La otra vulnerabilidad
Con la Operación Manos a la Obra y las políticas económicas adoptadas a partir de la segunda mitad del siglo pasado, Puerto Rico se dirigió por la ruta que lo llevaría a abandonar la agricultura como actividad necesaria para el desarrollo del País. La que fuera la principal actividad económica cedió el espacio a la industrialización y particularmente a la manufactura. En consecuencia, el paisaje agrícola se transformó y una nueva ocupación del territorio comenzó a dominar: la urbanización acelerada y la infraestructura que la misma acarrea como tipología dominante del crecimiento urbano.
El cambio vino acompañado, además, por una visión ideológica que justificaba el abandono de la tierra e incluso fomentaba la imagen de la agricultura como sinónimo de pobreza. Hoy queda corroborado lo equivocado de tal enfoque y la vulnerabilidad a la que estamos sujetos los puertorriqueños como consecuencia del mismo.
1. Situación de la agricultura
En las pasadas cuatro décadas, los terrenos rurales y los de valor agrícola se han reducido significativamente dando paso a construcciones urbanas, turísticas, industriales y de infraestructura vial. La pérdida de suelos en uso agrícola en las pasadas tres décadas ha sido de un 30%: de 1,084,404 cuerdas en 1978 a 690,687 cuerdas en el 2002 (OPUT, 2006). A manera de ejemplo, el 85% de los suelos con potencial agrícola ubicados en el Área Metropolitana de San Juan (AMSJ), tienen otros usos actualmente, principalmente urbanos. En el 1992, sólo existían 18,409 cuerdas con potencial agrícola en el AMSJ de las 123,158 cuerdas existentes en el 1935 (UMET, 2001).
Con mayor precisión, el Censo Agrícola de 2007 arroja datos que evidencian la contracción acelerada de las fincas en uso. Para el año 2002 el total de fincas sumaban 17,659, mientras que para el 2007 se reducen a 15,745; una pérdida de 11%. Más significativo es el cambio en los terrenos en fincas: de 690,687 cuerdas en el 2002, estas se reducen a 557,530 cuerdas en el 2007, una merma de 19% (véase gráfica abajo).
Mientras, se ha profundizado la tendencia en los cambios de usos de los suelos agrícolas, el panorama se complica ante la fuerte presión de desarrollo urbano que pesa sobre los terrenos que aún quedan disponibles y que constituyen la reserva estratégica para la seguridad alimentaria de los puertorriqueños. A esto se suma la política, asumida por todas las administraciones de gobierno, de vender los terrenos agrícolas con el propósito, entre otros, de subsanar las insuficiencias fiscales, lo que para algunos ha significado que la Autoridad de Tierras se haya convertido en una “agencia de bienes raíces”.
No ha sido distinto el comportamiento de la agricultura desde el punto de vista económico. Tan sólo en los últimos once años, la participación de la producción agrícola, como por ciento del Producto Interno Bruto, ni siquiera ha alcanzado el uno por ciento. Para el año fiscal 1998 el sector agrícola representaba el 0.8% del PIB, cifra que se reduce a 0.7% en el 2009 (véase gráfica abajo).
Lo mismo ha ocurrido con la generación de empleos en el sector agrícola, tanto en cifras absolutas como en términos porcentuales. Para el año fiscal 1998 los empleos en la agricultura ascendían a 31 mil trabajadores, aproximadamente. Mientras que para el 2009 la cifra se reduce a 19 mil, aproximadamente. En términos porcentuales, en el 1998 los empleos agrícolas representaban 2.7% del empleo total. Para el 2009 dicho por ciento se reduce a 1.6% (véase gráfica abajo).
Los datos y las estadísticas presentadas explican lo que resulta ser la consecuencia mayor: los puertorriqueños dependen sobre un 85% de las importaciones de alimentos para satisfacer sus necesidades alimentarias.
