Ben X
Ben X, película escrita y dirigida por Nic Balthazar, presenta de forma novedosa temas como el autismo, el «bullying» o acoso escolar y la redención de un joven adolescente que enfrenta con valentía y creatividad retos tremendos. Fue presentada recientemente por la organización «Familias capaces», como parte de un ciclo de «cine social», y en el «Festival de Cine Internacional de San Juan». A continuación una reflexión que la doctora Ángeles J. Acosta, especialista en autismo, compartió con los asistentes de la gala de «Familias capaces».
“Siempre alguien tiene que morir para que algo pase”, la película comienza con estas palabras enunciadas por la madre de Ben, el protagonista. Me parece una enunciación poderosa, particularmente en estos días en que vivimos peligrosamente. Donde la violencia, tanto personal y social como estructural, nos arranca el sentido de seguridad y nos lleva inevitablemente a sentirnos desamparados y desnudos, como se representa a Ben en la escena emblemática del abuso, de la burla y el despojo. Este desamparo contribuye sobre todo a tener que vivir con miedo. Nos obliga a quedarnos en nuestras casas para protegernos. El hogar se convierte en una especie de fortaleza donde nada nos puede tocar. Nuestras vidas guardan un paralelo interesante con el mundo interno que Ben construye para sobrevivir. Esta dimensión paralela que elabora Ben en defensa de su ego, de su ser, es todo un ritual.
Esta es una película realmente extraordinaria. Es la mejor película que he visto sobre el tema porque permite al espectador asomarse a la experiencia de la persona que vive con autismo. La narrativa nos permite escuchar, ver y sentir desde la perspectiva de Ben, desde su propia voz y desde su propia piel. El director construye magistralmente, por medio de diálogo interno de Ben, la narrativa que guía la historia que describe sus retos y su vida interna. A través de su cámara logra darnos la sensación de que caminamos con Ben y experimentemos como él un mundo lleno de sensaciones y estímulos, todos desarticulados, que inundan nuestros sentidos y que por momentos confunden y hasta nos marean. Los edificios parecen caerse, el sonido llega a ser ruido que golpea hasta hacer daño, la marcha se aligera y el corazón palpita aceleradamente. Al mirar con sus ojos y escuchar desde su frecuencia nos podemos hacer conscientes de que, para las personas con autismo, la comunicación de otros es percibida de forma diferente. El percibir desde Ben nos permite comenzar a comprender lo diferente y aparentemente incomprensible de su conducta.
En este filme el mundo de los video juegos se presenta como un mecanismo de defensa que le da un orden, le sugiere soluciones, le permite organizarse y, entonces, sentirse en control. Pero además construye de alguna manera un mundo virtual, “un avatar”, un alter ego o la posibilidad de una transformación en momentos de peligro. “En los juegos puedes ser lo que quieras”, dice Ben. Es un mundo alterno que le permite estar en control, no solamente en la intimidad de su habitación, sino también fuera de ella: reenfocarse, organizarse y continuar. Es a través de su relación con el personaje de Starlite, la joven imaginada o construida en su juego de video, que Ben revisa todas las maneras de “suicidarse” sin morir y al final resucitar. Es una exposición extraordinaria de cómo los seres humanos somos capaces de producir aquello que necesitamos, lo cual evoca el cuarto de la necesidad del Hogwarts de Harry Potter, ese algo que necesitas para que tu psiquis no se destruya. En este caso Scarlite es esa amiga, amada, que Ben necesita, como todas y todos necesitamos de otros. Ben necesita una amiga que no tiene en su entorno, entonces la produce desde lo profundo de sí mismo. Scarlite es su factor protectivo, la parte de él que quiere vivir, el Eros de su Tanatos.
El escritor Nic Balthazar utiliza la metáfora del suicidio de Cristo, explicada por uno de los profesores, y lo retoma en la última escena, mostrando a un Ben resucitado (recuerden el juego luz y sombra que conforma la silueta de Ben), el hombre que al morir renace como un hombre nuevo. Porque el personaje no quiere morir ni renunciar, sino concluir el juego victoriosamente.
En mi experiencia clínica las personas con autismo, mas allá de «obsesionarse” con los juegos de video construyen un mundo paralelo que funciona como el mundo social para otros. Un espacio donde se perciben poderosos, donde interactúan con otros a través de la máquina, conociendo exactamente cuál es la regla, siendo capaces de predecir cada evento y efecto. Al final nos preguntamos: ¿psicosis? Qué más da. Ya no se siente atormentado, parece feliz y sin miedo.
Los realizadores del filme usan como elemento de la narrativa la simulación de un docudrama. Este género trata, con técnicas dramáticas, hechos reales, propios del género documental. He aquí otro elemento interesante que en forma magistral logra desarrollar el director-escritor. Integra monólogos que incluyen a los padres, maestros y compañeros. Describe los actores del acoso escolar, la víctima y el acosador, los observadores y la incapacidad del escenario escolar para proteger y ayudar a los otros a aceptar la diversidad. Interesantemente las palabras que con mayor frecuencia usa el Bully o acosador escolar para el maltrato emocional son: retardado y maricón (faggot). Esto amerita una reflexión. La problemática de bullying es más seria en estudiantes con deficiencias en el desarrollo. La mayoría, sino todos, enfrentan dificultades motoras, cognitivas y de comunicación y por ende sociales. El cineasta logra crear un personaje que refleja toda esta complejidad. Aún cuando Ben intenta defenderse no sabe como hacerlo ni verbal ni físicamente. Dice en un momento: “Nadie me dijo como hacerlo bien”. Se refiere a cómo comportarse conforme al código social.
La narrativa en el filme permite mirar al interior de la vida de los estudiantes que son acosados y abusados, cuando conocemos al chico que recibe acoso por ser o parecer gay. Es interesante que este chico es el único que tiene un gesto de humanidad con Ben, probablemente porque comparte una misma experiencia de abuso por su orientación sexual.
En resumen Ben X es un trabajo basado en una historia real que desgraciadamente tuvo un desenlace fatal. Recuerdo cuando comencé a trabajar con niños con Asperger el gran reto era que parecieran invisibles, que se confundieran con lo demás sin que nadie les reconociera la diferencia y que aprendieran a vivir con nosotros. Nuestro gran reto hoy es que sean visibles y que nosotros aprendamos a convivir con ellos.