Gilberto Concepción de Gracia y la reunión de la Comisión Americana de Territorios Dependientes en La Habana (1949)
En la tarde de hoy, quisiera compartir con ustedes un trabajo sobre la participación de Concepción de Gracia en la primera reunión de la Comisión Americana de Territorios Dependientes, que se reunió en La Habana, Cuba, en marzo de 1949.
La OEA y la descolonización
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las metrópolis europeas que controlaban una buena parte del Caribe comenzaron a esbozar modos para desmantelar sus sistemas coloniales en esta región, asumiendo con renuencia su nuevo papel en los inicios de una nueva época sin colonias. Luego de la guerra se hizo inevitable la consideración de los casos coloniales, sobre todo a la luz de la precaria condición en que quedaron Gran Bretaña, Francia y Holanda como resultado del conflicto bélico, y de la consolidación de la hegemonía de Estados Unidos en el Caribe y en el mundo. Como resultado de ello, la transición entre el mundo colonial y el nuevo orden político formado por naciones independientes fue colocado como tema insoslayable de los debates en diversos foros regionales y mundiales.
Aunque la cuestión colonial había sido considerada en varias conferencias regionales del Caribe y América Latina desde las décadas iniciales del siglo veinte, no fue hasta la segunda posguerra que el tema comenzó a considerarse de forma plena en los foros internacionales. La fundación de Naciones Unidas en la reunión de San Francisco en 1945 impacto las políticas exteriores de los países del continente, sirviendo de estímulo en los debates que se llevaron a cabo durante la IX Conferencia Interamericana celebrada en Bogotá en 1948, cuando la Unión Panamericana se transformó en la Organización de Estados Americanos. En esa reunión de ministros de relaciones internacionales del Continente fue tomando forma la postura de sus respectivos países en torno del colonialismo en el continente.
Luego de recios debates en torno de la cuestión colonial, en la reunión en Bogotá se aprobó una resolución sobre este tema siguiendo el principio genérico de «que era justa aspiración de las repúblicas de América que se pusiera término al coloniaje que subsiste en el Continente.» Además del conjunto de colonias en el arco de las Antillas, había otros casos fuera de esta zona que tocaban los intereses de estados americanos, como las Islas Malvinas, reclamadas por Argentina al gobierno del Reino Unido, Honduras Británica, territorio del Reino Unido enclavado en América Central, y las posesiones inglesas, francesas y holandesas en la región de las Guayanas, al norte de la América del Sur.
Como resultado de la visión de que “el proceso histórico de la emancipación de América no habrá concluido mientras subsistan en el Continente pueblos y regiones sometidos al régimen colonial o territorios ocupados por países no americanos,” se arribó a la Resolución 33, que afirmaba la diversidad del colonialismo en el continente y la necesidad de realizar estudios minuciosos de todas las manifestaciones del colonialismo en América. Con ese objetivo en mente, se creó la Comisión Americana de Territorios Dependientes, encargada de “centralizar el examen del problema de la existencia de territorios dependientes y territorios ocupados, con el fin de hallar una solución adecuada a dicha cuestión”.
Si bien Estados Unidos sostuvo una postura crítica hacia el colonialismo europeo en el Caribe durante la primera mitad del siglo, con el apogeo de la Guerra Fría fue impulsando una política de contención al proceso descolonizador. Asediado por el temor de que la creación de nuevas naciones al mando de un naciente liderato anticolonialista en el Caribe se tradujese en inclinaciones del balance geopolítico a favor de las posturas de la Unión Soviética, Estados Unidos y sus aliados ideológicos colocaron innumerables obstáculos en el camino hacia la disolución del colonialismo en el Caribe.
A pesar de lo que parecía ser un firme consenso en torno de la descolonización, el Gobierno estadounidense ejerció su enorme poder sobre varios países miembros de la OEA para que se acoplaran a lo que se denominaría, «continentalización de la Doctrina Monroe». Esta postura procuraba limitar la discusión del problema colonial a los territorios dominados por metrópolis extra continentales, considerados susceptibles de ser intervenidos por fuerzas enemigas. Sugería además que la inclusión del tema por la OEA constituía una intervención indebida en los asuntos internos de un estado miembro. Con esa mirada al problema colonial se pretendía limitar la agenda de trabajo al examen de las posesiones francesas, holandesas y británicas, soslayando los territorios ocupados por Estados Unidos en el continente.
