La gran depresión de los 2000
Cuando las futuras generaciones escriban la historia del principio de este siglo es probable que se refieran al período entre 2006 y 2013 (ó 2014, ó 2015) como la gran depresión de los 2000.
De acuerdo con el diccionario de términos económicos de la revista The Economist, una recesión se define como la caída de la producción por dos trimestres consecutivos. Una contracción (slump) se define por la caída de la producción por 10% y una depresión económica se define como una contracción de larga duración. Usualmente estas contracciones vienen acompañadas por el cierre o quiebra de negocios, aumentos en el desempleo, deterioro en el consumo y los niveles de vida, así como la contracción de la inversión y los niveles de productividad. En el caso de la gran depresión de los años treinta, el PIB de Estados Unidos se contrajo por más de 30% y el desempleo alcanzó un 25%. Esta, además, se extendió a los grandes países capitalistas de Europa y al mundo.
Si miramos los indicadores económicos de Puerto Rico entre 2006 y 2013 confirmaremos que se configura una definición de depresión. Entre 2006 y 2011, cayeron de manera sostenida la producción, el empleo, los niveles de vida, e incluso la población del país. El producto bruto, por ejemplo, cayó sobre un 12% entre 2006 y 2011. Aunque se dice que dejó de caer en 2012 creciendo 0.1%, esa cifra no es confiable. Se ha pronosticado otra caída en el producto bruto en 2013 por lo cual se habla del inicio de una segunda recesión, aunque en realidad se trata de la prolongación del deterioro económico en que se encuentra el país. El empleo no agrícola cayó por 11%, entre 2005 y 2012, perdiéndose más de 115,000 empleos. En ese mismo periodo se perdieron cerca de 34,000 empleos en la manufactura, y 30,000 en la construcción, sectores que proveen los salarios relativamente más altos para empleos de “cuello azul”. Pero la tasa de desempleo no es el mejor índice para calibrar la depresión sino la tasa de participación laboral que fue reportada en 39.6% en 2012 por el Departamento del Trabajo y Recursos Humanos de Puerto Rico y luego se volvió a reportar en 40 por ciento después de “ajustes” estadísticos. (¿?)
El alto nivel de desempleo (alrededor de 16%) y la baja tasa de participación se dan a pesar de una baja en la población de casi 4% entre 2000 y 2012. Entre 2000 y 2010 la población se redujo por 82,821 personas. Entre 2010 y 2012, se redujo en 58,705 personas. La emigración se estima entre 35,000 y 50,000 personas por año en este período y el porcentaje de la población bilingüe en la Isla se estima que se redujo de 22% en 2000 a 10% en 2010. Esto es, más de la mitad de la población bilingüe debe haber emigrado.
Aunque las cifras que cito son oficiales, no por ello son confiables. No obstante, presentan un cuadro en el que el producto bruto cayó sostenidamente por cinco años en más de un 12%; se da una “falsa” estabilización en el fondo en 2012 (+0.1%), pero se reanuda un periodo recesionario; la tasa de participación laboral cae por debajo del 40%, aunque se da una “corrección estadística” y se han perdido más de 100 mil empleos en los renglones de mejor paga, manufactura y construcción; la población se ha reducido y la emigración ha incrementado a los niveles de los años cincuenta. Mientras tanto, la inversión cayó por cerca de20% desde 2004 y el gobierno experimenta un déficit fiscal que lo lleva al borde de la quiebra. Ese es el perfil de la economía del país, se pasa por una gran depresión.
Pero no se trata de ser meramente críticos y pesimistas. El objetivo es hacer un diagnóstico preciso, identificar las causas y adelantar estrategias efectivas de solución.
Las causas inmediatas
La recesión en Puerto Rico comienza antes que la recesión global. Sus causas inmediatas son consecuencia de malas prácticas de gobernanza y dependencia político-económica.
