Yo pensaba en los años 80 que tenía la imaginación de un cronopio visionario, pero me sentí en un instante como estatua visitada por hombres y cosas del futuro.
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Yo pensaba en los años 80 que tenía la imaginación de un cronopio visionario, pero me sentí en un instante como estatua visitada por hombres y cosas del futuro.
Al terminar Rayuela y hacer una reflexión del mundo de Julio comprendí un poco mejor mis obsesiones, demonios, fobias y perversiones.
Rayuela es el punto de encuentro entre el maestro de las letras Julio Cortázar y el maestro de la música Miguel Zenón.
En «Todos los nombres el nombre», Soreno se abre camino por unos terrenos peligrosos, pero su pluma es segura y su gozo genuino, lo cual se transmite con júbilo y exuberancia.