“¿Cómo cosas tan violentas pueden ser tan bonitas?”: “Las Fugas” o el arte de la teletransportación

Dafne Elvira «Las Fugas» Óleo sobre lienzo. 2023.
La sangre imborrable es la medida del tiempo, no tiene fin desde que el mundo es mundo; discurre entre vivos y muertos cuando, harta de fijeza, busca la compañía de una sangre idéntica para fugarse.
Fúgate/Marta Aponte Alsina
Adoro la teletransportación
–Fax U/Charly García
Ellas son trece. Siempre trece. O casi siempre. A veces siete. ¿Ubi Sunt? ¿Dónde están? ¿A donde se han ido, retirado, escapado las otras que faltan?
Ah, que tú escapes, suspirará un poema de Lezama Lima.
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«Es un portal» , anuncia Pintora, señalando las siluetas de ellas vagamente delimitadas en el lienzo. Aún son meras manchas, chorros rojos de lo que parece sangre reptando gravitacionalmente hacia abajo -la zona que ahora es el abajo- por el lienzo sobre un fondo amarillo, siluetas espectrales, voluptuosas, de lo que parecen ser cuerpos femeninos. Todo esto, lo que hay ahora, entonces, queda resguardado en el aún de la potencialidad y yo no veo nada parecido a un portal pero debo creerle, porque en asuntos de su arte, Pintora nunca miente.
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Nominalmente, esta pintura pertenece a una serie que lleva por titulos: Las ráfagas, Las Auroras, Las Reversibles, Vestidas y Alborotadas, Las Magas del Garabato, Las grietas del agua, Las Tres Estaciones… Dafne Elvira ficciona una mitología fundacional en clave femenina. Fenómenos naturales. Fuerzas climatológicas, cósmicas. A través de los años, Dafne Elvira ha ido construyendo un panteón de deidades femeninas poderosas. Un gesto como el de Píndaro en la poesía, como el de Blake, aquél otro grabador-mistico.
Una grieta es una ausencia en el mundo. Del mundo. Una raja por donde se cuelan las cosas. Una ruta de escape. Una línea de fuga. El arte de la fuga es el arte de rajar, de agrietar, de abrir una ruta de escape por la que todo se desborda.
El arte de la fuga es un arte apoteósico.
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Por “siluetas” ha de entenderse unas marcas que delimitan una zona del lienzo. No son ellas mismas, las siete fugadas que se presentan descendientes, que se van “re-presentando” en distintos estados de composición y des-composición. Sus rostros demarcan distintos grados de completud, de exacitud, de fidelidad técnica, de mimesis, como si ellas estuvieran escapándose o regresando de algún otro lugar, de la inexistencia a la existencia, de la invisibilidad a la visibilidad, de la calma y la quietud al horror. Como si estuvieran huyendo de algo hacia otra cosa. ¿Qué otra cosa si no esto es lo que significa un portal? Una vía de escape.
El arte de la fuga es la apertura de un portal que estetiza el acto de des-aparación. Es un arte de la espera, el de la fuga.
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Siempre llego tarde al evento que culmina siendo una Pintura de Dafne Elvira. Como si ella andara escapada, cimarrona, trásfuga, y yo le andara detrás en torpe cacería de sentido. Como aquella fiel fugada de Palés, su arte siempre inalcanzable. Esto no tiene nada que ver con el amor. Tiene todo que ver con la velocidad. Yo soy mucho más rápida de lo que creíste vos, canta Charly en la canción del epígrafe. Velocidad de escape. Una ciencia, una metodología de la espera, la hermenéutica del tiempo necesaria para la comprensión de este arte.
El arte de la fuga es el arte de que el espectador, el cazador siempre llegue demasiado tarde.
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Antes de ser portal, la pintura era un abstracto, me cuenta Pintora. Estaba pensada en horizontal. ¿Un paisaje, quizás? Entonces sobrevino la pandemia. Pintora comenzó a pintar la pintura en su lugar de playa, a donde se fugó para para del horror. El decamerón.
“En ese entonces, un desastre”, recuerda Pintura. Desastre. La pintura. El mundo. El paisaje mental de Pintora. Pandemia mental. Durante el tiempo de la pandemia, Pintora se fuga hacia el territorio de la locura. ¿O se fuga hacia otro lugar huyendo de la locura? La mente de Pintora devastada como el mundo. Como la pintura. Hasta nuevo aviso. En esos tiempos pandémicos, el paisaje mental de Pintora se trastocó, se hizo pandémico. La pintura entonces devino portal, pasaje hacia otro lado otro lugar donde no duela.