1. Corrupción: uno de los principios de la buena gobernanza es que la corrupción afecta el crecimiento económico. La corrupción le roba recursos a la economía y al fisco y le resta competitividad al país. Además crea falta de confianza de los inversionistas, particularmente los inversionistas externos. La corrupción aumenta el costo de hacer negocios en un país y desalienta la inversión productiva.
2. Derogación de sección 936 del Código de Rentas Internas de Estados Unidos (CR) en 1996: Esta lleva al cierre de plantas manufactureras de empresas transnacionales que utilizaban la Isla como paraíso fiscal. En 1996 las transnacionales norteamericanas que operaban en la Isla generaron ganancias ascendientes a $15.4 billones de dólares. En el Reino Unido estas corporaciones generaron $13.9 billones y en Canadá $8.6 billones. No obstante, el producto bruto de Puerto Rico equivalía a 3.8% del producto bruto del Reino Unido y 7.5% del de Canadá. La economía del Reino Unido era 26 veces más grande que la de Puerto Rico y la de Canadá 13 veces más grande. En 2001 comienza el cierre masivo de plantas 936 y con ello la pérdida de empleos y contribuciones de las corporaciones por concepto de repatriación de ganancias (Tollgate Tax).
3. El endeudamiento como método de refinanciación de deuda y de financiamiento de nuevas obras (mega proyectos: súper tubo, tren urbano, etc.) agudizarían el déficit fiscal. El endeudamiento y la corrupción probaron ser una combinación letal para las finanzas públicas.
4. El cierre del gobierno en mayo de 2006 y la subsiguiente imposición del IVU, causaron una reestructuración del consumo. La pérdida de empleos y salarios llevaron a muchos negocios a la quiebra. Entre 2001 y 2006 (antes del IVU) hubo 1,902 quiebras de negocios en Puerto Rico, 317 por año. Entre 2007 y 2012 (después del IVU) quebraron 2,354 negocios, 392 por año. En 2006 había en Puerto Rico 46,300 negocios de acuerdo al County Business Survey Federal, en 2011 había 44,056, una reducción 2,444 negocios, 449 por año.
La combinación de estos factores constituyeron el puntillazo que estalla la burbuja económica cimentada en el gasto público y la corrupción durante la administración Rosselló. Se contraen principalmente la manufactura y la construcción pero el resto de la economía sigue cayendo en un efecto dominó.
Las causas estructurales
Si bien factores internos, eminentemente políticos, constituyeron la base de la depresión económica de 2006-11, otros factores han sido decisivos y han impedido la recuperación económica. La competitividad económica internacional de Puerto Rico se fundamentó históricamente en factores excepcionales:
1. Mercado común con Estados Unidos: acceso comercial libre de aranceles.
2. Moneda común: el dólar, lo cual evita devaluaciones y fluctuaciones monetarias y facilita el crédito comercial.
3. Subsidios federales millonarios: donaciones (grants), gasto del gobierno federal, transferencias a individuos, etc.
4. Status de paraíso fiscal para empresas transnacionales desde 1952 hasta 1996: sección 931 y 936 del CRI.
La liberalización comercial y la eliminación de los regímenes de preferencias comerciales y subsidios fiscales a partir de los años noventa han resultado en la marginalización de Puerto Rico de las cadenas de producción y valor global. Esto es, Puerto Rico no cuenta con ventajas competitivas para atraer inversiones en negocios transnacionales como las farmacéuticas, los productos electrónicos de consumo y otras manufacturas mercadeadas globalmente. Puerto Rico ya no cuenta de forma exclusiva con libre acceso al mercado norteamericano, tampoco cuenta con un status privilegiado de paraíso fiscal como la sección 936. El impacto de los subsidios federales es cada día menor debido a la corrupción pública y la impericia administrativa de los funcionarios de gobierno nombrados por razones principalmente políticas. La moneda común ya no es una ventaja pues otros países la tienen (Ecuador, El Salvador, Panamá) pero, más importante aún, su importancia se vinculaba a libre acceso comercial (mercado común) del que hoy gozan todos los países que tienen tratados de libre comercio con Estados Unidos, desde México hasta Chile, formando un gran bloque comercial norteamericano y pacífico.
