Los estudios culturales en Puerto Rico: una tradición fructífera
El segundo se inicia a fines de los setenta en los ámbitos de las ciencias sociales y humanidades, siendo sus primeros gestores destacados Ángel Quintero y Gervasio García. No quiere decir esto que no existieran trabajos sobre el obrerismo con anterioridad a sus escritos, sino que se reagrupan en otra dirección epistemológica. Son hijos de los estudios marxistas, de la historia social y están vinculados a su vez a los estudios obreros ingleses como los de E.P. Thomson. Han colaborado en ellos una amplia gama de investigadores tales como José Juan Baldrich, José Curet, Marcia Rivera, Yamila Azize, María del Carmen Baerga, Guillermo Baralt, Carmen Centeno, Amílcar Tirado, Norma Valle, Erik Pérez Velasco, entre otros. Sus publicaciones abrieron el camino hacia nuevas interpretaciones culturales y de crítica literaria entre las que se destacan las de José Luis González y las de Arcadio Díaz Quiñones.
Los estudios culturales podrían ser otra de las más importantes tradiciones de nuestra universidad pública. Desde los noventa viene gestándose otra escritura interpretativa que surge de nuevos paradigmas epistemológicos con motivo de cambios en los saberes, el fin de la economía posfordista, el auge del mundo mediático, el giro lingüístico y el espacial, la importante renovación de la antropología, el feminismo, las luchas de homosexuales, lesbianas y transgéneros que abrieron el camino de los estudios queer, los trabajos sobre la masculinidad y la revisión del posmodernismo. Esta última ocasionó múltiples disputas y debates que han sido recopilados por la argentina Elsa Noya.
Los estudios culturales que surgen en Inglaterra se caracterizan en sus inicios por ser interdisciplinarios, poseer un trasfondo teórico marxista y estar vinculados a la historia social. En la década del setenta, alega Simon During, sufrieron el influjo de pensadores franceses como Michel de Certeau, Pierre Bourdieu y Michel Foucault.(9) Stuart Hall destaca la presencia de Antonio Gramsci en la creación de intelectuales en las primeras etapas de su desarrollo. Este último se hace muy popular en Puerto Rico en donde sus estudios sobre el poder son imbricados al pensamiento de caribeños anticoloniales como Franz Fanon. En muchos casos ha habido apropiaciones de sus fundadores, Raymond Williams, Stuart Hall, E. P. Thompson y Richard Hoggart, provenientes de los estudios obreros o de la sociología como el primero. Están igualmente entrecruzados por las teorías del poscolonialismo y del subalternismo.
En América Latina los estudios culturales se distancian de los ingleses, pues surgen de otras corrientes intelectuales, aunque guardan el paralelismo de su interdisciplinariedad. Se conforman desde la ensayística del siglo XIX y de las interpretaciones del siglo XX, cuestionando elementos tales como el mestizaje, la unidad latinoamericana, la globalización y la posmodernidad, el consumismo y las comunicaciones. Es una línea de trabajo que, como la de los ingleses, guarda tangencias con otras disciplinas, fundamentalmente la sociología y la antropología. Regina Crespo destaca que la tradición ensayística de la región “estaba marcada por la discusión de temas asociados a la identidad nacional y étnica, al papel de los intelectuales en la sociedad, a la relación entre política y cultura, además de cuestiones asociadas a las oposiciones nacional versus continental, rural versus urbano, tradición versus modernidad, entre otras”. En este sentido, los estudios culturales ya hace tiempo se venían gestando en América Latina. Se acercan más a la transculturación, afirma Román de la Campa.[i] Entre las figuras más notables que les cultivan se encuentran Beatriz Sarlo de Argentina, Carlos Monsivais de México, Néstor García Canclini de Argentina, Nelly Richard de Chile, Daniel Mato de Venezuela, y Julio Ramos de Puerto Rico.
Carlos Reynoso se apropia de la clasificación creada por Grossberg de los estudios culturales y distingue cuatro diferentes estadios: la del humanismo literario (del 57 al 69); la sociología dialéctica (fines del 60 y comienzos del 70); el culturalismo, derivado del Center for Contemporary Cultural Studies de Birgminham (de los 70 a los 80) y la posmoderna. Stuart Hall fue la figura esencial de varias de estas fases. Los temas de preferencia de estos estudios culturales han sido, mayormente, el género y la sexualidad; la identidad cultural y nacional; el colonialismo y el poscolonialismo; la raza y la etnicidad; la cultura popular; la estética; ciencia y tecnología; la historia; la pedagogía y la tecnocultura. (24)
Los investigadores puertorriqueños se han apropiado de estos para elaborar nuevas interpretaciones acordes con la realidad de la Isla. La densidad teórica les distingue. Surgen aquí tanto por influjo del mundo norteamericano, ya que muchos de ellos se han formado en los centros estadounidenses, como de las lecturas que emergen del contacto con el mundo latinoamericano en el que está inserto el Caribe hispánico.