El arte de la fuga es también un arte de la desesperación.
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En el cuento “Fúgate” de Marta Aponte Alsina se narra de manera enigmática las consecuencias de un acto violento en la psiquis de una mujer. Aquella mujer enloquece. Ese relato también es la historia de una mancha en la pared, una mancha de sangre imborrable, y de un niño que utiliza un instrumento de exterminio para ajustar las cuentas de aquél desquicie.
En la canción “Fax U”, a saber que carajos narra Charly García, pero hay un trasunto de también de locura, y una violencia, y también un acto de desaparición: Pero los cables llegaron arriba
Y desde abajo ya no te vi, amor. Esta pintura se halla en estado de superposición cuántica con aquel escrito, con aquella canción trastocada. Por superposición cuántica no entendemos otra cosa que cuando leemos uno, leemos el otro. Esta pintura es un portal que canaliza aquellos otros textos y muchos otros, los revela, los presenta, los anuncia, los presenta sin representarlos. Escritos, músicas, danzas, otras pinturas, esculturas…
El arte de la fuga es también el arte de la intercomunicacion estética.
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“Darle la vuelta”. Así describe Pintora el movimiento que practica en el posicionamiento de la pintura. ¿De su mente? ¿Del mundo? ¿Endereza el cuadro Pintora? ¿Su mente? ¿El mundo pandémico patas arriba? Algo pasa -siempre algo pasa, algo ha pasado, algo ocurre que cambia el rumbo de las cosas- y la pintura se vuelve vertical. Las figuras femeninas van a apareciendo en orden descendiente o ascendente, como la escalera de Jacob. Aquél portal de teletransportación por el cual los seres angelicales suben y bajan al cielo. Como aquél angel de Walter Benjamin, los ángeles huyen.
Ese movimiento giratorio de inclinación desde el plano horizontal a vertical del cuadro es un movimiento violento. Ejerce violencia física y de sentido en la constitución y la posición del lienzo en el mundo. Y esta violencia deja huellas. Sobre el lienzo pueden verse unos chorros, unos drippings carmesí que remedan sangre, cruzados con otros drippings que parecen venir del lado izquierdo, como empujados por un viento imposible. De las líneas de sangre brotarán hojas, la sangre devendrá lianas, bejucos, enredaderas, vida vegetal. Estos otros drippings que parecen construir una cuadrícula que hace de prisión a las siluetas vienen del lado porque alguna vez ese lado fue el arriba de la pintura antes, cuando era un paisaje abstracto horizontal. Como aquellas marcas signaturas en la Radiación de Trasfondo -radiación que es una radiografía del origen del universo- aquellos drippings que ahora devienen horizontales son huellas del posicionamiento horizontal anterior del cuadro. Son chorros-marcas que revelan el pasado violento del cuadro, como la sangre. Todo eso se le reveló por dentro, como si la sangre bajo la piel tuviera ojos, reza una línea hermosa y terrible del cuento de Marta Aponte. ¿Cómo cosas tan violentas pueden ser tan bonitas?, se pregunta atónita Pintura ante este bello y terrible espectáculo que vá fabricando y que se erige ante sus ojos.
El arte de la fuga es también un arte de la revelación.
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“Quiero volver”, me cuenta Pintora que escribe una y otra y otra vez en el lienzo de esta pintura durante los tiempos pandémicos del horror universal e interior. Algunos rasgos de aquellas palabras desesperadas aún se perciben en su versión final. La canción que escuchaba obsesivamente era “Verde Luz”, del Topo. “Volver del lugar de la locura”, me explica. Regresar del lugar donde habitan los monstruos. Como si fuera posible entender a cabalidad estas palabras que me llenan de estupor.
El arte de la fuga también es siempre regresar. Es el regreso escándaloso y triunfal de aquella, de ellas, de aquellas que regresan distintas.
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Termina la pandemia. Termina la locura de Pintora. Esto es, Pintora regresa. Le da la vuelta a la pintura, al lienzo. Del eje horizontal al vertical, del paisaje abstracto a la figuratividad concreta en declinación. Ellas, en ese des-orden descendiente y en esos distintos estados de composción/descomposición pictórica, dramatizan esta debacle, esta hecatombe mental interior y el descojón radical que fue el mundo pandémico. Pintora termina la pintura. ¿Termina? No estás completamente inventada, cantará Charly. Nunca.
El arte de la fuga es un arte que nunca termina.
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En mi proceso de escritura yo intento reproducir procesos, remedar, imitar. Alcanzarlas en su movimiento centrípeto de aceleración exponencial. !Qué clase de Pendejo yo! Y que yo alcanzar con palabras a aquella loca que se fuga. !Qué atrevimiento!
