Ahora o Nunca, Aquí o en Ningún Sitio
Me refiero a las primeras imágenes obtenidas por el Telescopio Espacial James Webb (JWST), situado a más de un millón de kilómetros de la Tierra, cuatro veces más lejos que la Luna. Otros telescopios, incluido el Hubble, observaron ese punto en el cielo y estaba oscuro. Y luego obtenemos esto del JWST (ver figura). Casi todo lo que se observa son galaxias, cada una con miles de millones de estrellas, algunas tan distantes que su luz rojiza viajó durante trece mil millones de años para llegar al telescopio. La enorme masa de un cúmulo de galaxias en primer plano distorsiona algunas imágenes de galaxias más distantes actuando como un lente gravitatorio observadas como estrías rojizas, tal como lo predice el trabajo del eminente físico Albert Einstein, ¡Todo esto en un punto minúsculo del cielo nocturno! Esta no es la primera imagen impresionante del cosmos, no es la primera que trastornó nuestra conciencia, que cambió nuestra visión de la realidad. Recuerde la famosa foto de la “salida de la Tierra” (vista desde la Luna, la Tierra nunca “sale”) obtenida por los astronautas del Apolo 8 (el comandante Frank Borman, el piloto del módulo de comando James Lovell y el piloto del módulo lunar William Anders) en órbita alrededor de la Luna en diciembre de 1968. Se publicó por los medios de todo el mundo (entonces no teníamos WWW). Implantó en nuestras mentes la conciencia ineludible de la finitud y la soledad de la “Nave Espacial Tierra”, habitada entonces por unos 3.600 millones de seres humanos. (Fue una “fotografía” real tomada en película con una cámara Hasselblad). (Lamentablemente, también fue el año de los asesinatos de Martin Luther King (1929-1968) y Robert Kennedy (1925-1968).
Luego están todas esas estupendas imágenes obtenidas por el Telescopio Espacial Hubble (HST), y muchas otras que nos hablan de “miles y miles de millones (en palabras de Carl Sagan) de galaxias y estrellas, muchas de ellas rodeadas por sus propios sistemas solares. Suponemos que en algún planeta en la órbita adecuada surgirá vida, como sucedió en la Tierra hace miles de millones de años. El JWST escudriñará las atmósferas de planetas distantes en busca de signos reveladores de vida. Quién sabe; tal vez encontremos un planeta cercano muy similar al nuestro (donde para los astrónomos «cercano» podría significar 1000 años luz). A modo de comparación, recuerde que la Luna dista aproximadamente un segundo y cuarto de luz y que hay aproximadamente 315 000 000 segundos en un año. Imagínese.
No le digo todo esto para sugerirle que pronto “conquistaremos el espacio” y podremos viajar en una nave espacial a uno de esos planetas que nos esperan con los brazos abiertos, una vez que terminemos con la Nave Espacial Tierra. ¿Empezamos a empacar como algunos han sugerido? ¿Se escaparán los billonarios a otro planeta? (Tal vez no sea mala idea). Los sueños surgen con facilidad, pero considere lo siguiente.
En nuestra galaxia (sin pensar en los miles de millones de otras galaxias), si solo consideramos el 5% de estrellas que son como el Sol, e incluso si eliminamos la mitad de ellas por ser parte de múltiples sistemas estelares (lo que lleva a posibles inestabilidades para un sistema planetario), y luego arbitrariamente decimos que solo una de cada mil del resto tiene un planeta adecuado para una biología, todavía obtenemos del orden de un millón de posibilidades. ¿Serán un millón de cultivos bacterianos gigantes, esferas marrones cubiertas de cucarachas, o verdes cubiertas de liquen o algo más, algo inteligente? Con suerte, no somos los únicos seres conscientes en este vasto universo. Como dicen algunos: «Están ahí fuera», y otros que no saben: “Nos visitan en el Yunque”. Si existen, seremos uno de muchos, y nuestra desaparición será menos dramática, y sería una especie de consuelo si al menos supiéramos que no estamos solos, incluso si la Tierra será para siempre un planeta solitario.
Buscamos a ver si no estamos tan solos e imaginamos que emigraremos en una especie de enorme arca cósmica poblada por aquellos que pueden permitirse un asiento. Abandonaremos nuestro «agujero de mierda» (en palabras de un infame presidente de EUA) para establecer una nueva civilización, para colonizar un planeta prístino que nos espera con los brazos abiertos, con su versión de la estatua de la libertad. No importan todas las limitaciones obvias relacionadas a algunas cosas triviales como los años-luz y los límites naturales de velocidad y límites de capacidad. Apenas llegamos a la Luna para una breve visita hace más de 50 años, y ahora algunos desean regresar, para lucro de unos pocos (misión Artemis). De ciencia tiene muy poco. También debo agregar, en caso de que todavía piense en la idea egoísta de la emigración, que sus descendientes en su nave espacial podrían quizá llegar a algún lugar en unos cientos o miles de años, solo para encontrar nada. Y no hay vuelta que darle.
