«La memoria que no cesa» y nuestro encuentro
El 29 de marzo de 2012 pudo ser un día como cualquier otro día que pudo terminar con una noche impávida y desatendida. Pero ese día fue diferente. Luego del quehacer diario, de la noticia abrupta y de la sangre en los medios, luego de la tan esperada salida del superintendente de la Policía, asistimos a una noche memorable y llena de lluvia. Asistimos a la Casa Aboy, ya convertida en centro cultural del pueblo, y disfrutamos la presentación en público de la Memoria Que No Cesa, la obra más reciente del poeta guajano Wenceslao Serra Deliz. La presentación a cargo del ilustre licenciado José Enrique Ayoroa Santaliz fluyo repleta de la historia viva del poeta.
Y fue así porque el licenciado nos entregó a manos llenas y en detalle (y cuando digo en detalle me refiero a que espulgó la obra página a página, párrafo a párrafo, emoción por emoción) una historia fascinante de lucha y sacrificio. Una historia de reafirmación y compromiso que se impuso por encima de la carencia y del desanimo inmediato, de ese desanimo que va por las calles grises de nuestro pueblo y que nos acecha con su hocico húmedo y jadeante. El poeta abrió su pecho y el licenciado Ayoroa Santaliz nos entregó las vidas del poeta. Ante todos, el hombre y el poeta quedaron descubiertos como un solo ser viviente, con su verbo ardiente y sus pasiones. El poeta hijo, el poeta amante, el poeta vecino, el poeta militante, el maestro, el vecino y ese niño constante que lo habita y no lo deja, que persiste y retoza, ese mismo niño que cuando no se asoma se esconde por los vericuetos de su alma.