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Ubi sunt? Dónde están todas, las otras? Todas las otras? Fugadas. En otro sitio. Son todas. Son seis, que suman trece. Dónde? Al otro lado del canvas, han atravesado el portal.
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Si hubiera alguna duda de que “Las fugas” es una pintura política, un machete al pie de las fugadas ataja esa duda. “Quiero volver”, aquellas palabras deseosas de la letra de la canción del topo se han desdibujado, se han difuminado, se han fugado del lienzo, pero están allí aún, están subcutaneamente presentes, porque después de la hecatombe esta pintura se ha fugado del abismo superficial del caos y la a-historicidad y ha devenido palimpsesto, acumulación de capas de piel, de pintura, de vida, de luchas contra la entropía y contra el mal. Fugarse también es entrar de lleno y de grueso en la historia. Esta pintura ha devenido historia de vida. “Vivas nos queremos”, leerán ahora unas palabras vibrantes al borde derecho de una de ellas que es todas ellas aunque faltan. Faltan seis porque ellas son trece, siempre trece pero donde…? Abordar esta ausencia desbordada requeriría páginas y páginas, capas y capas, sería fabricar una geología hierática-arqueológica femenina que yo no sería capaz de hacer ni de intentar. Digamos, escribamos por lo pronto que toda historia, toda vida, toda pintura tiene su dorso, su otro lado donde se oculta la maravilla. Pero esta pintura no es una metafora ni es una alegoría. Algunas pinturas buenas o malas pueden serlo. Especialmente las malas. No será casualidad que el texto “Fúgate” de Marta Aponte trate de una mujer enloquecida por la crueldad de la violencia de género. No será casualidad que “Fax U”, el título de la canción de Charly sea un improperio que es una maldición de teletransportanción. Porque, ¿Qué otra cosa es una máquina de Fax si no una máquina antigua de telegrafía, de telepatía, de teletransportación? I put a spell on you, cantarán Nina Simone, Diamanda Galas, Annie Lennox….“Vivas nos queremos”, es un ensalmo y es también un desafío radical ante la violencia de género. Porque esta declaración de amor de ellas hacia ellas, por ellas, entre ellas y de ellas por ellas desborda su aparente estatuto declarativo gramatical para ser un restriegue en el rostro del patriarcado y una advertencia, que todos debemos tomarnos con toda la seriedad y sí, el miedo del mundo. Hell hath no fury like a woman scorned. Te falta algo. Te falta amor, observa Charly. Ellas vienen. Ellas se fugan del lugar aprisionado, de la carcel literal, del manicomio, de la casa, del cuarto, de la invisibilidad y mira broder, ellas vienen. Hay un machete a sus pies, por si acaso. Se han fugado, y vienen a hacer lo que sea necesario.
El arte de la fuga es un acto de magia, de ensalmo, de presdigitación. Es también el arte de la guerra. Es también el arte de mandar al mundo al carajo.
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La pintura “Las fugas” de Dafne Elvira se convierte en una oda triunfal al arte de la fuga, en una aplastante victoria femenina sobre el horror, la locura y la muerte. El triunfo sobre la violencia en todas sus manifestaciones, pero especialemte un triunfo simbólico sobre la violencia de género. También es un hermoso recordatorio de que falta mucho por hacer, de que las figuras no están terminadas, las siluetas no han hallado aún “su definición mejor”, por volver a citar a Lezama. Ahí radica la cualidad radical de la pintura. Nadie que se dé que es igual a todo puede quedar igual.
El arte de la fuga es siempre el arte justo, el arte ético de descubrir la hermosa identidad entre todas las cosas.
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No estás completamente inventada, canta Charly. Te falta algo. ¿Ubi sunt?, nos preguntábamos arriba. ¿Dónde están las que faltan? Te falta ser como los soldados/que mueren junto al frente, amor. Como la pintura, como la subjetividad, como la historia, el arte de la fuga es también siempre una proyección activa hacia el futuro. ¿Dónde están las que completan? Asómate detrás del cuadro. Asómate. Teletranspórtate al dorso. Fax Urself. El arte de la fuga es también el arte de abrir los ojos.
Fúgate.
La pieza “Las Fugas” forma parte de la exhibición colectiva femenina “Pasando Factura” que estrenó el 6 de mayo de 2023 en la galería “I AM Art”, ubicada en el Edificio Colón Gerena #155, Avenida Ponce de León, San Juan. La apertura fue de 2 a 6 pm.