Los ministros acordaron celebrar la primera reunión de la Comisión Americana de Territorios Dependientes en La Habana, Cuba, a comienzos de 1949. Estaba en la agenda de trabajo de esta reunión el asunto sobre la capacidad de la OEA para atender casos de posesiones coloniales de estados miembros de la organización, como lo era Estados Unidos, que poseía dos colonias en el Caribe: Puerto Rico e Islas Vírgenes.
Meses antes, Estados Unidos había discutido la conveniencia de su participación en la reunión en La Habana. De una parte, al Gobierno estadounidense le intranquilizaba que se creara el precedente de que la cuestión colonial en el continente pudiera ser considerada por un cuerpo regional sin su participación. De otra parte, le preocupaba el probable resentimiento de las metrópolis europeas por la participación de apenas una de las metrópolis con colonias en el continente americano. Finalmente, el Secretario de Estado estadounidense decidió no enviar un delegado a la misma, remarcando su interés en hacer observaciones al informe que emitiera la Comisión sobre su labor1.
Concepción de Gracia en La Habana
Con la proliferación de circuitos en los cuales se debatía la cuestión colonial luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial se presentaban nuevos desafíos para el independentismo puertorriqueño. Concepción de Gracia había realizado esfuerzos para presentar el caso de Puerto Rico en foros internacionales, como sucedió durante la primera conferencia de Naciones Unidas, celebrada en San Francisco en 1945. Allí intentó explicar el caso colonial de Puerto Rico junto al congresista estadounidense Vito Marcantonio, quien había trabajado intensamente a favor de la independencia de Puerto Rico2. Sin embargo, fue durante la IX Conferencia Internacional Americana, celebrada en Bogotá en 1948, cuando se lanzó de lleno al esfuerzo de integrar al Partido Independentista en los foros regionales latinoamericanos, terreno que ya el Partido Nacionalista había pisado antes en reclamo de solidaridad con Puerto Rico.
Concepción de Gracia y Francisco M. Susoni partieron hacia La Habana en marzo de 1949, esperanzados en que la Comisión de Territorios Dependientes consideraría favorablemente la solicitud que hacía el independentismo puertorriqueño de incluir el caso de Puerto Rico en la agenda de trabajo de la Organización de Estados Americanos. En Cuba se encontraban también los delegados del Partido Nacionalista, encabezados por su secretario, Juan Juarbe Juarbe, y Thelma Mielke, quien había participado en la fundación del American League for Puerto Rico’s Independence un lustro antes.
La Habana era un escenario ideal para el independentismo puertorriqueño. De una parte, Cuba tenía una fuerte tradición de apoyo a la descolonización de Puerto Rico, pues en 1927 se había creado la Junta Nacional Cubana Pro Independencia de Puerto Rico y su presidente en aquel momento, Emilio Roig Leuschering, había realizado una visita a Puerto Rico en 1948 en la que, según sus palabras,
. . . confirmar personalmente su realidad colonial, recorrer sus poblaciones y sus campos, descubrir el pensamiento y sentimiento del hombre de la calle, del burgués, del obrero y del ‘jíbaro’; auscultar los latidos de su juventud estudiantil, arrancar a sus hombres públicos la razón o el pretexto de sus actitudes y determinaciones, observar sobre el propio escenario de fortalezas, cuarteles, oficinas, clubes y bases militares, navales y aéreas a los ‘mandones’ que desarrollan los planes acordados en Washington para el gobierno y administración de la Isla como uno de los puntos primordiales de la vasta red de defensa bélica imperial . . .3
Además, en Cuba se había forjado un consenso entre sus principales actores políticos a favor de Puerto Rico. Algunos años antes, en 1940, los partidos políticos cubanos suscribieron una resolución en reclamo de la independencia de Puerto Rico, lo que luego dio lugar a la creación del Comité Pro Independencia de Puerto Rico en 1942, bajo la dirección de Pelayo Cuervo Navarro.
