Abrazos en la frontera
(El Paso, Texas, 29 junio)
García explica que el Río Grande, que separa El Paso, en EEUU, de Ciudad Juarez, en México, se seca en algunas épocas de año, cuando aprovechan para «tomar la frontera por unas horas» y permitir el reencuentro familiar momentáneo.
Tienen que coordinar con la Patrulla Fronteriza estadounidense, a un lado, y la Policía Federal mexicana, al otro, «para permitir que familias que han sido separadas por la deportación, madres que están separadas de sus hijos, esposos que han sido separados, puedan juntarse brevemente a la mitad del río, y puedan abrazarse, ese es el concepto central».
El activista explica que ya han realizado cinco «Abrazos no muros», en los que han conseguido «unificar brevemente, que se abracen por tres, cuatro, cinco minutos».
«No es mucho tiempo, pero para nosostros no solo es un acto de amor, de humanidad, de tratar de traer esas familias juntas, es una acto de protesta, es traer atención a esta crisis que ha generado la política migratoria de los EEUU, que es una crisis que está reventando y destruyendo a la familia latina en los EEUU. Miles, si no que millones, en serio, no estoy bromeando, que en los últimos diez años han sido reventadas y separadas. Niños separados de sus papás por diez años, por cinco años, por dos años; esposos que no se pueden ver; novios que tienen compromisos, separados», lamenta García.
Explica que en algunas ocasiones han logrado que algunas de esas parejas se casaran uno a cada lado del muro, «y luego se tuvieron que regresar a sus lados, que separarse».
«Con esto queremos presentarle al país la imagen real de la separación. Tratamos de hacer el próximo en octubre, depediendo de las condiciones, claro que eso es una espina al sistema, que no quiere que lo hagamos. Pero trataremos de seguirlo hacendo. Mientras ellos sigan separando familias, nosostros vamos a seguir unificándolas para que se abracen», defiende el activista.
La Red Fronteriza de Derechos Humanos ha estado durante veinte años documentando abusos de autoridad, abusos de la policía y abusos de la patrulla fronteriza.
«Hemos estado tratando de cambiar ese patrón de abusos y conducta institucional que sucede en la frontera especialmente en contra de migrantes, pero también en contra de residentes, que son ciudadanos y que viven también en esta región pero que son latinos y a veces son sugetos al perfil racial, al racismo por parte de agencias políciacas y migratorias», sostiene.
«Nuestro trabajo es resistir el abuso, educar a nuestras comunidades, organizarlas también para luchar por cambios de leyes en donde se reconozca que los migrantes son la piedra angular de los EEUU, que hay millones de migrantes viviendo en EEUU sin documentos y que tienen que ser reconocidos como parte de la sociedad», añade García.
La fotógrafa Mónica Lozano ha documentado varios «Abrazos no muros» y explica que una de las cosas que más le han llamado la atención del evento fue una vez, en diciembre de 2017, en la que el río tenía agua, así que no pudieron celebrarlo en la cuenca y tuvieron que hacerlo en el muro fronterizo.
«El muro es de metal. Estaba congelado, heladísimo. Pero a la gente no le importaba y pegaba sus rostros ahí en el metal, con tal de abrazarse y los niños con sus caritas pegadas al metal. Se me hacía muy fuerte el contraste del calor humano y la necesidad de conexión y de abrazar en este muro helado y todo oxidado», recuerda Lozano.
La aberración de la frontera
Así lo cree una de las personas que más sabe de la aberración de la frontera, Fernando García, fundador y director ejecutivo de la Red Fronteriza de Derechos Humanos, entidad que cumple 20 años trabajando en educar y organizar a los residentes de la zona y los migrantes.
«Hemos estado durante 20 años documentando abusos de autoridad, abusos de la policía, abusos de la patrulla fronteriza. Hemos estado tratando de cambiar ese patrón de abusos y conducta institucional que sucede en la frontera especialmente en contra de migrantes, pero también en contra de residentes, que son ciudadanos y que viven también en esta región pero que son latinos y a veces son sugetos al perfil racial, al racismo por parte de agencias políciacas y migratorias», explica García en su oficina haciendo un hueco en su especialmente apretada agenda estos días, para esta entrevista.
«Nuestro trabajo es resistir el abuso, educar a nuestras comunidades, organizarlas también para luchar por cambios de leyes en donde se reconozca que los migrantes son la piedra angular de los EEUU, que hay millones de migrantes viviendo en EEUU sin documentos y que tienen que ser reconocidos como parte de la sociedad», defiende.
