Epistemología de la concepción materialista de la historia (7): complejidad
Introducción
En las primeras dos redacciones expusimos lo básico de la concepción materialista de la historia (CMH) y explicamos los factores que llevaron al surgimiento de esta perspectiva. El tercer segmento expuso cómo la división social en clases generó el hilemorfismo (dualismo epistemológico), fundamental en la sociedad contemporánea y en sus principales problemas. La cuarta sección definió el materialismo dialéctico como la base filosófica de la CMH, como superador del hilemorfismo y las relaciones de dicha filosofía con la ciencia. La discusión de los conceptos “materia” y “dialéctica”, respectivamente, ocuparon las redacciones cinco y seis.
Aquí señalaremos unas continuidades epistemológicas entre el materialismo dialéctico y la epistemología de la complejidad desarrollada por Edgar Morin. Dicha concordancia está vinculada a las relaciones entre los niveles de organización de la materia históricamente emergidos. Revisar los supuestos de las formas de determinación también ayudará a dilucidar la relación entre estas dos vertientes de pensamiento.
Niveles de organización de la materia y complejidad
En nuestra discusión sobre el término “materia” expusimos la diversidad tipológica de la ontología; también aseveramos que dicha pluralidad resulta de la historia de su organización. Sin embargo, luego de trabajar el término “dialéctica” podemos postular que la relación entre los niveles de organización de la materia es dialéctica. Similar enunciado podemos emitir con respecto a la historicidad de la cual resultan los niveles de organización de la materia.
Notemos las relaciones entre estos niveles de materialidad. Una pauta que conecta (Bateson, 1979) los cuatro niveles de materialidad es el concepto de emergencia (Bunge, 1985): cada subsiguiente nivel de materialidad surge de una compleja combinación de los componentes del nivel material previo. Cada surgimiento histórico de un nuevo nivel de materialidad es una construcción: esto significa, simultáneamente, que brota algo nuevo y que lo nuevo es indesligable de lo antecedente. Entonces los niveles tienen una relación dialéctica, pues están, simultáneamente, en continuidad y en discontinuidad.
Los niveles de materialidad sucesivamente emergidos son crecientemente complejos, lo que implica una concepción ontológica similar a la desarrollada por Edgar Morin (1990) en su reflexión epistemológica sobre las transformaciones contemporáneas de la ciencia. En cada nivel subsiguiente están más intensamente presentes estas cualidades o tendencias, que son propias de los sistemas complejos: (1) diversidad de elementos, funciones y relaciones, (2) incremento en el nivel de organización (lo que incluye más orden y más variabilidad, además de que surgen estructuras que son simultáneamente estables y flexibles), (3) mayor interacción con su entorno, (4) autopoiesis y (5) más niveles de organización simultáneamente presentes. Abundemos.
Sobre el principio de incremento de la diversidad de elementos podemos decir lo siguiente: que a partir de una serie limitada de elementos físico-químicos emerge una cantidad gigantesca de especies; que el paso histórico de unicelulares a multicelulares plantea una diferenciación en funciones y relaciones entre las células; que el surgimiento de las sociedades con los insectos eusociales muestra similar diferenciación funcional y relacional entre los organismos; que dentro de la especie homo sapiens existe una gran diversidad sociocultural; que dentro de un mismo orden sociocultural están presentes una casi infinidad de ideas; en resumen, en cada nivel emergente de materialidad aumenta la diversidad ontológica.
Sobre el principio de aumento en nivel de organización podemos decir esto: distinto a la dualidad entre la tendencia a la entropía y la estructuración atómica rígida, con el surgimiento de la vida emergen estructuras que son simultáneamente estables y flexibles. Similar organización, estable y flexible, existe en la organización social y en los sistemas simbólicos. Incluso podemos hablar de una tendencia macro-histórica de los sucesivos niveles de organización de la materia emergidos a operar con incrementados grados de variabilidad sin que esto signifique la ausencia de organización; por el contrario, la existencia de organizaciones que sean crecientemente contingentes indica un desarrollo mayor de la organización. La tendencia histórica de la materia hacia mayor organización indica un incremento de la complejidad ontológica.
