Nilita Vientós Gastón: pensadora de la nación
No hay democracia efectiva sin verdadero contrapoder crítico.
Intelectuales, política y poder, Pierre Bordieu
Es notable que el cultivo del ensayo haya sido reconocido mayormente en los hombres que en las mujeres. La chilena Alicia Salomone ha señalado que en la historia del pensamiento latinoamericano el perfil construido es androcéntrico (“Voces femeninas” 1). Como discurso, una de las funciones más prominentes del ensayo ha sido articular las polémicas de la vida pública que inciden sobre la toma de decisiones, entre otras cosas, sobre el funcionamiento de las instituciones, la economía del país, la vida cultural, social y política, campos de incursión reciente para el género femenino.Existe, no obstante, toda una tradición ensayística que debate los temas de género como documenta Mary Louise Pratt en su trabajo “Don’t Interrupt Me: The Gender Essay as Conversation and Countercanon”. Mas, el ensayo femenino no ha tenido presencia significativa en la crítica literaria decimonónica que ha privilegiado la asociación entre ensayo y cultura masculina, muy particularmente el que trata los temas de lo nacional y diferentes aspectos de la vida pública.[i] Este último es preponderante en América Latina donde el corpus de ensayos compone lo que se denomina pensamiento. Las sociedades patriarcales de fines de siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX difícilmente considerarían de igual forma el peso argumentativo de la escritura femenina.
Por eso sorprende la prolífica obra ensayística que publicó en periódicos la gestora cultural Nilita Vientós Gastón en Puerto Rico, rompiendo de esta forma con el falocentrismo imperante y dejando a un lado el ensayo de género. Esta recurre al ensayo periodístico, lo que resulta más estridente, ya que invade de lleno la esfera pública predominantemente masculina en su época, entendida esta en la formulación que hace Nancy Fraser en su crítica a la definición de Junger Habermas de quiénes componían la misma. Nilita Vientós tuvo el afán de ampliar una esfera pública androcéntrica, colonial y moralista, como puede verse en su defensa de las instituciones puertorriqueñas, en su visión de la función que deben cumplir los intelectuales, su anticolonialismo y su empeño en construir lo que Fraser ha llamado un contrapúblico.
Abogada y profesora de literatura comparada, Nilita Vientós Gastón se inicia en las letras en la década del treinta, según Josefina Rivera de Álvarez (Literatura 354), época en la que a pesar de que las mujeres puertorriqueñas ya estaban participando con mayor presencia en la gestión literaria, no lo hacían de igual forma en el género del ensayo con excepciones destacadas como las de la indómita líder laboral Luisa Capetillo, la refinada Carmela Eulate Sanjurjo y la feminista Ana Roqué de Duprey a principios de siglo XX. En los años treinta se destacarían junto a ella Concha Meléndez, María Teresa Babín y Margot Arce de Vázquez, entre otras mujeres letradas. [ii]
Nilita rechazó toda inferiorización de género, señala Luis Nieves Falcón en “El compromiso social” 44. para abrazar el ensayo periodístico con mayor plenitud, su militancia cultural mediante las revistas Asomante primero (1945), luego Sin Nombre (1970), y la presidencia del Ateneo de Puerto Rico. Desde las revistas, especialmente la última, haría una labor de internacionalizar al país y contribuiría a cimentar una identidad latinoamericana.
Su obra fue editada en seis tomos por la Editorial de la Universidad de Puerto Rico y es una rica muestra de los temas locales y universales que le interesaban a la autora. El cine, las instituciones nacionales, libros extranjeros, la obra de Martin Luther King, el tema de la lengua, las luchas políticas nacionales son temas mediante los que la autora abarcó un amplio panorama de ideas que demuestran su riqueza cultural. Aunque cultos, estos ensayos eran breves con algunas excepciones, ya que como mencionáramos, eran publicados en periódicos. [iii]
Una estudiosa de la obra de Nilita, Olivia Orraca, (La columna) cataloga sus textos de Indice Cultural como columnas periodísticas. No obstante, podemos decir que la hibridez del género y sus características particulares las ubican igualmente en el ensayo, pues se distinguen por su argumentación y su carácter no ficticio. Concha Meléndez y Carmen Dolores Hernández legitiman su escritura como ensayística.
