“Hermoso hoy” sin paliativos
A Anayra Santory, con quien dialogué primero sobre esto que escribo…
Sin embargo, existen también otros habitantes del planeta cuyos orígenes son preguntas, equivocaciones o condenas.
-Eduardo Lalo, “El hermoso hoy”
“Conciencia de los afectos”
Desde que me enteré de que nuestro Eduardo Lalo había ganado el Premio Rómulo Gallegos por su novela Simone, tuve una alegría sencilla. Yo no lo conocía, aunque había visto varios de sus textos en 80grados. Tampoco había leído la novela premiada. Pero me alegré. Quizá por eso de la conciencia de los afectos. Quizá por esa arbitrariedad simbólica que viene de la mano de cada pequeña gesta colectiva en un sitio en el que la ciudadanía es un oxímoron. Quizá por eso, pero me alegré y mucho.Las primeras nuevas me llegaron a través de Facebook y desde ahí también empezaron a llover los tira y jala tan proclives en ese espacio y tan parecidos a los que luego se esgrimieron en diversos medios del país. No entendía muy bien por qué algunas personas usaban tan buena noticia para propósitos mezquinos. Fue la oportunidad para señalar a todxs lxs que no han ganado el premio, a todxs lxs invisibles, a nuestra literatura misma que para tantos ojos de la oficialidad letrada es también imperceptible. Y se levantaron lxs mejores lectorxs del patio y nos dieron una clase de historia literaria boricua, y eso fue bueno. Pero siguió la puntillosa envidia y sus sombras.
¿Por qué nos es tan difícil vivir una alegría sencilla como país? ¿Por qué nuestra conciencia de los afectos está turbada o se turba tan a menudo? ¿Por qué no nos puede alimentar el auto-respeto un hecho como este? Lalo, como me atrevo a llamarlo ahora que un poco nos ganó el premio a todxs, nos da algunas pistas en su discurso de aceptación del premio.
Puede no gustarnos la novela, puede incluso no gustarnos el discurso, pero creo que desde ese día, en que nos llevó a buscar el premio al Teresa Carreño en Caracas, Venezuela, nos puso un espejo roto con una ternura que es digna de aprecio y réplica. Por si eso fuera poco, también nos contó de otro modo un episodio que tantxs hemos vivido al pasar un puesto de aduana en cualquier parte del mundo, incluso en EE.UU. El cuento de Lalo nos espabiló la conciencia ante esos episodios que nos quitan un poco la alegría cada día. Ante esas maromas coloniales que nos asedian y nublan cualquier asomo de respeto propio.
Gracias a Lalo por eso. Creo que ese discurso debe ser lectura obligada en nuestras clases, sea la materia que sea. Creo que debemos debatir con él y alegrarnos porque re-escribe nuestra levedad y preña nuestra posibilidad colectiva.
“Un espacio de visión”
Nos dice que tenemos una mirada de privilegio desde el espacio ínfimo en que vivimos. Nos dice que nuestra pequeñez tiene su reverso luminoso y que nuestra escala tiene compañía en tantas gentes y espacios con una ciudadanía cuestionada. Nos recuerda que, pese a todo, hemos sido Julia de Burgos y Manuel Ramos Otero. Nos interpela, nos consuela. Pero, sobre todo, nos respeta en la historia que hemos sido y en la que podemos ser.
Nuestro archipiélago es un mar de tristezas. Mas, nuestro derecho a la dicha no nos lo quita nadie, siempre que afirmemos nuestra historia de resistencia, nuestro Óscar López, nuestra memoria acechada. Nos dice, sin decir, que no pasa nada con decir “soy puertorriqueño” cuando nos preguntan, ¿qué somos? Porque en estas tierras doblemente colonizadas, esa respuesta todavía dice algo.
Entonces, ¿por qué no disfrutamos esos instantes de alegría que nos reporta el premio de Lalo? ¿Por qué nos es más fácil lanzar piedras a cualquier iniciativa que se inaugure o premio que se gane? Me consolaría saber que se trata de una aguzada crítica alimentada por tanta colonia que nos habita. Pero no estoy segura de que me puedo consolar. Creo que justamente por los enredos macabros de tamaña colonialidad se nos nubla cualquier alegría. Y eso no me consuela.
Pero, Lalo nos alienta con sus palabras y sus sombras, “hasta que la lucidez redefina el dolor” y los puestos de aduana sean un sin sentido. Hasta que el pasaporte sea un documento de archivo. Hasta que todxs, aunque sea solo un poco, logremos identificar y gozar ese hermoso hoy sin paliativos (sin complejos, ni culpa). Un hermoso hoy sin más…