Nominación suprema para la comunidad LGBT
Ayer jueves 5 de junio el Gobernador de Puerto Rico anunció el nombramiento de la licenciada Maite Oronoz Rodríguez para el Tribunal Supremo de Puerto Rico. Esto me sorprendió y alegró. Me sorprendió porque después de la aprobación de los Proyectos 238 y 488 ha habido silencio profundo y disciplinado en la legislatura y en el ejecutivo en términos de asuntos LGBT. No se puede reconocer la humanidad de un grupo de personas históricamente discriminadas y a la vez decidir empezar a reconocer los mismos derechos y «otorgarlos» con un cuenta gotas. No se puede decir que somos tan ciudadanos como los demás ciudadanos y entonces dividirnos los derechos por cuatrienios, “este cuatrienio no te discriminan en el empleo”, ”el otro cuatrienio adoptas” y “el otro cuatrienio te casas”; no es así. El reconocimiento de nuestra humanidad demanda más responsabilidad y agilidad de nuestros líderes.
El nombramiento de la licenciada Maite Oronoz Rodríguez me alegró porque representa un momento histórico en Puerto Rico. Me alegra que una mujer joven y abiertamente lesbiana haya sido nominada a ser jueza del Tribunal Supremo de Puerto Rico. ¿Cómo no iba a alegrarme?, si hasta ayer, muchos y muchas pensábamos que ser abiertamente gay o lesbiana sería siempre un obstáculo para una nominación al Tribunal Supremo. Quieran los detractores o no, el gobernador Alejandro García Padilla, ha enviado un claro mensaje al pueblo de que ser lesbiana o gay no es un obstáculo para pertenecer, como juez, al Tribunal Supremo. Ser lesbiana no es sinónimo de «ausencia de probidad moral». ¿Cómo no iba a alegrarme?
A diferencia de lo que piensan nuestras aliadas y aliados, yo he decidido pensar que ese momento histórico no nos viene cortesía del gobernador Alejandro García Padilla. Este momento histórico nos lo hemos ganado en las calles, en las legislaturas, en nuestras comunidades y empleos, educando, haciéndonos visibles, deponiendo, escribiendo, firmando cartas, debatiendo y trabajando. Pero el nombramiento lo hizo él y me alegré, y lo agradezco tanto como agradezco sus gestiones a favor de la libertad de Oscar López. No soy menos honesto porque pueda reconocer públicamente estas gestiones.
El hecho es que ayer en ese podio, donde hombres cristianos han reconocido a sus esposas o “familia” cuando han sido nombrados al Tribunal Supremo, donde la única familia visible hasta ahora ha sido la familia heterosexual, una mujer lesbiana también reconoció a su familia. ¡¿Cómo no iba a alegrarme?!
El hecho de que de momento se nomine a una abogada lesbiana para ser considerada para el mismo Tribunal Supremo que ha escrito en los últimos años decisiones rabiosamente homofóbicas, y donde se ha citado tanto a la biblia como a Wikipedia en sus decisiones, es merecedor de celebración. ¡¿Cómo no iba a alegrarme?!
El hecho de que el Gobernador de Puerto Rico haga este nombramiento, irrespectivamente de sus intenciones, envía un claro mensaje de que sí, lesbianas y homosexuales, podemos aspirar a ser parte del Tribunal Supremo. Eso es merecedor de celebración. Y así lo hice. Varias amistades nos comunicamos por texto, nos alegramos, nos reímos y celebramos.
No voy a reaccionar a la derecha homofóbica (fundamentalista o no), que tan pronto se enteró del nombramiento, secretó bilis apestosa por ojos, boca y nariz. Es de esperarse; este es un sector agónico, ya desenmascarado, que da sus últimos aletazos. La gran mayoría de la gente ha descubierto y conoce que se puede amar a su Dios sin tener que odiar a sus semejantes. Ha podido identificar que somos sus hijos y hermanas, sus vecinas y compañeros de trabajo, sus empleados o jefas. Y se han dado cuenta de nuestras muchas contribuciones a la sociedad en la que vivimos, tanto como los que son heterosexuales. No somos más, pero tampoco somos menos.
Sí quiero reaccionar a esas y esos aliados que corrieron a advertir y a darnos luz sobre por qué realmente no hay nada que celebrar. Nos regañaron y nos dieron en el dorso de la mano para enseñarnos la verdadera política. Para celebrar que se nombre una lesbiana por primera vez al Tribunal Supremo de Puerto Rico, ese donde se reza todos los mediodías, parece que la lesbiana tiene que ser concebida “sin pecado original”. En los estatus se habló de ceguera, se nos advirtió que el nombramiento no tiene que ver con equidad, se nos trató como una comunidad con gríngolas, una comunidad unidimensional cuya inexperiencia o ingenuidad nos inhibe de conocer “lo que es la política”. They rained on our parade. Antes de que César Vazquez o Wanda Rolón convulsaran, ya nuestros aliados nos habían llamado a capítulo: “no hay nada que celebrar”. Muchos de estos aliados y aliadas, sin embargo, celebraron el nombramiento de Elena Kagan al Tribunal Supremo de Estados Unidos. Esto a pesar de que la jueza Kagan podría coincidir con Maite Oronoz en muchos aspectos. La jueza Kagan es demócrata como el Presidente y siempre trabajó con administraciones demócratas; es de perfil de dinero, más que el del presidente que la nombró; su piel es posiblemente igual de blanca que la de la nominada acá; también viene de privilegio y se graduó de una universidad de ivy league. Estos no fueron grandes obstáculos para muchos de los que defendieron su nominación, en un tiempo en que desesperadamente queríamos que fuera confirmada. Y claro, no insinúo que la licenciada Maite Oronoz Rodríguez es una jueza Helen Kagan, pero para eso está el proceso de confirmación, para conocerla mejor y cuestionar sus cualificaciones. ¿No fue así para otras juezas del Tribunal Supremo, para otras directoras de agencias?
La nominación de la Lcda. Maite Oronoz es un hecho histórico; los fundamentalistas pudieron reconocer eso inmediatamente, también lo reconocimos en la comunidad LGBT. La nominación abre ahora un proceso de confirmación que nos revelará más sobre las cualificaciones o falta de cualificaciones de la nominada, pero en lo que eso se resuelve en la legislatura, invito a nuestras aliadas y aliados a reconocer que nuestra alegría ante este momento histórico es justificada y que se ha dado un paso adelante. Las próximas nominaciones de personas LG por el gobernador García Padilla o cualquier otra gobernadora, serán menos controversiales en cuanto al asunto de orientación sexual. Hay hoy una estrecha puerta que antes estaba cerrada y ya hoy no lo está. Sería hipócrita decir que cuando en el pasado exigimos que queríamos más diversidad en el Tribunal Supremo no incluimos en el pensamiento a la comunidad LGBT. Fiscalicen todo lo que quieran el nombramiento, cuestionen hasta la saciedad sus cualificaciones, pero reconozcan que el nombramiento, se confirme o no, es histórico y materia para celebrar.