¿Qué podemos decir sobre la tendencia histórica de la organización de la materia a mayor interacción con su entorno? El proceso de interacción de una unidad con su entorno supone la constitución de dicha unidad, a lo cual le es inmanente la frontera que distingue esos dos niveles de materialidad. A nivel exclusivamente físico y químico la entropía y la homogeneidad ontológica implican la casi inexistencia de fronteras. Pero tan pronto surge la forma de organización de la materia que llamamos sistemas vivos, estos conforman una frontera que simultáneamente los distingue del entorno y mediante la cual interactúan con este. Similarmente, sistemas sociales y sistemas de ideas tienen fronteras porosas a través de las cuales intercambian materia, energía e información con su contexto. Distinto a los sistemas simples (como las máquinas), que operan con gran independencia de su contexto, los sistemas complejos (organismos, sistemas ecológicos, sociedades, sistemas de ideas…) interactúan intensamente con su contexto. Incluso, en el homo sapiens podemos notar una significativa relación de transformación mutua con el entorno (la que con las fuerzas productivas industriales se torna en ecocida). La creciente conformación de fronteras organizativas antes expuesta, junto con la intensificación de la interacción de dichas organizaciones con su entorno, conlleva a una complejización de los intercambios energéticos, materiales e informacionales.
El concepto de autopoiesis significa que los sistemas complejos se autocrean mediante la producción de sus componentes y de las estructuras productoras de sus componentes. Maturana y Varela construyeron este término para explicar los sistemas vivos. Niklas Luhmann ha adaptado dicho concepto para el estudio de la sociedad. Podemos notar que el emerger de cada nuevo nivel de materialidad y el posterior funcionamiento de los sistemas de cada nivel son procesos muy dialécticos, pues la estructura resulta del proceso a la vez que la estructura posibilita el proceso. A nivel biológico, social y psicológico, podemos decir que el metabolismo, la actividad humana, y el pensamiento-experiencias son los procesos que producen, respectivamente, a los órganos, a las instituciones sociales y a los sistemas de ideas; simultáneamente, los órganos, las instituciones sociales y los sistemas de ideas son las estructuras dentro de las cuales suceden estos procesos de creación de los componentes que las constituyen. Decir que la estructura posibilita el proceso y que el proceso genera las estructuras es ubicarse ante el principio dialéctico de causación recíproca. La autopoiesis indica una creciente neguentropía, una tendencia a mayor complejidad de los modos de organización de la materia.
El principio de incremento de la presencia de niveles con cada emerger histórico es una tautología. Pero podemos desarrollar esa idea planteando que cada nivel de organización de la materia emergido resume los tiempos previos e inaugura una nueva fase histórica. La vida es una forma de organización de la materia físico-química; la sociedad es una coordinación entre organismos; las ideas son el funcionamiento de los cerebros sociales; la creación artística crea sistemas simbólicos que pueden cobrar autonomía epistémica con respecto a su contexto de modo que lleguen a ser negación metafórica de las condiciones de las que surgen (distinto a los saberes cotidianos y científicos, que operan confirmando la realidad, siendo reiteración metafórica del ámbito en el que se producen). El progresivo surgimiento de niveles de organización material acarrea la ampliación de los grados de su autonomía, lo que es una complejización ontológica, cuyo esplendor es la poietgnosis, la gnoseología propia de la poiesis (Rosario, 1999).
Supuestos de formas de determinación: la cúspide dialéctica
Todo intento de explicación de un fenómeno presume alguna manera en la cual este se produce. Mario Bunge (1997) definió a los supuestos de formas de determinación como los modos que asumimos que los fenómenos se generan. Este autor presenta una serie de supuestos de formas de determinación; a partir de Quinteros (1985) resaltaremos el causal, el funcional, el estructural, el teleológico y el dialéctico. Es pertinente notar que estos supuestos tienen forma de escala inclusiva: cada uno de los niveles subsiguientes encierra y supera al anterior.
El supuesto de forma de determinación causal propone que un solo factor crea un efecto. Este pensamiento, aunque es válido para algunos casos en los que efectivamente existe causalidad lineal, es adecuado para acercarse a fenómenos complejos como las sociedades. Es obvio que el pensamiento de Marx no se ubica aquí.
El supuesto de forma de determinación funcional implica que un conjunto de causas crea un efecto, que las partes determinan el todo. Para esta perspectiva mecanicista, la totalidad resulta de la suma de las partes. El pensamiento funcionalista, aunque es una superación del simplismo del pensamiento lineal, no es suficiente para aproximarse a los procesos complejos. Es claro que ni la CMH ni su filosofía materialista dialéctica operan en este nivel gnoseológico.