El inicio de los escritos periodísticos de Nilita Vientós Gastón está marcado por los años en que el Partido Popular Democrático asume el poder en la década del cuarenta y, curiosamente, cuando la censura se convierte en ley en Puerto Rico con el propósito, según Francisco Scarano de perseguir a los sectores disidentes, especialmente a independentistas. (Cinco siglos 730) Defensora de la disidencia, escribe en diversas ocasiones en su defensa como hecho necesario para una vida democrática y una esfera pública no excluyente. En su corto ensayo “Las mujeres no opinan…¿Y los hombres?”, escrito en 1966 declara ante una encuesta sobre el plebiscito y la participación de la mujer que la prensa casi nunca presenta el punto de vista de las minorías. Para Vientós, que vive en estos años el inicio de cambios en el mundo mediático con la proliferación de la radio y la televisión, no puede existir una auténtica opinión pública si los que pueden forjarla no cumplen con sus elementos esenciales: “respeto al sentir y al pensar de los inconformes y los disidentes”. (Tomo V 243) De aquí que asuma su papel de intelectual contestataria en sus ensayos, que hasta cierto punto estaban limitados por el vehículo de publicación. Su denuncia de la quema de libros en el pueblo de Cayey suscitó una fuerte crítica de Vientós Gastón. La Iglesia Católica había creado el acto como desagravio a la Virgen por la supuesta lectura de libros pornográficos. Rápidamente la letrada condena el acto ocurrido en el 1960:
Quemar libros es un atentado a la libertad de leer(…)La excusa de que los libros eran “pornográficos” no justifica el acto, ni aminora la falta, ni protege de sus desastrosas consecuencias. ¿Quién determina si el libro es pornográfico? (Tomo III 111)
Vientós Gastón no toleraba los atentados contra la libertad sin importar quien lo generara. En este caso se oponía a dos instituciones muy fuertes: Iglesia y Estado. Nuevamente asumía su papel de polemista heterodoxa sin importarle los poderes a los cuales se oponía.
En el tomo I de Indice cultural puede evidenciarse que la autora asume una postura abierta, un nacionalismo culturalista y político, pero no chauvinista, que la lleva a intervenir en la discusión sobre los puertorriqueñistas y occidentalistas, importante texto para conocer su pensamiento. En este declara que ambos bandos necesitan los espejuelos de la mesura. Más adelante expone su argumentación:
Ser puertorriqueño es forzosamente ser occidental. (Tomo I 145)
El que no quiere ver más que a su país no logra ver ni aun lo que pasa en él. El que se empeña en ver lo de fuera y no da importancia a lo que en el país propio sucede no consigue enterarse de nada. Es el conocimiento de lo particular el que lleva al conocimiento de lo universal; la comprensión de lo propio lo que conduce a la comprensión de lo ajeno. (Tomo I 145-146)
No debe extrañarnos que Vientós Gastón no sostuviera una postura caribeñista en este ensayo de 1955. Todavía en esta fecha el canon occidental imperaba en la Isla, muy a pesar de los intentos por crear una ruptura con el mismo que en la década del treinta realizara Luis Palés Matos con su poesía de tema negro y su definición de una poesía antillana. La autora estaba en parte tensionada por el predominio del pensamiento occidentalista que todavía opacaba al mundo caribeño, africano y asiático. La visión occidentalista que parece nutrir en parte su ideología no implica una visión racista de su parte, como puede apreciarse en sus ensayos sobre Martin Luther King y Franz Fanon.
