Ponencia leída en la conferencia de la Asociación de Estudios Caribeños que se llevó a cabo en Haití del 6 al 11 de junio del 2016.
Quiero comenzar con dos epígrafes que me gustaría que orientaran mi meditación sobre el lugar de Haití en el imaginario antillano puertorriqueño. El primero viene del ensayo iluminador de Michel-Rolph Trouillot “An Unthinkable History: The Haitian Revolution as a Non-Event”, incluido en Silencing the Past:
The events that shook up Saint-Domingue from 1791 to 1804 constituted a sequence for which not even the extreme political left in France or England had a conceptual frame of reference. They were “unthinkable” facts in the framework of Western thought. […] The unthinkable is that which one cannot conceive within the range of possible alternatives, that which perverts all answers because it defies the terms under which the questions were phrased. (82)
El segundo epígrafe es de Thomas Kuhn, y proviene de The Structure of Scientific Revolutions:
The historian of science may be tempted to claim that when paradigms change, the world itself changes with them. Led by a new paradigm, scientists adopt new instruments and look in new places. Even more important, during revolutions, scientists see new and different things when looking with familiar instruments in places they have looked before. It is rather as if the professional community had been suddenly transported to another planet where familiar objects are seen in a different light and are joined by unfamiliar ones as well.
Me interesa poner en diálogo estos dos textos, para pensar en el lugar que ha ocupado Haití en el imaginario puertorriqueño, no sólo como punto de partida para meditar sobre la antillanía o caribeñidad de nuestro país, sino también para entender el rol que la historia e imaginación compartidas desempeñan en el proceso de esa caribeñización. Trouillot y Kuhn nos invitan a considerar los imponderables que nos llevan a transformar un campo, una disciplina, los modos de concebir la historia social y cultural, el hallazgo científico, e incluso las nociones de verdad. Este proceso de pensar lo impensable, de proveerle una definición a lo que carece de lenguaje establecido, es difícil en el caso de Haití y Puerto Rico como resultado de una memoria compartida que ha sido borrada o negada tanto por el eurocentrismo del pensamiento occidental como por las asimetrías de los colonialismos internos que complican las historias internas del Caribe insular. En ese contexto interno, quiero invocar aquí dos conceptos de Glissant —relation y pensamiento archipielágico— para pensar en las múltiples imposibilidades del imaginario Haití-Puerto Rico. Ese imaginario imposible está interrumpido en primer lugar por barreras de colonialismo no compartido (francés/español) y colonialismo compartido (Estados Unidos); por barreras idiomáticas; por barreras en la concepción de lo criollo/creole (que inciden en fuertes imaginarios raciales supuestamente divergentes) (Mazzotti, Murdoch); y por diferencias político estatales (Haití es la primera república del Caribe, Puerto Rico es todavía una colonia de Estados Unidos).
Pero aun por encima de esas diferencias se erige una historia compartida continuamente, por ejemplo en la centralidad de Haití en el imaginario de la confederación caribeña (Arroyo, Chaar-Pérez, Reyes-Santos), y en las estancias o visitas a Haití de Ramón Emeterio Betances, Pedro Albizu Campos, Inés María Mendoza y Luis Muñoz Marín, también en referencias literarias en la poesía negrista de Luis Palés Matos en los 1920 y 1930, en colaboraciones académicas interuniversitarias, y en iniciativas económicas en los 70 bajo la política de plantas gemelas propiciada por Estados Unidos (García Muñiz). La presencia y persistencia de Haití en la historia puertorriqueña es continua, y sin embargo resulta importante notar también la persistencia del olvido de nuestros vínculos con este país en el contexto de un imaginario puertorriqueño contemporáneo. Tan recientemente como el 21 de mayo de 2016, el escritor puertorriqueño Eduardo Lalo vinculó nuevamente a Puerto Rico con Haití al discutir la crisis económica de Puerto Rico como resultado de las políticas económicas imperiales que han privado a la Isla de una economía local pujante y autónoma. Según Lalo en su artículo publicado en El Nuevo Día, Puerto Rico y Haití comparten historias paralelas como “territorios vitrina” del Caribe que han sido sistemáticamente empobrecidos por regímenes coloniales.