Uno de sus frentes de lucha ha sido contra la militarización de la frontera.
«Esta frontera ahorita es una de las más militarizadas del mundo con miles de agentes fronterizos, con armas de alto poder, sistemas de aviones no tripulados. Todo eso es una guerra en un país donde no hay conflicto, en este caso con México, pero que la guerra se da en contra de los migrantes y especialmente en esta administración del presidente Trump», denuncia.
Describe cómo la situación en la frontera empeoró con «la promesa de campaña del presidente Trump». Siendo candidato, «utilizó a los mexicanos y los migrantes como su bandera de campaña de una manera extremadamente negativa. Él empezó a poner una narrativa en la que decía que los que cruzaban la frontera eran criminales, eran violadores y prometía no solo el muro, es importante decir eso, (…) prometía la deportación de cinco millones de personas que vivían en este país».
García analiza que desde el principio, Trump vinculó con aquellos que defienden en el país «una agenda anti inmigrante y racista», consiguiendo muchos votos de los «más conservadores y extremistas».
Su agenda anti inmigrante comenzó haciendo presión para que le dieran dinero para construir el muro, lo cual no ha sucedido, pero «le quita o quiere quitarle a los soñadores su sueño, a los dreamers trata de eliminarlos, de ponerlos de nuevo en la ilegalidad, quitarles el programa de DACA».
Luego empezó a ordenar a sus oficiales de inmigración en la frontera y en el interior a hacer redadas a lo largo del país tratando de arrestar a personas sin documentos. Pero como él no tiene el dinero para conseguir más agentes para las redadas, promueve una nueva política de basarse en las policías locales y estatales «para que hicieran trabajo de inmigración».
García señala que entonces se comienzan a aprobar leyes estatales, como en Texas, donde a los policías se les da la autoridad para preguntar por papeles.
«Entonces él ya empieza a tener su fuerza de deportación incluyendo a las policías locales. Policías que deberían estar protegiendo la seguridad de todos, ahorita en Texas esos policías pueden pedir papeles bajo una ley que se llama SB4», indica añadendo que luego, además, desplegó a la Guardia Nacional en la frontera.
«Todo eso es parte de una agenda completa. Pero lo que derramó el vaso, la gota que derrama el vaso fue la implementación de este programa que se llama cero tolerancia, que esencialmente dice, y la administración lo plantea así, que cualquier persona que cruce sin documentos entre los puertos de entrada, esas personas van a ser enjuiciadas criminalmente, la van a mandar a la corte y les van a poner cargos. Ahí es donde entra el Departamento de Justicia, que ahora pone sus recursos para enjuiciar a cada persona, aunque sea la primera vez que entre, o aunque venga pidiendo asilo político. Lo cierto es que los libros y en las leyes de inmigraciòn, cruzar la frontera sin documentos es una violación administrativa, como pasarte el alto, como ir arriba del límite de velocidad, sin embargo, lo que está haciendo Trump es criminalizar ese acto. Ya no es una cuestión administrativa sino una cuestión criminal por lo tanto cada persona que pase la vamos a detener, la vamos a meter en la carcel y la vamos a enjuiciar criminalmente», explica García.
«La consecuencia de ello es que terminan familias completas detenidas. Siendo no suficiente eso para Trump, ahora dice voy a separar a los niños de esas familias que están detenidas. A los padres en unas cárceles y a los niños en otras cárceles. Dicen que lo hicieron para disuadir a otras familias que vayan a cruzar. Es una estrategia inhumana, dura, aberrante que es lo que hizo que se levantara este enojo en EEUU», añade.
García expresa que no es la primera vez que se separan a los podres y los hijos detenidos cruzando la frontera. Este fenómeno de la separación de familias ha sido algo constante en la política migratoria de EEUU, insiste García, que sostiene que ahora está sucediendo en un contexto más amplio de duras políticas anti inmigrantes.
Ahora «el país descubrió que hay niños que estaban en jaulas separados de sus papas», lo que, según García «tocó un nervio del país y la gente empezó a reaccionar. Ha habido una reacción muy fuerte de todos los sectores de que esto es una política inhumana».
«Trump se echa para atrás tantito, firma una orden ejecutiva, que dice bueno voy a reunificarlos, pero no detiene el programa de cero tolerancia ni para la detención de familias, lo único que está planteando Trump es reunificar a esos niños que han separado, pero en la cárcel. Van a seguir en la cárcel, pero ahora juntos con sus papás», lamenta García.