En su trabajo como ensayista mediática Nilita Vientós Gastón se manifestaba en contra de una prensa que creía aliada de los poderes hegemónicos. Ello le valió que sus colaboraciones sufrieran la censura y que sus columnas tuvieran que ser publicadas en otros rotativos. En la titulada “El quinto albergue” traza la historia de “Indice Cultural”. Este comienza en el Diario de Puerto Rico en octubre de 1948 y luego pasa al periódico El Mundo donde se publica del 1955 al 1968. Luego sigue cambiando de lugar de publicación a medida que las palabras de Vientós comienzan a incomodar en estos rotativos. En un ensayo que ve la luz en La Hora en el 1971, expone que su polémica con el Sr. Santín y su pugna con el Sr. Maldonado, ambos dirigentes de El Mundo, terminan su experiencia con este periódico. En este texto analiza la alianza de los medios noticiosos con el poder y la colonización:
“Nuestra prensa” no sólo padece de los vicios que han disminuido su importancia como órgano para formar la opinión pública desde que es, primero gran empresa y después periódico, sino también de los inherentes a su condición de prensa colonial. (…) está tan al margen de la realidad que ve en este momento Puerto Rico, que el historiador que en el futuro la consulte como fuente de información ha de utilizarla con suma cautela. Porque solo revela el punto de vista del espíritu colonizado. (Tomo VI 76)
Columnista nómada, no abandonaría la escritura de ensayos ni la exposición de sus posturas críticas. De aquí su escritura itinerante, pero acerba y culta.
Uno de los temas más tratados por Vientós Gastón es el de la función de los intelectuales. Para ella el compromiso con la crítica es esencial. De acuerdo con el teórico palestino Edward Said su labor es la de incomodar: “plantear públicamente cuestiones embarazosas (…) actuar como alguien al que ni los gobiernos ni otras instituciones pueden domesticar fácilmente”. (Representaciones 30) Las expresiones de Vientós Gastón coinciden con las de Said:
…su función es la de poner en tela de juicio las creencias y los valores de la sociedad. Son los descontentos, los inconformes, los críticos, no por mero afán de criticar sino por amor a los hombres[iv] y porque anhelan una sociedad mejor. Son los que, por ver más allá del presente, vislumbran las posibilidades que encierra el futuro… Una democracia no puede vivir sin ellos. Cuando los combate comienza a dejar de serlo. (Tomo VI 35)
Les otorga con estas palabras la tarea de ser guardianes de la vida democrática. No se trata solo de que los intelectuales posean un saber y de que se desempeñen según sus conocimientos sino de que tengan por igual un compromiso con el orden social. Esta es la tesis sartreana del autor comprometido.
Vientós Gastón no es la única intelectual caribeña en postular que el intelectual tiene la función de aguijonear el pensamiento tradicional. Ese mismo papel incómodo es el que les adjudica Frantz Fanon en su reconocido libro Los condenados de la tierra, el mismo que ella reseña. Sobre este Nilita escribió un ensayo en el que alaba su comprensión de la lucha anticolonialista y resalta que el martiniquense escribía sobre la desvalorización del pasado que sufren los países colonizados. Destaca de esta forma la cultura nacional, puesto que la visualiza no como un hecho etéreo sino en su materialidad y relaciones con la economía de un país. Por eso afirma citando a Fanon:
Como la cultura nacional es la expresión del modo de pensar y el sentir de un pueblo, la suma de sus quehaceres no puede existir ni perdurar sin soberanía nacional, “es necesario que el restablecimiento de la nación dé vida, en el sentido biológico del término a la cultura nacional”. (Tomo V 218)
En fechas más recientes el francés Pierre Bordieu defiende al intelectual crítico, que entendemos es el que encarna Nilita Vientós, y señala que todos tendríamos que ganar “si la lógica de la vida intelectual, la de la argumentación y refutación se extendiera a la vida pública”. (Intelectuales 185) Mara Negrón, sin embargo, señaló que en los cincuenta Nilita Vientós no se distanció “de esa retórica que se piensa la figura del intelectual como aquel que señala o dirige” (“Una ciudad” 189) Rafael Bernabe ha observado que “la obra de Vientós, a la vez elitista y democrática hay que ubicarla, al igual que la de Canales y Matienzo en ese inestable terreno de contacto de la orientación ilustrada y la romántica”. (La maldición 171)
Vemos así que durante su trayectoria como autora de ensayos, aunque siempre insiste en el compromiso social que estos, según ella, deben tener, entiende a su vez el carácter minoritario de los intelectuales y su función de lo que se conoce como el intelectual vanguardia, el de un grupo selecto que dirige al pueblo. Esto responde a las ideologías prevalecientes en su tiempo que le concedían al intelectual un lugar de élite en la sociedad por su función pública. Esto no es lo que Antonio Gramsci considera un intelectual, pues para él, según Carlos Altamirano (Intelectuales 73) el teórico italiano profesaba la idea de que todos los seres humanos pueden ser intelectuales, pero no todos cumplen esa función. El pensamiento de Vientós se encontraba tensionado por esas dos pulsiones: la de ser un intelectual de compromiso político y la de ser uno de vanguardia concebido como parte de una élite directora e ilustrada.