A mí me interesa regresar a un evento “olvidado” en Puerto Rico, la estadía forzada de prisioneros haitianos en el Fuerte Allen de Juana Díaz durante los años 1980-1982. Entre 1972 y 1981 llegaron a la Florida cerca de 50,000 haitianos que habían migrado a Estados Unidos huyendo de la dictadura de Jean-Claude Duvalier. Para desalentar esta inmigración masiva, los Estados Unidos crearon campos de detención donde se alojaba a los inmigrantes mientras se procesaba su deportación. El entonces gobernador de Puerto Rico, Carlos Romero Barceló, acordó con los Estados Unidos recibir 4,500 refugiados haitianos y cubanos, aunque al final sólo llegaron 794 haitianos a la Isla. Los refugiados haitianos fueron ubicados en el Fuerte Allen en Juana Díaz, un campo de detención donde los prisioneros sufrieron el clima tropical de esta zona casi desértica de la Isla, así como la privación de su libertad y la negación de sus derechos civiles y humanos. Un grupo de puertorriqueños de distintas ideologías políticas se organizó para ofrecer su solidaridad y protestar por la presencia del Fuerte y de los prisioneros haitianos. La batalla legal en favor de los prisioneros haitianos culminó con la liberación de los “refugiados” tras identificárseles un tutor o padrino en los Estados Unidos (Carmen Cila Rodríguez, artículo del 2011). Me interesa este momento porque es uno que ha sido cuidadosamente documentado y olvidado, pero en este evento se revivió la memoria compartida entre Puerto Rico y Haití a partir de su similar condición subordinada frente a las políticas inmigratorias de Estados Unidos. Comentaré brevemente tres instancias en las que esa memoria se consigna al mismo tiempo que se convierte en parte de un imaginario contemporáneo por una confederación caribeña y antillana.
I. Ana Lydia Vega, “La alambrada”, Encancaranublado (1983)
Haití y los haitianos aparecen representados ampliamente en la colección de relatos Encancaranublado, que Ana Lydia Vega publicó en 1983. “La alambrada”, sin embargo, es un texto desasosegante, diferente al resto de los cuentos en la colección. Primero, es el relato más breve de este libro. Segundo, es el cuento más lírico, y que más se distancia de la acción narrativa que caracteriza la mayoría de los cuentos de Ana Lydia Vega.
La acción es mínima. El relato cuenta la aparición súbita de la alambrada y la llegada de los “refugiados”. El referente es implícito, pues el cuento no alude directamente a los haitianos. El lector deduce el referente del cuento a través de su dedicatoria “—a los prisioneros del Fuerte Allen—.”
Llegaron poco a poco. De puñado en puñado. Hasta que no supimos ya cuántos había. Al principio veíamos pasar sus caras tristes. Sin equipaje entraban allá adentro. Algunos levantaban la mano para responder a nuestros gestos. O para protegerse del sol, quién sabe (75)
La voz narrativa se refiere a un nosotros que reacciona, siente, se solidariza con los refugiados que llegan a la Isla, pero en ocasiones ese nosotros relata en primera persona los sueños que tiene. En los sueños existe la posibilidad de comunicación y solidaridad con los prisioneros; en la realidad, la alambrada se erige como una barrera que separa el nosotros narrativo de los sujetos silenciados y negados en el Fuerte Allen.
De repente, la alambrada desaparece:
Nadie sabía cómo. Había debido suceder de día cuando no estábamos. El sol colgaba sobre el desierto anaranjado. Mis ojos rascaban el cielo. Canastas de frutas maduras pasaban sobre mi memoria.
Esperamos largo tiempo. No volvieron. En el suelo, los hoyos de los postes bostezaban de indiferencia” (77)
El cuento termina rápidamente. La voz narrativa descubre que la alambrada ahora rodea todo el pueblo:
Fue cuando me di vuelta para volver a la casa que vi la alambrada. Erguida. Apretada. Triplicada. Alrededor de nuestro pueblo.