En 1990 y 91, la firma Political Risk Services calificó la competitividad global de Puerto Rico número uno, en 1992 tres, en 1993 ocho, seis en 1994, 10 en 1995, 11 en 1996 y 22 1997. Esta clasificación estaba directamente relacionada con el régimen tributario establecido bajo la sección 936 y el hecho de que la Isla constituía un paraíso contributivo único en su clase en el mundo. Diez años después de la derogación de la sección 936, en 2007-08, la competitividad de Puerto Rico vuelve a ser clasificada por el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF) y la isla se clasifica 36 en el mundo, en 2008-09 se clasifica 41, 2009-10 se clasifica 42.
Como otras economías de “ingresos altos” como la de Irlanda y medios altos, como otros países del Caribe, la economía de la Isla se ha tornado menos atractiva para la inversión directa extranjera en la manufactura, frente a los llamados “países emergentes” de Asia. Los factores de costo (salarios, productividad, transportación, aranceles y acceso a mercados internacionales) han cambiado desde la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995 y desde el ingreso de China a ésta en 2001.
Hoy, por ejemplo, el trato igual al que obligan las reglas de liberalización comercial de la OMC permite que una planta farmacéutica operando en China sea certificada por la agencia federal norteamericana Food and Drug Adminiatration para exportar medicamentos listos para el consumo humano en Estados Unidos. Esto permite la fabricación de medicamentos en China a precios más competitivos que en Puerto Rico. Sin restricciones fitosanitarias, sin las ventajas fiscales de la sección 936, bajo igualdad de condiciones fiscales provistas por la sección 901 del CRI y sin niveles de productividad como los de las plantas chinas, no hay incentivos para retener o establecer la producción en Puerto Rico. Los países de ingresos medios que sobrevivieron la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001 y a la desreglamentación de varias industrias (textiles, servicios, etc.) han recurrido a la innovación y la búsqueda de nichos de producción internacional para mantenerse vinculados de forma dinámica a la nueva economía global. Los gobiernos de Puerto Rico que vivieron esta transformación (las administraciones Rosselló, Calderón y Acevedo Vilá) no lograron articular una estrategia efectiva de resposicionamiento y reinserción de Puerto Rico en la economía global. De hecho, ni siquiera en la economía norteamericana.
Nada significativo se hizo para mover la economía de la Isla hacia un centro de servicios internacionales. La Isla no desarrolló un complejo de investigación y desarrollo científico como se anunció en los ochenta, tampoco desarrolló efectivamente nuevos segmentos del turismo (deportivo, salud), ni logró convertir la Isla en un centro de trasbordo internacional de mercancías entre Estados Unidos y América Latina o Europa y América Latina. Una propuesta holandesa para desarrollar varios puertos de la Isla para trasbordo europeo no se desarrolló, mientras que Miami se convirtió en “la capital norteamericana del Caribe y América Latina”.
Las administraciones Fortuño y García Padilla han confrontado ahora un déficit fiscal paralizante, producto de la corrupción, la mala administración y la depresión económica. El aumento en contribuciones ha tenido un efecto contraproducente pues al contraerse más la economía se reduce la base contributiva y se incrementa el espiral recesionario. Con un déficit que representa 70% del producto bruto, Puerto Rico se compara con la prensa internacional con Grecia y Detroit.
¿Existen alternativas?
Aunque se han desaprovechado muchas oportunidades para reposicionar la economía de la Isla en economía global, siempre es posible una reinserción. Cabe notar que en su informe de 2014 sobre la viabilidad de hacer negocios, el Banco Mundial clasifica a Puerto Rico la jurisdicción número 40 de 189 en total. Asimismo, el foro económico mundial clasificó a Puerto Rico número 30 en competitividad global .