Antes de la reunión, Concepción de Gracia se dirigió al pueblo de Cuba a través de una cadena radial. En su alocución a los «Hermanos de Cuba», Concepción de Gracia reclamaba que “El Partido Independentista es hoy el más poderoso instrumento con que cuenta el pueblo de Puerto Rico en su lucha por la liberación nacional y por su justicia económica, social y política,” e indicaba que, a pesar de haber sometido los documentos relacionados con el caso de Puerto Rico desde el inicio de la reunión, “ésta es la hora en que no se ha tomado acción alguna sobre nuestras demandas”. En esa alocución, transmitida por varias emisoras radiales de Cuba, explicó lo que se proponía presentar ante la Comisión.
Hermanos de Cuba… Tenemos pendiente ante la referida Comisión una solicitud para que se nos permita remitir ante ella la documentación que comprueba el derecho que asiste al pueblo de Puerto Rico a que termine el régimen colonial que le ha sido impuesto por el gobierno de Estados Unidos, y la información relacionada con la situación de coloniaje y dependencia reinantes en el pueblo de Puerto Rico. También solicitamos que se nos oiga oralmente a nuestra Delegación sobre la situación imperante en Puerto Rico, y sobre la adecuada solución al problema planteado; y que se nos extienda, como representantes del Partido Independentista Puertorriqueño, el status de Delegados Observadores.
En su alocución Concepción mostraba cierta inseguridad sobre las posibilidades de éxito de la gestión independentista en La Habana. Era cierto que Gobierno de Carlos Prío Socarrás había mantenido una postura crítica del intervencionismo estadounidense y de los gobiernos autoritarios latinoamericanos de aquellos tiempos, concediendo asilo a importantes figuras liberales del continente, como Juan Bosch, José Figueres, Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Banco y otros4. Sin embargo, sus palabras manifiestan incertidumbre sobre la postura de los delegados de los países latinoamericanos en el cónclave. A través de la radio hizo un llamado a un aumentado apoyo de parte del pueblo de Cuba a la independencia, aludiendo a la hermandad histórica entre las dos Antillas hispanas, y se interrogaba sobre el éxito de su gestión:
¿Qué hará la Delegación cubana en estos momentos? ¿Qué hará la Cuba inmortal? ¿Qué harán los depositarios del legado de Bolivar y demás libertadores de América?
La reunión de la Comisión Americana de Territorios Dependientes
A su llegada a La Habana, Concepción de Gracia envió una carta al Presidente de la OEA, Enrique Corominas, en la que solicitaba que se escuchara a los dos representantes del Partido Independentista Puertorriqueño en la reunión de la Comisión. La comunicación esbozaba once puntos en apoyo a la petición de que se les reconociera como delegados observadores y de que se incluyera en los trabajos de la Comisión el coloniaje «mantenido por un país americano sobre otro país americano.» El escrito destacaba varios argumentos de peso, entre los que se puntualizaba que,
En el primer considerando de la Resolución que creó la Comisión se dice que ‘el proceso histórico de la emancipación no habrá concluido mientras subsistan en el Continente pueblos y regiones sometidos al régimen colonial.’ Al así expresarse, la IX Conferencia Internacional Americana se refería con toda claridad a Puerto Rico, la última nación de origen hispánico irredenta en nuestro continente.
Además, Concepción de Gracia hacía alusión al hecho de que los delegados que habían redactado la Resolución que dio origen a la creación de la Comisión Americana de Territorios Dependientes se habían manifestado de forma específica en torno del caso de Puerto Rico, puesto que el jefe de la delegación venezolana a la conferencia de 1948, el ex presidente Rómulo Betancourt, había sostenido que,
Debilita la fe colectiva en la eficacia del sistema panamericano el hecho de que haya dejado persistir el dominio de potencias colonizadoras sobre vastas porciones del hemisferio . . . y cuando se espera, como culminación en el proceso ya tan avanzado de la independencia de Puerto Rico, que a la próxima Conferencia Internacional Americana, puedan concurrir sus representantes como personeros de un Estado soberano.
