El legado de Mara Negrón
Quisiera hablarles del legado de Mara, retomando en parte la reflexión que compartí el día en que algunos de nosotros nos unimos a su familia y a su compañero, Ernesto Blanes, para celebrar su vida.
La ausencia que nos habita desde hace casi cuatro meses es la de una intelectual en el momento álgido de su producción. Todos sabemos de la excelencia de su trabajo, tanto en literatura comparada como en estudios de género, dos campos casi inseparables en ella desde sus estudios doctorales, bajo la dirección y mentoría de Hélène Cixous, en el Centro de Estudios Femeninos y de Género de la Universidad de Paris 8. También conocemos su producción literaria y sus artículos de opinión publicados en 80grados, Diálogo y otros medios periodísticos del país. El regreso de Mara a París para dirigir, como profesora invitada, el mismo Centro en el que se había doctorado 22 años antes, parecía cerrar una suerte de círculo –consolidada su posición tanto en nuestro país como internacionalmente.
¿Qué debe, pues, decirse sobre esta mujer que vivió y murió en la disyunción entre dos ciudades? Puedo tal vez decir:
“El cuerpo de esa mujer estaba hecho de letras. Ella misma era una biblioteca.”
Esas palabras con que hoy escribo a Mara son su escritura sobre Nilita Vientós Gastón, otra gran intelectual puertorriqueña, también profundamente ligada a esta casa nuestra que es la Universidad de Puerto Rico y el Recinto de Río Piedras. La biblioteca que era Mara está hecha de lecturas literarias, filosóficas, teóricas; de textos europeos, puertorriqueños, latinoamericanos –era lo que ella misma describió como la biblioteca de una caníbal que nos dice:
“Yo he visitado muchas ciudades, he estado, sin necesariamente haber estado, en muchas ciudades. He habitado en ciudades que ya no existen, en ciudades que existieron hace miles de años, antes de que yo fuera. He habitado en libros y fuera de ellos he prolongado su existir. ¿Existir, eso que se llama existir, […] les pregunto lectores, qué es?”
En su escritura y en su enseñanza, Mara prolongó el existir de los libros que habitó, haciéndolos relevantes para el presente: Shakespeare, Dante, Montaigne, Voltaire, Kafka, Flaubert, entre muchos otros, se leen desde, y leen, el presente.
“El cuerpo de esa mujer estaba hecho de letras. Ella misma era una biblioteca.” Y ese cuerpo/biblioteca es su legado. La familia Negrón Marrero ha materializado ese legado con su decisión de donar al Programa de Estudios de Mujer y Género los libros de Mara, de los que desde hace algunos días somos ya depositarios. Esa biblioteca se une a un proyecto de centro de documentación en el que estábamos trabajando para dar lugar a lo que esperamos sea el Seminario Mara Negrón de Estudios de Género.
El Programa de Estudios de Mujer y Género está también embarcado a fondo en un empresa que es igualmente parte del legado de Mara, uno de sus proyectos más preciados y al que planeaba dedicar parte de su casi inagotable energía a su regreso a Puerto Rico. Me refiero a la creación de un programa de maestría y doctorado en estudios de género. Espero que podamos honrar su memoria llevándolo a buen puerto.
Pero el legado de Mara Negrón es una encomienda sobre cómo ser intelectuales comprometidos y comprometidas con nuestra realidad, con una manera de ser universitarios.
Al final del ensayo en que examina la obra de Vientós Gastón, Mara plantea la pregunta “¿Y nosotros, dónde escribiremos las letras del porvenir?” Desde el dolor de lo que hemos perdido, dar respuesta a esa pregunta es la encomienda que nos impone su legado.
Mara nos legó la encomienda de leer sus textos como una invitación a escribir, a leer y a leernos los unos a los otros, prolongando ese diálogo intelectual, esa exploración de las diferencias, que ella tan consistentemente practicó.
Nos legó la encomienda de continuar creando literatura, artes plásticas, danza, cine, desde su convicción de que la creación y el arte son formas privilegiadas de intervenir la realidad.
Nos legó la encomienda de mantener viva su fe en la educación y de defender la universidad como espacio de pensamiento radical.
Nos legó la encomienda de pensarnos desde el género, y de promover y defender esa mirada desde la institución universitaria, la investigación y la creación.
Nos legó la encomienda de pensarnos repensando y rehaciendo el Caribe desde sus diferencias.
Nos legó la encomienda, de entender la literatura como un acto de libertad, como el acto de decirlo todo y de concebir lo poético como algo que nos compete a todos.
Nos legó la encomienda de pensar la violencia y de no cejar en la reflexión sobre las relaciones entre ética y política.
Nos legó la encomienda de concebir el cambio como un desasosiego productivo para pensar y crear.
Nos legó la encomienda de no callar, de actuar, de decidir y de transformar; de ser políticos de las formas más agudas e imaginativas.
Nos legó la encomienda de un compromiso con la justicia y la igualdad, sin olvidar lo que Shakespeare llamó “the quality of mercy” esa forma de compasión que ella quiso traducir como corazón.
Este legado es la respuesta a su pregunta “¿Existir, eso que se llama existir, les pregunto lectores, qué es?”
Mientras mantengamos vivo este legado Mara seguirá existiendo, como las ciudades y los libros que habitó.
*Este texto fue leído en el «Homenaje póstumo a la doctora Mara Negrón Marrero», acto institucional celebrado el 16 de octubre de 2012, en La Rotonda de la UPR, Recinto de Río Piedras.