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En Anexia

Rafael FrancoRafael Franco Publicado: 15 de marzo de 2013



La vida solo tiene un encanto; es el encanto del juego
-Baudelaire

La nueva novela de Bruno Soreno, Todos los nombres el nombre, irrumpe en el apretado espacio editorial de la isla como una clásica bomba química cuyo aftertaste es diametralmente opuesto. Me gustaría tener las destrezas de un Grenouille para describir con gusto las cualidades aromáticas del libro, o un doctorado en literatura comparada para interpretar de alguna manera coherente esta multiplicidad de libros, de historias, de colores y aromas que compuso Soreno en la clandestinidad sicológica. La novela de Soreno es, al final del día, forma y final del juego.

Pertenece a la Serie Singularidades Desnudas del conjunto 02 de Frenoteratología Aplicada de la Colección Maravilla, editorial independiente a cargo de Néstor Barreto y Esteban Valdés. Merece mención ya que es un proyecto tan descabellado como ambicioso y acertado. Certero, sin duda; dieciocho títulos en dos años. Con tanta ambición siempre se corre un riesgo, pero es innegable el registro cultural de la empresa.

Soreno es el más reciente en la colección, la cual ya incluye escritores y artistas como Elizam Escobar, Obed Edom, Thurdmon Capote, Teo Freytes, Roberto Net Carlo, Neysa Jordán, Cati Mato Olivos, Felipe Cuchí, Enrique Puig, Carlos López Dzur, Alberto Prieto, Chiara Merino, Barreto y Valdés, y algunos otros más. Transparencia total: mientras escribo estas líneas mi novela experimental, Las macrónicas del temponauta, está muy cercana a publicarse en Colección Maravilla.

Y es que sería imposible adentrarse en la novela de Soreno sin el epígrafe de Baudelaire y sin mención de Colección Maravilla, por no decir las múltiples referencias cortazarianas del texto y la abundancia epigramática. La realidad del caso es que ninguna otra editorial hubiese acogido un texto tan fuerte y difícil como el de Soreno.

El futuro, las máscaras, la anexión sociopolítica, la literatura natural del patio, sexo, ultraje, infamia, asimilación, rebelión, ciencia ficción y en fin, la temática de Soreno comprende una multiplicidad de idiomas, personajes, narradores, lectores, referentes y direcciones, todas válidas, todas metafóricas, diseñadas con premeditación y alevosía.

“Dije que recordar es un acto subversivo” escribe Soreno en la página 125 de la edición, y añadiría yo que por extensión todo intento de literatura es entonces un acto subversivo. Bien le queda el encabezado a la novela, que subvierte y convierte en simultáneas direcciones y se bifurca en más direcciones, todas nombradas y exploradas.

Curiosa contraparte hace la novela al pequeño volumen de poesía de Manuel Abreu Adorno titulado Sonido de lo innombrable. De la misma manera que el poeta recrea, nombra, cuenta en “Instante poético”, Soreno logra un verdedro tour de force de la narrativa misma con la novela que nos atañe.

Al nombrar algo también nos lo apropiamos y Soreno no pierde la oportunidad de apropiarse de la literatura puertorriqueña y empujar lo más que puede para que esta le brinde las respuestas –o preguntas– que busca. El beneficio es todo del lector, aunque también represente cierta indulgencia literaria. Un amigo me comentó que encontraba necesidad de edición en el texto, del ejercicio editorial, que aguantaba algo de economía. Para mí la observación es irrelevante; por definición un trabajo de esta naturaleza debe retar y desafiar las preconcepciones y las tradiciones literarias de su contexto inmediato.

Esto Soreno lo logra con agilidad y versatilidad, con la preparación de un texto que padece del síndrome de personalidades múltiples, tal vez en este caso, de nacionalidades múltiples. Sabemos que no hay nada nuevo bajo el sol, es verdad, pero las dimensiones y los aciertos son suficientes para elevar el todo a ese lugar especial en la literatura de los países.

Además de trazar paralelismos y homenajes al universo cortazariano, esta novela también entabla conversación con tantos otros libros, desde El Expreso Tokyo-Montana, novela de Brautigan cuyos capítulos representan diversas paradas en la ruta de un tren imposible, y el reconocido Matadero 5, de Vonnegut Jr. Las influencias son tan numerosas como las referencias.

El efecto puede ser abrumador y evoca aquella canción navideña, Aquí no hay cama pa’ tanta gente, pero cuando la salsa se cuece con gusto queda mejor. Soreno se abre camino por unos terrenos peligrosos, pero su pluma es segura y su gozo genuino, lo cual se transmite con el mismo júbilo y exuberancia.

Después de todo no es fácil escribir en Anexia. “Escribir en Anexia es parecido a estar muerto, a ser polvo diseminado sobre caparazón de cualquier monstruo.” (p.125) La verdad es que en Anexia no importa lo que escribas, siempre vas a ofender a alguien, así que ¿por qué no tomar riesgos?

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Rafael Franco
Autores

Rafael Franco

Columnista Autor, fotógrafo, periodista, traductor y actor. Ha publicado una novela, cuentos y varias traducciones, propias y ajenas. En 2008 ingresó a la mesa editorial de Contratiempo, en Chicago, y ayudó a fundar 7Vientos para poder publicar su traducción al inglés de “Llegaron los hippies” de Manuel Abreu Adorno. Colabora con Rey Andújar en una pieza de teatro y compone una serie de novelas sobre el fin del mundo. Su próximo libro se titula Las macrónicas del Temponauta. Además, tiene un show titulado "Llegaron los hipsters", el cual espera presentar en las tablas de Chicago y la isla.

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