Asimismo, el jefe de la delegación del Ecuador, doctor Antonio Parra Velasco, había expresado que, “América debe ser continente de pueblos libres. Debemos ayudar a libertarse a os pueblos que demuestran su voluntad en tal sentido. Mi país es opuesto a todo sistema colonial y proclama una vez más, su adhesión al principio de la libre determinación de todos los pueblos de la tierra y muy especialmente a los de este continente, cualquiera que sea la potencia colonizadora o protectora”.
La Comisión tenía la encomienda de considerar las cuestiones relacionadas con el colonialismo en la región y redactar recomendaciones de acción al Consejo de la Organización de Estados Americanos. Le tocaba a la Subcomisión de Iniciativas dilucidar la cuestión acerca de si la resolución 33 de Bogotá era aplicable a los estados miembros de la OEA. Debía además considerar los documentos presentados por el Partido Independentista Puertorriqueño, del Partido Nacionalista de Puerto Rico, y la Asociación Puertorriqueña de Mujeres Estadistas, también presente en La Habana, y escuchar la voz de sus representantes.
Luego de considerar el caso, esta subcomisión decidió proponer a la Comisión Americana de Territorios Dependientes que ésta se declarase competente para incluir el caso de Puerto Rico en sus debates, con lo cual resolvía la cuestión acerca de si el caso de una colonia de un Estado miembro de la OEA podía ser considerado bajo los principios esbozados en la Resolución 33, aprobados en la Conferencia Interamericana de 1948. De regreso a Puerto Rico, Concepción resaltó el hecho de que la Comisión había resueltos incluir el caso de Puerto Rico en la agenda descolonizadora de la OEA, manifestando su confianza en que “los gobiernos de América ayudarán a desterrar el coloniaje de la Isla”5.
Paradójicamente, aunque la Comisión avaló el informe que establecía la aplicabilidad del caso de Puerto Rico en el asunto ante su consideración, los delegados de la Comisión Americana de Territorios Dependientes reunidos en La Habana decidieron elevar la cuestión al Consejo de la OEA, a fin de conocer la opinión de los cancilleres de los estados miembros de esta organización, quienes mayoritariamente asumieron la postura de que la OEA no debía atender casos de colonialismo por parte de estados miembros.
Con esta decisión el organismo interamericano rechazaba los argumentos de las delegaciones de Puerto Rico, se arrodillaba ante las presiones recibidas de Washington, y le daba la espalda a los preceptos que sirvieron de guía a su fundación.
* Presentado en la XXV Asamblea Anual de la Asociación Puertorriqueña de Historiadores celebrada en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, Viejo San Juan, Puerto Rico, entre el 23 y 24 de febrero de 2018. Se publica en coordinación con la Asociación mediante un acuerdo con 80grados.
- Memorando confidencial del Secretario Auxiliar del Estado para Asuntos de Naciones Unidas al Secretario de Estado de Estados Unidos, Washington 18 de febrero de 1949. [↩]
- Gerald J. Meyers, “Pedro Albizu Campos, Gilberto Concepción de Gracia, and Vito Marcantonio’s Collaboration in the Cause of Puerto Rico’s Independence”, CENTRO Journal, 23:1 (Spring 2011). [↩]
- Emilio Roig de Leuchsenring, Puerto Rico en su lucha por la independencia (La Habana: 1953). Roig de Leuchsenring viajó como delegado del Municipio de La Habana al Tercer Congreso Histórico Municipal Interamericano celebrado en San Juan del 12 al 18 de abril de 1948. [↩]
- Jorge Domingo Cuadriello, El exilio republicano español en Cuba (Madrid: Siglo XXI, 2009), 94 [↩]
- “Dr. Concepción de Gracia regresa a PR. Confía en que gobiernos de América ayudará a desterrar el coloniaje de la Isla”. El Mundo, 18 de abril 1949, p. 3 [↩]