Inventario urbano
¿Cómo revertir este proceso? ¿Cómo hacer ciudad desde la ciudadanía? ¿Qué obstaculiza el desarrollo de una vida urbana adecuada? ¿Cómo crear nuevos espacios de participación? ¿Cómo retomamos el control sobre los entornos que habitamos? ¿Cómo devolver a las ciudades su habitabilidad, nuestro sentido de pertenencia? ¿Cómo devolverles su sentido de lugar? ¿Cómo reconvertirlas en lugares de llegada y disfrute en vez de lugares de paso? ¿Cómo utilizamos el espacio para fortalecer y apoyar procesos de cambio social, económico y político? La lista de preguntas es más larga aún. Pero, ¿dónde comenzar? Sugiero preparar una lista, un inventario que nos ubique, que nos indique dónde estamos, qué nos hace falta, con qué contamos y qué hemos logrado en esa compleja tarea de hacer ciudades mejores.
Propongo hacer un inventario urbano.
¿Qué es un inventario urbano?
El inventario urbano es un diagnóstico. Es como una visita al botiquín, al baúl o la calle, para reconocer qué tenemos, qué nos hace falta y qué nos dificulta llevar a cabo lo necesario y lo urgente.
¿Qué nos impide hacer buenas ciudades?
√ espacios públicos privatizados, excluyentes o abandonados
√ playas privatizadas
√ urbanizaciones cerradas
√ plazas desiertas
√ lugares sin identidad
√ vehículos
√ carreteras
√ cajas de hormigón disfrazadas de casas
√ paisajes destruidos
√ árboles y montes mutilados
√ ríos sedimentados y cauces de ríos atrofiados,
√ construcción en áreas inundables y de alto riesgo
√ basura, chatarra, desperdicios tóxicos
√ centros comerciales
√ pérdida de memoria urbana
√ miedo a los ‘otros’
√ especulación inmobiliaria
√ gobiernos y funcionarios que se hacen de la vista larga y no planifican o planifican mal
√ buenos planes y propuestas que no son implantados por miedo o presiones indebidas
√ discrimen y marginación
√ gente bajo el nivel de pobreza, deambulantes y grupos vulnerables no atendidos
√ dependencia
√ desigualdad
√ segregación social
√ desempleo
√ gentrificación o aburguesamiento de comunidades desaventajadas
√ viviendas en venta o alquiler que permanecen vacías
√ deuda pública
√ dependencia en energía fósil
√ terreno agrícola de alta calidad ocupado por usos urbanos
√ terrenos baldíos con capacidad de producción agrícola
√ fragmentación del territorio urbano y nacional
√ debilidad del gobierno colonial local frente al poder de la metrópolis estadounidense
√ burocracia gubernamental
¿Qué nos hace falta?
√ voluntad política
√ espacios públicos de convergencia
√ vegetación en los espacios abiertos
√ paseos peatonales
√ procesos de diseño y planificación participativa
√ pensar la ciudad desde la gente no desde el automóvil, ni desde los intereses inmobiliarios
√ inclusividad
√ respeto hacia los ‘otros’ que utilizan y se mueven por la ciudad de maneras distintas
√ creatividad
√ crear otros modelos de ciudad de acuerdo con nuestra condición de isla en crisis
√ iniciativas ciudadanas
√ reciclaje de materiales de construcción
√ participación ciudadana en el diseño de la ciudad y sus comunidades
√ transporte público eficiente
√ reciclaje y densificación de las ciudades
√ reciclaje de estructuras abandonadas
√ poder para que las comunidades tomen las decisiones sobre sus territorios
√ proyectos de ciudad y comunidad utópicos
√ promover los centros urbanos como lugares para estar, comprar, vivir y crear
√ controlar el desarrollo suburbano y el uso de los terrenos no urbanizados
√ descentralizar las actividades económicas y de servicios
√ bosques y áreas naturales protegidas
√ injerencia ciudadana en el manejo de los terrenos y recursos públicos
√ gobernanza
√ desarrollo sostenible
√ formación ciudadana
√ soberanía
√ rendición de cuentas de loa funcionarios electos
√ democracia
√ reconocimiento y respeto a la multiculturalidad
√ desarrollo económico local
¿Con qué contamos para trabajar?
√ capacidad para inventar e innovar
√ voluntad ciudadana, valentía, conciencia y conocimientos para hacernos valer contra proyectos adversos al ambiente y las comunidades
√ proyectos comunitarios de diversa índole que construyen utopías posibles,
√ identidad nacional
√ historias de luchas y resistencias a proyectos que impactan el territorio
√ ciudadanos comprometidos con crear mejores lugares para vivir
√ gente que desde diferentes esferas reflexiona, habla, teoriza, enseña y escribe sobre la ciudad y sus alternativas desde múltiples perspectivas
√ profesionales comprometidos con una mejor ciudad desde y para los ciudadanos
√ organizaciones ambientales y comunitarias
√ arte público participativo
√ redes de comunicación alternativa
√ diversidad cultural
√ buenos ejemplos de urbanismo en centros históricos
√ comunidades organizadas
√ funcionarios públicos comprometidos
√ instituciones que protegen derechos ciudadanos
¿Qué hemos logrado?
√ expulsar a la Marina en Vieques y Culebra
√ ocupación y uso creativo de edificios y lugares abandonados
√ experiencias comunitarias exitosas de lucha contra proyectos de gentrificación o de fuerte impacto ambiental y social
√ manejo comunitario de reservas naturales
√ proyectos innovadores de educación, salud, culturales, entre otros, originados desde la ciudadanía
√ proyectos de autogestión comunitaria exitosos
√ construcción de comunidades
√ evitar el desarrollo hotelero en Piñones y el noreste de la Isla
√ ampliar la conciencia ambiental y sobre el patrimonio histórico tangible e intangible en la ciudadanía
√ proyectos de recuperación de lugares urbanos abandonados
√ proyectos de revitalización urbana y comunitaria y de desarrollo sostenible ejemplares
¿Qué hacer?
Formación teórica, organización comunitaria y fortalecimiento de la sociedad civil son elementos fundamentales para estimular la mirada crítica, imaginar y crear presentes y futuros urbanos según nuestras propias definiciones de lo necesario, lo deseable y lo posible y reclamar espacios de participación, resistencia y poder. Supone todo lo anterior la disponibilidad de espacios de concertación, el intercambio de conocimientos y la accesibilidad y manejo adecuado de tecnologías de trabajo. Sugiere también, de manera complementaria, la disponibilidad de, por nombrarlo de algún modo, una caja de herramientas, una mochila de trabajo, equipada con material didáctico, libreta, mapas, material gráfico, instrumentos de escritura, dibujo y construcción de maquetas y guías para facilitar y estimular la participación ciudadana.
Es reconfortante saber que no estamos partiendo de cero en lo que se refiere a la participación ciudadana en la defensa del derecho a la ciudad, en defensa del espacio público. Desde hace tiempo grupos de la sociedad civil de diversa índole han dado batallas para evitar el desalojo de sus comunidades, han reclamado la calle como lugar, han protegido sus espacios comunitarios y creado lugares de convergencia donde antes no había nada, han rescatado estructuras abandonadas para el uso y disfrute de todos, han apoyado otros grupos proveyendo servicios de diseño y colaborado en la construcción de proyectos, han imaginado utopías y contagiado a otros. En fin, se han atrevido a pensar que otra ciudad, mejor y de todos es posible.
A veces con éxito a veces no.