A corto plazo, las perspectivas no lucen halagadoras. Las partidas presupuestarias del Departamento de Agricultura, así como de las agencias relacionadas al desarrollo agrícola, se han reducido significativamente en los últimos años. Sólo en el presente cuatrienio (2005-2009) la asignación presupuestaria al Departamento de Agricultura se redujo de $25.6 millones en el año fiscal 2006, a $19.4 millones en el 2011 (véase gráfica abajo).
2. La situación mundial: gran desafío
Los acontecimientos recientes relacionados a las fluctuaciones en el precio del petróleo, la especulación con el mercado de las materias primas y en general con los combustibles fósiles1, unido a la tendencia creciente de utilizar productos agrícolas para la producción de biocombustibles2, han creado una nueva situación mundial que se caracteriza por el aumento de los precios de los alimentos y la probable escasez de los de mayor consumo, lo cual sugiere una amenaza a la seguridad alimentaria global de dimensiones insospechadas.3
Según uno de los más recientes informes de la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura, por sus siglas en inglés) adscrita a la Organización de Naciones Unidas (ONU), los precios internacionales de los alimentos han disminuido desde sus cifras máximas de 2008, sin embargo “todavía no llegan a los niveles que tenían antes de la crisis de alimentos y persiste el peligro de su inestabilidad.” Durante el primer trimestre de 2008, los precios nominales internacionales de los principales productos alimentarios alcanzaron los niveles máximos de casi los últimos 50 años, mientras que los precios en términos reales fueron los más altos en casi 30 años. El informe de la FAO destaca que “aunque la situación del mercado alimentario varía según el país y la evolución futura es aún bastante incierta, las mejores proyecciones obtenidas indican que probablemente los precios de los alimentos continuarán siendo elevados durante los próximos años, lo que se prevé que afectará a los mercados de la mayor parte de los países en desarrollo.”
El desafío mundial de cara a la seguridad alimentaria es de enorme envergadura. La Declaración de la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria destacó el reto de la siguiente forma: “Se calcula que la producción agrícola tendrá que aumentar en un 70 % de aquí al 2050 para alimentar a una población mundial que se prevé que superará los 9,000 millones de personas para entonces.” Según el Director General de la FAO, Jacques Diouf, el problema de la inseguridad alimentaria “es político, es una cuestión de prioridades de cara a una de las más fundamentales necesidades humanas. Y son los Gobiernos con sus decisiones los que determinan el reparto de los recursos”
Por otro lado, y como parte del escenario internacional, debe añadirse que diez corporaciones trasnacionales controlan actualmente el 80% del comercio mundial de los alimentos básicos. Entre éstas se encuentran la empresa suiza Nestlé SA., la francesa Groupe Danone SA. y la Monsanto Co. Las tres manejan y controlan mundialmente la comercialización de alimentos, las fuentes de producción y poseen la mayoría de los derechos a escala global sobre semillas e insumos agrícolas.
El organismo internacional recomienda a los gobiernos de todo el mundo aplicar medidas normativas y medidas prácticas urgentes para fomentar los efectos positivos y aliviar los efectos negativos del encarecimiento de los alimentos. La FAO recomienda adoptar de forma inmediata un enfoque de doble componente con el objetivo de: a) mitigar el impacto del elevado precio de los alimentos y los combustibles sobre los grupos de población más débiles mediante redes de seguridad y transferencias directas, y simultáneamente b) implementar políticas y programas destinados a promover el desarrollo rural y agrícola a corto y largo plazo.
3. Recomendaciones generales para Puerto Rico
Alterar y cambiar el rumbo de la agricultura en Puerto Rico requiere de múltiples acciones que conllevan, necesariamente, establecer horizontes de tiempo y etapas. No es el propósito de este breve escrito presentarlas. Sí, constituye un imperativo proponer las que resultan apremiantes en el corto plazo, sin las cuales pudiera ser irreversible el aprovechamiento del potencial agrícola del País.