Vientós Gastón sentía ansias de ordenar la casa nacional y de fundar instituciones ausentes en nuestra sociedad en los años cincuenta, papel adjudicado a los hombres y en el que ella se atreve a incursionar de forma notable. Por eso se queja de la ausencia de instituciones: “En Puerto Rico no hay museos, ni conservatorios, ni orquestas sinfónicas, sólo se publica una revista literaria, son contadas las librerías y ningún periódico edita un suplemento literario”. ( Tomo I 87) Como sujeto femenino incursionaba en un terreno androcéntrico: el de la planificación del territorio cultural de la nación. Esta visión es la que le impulsa a celebrar los cinco años de fundado el Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1960.
Nilita Vientós Gastón fue una fiel defensora de las instituciones puertorriqueñas, entre las que se destaca el sistema educativo, ampliado por el Partido Popular bajo el influjo del Nuevo Trato y la figura de Tugwell.[v] Para ella la educación es fundamental para la nación, aunque, como siempre, hace énfasis en que esta no puede estar alejada del entorno universal. Pero, para esto hay que cimentarse en lo local, en lo que el país es, en su idiosincrasia. Así se expresa en “Una encuesta sobre De Hostos”:
Toda educación va encaminada a formar una conciencia nacional, único modo de llegar a adquirir una conciencia de lo universal. (Tomo VI 7)
En el 1967, al comentar el discurso de la profesora Margot Arce de Vázquez en la graduación de la Universidad de Puerto Rico expresa lo siguiente:
La Universidad (sic) no puede mantenerse al margen de los problemas de cuya solución depende nuestra supervivencia como pueblo. No es un organismo aislado del resto de la sociedad que le da vida, no es un refugio para evadir o ignorar las faenas del diario vivir. Es, según apunta la Dra. Margot Arce de Vázquez “una institución histórica sujeta al dinamismo temporal, a una geografía determinada, a una cultura concreta”. (Tomo VI 13)
En su artículo “La educación en Puerto Rico” denuncia la colonialidad de la educación puertorriqueña al destacar que a partir de 1898, año de la guerra hispanoamericana, la instrucción en Puerto Rico es la historia de los distintos Comisionados o Secretarios de Instrucción sobre la lengua en la que ha de enseñarse. (Tomo V 180). Manifiesta, además, amparándose en María Teresa Babín, que Puerto Rico es tierra desconocida en el salón de clases donde la historia y la literatura del país se encuentran ausentes. Insiste en el carácter político de la educación, pues sin este no tendremos trazada una “verdadera filosofía educativa”. (Tomo V 182) La universidad es, sin duda, el centro de estudios cimero de la sociedad puertorriqueña. En su visión Nilita Vientós rompe con el panóptico intelectual (refraseando a Michel Foucault) que estructura la educación colonialista.
Su función principal (…..) Es, por encima de todo, la de crear ciudadanos libres, con sentido de responsabilidad social. En la llamada “casa de estudios” estudiar no sólo significa el conocimiento de las distintas disciplinas del saber sino también el aprendizaje de la convivencia, del sentido democrático de la sociedad, o sea tolerar las ideas ajenas y respetar a los que las defienden. La Universidad no es un invernadero donde se protege al estudiante de todos los rigores de la vida. Es parte esencial de la comunidad. (29)
Mientras en América Latina el intelectual moderno “desde posturas conservadoras, liberales o radicales asumió las temáticas de la identidad y la modernización y la organización del estado”, plantea Eduardo Devés Valdés, (El pensamiento latinoamericano) en Puerto Rico los intelectuales sostuvieron posturas semejantes desde distintos lugares de enunciación, aunque la intervención política estadounidense en la Isla representó un óbice para la realización de diversos objetivos respecto al estado. En el caso de Nilita Vientós Gastón esta se destacó por su militante anticolonialismo. Podemos decir que en su obra nos encontramos con una intelectual caribeña que, como Frantz Fanon, elabora una conceptualización que conduzca a una praxis liberadora. Debemos recordar que en 1936 fue la única mujer seleccionada como miembro de la directiva del Frente Unido Pro Constitución de la República de Puerto Rico en la conflictiva década del treinta, en la que Pedro Albizu Campos y su Partido Nacionalista tuvieran un papel protagónico.
