Elecciones 2012: estatucentrismo y política
Puerto Rico se ha transformado de un sistema de 2 partidos en uno de 2 partidos y ½. Esa mitad es el Partido Independentista Puertorriqueño que, junto con el Popular Democrático y el Nuevo Progresista, conforman la sagrada familia de una democracia electoral cuestionable. La transparencia del voto ha sido cuestionada en las primarias de dos de los partidos principales en marzo pasado. El hecho de que el derecho al sufragio de más de 300 mil personas, haya sido discutido y suprimido en el circuito federal, demuestran que el voto ya no es lo que era. Recuerden que sobre el sufragio sin coerción, se fundó el proyecto modernizador que encabezaron los populares desde su fundación en 1938. Esa gloria nadie se la puede escatimar si es que todavía representa algo para el país.
Una de las condiciones que explica esta situación anómala –2 ½ no es igual a 3-, ha sido la política del estatus. Los 2 y ½ partidos principales medran alrededor del monopolio de una fórmula estatutaria. Su subsistencia como fuerza principal depende de ello, de modo que invisibilizar las voces disidentes, se convierte en una necesidad. Para que la democracia electoral funcione necesita ser antidemocrática. La otra es el fondo electoral, dinero que convierte las causas políticas en un negocio lucrativo, y al estatus en un somnífero que obnubila la comprensión de la compleja problemática que domina al país. Si bien en algún momento el país dejó atrás el caudillismo romántico y meloso de un Muñoz Rivera, un Barbosa o un De Diego, el empresarismo político estatucéntrico ha llegado para quedarse.
El hecho de que Puertorriqueños por Puerto Rico haya sido la tercera fuerza electoral en la contienda de 2008, debería haberle garantizado una posición al lado de los 2 y ½ partidos dominantes. Las razones para que no esté allí me parecen obvias: el PPR no participa de la manía del estatus. Rogelio Figueroa ha intentado, con o sin acierto, desarrollar un lenguaje alternativo que nunca ha cuajado del todo. Los problemas para la inscripción del partido, debilitaron su proyecto dejándolo en una posición incómoda y difícil de superar antes de las elecciones.
Lo cierto es que se ha discutido tan poco respecto a qué implicaría un Puerto Rico Incorporado y como se distinguiría de la Libre Asociación o del Estado Libre Asociado, que la oferta se reduce a un mero garabato ideológico. La gente votará, como acostumbra, a ciegas. La Incorporación podría conducir a un limbo similar al que caracteriza al estatus actual. La Libre Asociación podría ser muy similar a la Cuba Soberana bajo la Enmienda Platt, un estado monigote al alcance de unos siempre celosos Estados Unidos. Sobre la frágil base de la diversidad de grados de la ignorancia del elector, medran los políticos de oficio. Entre los partidos postmodernos y los tele-evangelistas, no veo mucha diferencia: ambos se apoyan en la fe que produce el laberinto de lo incognoscible y sobre una superficialidad discursiva que se reduce al gesto.
¿Qué papel pueden jugar en este escenario los llamados partidos “emergentes”? Primero debo aclarar un par de asuntos. “Emergente” vale por lo que nace o inicia de otra cosa, como un tributario. La “novedad” de organizaciones como el Movimiento Unión Soberanista o el Partido del Pueblo Trabajador, es relativa. Ambas formaciones reproducen tradiciones diversas y complicadas que poseen un pasado, y han tenido relaciones contradictorias con la diluida democracia electoral puertorriqueña.
El MUS sigue girando alrededor del punto fijo del estatus. Su meta parece ser que un electorado moderado y disgustado, lo vea como una opción de cambio. La viabilidad de la oferta del MUS depende de que convenza a esos electores de que su propuesta no representa una amenaza para el locus amenus de la relación centenaria con Estados Unidos. Su discurso estatucéntrico no difiere mucho del de la Alianza Pro Libre Asociación Soberana. Con eso en mente, habían postulado a la gobernación a Enrique Vázquez Quintana, una figura imposible de vincular a cualquier conspiración radical. La candidatura de Vázquez Quintana feneció producto de la estocada de una figura prominente de los medios y Arturo Hernández, su sustituto, devolvió al partido a la tradición por medio de un candidato que proyecta la imagen de un patricio y el señorío de un viejo caudillo independentista.