- En Puerto Rico, tomando en consideración los criterios recomendados por la FAO a partir de distintas dietas, sería necesario reservar para la producción agrícola entre 750 mil a 5 millones de cuerdas. Reconociendo que no es posible disponer del máximo de cuerdaje, por las razones antes mencionadas, es vital proteger cerca de 800 mil cuerdas que aún pueden ser conservadas. Desde luego, para lograr que dichos suelos produzcan, es necesario proveer y garantizar otros factores tales como: investigación, educación, infraestructura de agua, una fuerza trabajadora capacitada, un aumento en el acervo de los bienes de capital y de empresarios agrícolas, todos ellos de la manera más eficiente e integrada (González, 2008).
- A tenor con lo anterior, es indispensable la adopción del Plan de Usos de Terrenos (PUT) –frustrado bajo todas las administraciones de gobierno– a los fines de proteger y conservar los terrenos agrícolas, tanto los de mayor productividad como aquellos que pueden ser aprovechados por las nuevas tecnologías y las mejores prácticas amigables con el ambiente.
- Como parte del desarrollo de una nueva agricultura se requiere de un plan estratégico enmarcado en los conceptos de la agricultura sostenible. En efecto, lo que se propone es lograr sistemas sustentables de producción agropecuaria que permitan diseñar y manejar los mismos operando a un nivel razonable de productividad. De esta forma se persigue que la actividad agrícola represente el menor impacto ambiental a los recursos naturales y a los ecosistemas, a la vez que se fomentan niveles mayores de equidad y en general una mejora sustancial en el desarrollo humano. Un plan estratégico según planteado requiere de una aportación mayor del Gobierno y de la articulación efectiva de todos los actores presentes en el desarrollo agrícola.
- Ante la destrucción de los suelos agrícolas y el tamaño territorial del País, es necesario explorar el desarrollo de la agricultura urbana como se ha hecho exitosamente en otras partes del mundo.
- Finalmente, es indispensable proteger la producción agrícola, establecer los mejores términos comerciales con otros países y participar de los programas internacionales de ayuda, investigación y apoyo a la agricultura de los cuales Puerto Rico no participa actualmente.
Referencias bibliográficas
FAO (2009). Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial: los desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía. Aumento de los Precios de los Alimentos: hechos, perspectivas, impacto y acciones requeridas.
González, Gladys M. (2008). La preservación de los terrenos agrícolas y la seguridad alimentaria. Ambiente, Cumbre Social.Vol. III, abril 2008. San Juan, Puerto Rico.
Medina Muñiz, J. (2008). Urge asegurar la alimentación de nuestro país. Ambiente, Cumbre Social.Vol. III, abril 2008. San Juan, Puerto Rico.
Universidad Metropolitana (2002). Puerto Rico en Ruta Hacia el Desarrollo Inteligente. Centro de Estudios para el Desarrollo Sustentable, Escuela de Asuntos Ambientales. San Juan, Puerto Rico.
United States Department of Agriculture, Census of Agriculture, 2007, Puerto Rico Island and Municipio Data, Volume 1, Geographic Area Series, Part 52, Issued February 2009, Updated August 2009.
- El encarecimiento de los combustibles ha incrementado también los costos de producción de los productos agrícolas; por ejemplo, el precio en dólares de EE.UU. de algunos fertilizantes (como el superfosfato triple y el cloruro de potasio) subió en más del 160% durante los dos primeros meses de 2008, en comparación con el mismo periodo de 2007. Además, con el aumento de las tasas de flete que se duplicaron entre febrero de 2006 y febrero de 2007, el costo de transportar los alimentos a los países importadores también ha resultado afectado [↩]
- El mercado emergente de los biocombustibles constituye una fuente de demanda nueva e importante para algunos productos agrícolas, como el azúcar, el maíz, la yuca, las semillas oleaginosas y el aceite de palma. El aumento de la demanda de estos productos ha sido uno de los principales motivos del aumento de sus precios en los mercados mundiales lo que, a su vez, ha generado el encarecimiento de los alimentos [↩]
- Resulta incomprensible el hecho de que hayan sido necesarios subsidios por valor de entre 11,000 y 12,000 millones de dólares para desviar 100 millones de toneladas de cereales para el consumo humano “en su mayor parte para satisfacer la sed de combustible de los vehículos” (FAO, Sala de Prensa 2008 [↩]