El mestizaje posmoderno y el sueño americano
Pero también se ha comentado muchísimo sobre un anuncio de televisión que parece ayudó bastante a de Blasio en sus esfuerzos por superar a Quinn. En el anuncio se ve claramente que de Blasio está casado con una mujer afroamericana y sus hijos son de raza mezclada. En una ciudad que históricamente ha tenido una política basada en divisiones y alianzas de razas o etnias, de Blasio pudo atraer votos de blancos liberales y de la comunidad afroamericana en una manera más efectiva que Bill Clinton, considerado en su tiempo como el primer presidente negro de los Estados Unidos. Derrotó al único candidato afroamericano Bill Thompson y contó con el abrazo de Al Sharpton. Esta habilidad para atraer bloques de votos de varias razas se considera más y más importante ahora que el perfil demográfico del país y sus ciudades más grandes está cambiando a tal grado que los que no son blancos se convierten en la mayoría de la población.
Irónicamente, a la misma vez que todo esto está pasando, los latinos -el grupo que se puede distinguir como la población más mezclada en términos raciales- no jugaron un papel significativo en esta elección. Solamente hay dos candidatos: el reverendo Erick Salgado, quien proyectó una imagen medio-payaso y se quedó con 2.4% del voto de la primaria demócrata, y Adolfo Carrión, el expresidente del condado del Bronx, que seguirá como candidato del «Independence Party,» y no se considera un factor significativo en la lucha entre de Blasio y el republicano Joe Lhota.
Delgado se destacó fundamentalmente por su énfasis en ser puertorriqueño y latino, pero no mucho más. De hecho, cuando salieron más revelaciones sobre los «sextings» de Weiner (que revelaron que Weiner tomó el nombre «Carlos Danger» cuando hablaba «sucio» a sus seguidores de Twitter), Salgado declaró ofendido que Weiner estaba promoviendo estereotipos negativos de los latinos con su personaje de Carlos. Mientras toda la retórica sobre los latinos en esta campaña involucraba estas dos caricaturas de ser latino, de Blasio estaba apropiandose la consigna «el cuento de las dos ciudades» que usó Fernando Ferrer, el último candidato latino serio a la alcaldía, para criticar el desbalance de riqueza en Nueva York.
Todo esto viene al momento en que entramos a otro mes de la herencia hispana, cuando varios rituales «oficiales» que ya no son nada más que gestos vacíos que celebran a una población que todavía es sumamente difícil de definir. La mayor parte de los latinos, en vez de ser ejemplos de una cultura de razas mezcladas con el potencial de añadir una energía nueva al país, los latinos se presentan como una tercera raza (ni blanca, ni negra) que tiene los mismos valores que los estadounidenses y se dedican a buscar «el sueño americano» en esta nación obviamente excepcional.
Un ejemplo de las festividades se vio la semana pasada en El Museo del Barrio de Nueva York, con la presentación de una nueva serie documental auspiciada por la cadena de televisión pública (PBS) llamada Latino Americans. Allí estuvieron: Ray Suárez, autor del libro que acompaña el trabajo fílmico, el distinguido periodista Juan González y la productora Adriana Bosch para presentar alrededor de hora y media de pietaje de la serie. Aunque era claro que se hizo un esfuerzo notable para producirlo y que es de alta calidad, tuve la sensación de que ya he visto todo esto varias veces.
Los cuentos de cómo sirvieron los soldados latinos en varias guerras me recordaron el excelente documental Borinqueneers, sobre la historia del 65 de Infantería. Las famosas demostraciones hechas por estudiantes de escuela superior en Los Angeles durante los años ’60 ya las vi en la serie de PBS Chicano! y la película de HBO llamada Walkout. Y la breve discusión de música latina enfocada en Gloria Estefan y Ricky Martin ya la vi en Latin Music USA. Obviamente, el esfuerzo de contar la historia de mexicanos, puertorriqueños, cubanos, dominicanos, salvadoreños, etc. y su historia en las Américas es bastante difícil de contar en seis horas, pero había una falta de perspectiva nueva en lo que vi aquí.
El problema de presentar el relato de los latinos en producciones como estas es que parece que siempre tienen que ser derivados del discurso narrativo estadounidense. Las luchas de los latinos en los Estados Unidos son para obtener ciudadanía y derechos norteamericanos, pelear en guerras norteamericanas, soñar el sueño norteamericano. No se habla de por qué «no hay trabajos en méxico«, ni de la posibilidad de mantener contacto y relaciones con los países de América Latina, de hacer nuevas versiones de las culturas de donde venimos aquí y compartirlas allá. Todo se trata de que merecemos estar aquí, y la lucha de probarnos de una manera aceptable.
Entonces la herencia latina se convierte en la herencia norteamericana con acento español y es como mejor olivdarnos de por qué estamos aquí. Y encontrarnos todavía al margen del mestizaje posmoderno que se puede hacer cuando el blanco ya no domina como antes. Y así quedarnos soñando con nuevos alcaldes progresistas y el sueño norteamericano que nos prometen.