Los ensayos de Nilita Vientós Gastón dedicados a los disidentes, la función del intelectual, las instituciones y el anticolonialismo deben leerse desde la crítica a los poderes de estado y a la modernidad. Con ellos su escritura femenina irrumpió en el masculino campo letrado insertándose, a pesar de las objeciones y rechazos recibidos, en el pensamiento identitario que discute la cultura nacional. Como parte del pensamiento caribeño, Vientós Gastón ocupa un lugar relevante al lado de figuras como Aimée Cesaire, Fernández Retamar y el propio Franz Fanon. La invisibilidad de la obra de las mujeres debe de ser remediada incluyendo en el canon a figuras como la escritora puertorriqueña que cometió la audacia de incursionar en el ensayo, que por costumbre patriarcal se adjudicaba al género masculino. Es por eso que la historia del ensayo hispanoamericano, alega Doris Meyer en su introducción al texto Reinterpreting the Spanish American Essay, debe ser reescrita para incluir las aportaciones de las mujeres y sus circunstancias históricas. (7)
Vientós Gastón fue en fin “una mujer, ortodoxa y heterodoxa, que logró armonizar su herencia burguesa y sus inclinaciones jacobinas, conservadora y radical”, se expresa Arcadio Díaz Quiñones al referirse a Vientós Gastón. (La memoria 134) La práctica discursiva de Nilita era irritante. “Su discurso no retaba: inquietaba”, ha escrito Iris Zavala, (Nilita 82). La poeta Vanessa Droz ha expresado que Nilita molesta, es irritante y “encona porque no tiene pelos en la lengua” (Nilita en dos tiempos 33) Este era el estilo que acusaban sus informados ensayos. Escribía para sacudir a sus lectores, para formar parte de sus vidas, para pensar y construir la nación.
[i] Mary Louise Pratt señala en su trabajo que en las antologías sobre el ensayo se da una exclusión de las mujeres: “Las antologías, esos grandes espejos del canon, son, en el caso del ensayo latinoamericano, verdaderos monumentos a la intelectualidad masculina, regidos por una docena de nombres ampliamente conocidos y muy valiosos: Bello, Echeverría, Sarmiento, Montalvo, González Prada, Hostos, Martí, Rodó, Henríquez Ureña, Vasconcelos, Mariátegui, Martínez Estrada, Arciniegas, Reyes, Picón-Salas, Zea, Paz, Anderson Imbert. (2) Penosamente, en el excelente libro An Intellectual History of the Caribbean de Silvio Torres-Saillant no hay mención alguna de Nilita Vientós Gastón.
[ii] Una investigación a fondo de la escritura femenina de principios de siglo XX de seguro añadiría nuevos nombres de cultivadoras del ensayo en Puerto Rico.
[iii] Su libro sobre Introducción a Henry James puede considerarse ensayo de crítica literaria. No incluimos su análisis, ya que esto excede nuestro trabajo.
[iv] Vientós Gastón emplea la palabra hombre como categoría universal, lo que era común en su época. Todavía no se habían producido las grandes críticas al lenguaje que postularan las feministas ni el giro lingüístico que deconstruyó, entre otros elementos, el empleo de términos sexistas.
[v] Rexford Tugwell, último gobernador norteamericano, señala Catherine Marsh en su libro Negociaciones culturales: los intelectuales y el proyecto pedagógico del estado muñocista, “era novotratista e incluso se identificaba como socialista”. (23)
Bibliografía:
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