Pero aquí no acaba la cosa. Resulta que después del anuncio de reunificación de Trump la administración se da cuenta que no tiene un plan, que algunos padres ya han sido deportados mientras los niños siguen enjaulados y que no saben cómo encontrar a muchos de los padres. Padres e hijos siguen detenidos. Pero después de haberlos separado, no tienen un sistema efectivo para empatar a cada padre o madre con sus hijos. Un desastre.
«Creo que la intención de la administración no ha sido realmente la reunificación de las familias», manifiesta García, para el que, para colmo de males, Trump anuncia que no va a para la persecución de familias, que va las a seguir enjuiciando criminalmente y, además, va a utilizar bases militares como centros de detención.
Una de esas bases está en El Paso, Fort Bliss, donde se prevé que se custodien a entre siete y doce mil familias.
«En vez de solucionarlo, lo que hace es expandir la detención de familias, pero ahora en centros militares. ¿cómo se ve eso, el tener familias en centros militares?, la percepción que te da es que son criminales, que son una amenaza a la seguridad nacional, cuando son trabajadores, son unos migrantes como vinieron a Ellis Island hace mucho tiempo, pues así están viniendo acá buscando una mejor vida», defiende el activista.
García explica que es necesaria una reforma migratoria justa empezando por legalizar a los entre 11 y 12 millones de indocumentados que actualmente trabajan en EEUU.
«Hay que hacerlos ciudadanos porque esa es la tradición de EEUU, que se implementen programas de trabajadores que crucen la frontera legalmente. Necesitamos trabajadores, no es cierto que si hay desempleo en Nueva York van a venir aquí a levantar ajitomate, no es cierto, eso solo lo van a hacer trabajadores inmigrantes. El probelma es que ahora no hay visas suficientes, no hay un programa de trabajadores que los traigan con salarios justos y con derechos y que vengan a trabajar aunque sea temporalmente. No hay suficientes visas para que eso suceda. Entonces, la gente se viene entre los puertos de entrada a pasar de una forma indocumentada o ilegal, como le llaman. Tenemos que arreglar el sistema político migratorio, no hay otra opción, tenemos que cambiarlo, pero Trump va en el sentido opuesto. Él no quiere que se legalicen y se hagan ciudadanos los que ya viven aquí. Es más, él quiere cortar la migración legal a la mitad. Es una agenda que tiene un claro componente de rechazo y de odio hacia los latinos, a los inmigrantes latinos, a los inmigrantes del sur, porque no tiene tanto problema con los inmigrantes blancos. Evidentemente, toda esta política tiene un tinte racista».
«Nosotros a lo que le estamos apostando es que el país, no Trump, el país se está dando cuenta de que estas políticas son aberrantes. Va a ser el país, no van a ser ni tan siquiera los demócratas, ni nigún partido, va a ser el país, los otros sectores que se van a dar cuenta de que no es posible que EEUU represente esos valores de encarcelar niños, de construir muros, de perseguir familias, eso no es lo que América (EEUU) ha sido. No son esos los valores que apreciamos. ¿O acaso la unidad de la familia no es un valor americano? ¿Es que acaso no vemos Ellis Island y la Estatua de la Libertad que dice dame tus pobres, aquellos que están perseguidos, dámelos que yo los protegeré? Esa era la idea de América en el siglo XIX, en el siglo XX, a partir de ahí se creó la idea de que América es un país de migrantes. Que aquellos que vienen pidiendo refugio, huyendo de la persecución, éste es su país. Este es el país de la tierra de las oportunidades, la tierra prometida, así como llegaron los europeos. Así están llegando estas nuevas generaciones de migrantes. Esta frontera es la nueva Ellis Island. Los emigrantes llegan con esa esperanza».
«Yo creo que la mayoría de los americanos entiende que la política de encarcelar niños no es lo que representa América. Yo creo que ellos van a ser los que van a cambiar esta situación. Yo no le estoy apostando a los partidos, ni a Trump ni a los demócratas. Yo creo que el americano común es el que va a decir nosotros somos más que eso, o mejor que eso».
García insiste en que ha habido una reacción extraordinaria de diferentes sectores en EEUU a esta crisis migratoria que es «esperanzadora».
Fotos: por Mónica Lozano. (Todas las fotos pertenecen a una serie publicada entre mayo y diciembre de 2017).
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