El MUS se ha colocado en la misma situación que Muñoz Marín se ubicó con Acción Social Independentista ante el Partido Liberal Puertorriqueño en 1936. El MUS es un partido “emergente”, en efecto, que quiere nacer de la costilla del PPD, como el PPD nació de la costilla de PLP en 1938. Pero aunque su lenguaje, mal comprendido por la mayoría de la gente, pueda parecer peligroso para un estadoísta, no produce el mismo efecto en un independentista o en un socialista del siglo 21.
El Partido del Pueblo Trabajador, por otro lado, pospone la discusión del estatus como el PPR pero con una visión más coherente e incisiva. Rafael Bernabe es una figura con una vinculación real con las luchas de los sectores sociales más comprometidos en los últimos decenios. El éxito de una postura como esta es histórico: el Partido Socialista (1915) poseía un discurso análogo y su crecimiento organizativo fue contundente. Desde la perspectiva del nacionalismo, el problema consistió en que el PS acabó alineándose con un partido estadoísta, el Republicano Puertorriqueño. La gente ha olvidado lo desilusionante que había resultado una alianza previa del PS con el Partido Unión de Puerto Rico, de clara línea autonomista e independentista. Para el PS, ligarse a aquellos partidos sufragados por los intereses azucareros y la burguesía agraria puertorriqueña, garantizó la contaminación con el virus de estatucentrismo. El PPT sabe que no debe caer en ese juego, elemento que convierte a Bernabe en el líder más visionario de los que veo en el panorama.
Un problema teórico y práctico es cuán eficaz será la apelación a una clase obrera “agrandada” como lo hace Bernabe. La proletarización y empobrecimiento de las clases medias –intelectuales, empresarios medianos y pequeños- no significa que esos sectores mirarán el mundo como un obrero. Adoptar el discurso de una flaca clase obrera en medio del desastre neoliberal, implica olvidar que es más probable que un pequeño burgués se identifique con un obrero en el escenario del consumo que en el de la producción. Resulta penoso decirlo pero ante la fiebre de estatuscentrismo y el plebiscito de noviembre, el PPT y el PPR acabarán invisibilizados. Los medios y la manía estatutaria, se impondrán otra vez.
Fuera de la contienda electoral suceden cosas interesantes. Boricua Ahora Es y Ricardo Roselló, comparten el estatuscentrismo dominante. BAE es lo más cercano a un “movimiento ciudadano” real. Nadie puede negar, sin embargo, que se trata de un brazo del PNP que, si bien no aparece en una papeleta, cuando lo haga será como una facción de aquel. Lo interesante de BAE es lo mucho que recuerda, de un lado, la militancia solitaria de Estadistas Unidos (1967), e incluso la voluntad pedagógica que informó a la Liga de los Patriotas (1899) y el Partido de la Independencia (1912). Por las reseñas de sus actividades, uno se siente tentado a pensar que se encuentra ante una campaña educativa como al Cruzada del Ideal (1909) obra de la federación Libre de Trabajadores, entre otros.
Lo más interesante de Roselló es su visión plural de la solución del estatus. Mientras el PNP insiste, como un infundio de la Guerra Fría, en que la Libre Asociación es la Independencia y que quien la defienda es un peligro, a la vez que proyecta la Estadidad como la salvación, Roselló va por otro camino. BAE adopta el lenguaje ponderado de que la Soberanía, bajo cualquier de las tres fórmulas es una ganancia ante el Estado Libre Asociado: de eso se trata el lema “No a la colonia”. Me parece que esa es una verdad tan concreta como una piedra. Pero algo similar aseguraba el Partido Unión de Puerto Rico en 1904 y su prioridad siempre fue la autonomía o el self-government. Roselló es estadoísta y su alianza con cualquier sector que no lo sea, es un acto de inteligente acomodo. La independencia siempre ha sido en boca de no-independentistas, un refugio último para la dignidad tras el rechazo del otro. Esa cita, por si alguien no lo sabe, es una paráfrasis de Muñoz Rivera alterado cuando no le hacían caso en Washington.
Bien visto, en este proceso electoral no hay muchas novedades. Lo más original y promisorio siguen siendo el PPT y BAE, curiosamente, desde posiciones en extremo opuestas. Discursos manidos, actitudes desesperadas, sí las hay. El “voto inteligente” para derrotar al PNP es una de ellas, quizá la más perniciosa. Votar por el PPD para derrotar al PNP es más bien un “voto negligente” en el buen sentido de la palabra. La negligencia es descuido, apatía, desidia, dejadez, más de lo mismo. Y con eso no se cambia un país.