Recientemente un analista norteamericano afirmó que el problema de Puerto Rico es la economía. La Isla tiene un problema fiscal y otro económico. Si la economía creciera el problema fiscal se aliviaría. Pero no se ha resuelto el problema fiscal y la economía no avanza. Un problema y el otro están entrelazados pero hay que romper, precisamente el nudo que los enlaza. Los estrategas económicos de la Isla necesitan buscar cómo insertarse en las cadenas de valor global, a la vez que desarrollar y estimular industrias locales con capacidad global, o al menos regional.
Todavía el país cuenta con una infraestructura económica importante y con un marco institucional potencialmente eficiente. Puerto Rico sigue insertado en las redes financieras, de telecomunicaciones, empresariales y políticas norteamericanas. Para ajustar las miras y calibrar las acciones a seguir hay que entender que la nueva economía internacional opera sobre la base de “cadenas de valor global” controladas por empresas transnacionales. Estas empresas producen y mercadean bienes y servicios comercializados internacionalmente en “redes de redes” que operan a nivel de una firma transnacional (como Apple) o una industria global (como la de productos electrónicos de consumo—consumer electronics). Ochenta por ciento del comercio global en 2012 provino de comercio dentro de las cadenas de valor de las industrias. Así, por ejemplo, la firma Apple controla el diseño, producción y mercadeo de su IPAD de tal forma que impone precios y ganancias a través de toda la cadena de producción desde los suplidores de sus componentes, hasta los vendedores de sus productos. De ahí surge la venta de garantías extendidas, como forma de añadir valor (y ganancias) al segmento de ventas.
Una alternativa para la Isla sería insertarse en algún segmento de una cadena de valor global, como por ejemplo, la producción, diseño, mercadeo y/o distribución de productos eléctricos de consumo. Para ello sería necesario demostrar el valor que añade la localización en la Isla a la cadena de valor de esa industria: flexibilidad en la producción, accesibilidad de transportación y telecomunicaciones, destrezas especializadas de recursos humanos y otros atributos, recursos o haberes especializados.
Hasta ahora lo que se ha hecho es estimular el turismo de aventura, atraer residentes afluentes mediante la creación de un paraíso fiscal y expandir el comercio al detal mediante la construcción de centros comerciales con tiendas “bandera” como Cheescake Factory, Saks Fifth Avenue y otras orientadas a la población de nuevos residentes afluentes y visitantes con el poder adquisitivo para ello. Pero, en general, estas son actividades de poco valor añadido, pues se basan en la importación de mercancías y un procesamiento mínimo. Lo que se añade es principalmente el costo de mano de obra y su efecto multiplicador es mínimo.
No obstante, hay otros espacios con capacidad instalada que pueden aprovecharse, como la conversión del puerto de Ponce en un puerto de trasbordo internacional y el desarrollo de las ligas de béisbol invernal del Caribe como fuente de turismo deportivo (lo que se propuso el empresario dominicano Julio Hazim y fue rechazado). También la Isla puede convertirse en un centro educativo internacional. Siendo nuestras instituciones acreditadas por agencias norteamericanas pero ancladas en un entorno culturalmente latinoamericano e hispano parlante, la Isla puede servir al Gran Caribe como centro de educación postgraduada. Puerto Rico cuenta con una clase artística de nivel internacional y la Isla ocupa un lugar prominente en el deporte del boxeo, haberes que podrían servir para desarrollar un nicho empresarial para eventos internacionales de alto valor en estas actividades.
En síntesis, el reto es entender el cambio de paradigma económico-empresarial global, entender que el cambio es constante, identificar oportunidades y desarrollar la agilidad y creatividad para responder a los nuevos retos. También es necesario y urgente un cambio significativo en el marco de relaciones jurídico-políticas con Estados Unidos.