Porque el fuego no muere… ