Rebelión, No-Derecho y Poder Estudiantil: la huelga 2010 (Reseña)
Hoy, no guardo mucho optimismo respecto al destino de Puerto Rico en este dinámico y arriesgado juego de poder. Pero, a lo que nunca podré renunciar es a creer, afirmar y reconocer la potencia para subvertir el orden actual. Nos tocó vivir, huir, regresar y aguantar en este campo de batalla que llamamos país, […] A estas alturas, solo queda apostar por el sentido más radical, sin olvidar sus claras expresiones conservadoras, de lo que podríamos llamar un bregar en común (Pérez-Lizasuain, 2018: 195).
En la víspera de la conmemoración de la abolición de la esclavitud, el 21 de marzo de 2017, emergió una nueva rebelión estudiantil en la UPR. Como quien reafirma la presencia, pertinencia y vigencia de ese pasado aún oprimido y subordinado en el presente, (o ese futuro a priori), los/as estudiantes revalidaron su rol como gestores y arquitectos de un país otro. Para ellos/as, la memoria de la Huelga Estudiantil del 2010 (HEUPR), servía como guía de un proyecto inacabado. Para nosotros, hoy cuando la Junta y el Gobierno se empeña en la destrucción de la Universidad y con ello del futuro de todas/os los que aquí estudiamos, trabajamos y soñamos, las huelgas del 2010 y el 2017, se conforman en el punto de llegada. Se trata de reconstruir la posibilidad de un presente otro, se trata de imaginar, en común, un futuro justo.
El libro Rebelión, No-Derecho y Poder estudiantil del Dr. Pérez-Lizasuain se encarga de mostrarnos el camino y darnos los mecanismos para comprender e imaginar ese evento (en el sentido de Badiou) convulso y creativo que fue la HEUPR. El libro no es solamente una obra intelectual y académica de alto calibre, sino que también puede ser visto como un manual o una guía para pensar lo político, y con ello constituir imaginarios al margen de lo posible y, por lo tanto, al margen del derecho.
En este artículo me gustaría enfocarme no tanto en el análisis concreto del proceso huelgario, sino en las contribuciones filosófico-políticas y socio-jurídicas que hace el autor. Esta elección atiende a que el texto, si bien construye excelentemente la historia de ese proceso, propone un abordaje filosófico-político y socio-jurídico único y cabal, del que, por ya demasiado tiempo, carecen los trabajos historiográficos, políticos y académicos puertorriqueños. Para decirlo en pocas palabras, el texto de Pérez-Lizasuain constituye una obra única en un ambiente dominado por los análisis anti-intelectuales, las posiciones fáciles y la hegemonía neoliberal.
La zona de contacto: estado-de-rebelión, normatividad social y la hipótesis del No-derecho
En el primer capítulo se expone la teoría que servirá de guía para pensar y estudiar la HEUPR. En lo que constituye una apuesta arriesgada para cualquier libro, este da inicio con un fuerte contenido filosófico-político y económico en el que se introducen los conceptos de subsunción formal y real, siendo el segundo, el que dará forma al análisis. El autor, siguiendo a Marx, señala que la subsunción real no depende enteramente de la creación de plusvalor en la compra de trabajo inmediato, sino que esa subsunción del trabajo al capital “se desarrolla en todas las formas que se producen plusvalor relativo, a diferencia del plusvalor absoluto. Ello supone una revolución completa en que la producción capitalista aparece como modo de producción sui generis, es decir abarca toda la forma social (Pérez-Lizasuain, 2018: 20). Lo cual es lo mismo que decir que el capitalismo abarca todos los ámbitos de producción, de tal forma que nuestra vida ha sido subsumida a criterios capitalistas, a pesar de que nuestras prácticas sociales no estén inmersas en el intercambio formal-económico.
Negri sugiere –según lo muestra Pérez-Lizasuain– que la subsunción real significa que todos los aspectos de la sociedad, de modo más o menos distinto, se resumen en un solo proceso de producción. Todas las formas productivas son subordinadas a la construcción de la ganancia, y no existen más fases o espacios intermedios de la sociedad en los cuales las formas de producción independientes puedan subsistir autónomamente. De ahí, que el neoliberalismo sea donde la subsunción real alcanza su máxima expresión en el capital. Esta perspectiva lleva al autor a afirmar tres elementos constitutivos de la cultura política occidental: 1) existe una proletarización social que excede las lógicas tanto materiales como subjetivas del capitalismo industrial, pues quiebra con los parámetros de valorización, medición y disciplina que tuviera el capitalismo industrial; 2) la constitución de un proletariado social que amplifica su capacidad productiva y supera las lógicas tradicionales del espacio-lugar y del tiempo de trabajo como medidas esenciales para atribuir valor, y consecuentemente plusvalor, a su actividad; 3) con los procesos de subsunción real deviene toda una serie de transformaciones políticas, jurídicas e institucionales que se materializan en el plano de políticas de precariedad propulsadas por la doctrina neoliberal.
En resumidas cuentas, el neoliberalismo se ha encargado de producir una nueva ontología política en la que se redefinen la subjetividad, la producción, las aspiraciones e imaginarios sociales. En esa producción ontopolítica se crean sujetos sacrificables o abandonables y se legitima la imposición generalizada de la violencia de la austeridad. Esta violencia es el nuevo dispositivo disciplinario constitutivo de las subjetividades precarias que habitan los espacios universitarios. Subjetividades que la administración Rosselló-Nevares, Junta de Control Fiscal y Haddock, no solo intentan disciplinar, sino que también aspiran a someter a la vida desnuda.
Para Pérez-Lizasuain la universidad se ha transformado en el laboratorio por excelencia de la subsunción real promovida por el neoliberalismo-colonial. Por ello es que la UPR ha sido asediada por la mayoría de los gobiernos neoliberales desde la década del 1990. Es justamente en ese contexto, que la administración del LFB o el innombrable, y añadiríamos García Padilla y Rosselló-Nevares, han tratado de transformar radicalmente las estructuras administrativas y el propósito de la universidad. Ello, igualmente explica el empeño de la Junta por precarizar, financializar y privatizar la UPR.
Pero, ante esta política de asedio, precarización e imposición generalizada de la violencia de la austeridad, en PR –al igual que en otras partes del mundo– han surgido nuevas subjetividades que resisten. Ello da paso a la formación del evento y la rebelión. Estos dos conceptos claves en el texto del Dr. Pérez Lizasuain son tomados prestados y, excepcionalmente, desarrollados por el autor de los filósofos contemporáneos Alain Badiou y Enrique Dussel. Destaca Pérez Lizasuain, que Badiou propone tres periodos constitutivos del evento: 1) los periodos de intérvalo; 2) las revueltas inmediatas; y 3) la revuelta histórica. En lo que respecta al estado-de-rebelión, Pérez-Lizasuain transforma y le da contenido material al concepto de Dussel desarrollado en primera instancia en el ya clásico 20 Tesis de política. El estado-de-rebelión, ya presente en los trabajos de Benjamin, apunta hacia el momento o la situación ontológica que pone en cuestión y lleva a su fin al estado de excepción. Si como bien presenta Pérez-Lizasuain, LFB normalizó el estado de excepción económico, los/as estudiantes, con su revuelta, constituyeron el estado-de-rebelión. Es decir, intentaron, y por dos meses lograron, poner fin al derecho estatal al interior del campo universitario. En este sentido, recalca Pérez-Lizasuain, que el estado-de-rebelión es un proceso de subjetivación social, empírica, fechable y medible.
Esa tensión entre el estado de excepción y el estado-de-rebelión tiene lugar, al igual que otras instancias de confrontación socio-políticas, en la zona de contacto. Es decir, un espacio de encuentros antagónicos. Siguiendo a Santos y a Pratt, Pérez-Lizasuain señala que la zona de contacto de la revuelta estudiantil se transformó en el tiempo-espacio del estado-de-rebelión desde el cual se instauraron una serie de prácticas normativas producidas por la propia performatividad, o conjunto de actos, modos y procesos únicos en la historia contemporánea puertorriqueña.
De la zona de contacto pasamos a la analéctica, concepto desarrollado por Dussel para referirse a la dialéctica afirmativa. Pérez-Lizasuain responde a esa pregunta que retumba, al ritmo del grito de los oprimidos, en la filosofía política contemporánea y que no deja de tener vigencia en la actualidad violenta que atraviesa Puerto Rico: ¿qué acontece cuando ponemos fin a la dialéctica? La respuesta es cuando menos audaz, pues el autor señala en el subtexto, que justamente en ese momento de quiebre temporal de la dialéctica es que comienza la Mera Vida. Esto es, una vida otra marcada por una estética emancipadora de libertad, creatividad y amor radical. Es decir, comienza el no-derecho.
Ahora bien, ¿es posible actuar al margen del derecho? ¿Qué es lo que acontece cuando abandonamos el derecho? Pérez-Lizasuain ilustra con la hipótesis del no-derecho, varias ideas claves que atraviesan el libro y todo su análisis de la revuelta estudiantil. Al margen del derecho, hay otras formas de sociabilidad, que el autor, siguiendo a Ilich, denomina como la convivencialidad. Asimismo, al margen del derecho existe otra normatividad basada en la justicia y no en la coerción, en el amor y no en la violencia.
En el segundo capítulo, Los marcos de entendimiento: una reconstrucción del relato de la rebelión, se expone detalladamente la metodología de investigación y el excepcional trabajo de campo, conducido por el autor. Para ello, el libro utiliza la aproximación de Goffman denominada como los marcos de entendimiento. Resulta sumamente refrescante esta aproximación al estudio de la HEUPR, tanto por su riqueza metodológica como por su detallado análisis de los eventos que fueron conformando la zona de contacto. Además, llama nuestra atención, el estudio del momento previo a la HEUPR, en particular el desarrollo del neoliberalismo colonial, y su visión de la universidad. Una visión que insiste en la necesidad de transferir los bienes públicos al sector privado. Es decir, el énfasis en la subsunción real. De la mano de ello, me parece relevante el análisis que hace el autor del estado de excepción económico, como forma-de-gobierno en la era neoliberal.
En capítulo 3 El no-derecho y la performatividad del poder estudiantil: análisis de los marcos de entendimiento, el autor retoma el análisis del estado de excepción económico y muestra cómo este es utilizado por el neoliberalismo como dispositivo de gubernamentalidad. Aspecto que hace referencia directa a Foucault y sus análisis de la racionalidad neoliberal y que, posteriormente, Brown retomará y radicalizará.
Uno de los elementos que resalta el autor es el papel que jugó el bufete legal McConnell y Valdés en la neoliberalización y financialización de la universidad. Lo que nos demuestra las puertas giratorias y la forma en que lo público y lo privado se indeterminan a tal punto que se destruye lo común. Esta lógica justamente es la que ha demarcado las prácticas político-económicas del neoliberalismo-colonial. Un aspecto adicional de este análisis es que, Pérez-Lizasuain señala, encubiertamente, cómo la corrupción y los crímenes del estado y las corporaciones, se han constituido en la práctica de administración de lo común en el PR neoliberal. En este sentido, el autor da cuenta de la estructura legal de lo que no puede tener forma legal. Esto es: 1) se impone el estado de excepción económico; 2) se desarrolla una lógica neoliberal que dará paso a la resignificación de lo política; 3) se normaliza la corrupción como forma de administración; y 4) se normaliza la criminalidad corporativa al punto de ser parte esencial de la “gobernabilidad democrática”.
De la mano de los procesos de neoliberalización y erradicación de la división entre lo publico y lo privado, la HEUPR confrontó grandes niveles de represión. Estos procesos de represión y de violencia estatal inciden en prácticas de reducción del espacio de acción política. Así, vemos cómo el énfasis de la administración fue destruir la zona de contacto y someter a los estudiantes al opresivo conceso neoliberal. Es decir, mientras que los estudiantes promovieron la democracia participativa, el estado y la administración universitaria recrearon las prácticas violentas que han demarcado la acción política colonial y universitaria durante más de cien años. Así, en la medida que los universitarios crearon y diseñaron prácticas alternativas, el ethos de la revuelta que denomina Pérez-Lizasuain, la universidad y el estado se empeñó en diezmar esas manifestaciones a través de la violencia. Esa determinación institucional incidió en un grado alarmante de violencia estatal, que será conceptualizado por el autor como “el estado de dominación y la estética de la dominación”.
Junto a la violencia del estado, Pérez-Lizasuain muestra que el mismo utilizó el derecho activamente para contrarrestar y cooptar las luchas estudiantiles. Sin embargo, y como ya hemos mencionado antes, la HEUPR se caracterizó por un ejercicio constante de politización y democratización. Esto es lo que el autor denomina el “Poder Estudiantil”. Además, la HEUPR se caracterizó por una democracia radical y la práctica de mandar obedeciendo. Ello dio paso a nuevas prácticas políticas, estéticas, de comunicación y democrática que no habían sido previamente ensayadas en PR. Me parece pertinente resaltar la tensión entre las prácticas políticas estudiantiles y las del estado puesto que ello nos permite comprender la configuración de la zona de contacto.
En este sentido, Pérez-Lizasuain denomina las prácticas políticas estudiantiles como el discurso y la ética de la libertad, aspecto que le permite hilvanar desde un referente filosófico-político latinoamericano las prácticas políticas del poder estudiantil. En última instancia de lo que se trata es del surgimiento de una nueva subjetividad y con ello de un nuevo imaginario político que escapa, o pretende escapar, a la subsunción real.
Esta nueva subjetividad se caracterizó por la configuración de una forma de autorregulación que el autor denomina como el no-derecho del poder estudiantil. Esa forma de autorregulación rompió con las formas jurídicas y de poder jerárquico e introdujo una regulación inmanente. Ahora bien, la existencia de esta nueva normatividad fue posible gracias a la estructuración de ámbitos de acción políticas y de un ethos participativo que se manifestó en la forma-pleno. De la mano del pleno surgieron los comités de acción, los comités de portones, los comités de mujeres y contra la homofobia.
Otro de los elementos constitutivos de este movimiento fue la tensión constante con el derecho y su uso estratégico. Los estudiantes, en cierta forma, profanaron el derecho de tal modo que aprendieron a jugar con este, como los niños juegan con los objetos que han perdido su valor simbólico-sagrado.
La HEUPR introdujo una nueva forma de hacer y pensar la política en PR y ha sido el mejor ejemplo de oposición a las políticas neoliberales. Allí donde el neoliberalismo impuso prácticas autoritarias, jerárquicas, la violencia de la austeridad y normaliza la corrupción, los movimientos estudiantiles propusieron formas de acción política horizontales, democráticas y la fuerza de la amistad, el amor y la responsabilidad. Ello constituyó una zona de contacto, donde se gestó un evento único, una revuelta. Esa revuelta sigue inmanente, sigue construyendo presente, sigue abandonando el futuro neoliberal. De ahí que el libro del Dr. Pérez-Lizasuain sea hoy, sin duda, un referente epistémico, político y estratégico, para hacerle frente a la violencia de la austeridad y al estado de dominación que la actual administración y la Junta pretenden generalizar e imponer a los/as universitarios/as y al país.
Pérez-Lizasuain, César (2018). Rebelión, No-Derecho y Poder Estudiantil: La huelga de 2010 en la Universidad de Puerto Rico. Cabo Rojo: Editora Educación Emergente.