Conclave (Fine Arts)
Las películas sobre Papas abundan. Una de mis favoritas es *The Agony and the Ecstasy* (1965), dirigida por Carol Reed y protagonizada por Charlton Heston como Miguel Ángel y Rex Harrison como el Papa Julio II. Trata sobre los conflictos entre ambos durante la decoración del techo de la Capilla Sixtina por el pintor. Otra estupenda, también basada en la realidad (aunque recuerden que, aunque lo sea, ambas cintas son “ficción”, pues nadie sabe de verdad lo que se dijeron los personajes), es *The Two Popes* (2019), en la que se aborda el escándalo de las filtraciones de información del Vaticano.
Inicialmente, los documentos filtrados del Vaticano exponían la corrupción que llevó a que la Santa Sede pagara precios más altos por los contratos que requería para muchas de sus actividades comerciales. Todo se intensificó cuando los periódicos italianos revelaron luchas de poder dentro del Vaticano debido a sus esfuerzos por implementar mayor transparencia financiera y cumplir con las normas internacionales para combatir el lavado de dinero. Además, en 2012, una carta anónima llegó a los titulares de los periódicos advirtiendo sobre una amenaza de muerte contra el papa Benedicto XVI. Poco después, un libro describió al Vaticano como desgarrado por los celos, la intriga y las luchas entre facciones. En la película, el Papa Benedicto XVI es interpretado por Anthony Hopkins, y Jonathan Pryce da vida al cardenal Jorge Mario Bergoglio, el futuro, y hoy, Papa Francisco.
En la larga historia del papado hay también Papas asesinados y, por supuesto, no podía faltar que en *The Godfather III* el Papa ficticio, Lamberto, sea asesinado (envenenado) por tratar de investigar la corrupción a su alrededor y, en particular, los negocios del Banco Vaticano.
Entonces, llega este nuevo filme maravilloso, con un guion de Peter Straughan basado en el libro homónimo de Robert Harris y dirigido por Edward Berger. Es una especie de *thriller* que puede muy bien catalogarse en el género detectivesco, pues eso es lo que debe hacer el decano del colegio de cardenales, Thomas Lawrence (Ralph Fiennes). Aunque muy respetado por sus colegas, poco a poco descubre que está rodeado de varias conspiraciones. Según va destapando los detalles, se topa con algo aún más sorprendente que los últimos momentos del Papa, quien murió de un ataque al corazón. El arzobispo Benítez, del que jamás habían oído hablar, se presenta desde Kabul, en Afganistán, para la elección. Es algo más que Thomas debe investigar, especialmente cuando se descubre que, en secreto, el Papa lo había nombrado cardenal.
Las escenas están magistralmente ambientadas por el cinematógrafo Stéphane Fontaine, en una especie de claroscuro que refleja la situación en el pensamiento de muchos de los príncipes de la Iglesia. La idea es que apreciemos cómo muchos se han quedado varados en el pasado y no desean aceptar que viven en otra época. El repudio hacia los gais persiste en muchos de ellos, así como también su rechazo vigoroso de otras religiones y de actitudes más liberales, cónsonas con el siglo XXI.
Hay tomas estupendas que son obras de arte: las mesas en el salón de votación, los cardenales regresando de un lugar secreto luego de que un carrobomba casi mancha los plafones de la Capilla Sixtina. Pero lo que más se destaca en el filme son las actuaciones. Ralph Fiennes, como Thomas Lawrence, debería ser elegido cardenal de donde vive. Su personaje está lleno de dudas, no sobre su fe, sino sobre la Iglesia, algo que otros personajes en la cinta también manifiestan. Stanley Tucci, como Aldo, el cardenal Bellini, un americano liberal, y John Lithgow, como Joseph Cardinal Tremblay, un conservador canadiense, enriquecen la excelencia del elenco. También contribuyen a esta obra maestra Sergio Castellitto como Goffredo Cardinal Tedesco, un tradicionalista italiano. Dan soporte a la perfección del elenco Lucian Msamati como Joshua Cardinal Adeyemi, de Nigeria, y Carlos Diehz como Vincent Cardinal Benítez.
Como la hermana Agnes (¿Agnes of God?), Isabella Rossellini, encargada de las habitaciones y las comidas de los cardenales, a veces se parece a su madre, Ingrid Bergman. Su carácter fuerte e inquebrantable me recordó cuando dejó a su marido por el padre de Isabella.
Cuando la vean, por favor, no divulguen el final. No le arruinen la película a quienes no la han visto. Gracias.