Además, si de pura suerte encontraran un planeta, incluso si tuviera agua y una atmósfera respirable y temperatura adecuada, no sería ideal para visitantes foráneos. Si no tiene ya una biología, no sería un lugar para visitar (puede que no crezcan papas), y si tiene biología, lo más probable es que no sea compatible con la nuestra, lo que implica una muerte segura para los recién llegados. Si la biología es avanzada y tecnológica, la muerte de los visitantes será aún más segura, o quizás los metan en un zoológico hasta que mueran de hambre ya que no pueden alimentarse de una biología diferente a la nuestra. Podemos comer y digerir vacas y bananas debido a nuestro parentesco evolutivo, que no será el caso en otro planeta. Mientras tanto, estamos haciendo todo lo posible para que el nuestro sea inhabitable.
Le cuento por qué creo que la mayoría son planetas solitarios. Sabemos que la vida en la Tierra se desarrolló relativamente temprano y produjo millones de especies (la mayoría ahora extintas) a lo largo del tiempo. También sabemos que solo una vez y muy tarde en el juego, una especie desarrolló un cerebro complejo para ser consciente de todos estos hechos, el Homo sapiens. Esto sugiere, aunque solo tenemos una muestra (y es arriesgado generalizar), que la vida puede surgir fácilmente, pero la inteligencia no, y tal vez sea una aberración que podría explicar muchas cosas.
Además, y en retrospectiva, la revolución industrial puede considerarse como un accidente colosal, con la consecuencia no deseada de terminar con nuestra existencia o al menos regresarnos a la Edad Media a medida que cambiamos el clima terrestre (aunque usted no lo crea), y las mentes de los humanos.
Podemos esperar que esto suceda en otros sitios, donde seres sensibles e inteligentes (de cualquier forma) se desarrollen. Por razones puramente lógicas serán seres macroscópicos, habitantes del mundo del medio, compuestos de átomos y moléculas tal como lo somos nosotros. Se necesitan muchas neuronas (o equivalentes) antes de tener suficiente poder de procesamiento para comenzar a comprender y manipular el entorno. Su mundo estará regido por las mismas leyes naturales universales que hemos descubierto aquí en la Tierra. Y actuarán como puedan, sin esperar a desarrollar una superinteligencia que pueda prever (como intentan hacer nuestras computadoras) mucho más que ellos. Eso también significa que descubrirán los combustibles antes que otros medios de generación de energía (se necesita física cuántica para construir reactores nucleares, paneles solares, computadoras y teléfonos celulares), y sin energía no se va a ningún sitio. Y así, ellos también caerán en la trampa de convertir calor en trabajo y comenzar una revolución industrial. Como resultado, serán tan incapaces al igual que nosotros de prever lo que vendría en de 200 años, y una vez allí, no querrán cambiar y no perdurarán.
Por supuesto, esta idea de una tragedia universal es mi especulación, pero parece razonable por lo que sabemos (no lo propondría de otra manera). Entonces, la vida puede florecer en este gigantesco universo, miles de millones de veces en miles de millones de planetas. Aun así, tan pronto como algún ser descubra una forma de generar energía por combustión, conduce al final de ese linaje (los gases de efecto invernadero operan en cualquier atmósfera). Por lo tanto, la vida en el universo se parecerá más a fuegos artificiales en cámara lenta que a un hogar cálido y acogedor. Bueno, tal vez esto es demasiado duro. Tal vez haya planetas donde los combustibles fósiles nunca se formen, o de alguna manera se saltaron este trágico paso y comenzaron a usar la energía de su estrella y su historia no será tan triste como la nuestra. Esperemos que así sea, pero no lo sabremos.
Hace cincuenta años llegamos a la Luna, “a giant step for mankind” y el JWST nos deja ver los albores del universo: fantástico. Hace años que entendemos nuestro problema existencial, (Exxon hizo un acertado estudio interno en 1982, pero lo escondieron). Disertamos, organizamos conferencias internacionales, realizamos protestas, escribimos artículos y libros, y los políticos prometen arreglar las cosas, y vamos de mal en peor. La historia de la vida sobre este planeta es una historia de extinciones y la nuestra ya se vislumbra – por mano propia, un lento suicidio colectivo. La humanidad no puede cambiar, y menos con la rapidez necesaria para evitar lo peor; porque así somos. El destino de nuestro viaje es un infierno terrenal. Nos hemos pintado en una esquina y la pintura no seca, es ahora o nunca y es aquí o en ningún sitio. Cantemos pues, junto a Blades “La Canción del final del Mundo.”
Tema del nuevo libro del Autor: Last Call, Humanity Hanging from a Cross of Iron and our Escape to Another Planet, Editorial World Scientific. (disponible en Amazon y Walmart)