El supuesto de forma de determinación estructural propone que la totalidad determina a las partes. En esta perspectiva sistémica-holística el todo es superior a la suma de las partes, por lo que la función y el sentido de las partes está dado más por la organización de los elementos que por las cualidades “intrínsecas” de los elementos. De la combinación de los elementos emergen cualidades que no existen en sus elementos. Ejemplo: el oxígeno y el hidrógeno son gases inflamables, pero combinados de cierto modo son un líquido que apaga los fuegos. La perspectiva estructural inaugura fundamentos propios de un sistema cognitivo adecuado para reconocer la complejidad de los fenómenos, pues asume una mirada que va más allá de lo evidente, capta la organización-relaciones y piensa sistémicamente. Con el supuesto de forma de determinación estructural ya comenzamos a notar concordancias epistemológicas con el pensamiento de Marx, pues este último recalca las relaciones como el asunto clave a estudiar. Ejemplo de esto son ideas como las siguiente: el trabajo es una relación entre el humano y la naturaleza en la cual estos se transforman mutuamente; la mercancía es una relación entre valor de uso y valor de cambio; el capital es una relación entre propietario de medios y no propietarios; las relaciones de producción y de propiedad son fundamentales en la organización social humana; la esencia del ser humano son sus relaciones; las luchas de clase son relaciones de poder.
El supuesto de forma de determinación teleológica plantea que las estructuras tienen intención (o tendencia)y que esta intención-tendencia determina la organización y funcionamiento del sistema. Estos son algunos ejemplos de tendencias: el sujeto busca satisfacer el principio del placer, los capitalistas intentan acumular ganancias; el keynesianismo procura moderar las crisis cíclicas del capitalismo, el feminismo busca\ erradicar el patriarcado, la cultura industrial tiende a la devastación medioambiental, la tasa de ganancia tiende a decrecer, la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de propiedad tiende a resolverse implantando nuevas relaciones de propiedad… El pensamiento teleológico nos acerca significativamente a un modo de pensamiento adecuado para conocer fenómenos ontológicamente complejos, pues reconoce la historicidad de los fenómenos, los piensa como procesos e implica las contradicciones entre estructura y cambio, entre situación e intención. La compatibilidad entre pensamiento de Marx y este principio de forma de determinación es notable por cuanto dicho autor asume la historicidad de todo y este supuesto plantea la transformación en el tiempo.
La dialéctica es el pináculo de los supuestos de formas de determinación. La complejidad de los sistemas implica que este se rige y se transforma a partir de principios que son opuestos-antagónicos, pero que a la vez colaboran en la conformación de la organización-funcionamiento-historicidad del sistema. La dialéctica no consiste solo en la existencia de dos principios opuestos, también radica en la relación entre estos dos principios: estos son, simultáneamente, contrarios y colaboradores en la determinación del ordenamiento de las relaciones, pues conjuntamente construyen el sistema sin dejar de estar en conflicto. Por ejemplo, en las relaciones socioeconómicas propias del capitalismo coexisten principios democráticos (igualdad y libertad) y principios opresivos (dictadura y explotación). Existen espacios de igualdad, pues el precio de las mercancías es el mismo para todos los compradores y los agentes de la compraventa tienen similares derechos y deberes; existen espacios de libertad, pues el asalariado no trabaja bajo la coerción esclavista del látigo ni bajo la coerción feudal de la espada. A la vez, el capitalismo se basa en principios opresivos como dictadura y explotación: la dictadura se manifiesta en que, para sobrevivir, el trabajador tiene que someterse a las órdenes del capitalista (debido a su desposesión, los trabajadores asalariados están obligados a vender su fuerza de trabajo y someterse al patrono); la explotación ocurre cuando el capitalista se apropia de la diferencia entre el valor producido por los trabajadores y el salario que la paga a estos (extracción de plusvalía). También podemos decir que: en el capitalismo hay contradicción entre forma de producción (social) y apropiación (individual-burguesa); que dentro del Estado burgués coexisten la participación y libertades ciudadanas y la centralización de poder estatal-burocrático; que el sistema se reproduce a la vez que entra en crisis; que existen ideas que perpetúan el orden de relaciones del cual surge y a la vez existen ideas que critican dicho orden; y que el orden burgués cambia a la vez que es permanece igual en lo fundamental. Estamos diciendo que el capitalismo y la sociedad burguesa se transforman a partir de esas contradicciones entre principios opresivos y democráticos, entre la producción social y la propiedad individual, entre participación-libertades y autoritarismo en la política, entre estabilidad y crisis como principios organizativos, entre ideas críticas e ideas conservadoras: así muta y se afirma. Resumiendo, el funcionamiento, organización y transformaciones del capital y de la sociedad burguesa resulta de luchas de contrarios: de esa oposición emana lo nuevo. El supuesto de forma de determinación dialéctica es el más adecuado para comprender los procesos complejos, pues parte del reconocimiento de las contradicciones (democracia/opresión, estructura/función, orden/cambio, situación/intención, crítica/reproducción…) y asume estrategias cognitivas que pueden interpretar las contradicciones entre los principios de los sistemas, contradicciones de las cuales resulta su historia; y el pensamiento dialéctico es la estrategia general de pensamiento que subyace a la CMH.