Es difícil deslindar los estudios culturales de ensayos de erudición que pertenecen a disciplinas como la historia, la sociología y la literatura, pero sí es claro que el influjo de sus más destacados autores permea la obra de muchos intelectuales puertorriqueños que también entrelazan los estudios poscoloniales y subalternos.
Apunto aquí los que me parecen los más destacados trabajos de estudios culturales en el campo humanístico sin que sea esta una lista exhaustiva.[ii] Aclaro que estas investigaciones se distinguen por ser amorfas y porque integran corrientes interpretativas diversas. El arte de bregar de Arcadio Díaz Quiñones; El país del porvenir de Silvia Álvarez Curbelo; Bugalú y otros guisos de Juan Flores; Espacios de la memoria en el Caribe insular de Myrna García Calderón; Las prácticas de la carne de Félix Jiménez; Ejercer la ciudad en el México moderno de Juan Gelpí; Hinca por ahí: escritos sobre las artes y asuntos limítrofes de Nelson Rivera; Políticas de la caricia: ensayos sobre corporalidad, erotismo y poder de Juan Duchesne Winter; Nación postmortem de Carlos Pabón; Negociaciones culturales: los intelectuales y el proyecto pedagógico del estado muñocista de Catherine Marsh; La máquina de la salsa de Quintero Herencia; Al rescate de la patria de Jorge Seda Prado; El espectro posmoderno: ecología, neoproletario, intelligentsia de Arturo Torrecilla; La maldición de Pedreira de Rafael Bernabe; El sueño que no cesa de José Juan Rodríguez; Nación y ritmo: descargas desde el Caribe de Juan Otero Garabís; Dirigentes y dirigidos. Para leer los cuadernos de la cárcel de Antonio Gramsci de Manuel Almeyda; y Cuerpo y cultura: las músicas mulatas y la subversión del baile de Ángel Quintero. Estos han cultivado temas como la ciudad, la nación y la identidad, los intelectuales, la memoria, la masculinidad, la historia, la posmodernidad y el arte. El alcance de estas publicaciones ha sido alto, pues han promovido el surgimiento de nuevos trabajos que tienden a la interdisciplinariedad, a pesar de que pertenecen a la crítica literaria o a la historia.
A pesar de que las teorías producidas en el mundo académico occidental no deben de ser incorporadas irreflexivamente a culturas sincréticas como las caribeñas y de las críticas que han recibido los estudios culturales de parte de Carlos Reynoso y del propio Raymond Williams quien expresara que “los estudios culturales habían perdido su norte político”. (Apogeo y decadencia 173), su cultivo en Puerto Rico ha sido fructífero, pues se ha logrado colocar con mayor amplitud temáticas marginales o no estudiadas de la misma forma anteriormente, tales como los fenómenos musicales, el papel de los intelectuales, la máquina y su impacto cultural, la performatividad masculina, las mediaciones políticas, entre otros. En algunos casos rebasan la geografía de nuestro país para incursionar en República Dominicana, México o Italia. Esto no significa que algunos planteamientos no sean polémicos o que en ocasiones inciten a nuevos estudios. Pero, el saldo de esta praxis escrituraria, que no es una mímesis superficial de la producida en Estados Unidos, es muy fructífero. Nuestro carácter bicultural nos permite enfrentarnos a una hibridez cultural producida por el mercado y la situación política que en términos generales hemos resignificado en función de nuestra cultura.
Bibliografía
Centeno Añeses, Carmen. “Historia literaria, literatura obrera y subalternidad”. Desde el margen y el Caribe. San Juan, Puerto Rico: Editorial Tiempo Nuevo, 2009.
Crespo, Regina. “¿Estudios culturales latinoamericanos? Reflexiones a partir de algunas antologías”. Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos, 64, 2017, 13-37.
De la Campa, Román. “De la deconstrucción al nuevo texto social. Pasos perdidos o por hacer en los estudios culturales latinoamericanos” Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina: el desafío de los estudios culturales. Mabel Moraña, editora. Pittsburgh, PA: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2002.
Hall, Stuart, “Cultural Studies and its Theoretical Legacies”. The Cultural Studies Reader. Simon During, editor. London and New York: Routledge, 1993, 97-109.
Mattelart, Armand y Erik Neveu. Introducción a los estudios culturales. Barcelona/Buenos Aires/México: Paidós, 2004.
Reynoso, Carlos. Apogeo y decadencia de los estudios culturales. Una visión antropológica. Barcelona, España: Gedisa, 2000.
[i] Román de la Campa cree que los estudios culturales de los Estados Unidos giran más hacia lo literario y lo histórico. Es necesaria la comparación entre las dos tradiciones de este campo: la del mundo anglosajón y el latinoamericano. (93)
[ii] Varios de los trabajos aquí expuestos son nombrados en mi estudio “El ensayo puertorriqueño contemporáneo: nuevos paradigmas y debates” desde el punto de vista del estudioso Pedro Aullón de Haro, quien define el ensayo no solo en el sentido de Montesquieu, sino como texto de erudición.