Mi aullido se perdió en la uniformidad del canto que subía del desierto. (78)
El relato concluye con un aullido que nos recuerda el grito de Fanon exigiendo reconocimiento, según lo ha estudiado Nelson Maldonado-Torres en su libro Against War: Views from the Underside of Modernity. Al final del relato la voz narrativa reconoce la comunidad con los haitianos en su reclusión dentro de los entramados imperiales estadounidenses. Este cuento, más que una narrativa, es una meditación sobre la marca indeleble que dejaron los haitianos en la mentalidad decolonial puertorriqueña. Vega utiliza los sueños, la imaginación y el discurso lírico para consignar la presencia haitiana y la solidaridad boricua en la década de los 80.
II. Raymond Lafontant Gerdes, Fuerte Allen: La diáspora haitiana, 1996.
Este libro, publicado casi 15 años después de que los prisioneros haitianos llegaran y partieran de Puerto Rico en 1980-1982, combina el recuento histórico con trabajo de archivo, reportaje periodístico e historia oral. La investigación que el libro recoge tomó 10 años en ser recopilada y organizada. El autor es un profesional haitiano radicado en Puerto Rico desde 1965, y fue gerente de ventas de una compañía farmacéutica que tenía operaciones en Puerto Rico y Haití. Lafontant Gerdes se exilió de Haití a principios de los 60 para evitar ser asesinado por el régimen de Duvalier.
Lo que llama la atención del texto Fuerte Allen: La diáspora haitiana es cómo provee un contexto más amplio a los eventos en el Fuerte, al incluir una historia de la migración haitiana desde la década del 60 hasta mediados de 1985, y al vincular la inmigración haitiana con la crisis de Mariel, que tiene lugar en 1980 también. Por otro lado, el texto de Lafontant Gerdes también hace trabajo de microhistoria: detalla el día a día en el Fuerte Allen, y sus efectos sicológicos y físicos en los “refugiados”: algunos contraen enfermedades, otros desarrollan problemas hormonales a causa del exceso de estrógeno en la carne que les sirven en el Fuerte. Algunos sufren de depresión aguda, algunos deciden regresar “voluntariamente” a su país tras presiones del cónsul haitiano o cansados por el encierro, las privaciones y la incertidumbre de su situación. El libro también detalla los equipos de defensa legal y política de los haitianos en Puerto Rico y Estados Unidos, así como (el proceso de) la batalla legal que culminó con la liberación de los prisioneros. Por último, el autor incluye cartas y columnas de figuras prominentes en Puerto Rico en defensa de los derechos de los refugiados haitianos, y fotos.
Fuerte Allen: La diáspora haitiana es una recopilación valiosa de textos, noticias, entrevistas y casos legales que nos permite reconstruir la experiencia de los refugiados haitianos en Puerto Rico y el ambiente político y social en el que se generó el movimiento de protesta contra el Fuerte Allen y el apoyo a los haitianos a quienes Vega se refiere en su relato. Es también una invitación a completar la narrativa de este evento olvidado de nuestra historia, entrevistando o recopilando historias orales de puertorriqueños y haitianos que hayan vivido la experiencia del Fuerte Allen en la Isla.
III. Acervo fotográfico de El Mundo, diseminado por Javier Almeyda-Loucil en la Biblioteca Virtual de Puerto Rico, 2010
Javier R. Almeyda-Loucil ha creado el proyecto Biblioteca Virtual de Puerto Rico, y desde 1997 disemina documentos históricos, fotografías, y ensayos periodísticos y académicos que son importantes en el estudio de la historia de la Isla (https://issuu.com/jalmeyda). En febrero de 2010 Almeyda-Loucil publicó un ensayo titulado “1981: Ya llegaron los haitianos a Juana Díaz” (https://bibliotecavirtualpr.wordpress.com/2010/02/16/ya-llegaron-los-haitianos-a-juana-diaz/). Su propósito es documentar visualmente el Fuerte Allen y la solidaridad boricua con los haitianos. Almeyda-Loucil recopila imágenes del archivo histórico del Proyecto de Digitalización de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y de la Biblioteca Digital Puertorriqueña. El resultado es una colección digital de 26 fotos (https://issuu.com/jalmeyda/docs/fotos_coleccion_el_mundo), de las cuales comentaré aquí solo unas cuantas. La primera documenta la llegada de los refugiados a la Isla.
En la próxima vemos una de las imágenes idealizadas de los “refugiados”.
La realidad es muy distinta. En la siguiente foto vemos la alambrada a la que se refiere el relato de Ana Lydia Vega,
y aquí las barracas en donde los refugiados vivían, en hacinamiento y condiciones muy precarias.
Los ecos coloniales de estas imágenes son innegables:
Almeyda-Loucil y Ana Lydia Vega hacen énfasis en las escenas de solidaridad de los boricuas con los haitianos:
Pero las fotos hablan de algo más, curiosamente ausente de los artículos de Almeyda-Loucil y sus archivos, así como del cuento de Vega:
En esta última imagen vemos cómo algunas de las protestas de los puertorriqueños no fueron en solidaridad con los haitianos, sino en abierta hostilidad xenofóbica ante la presencia de otros caribeños (cubanos y haitianos en este caso). Las imágenes de Almeyda-Loucil nos asoman a la complejidad de este evento simultáneamente colonialista y decolonial, caribeñista y altamente xenofóbico y racista. En esta imagen, curiosamente, se vinculan discurso decolonial y discurso nacionalista xenofóbico. En esta foto el discurso de protesta puertorriqueño se aproxima peligrosamente a los argumentos anti-inmigratorios estadounidenses que provocaron la crisis de los refugiados haitianos. Esta es una fisura que requiere mucho más análisis.
IV. Conclusión: Recomponiendo el imaginario del Caribe
A pesar de las fuentes que he revisado aquí someramente, el evento del Fuerte Allen sigue siendo un capítulo borrado de la historia boricua y caribeña. Esta revisión breve de fuentes históricas y literarias evidencia que hay mucho que queda por interrogar. Por una parte, urge visibilizar las muchas interacciones, productivas y tensas, que informan la historia social, cultural y política del imaginario antillano y caribeño. En el centro de ese imaginario está la confederación caribeña, un imaginario nutrido por los logros de la revolución haitiana, pero que al mismo tiempo cuestiona la narrativa estatal soberana y negra que está al centro de la historia de la revolución haitiana en el Caribe. La confederación fue una fantasía complicada, difícil de materializar —como bien lo notaría Anténor Firmin en su importante ensayo “Haití y la confederación antillana” (1910)— y como lo confirmó el caribe inglés en su intento de un West Indies Federation entre 1958 y 1962. Pero lo importante de esa fantasía es que posibilitó un imaginario en el cual explorar solidaridades y tensiones internas caribeñas.
Ese imaginario también visibiliza ciertas imposibilidades o inconmensurables, relacionados con las innegables diferencias internas en el Caribe insular. Explorar esos lugares incómodos es nuestra responsabilidad y nuestra urgencia como caribeñistas. El incidente en el Fuerte Allen de Juana Díaz es un ejemplo perfecto de las dificultades de las potenciales solidaridades caribeñas. La relación boricua-haitiana ha sido una interacción consistente que ha enriquecido la historia de nuestros dos pueblos. El estudio de esta relación caribeña se hace más urgente, sobre todo a raíz del flujo migratorio que llega a Puerto Rico después del terremoto del 12 de enero del 2010 (Cintrón Arbasetti).
Un ejemplo interesante de esta historia compartida que por fin empieza a escribirse es el libro de Raquel Rosario Rivera, La presencia haitiana en Puerto Rico (1791-1850), publicado en 2015 Este libro estudia la revolución haitiana y la formación de la primera república caribeña analizando las repercusiones de estos eventos históricos en Puerto Rico. Rosario Rivera incluye un registro de emigrados haitianos en Puerto Rico entre 1791 y 1850.
Pero la relación boricua-haitiana es también un lugar de ansiedad y miedo, ante la negritud todavía insuficientemente explorada y visibilizada en nuestro país, y ante las alternativas a la soberanía que han sido poco exploradas por el Caribe que sí logra consolidarse como estados-naciones. Esas zonas de invisibilidad y tensión son urgentes para cambiar el paradigma de un imaginario caribeño que celebra una historia compartida pero le teme a explicar nuestra tensiones y diferencias irreconciliables. Algunas de esas diferencias son sin duda resultado de las marcas del colonialismo en la zona, que nos separa. Pero otras diferencias resultan de las experiencias y modos de entender el mundo diferentes. Para lograr que nuestro pensamiento sea verdaderamente colectivo y archipielágico, le vamos a tener que meter mano a esas diferencias… porque sólo de ese modo nuestra relation caribeña preservará la naturaleza rizomática que es tan central en el pensamiento glissantiano. Porque entendiendo la relation, con y en la diferencia es que podemos dejar que estas memorias nos hablen, desde la armonía del canto y la disonancia del aullido.
Obras citadas:
Arroyo, Jossianna. “Revolution in the Caribbean: Betances, Haití and the Antillean Confederation.” La Habana Elegante, Segunda Época 49, Primavera-Verano 2011.
http://www.habanaelegante.com/Spring_Summer_2011/Invitation_Arroyo.html
Chaar-Pérez, Kahlil. “‘A Revolution of Love’: Ramón Emeterio Betances, Anténor Firmin, and Affective Communities in the Caribbean” The Global South, 7. 2, Dislocations (Fall 2013), pp. 11-36.
Cintrón Arbasetti, Joel. “Cambia patrón migratorio hacia Puerto Rico: haitianos superan a dominicanos en los últimos dos años.” Centro de periodismo investigativo, 5 de diciembre de 2014, http://periodismoinvestigativo.com/2014/12/cambia-patron-migratorio-hacia-puerto-rico-haitianos-superan-a-dominicanos-en-los-ultimos-dos-anos/.
Firmin, Anténor “Haiti et la Confédération Antilliene.” Lettres de Saint Thomas. Paris : V. Giard et E. Brière, 1910.
Kuhn, Thomas S. The Structure of Scientific Revolutions. Chicago: University of Chicago Press, 1970.
García Muñiz, Humberto. “Prólogo: afinidades, contrastes y puntos de encuentro entre Haití y Puerto Rico,” Fort Allen, la diáspora haitiana. San Juan: Plaza Mayor, 1996.
Glissant, Édouard. Poétique de la relation. Paris: Gallimard, 1990.
Glissant, Édouard. Traité du Tout-monde Paris: Gallimard, 1997.
Lafontant Gerdes, Raymond. Fort Allen La diáspora haitiana. San Juan: Plaza Mayor, 1996.
Lalo, Eduardo. “Haití y Puerto Rico son del mismo buitre los huesos. El Nuevo Día, 21 de mayo de 2016. http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/haitiypuertoricosondelmismobuitreloshuesos-columna-2201288/
Maldonado-Torres, Nelson. 2008. Against War: Views From the Underside of Modernity. New Durham: Duke University Press, 2008
Mazzotti, José Antonio. “Criollismo, Creole, Créolité.” Critical Terms in Caribbean and Latin American Thought. Eds. Yolanda Martínez-San Miguel, Ben. Sifuentes-Jáuregui, y Marisa Belausteguigoitia. New York: Palgrave, 2016.
Murdoch, H. Adlai. “Creole, Criollismo, and Créolité” Critical Terms in Caribbean and Latin American Thought. Eds. Yolanda Martínez-San Miguel, Ben. Sifuentes-Jáuregui, y Marisa Belausteguigoitia. New York: Palgrave, 2016.
“Refugiados haitianos en Puerto Rico: 1981.” Colección de fotos de El Mundo, Biblioteca Digital de la Universidad de Puerto Rico, https://issuu.com/jalmeyda/docs/fotos_coleccion_el_mundo/
Reyes-Santos, Irmary. “On Pan-Antillean Politics. Ramón Emeterio Betances and Gregorio Luperón Speak to the Present.” Callaloo 36.1 (2013) 142–157.
Rodríguez, Carmen Cila. “Fuerte Allen: calvario con rostro haitiano. La Perla del Sur, 11 de octubre de 2011. http://www.periodicolaperla.com/exodo-prision-y-libertad-fuerte-allen-a-29-anos-de-un-calvario-con-rostro-haitiano/
Rosario Rivera, Raquel. La presencia haitiana en Puerto Rico, 1971-1850. (Incluye registro de emigrantes). San Juan, Puerto Rico: Dra. Raquel Rosario Rivera, 2015. http://www.raquelrosario.net/presencia-haitiana.html
Trouillot, Michel Rolph. Silencing the Past: Power and the Production of History. Boston, Mass.: Beacon Press, 1995.
Vega, Ana Lydia. “La alambrada.” Encancaranublado y otros cuentos de naufragio. Río Piedras, P.R. : Editorial Antillana, 1983.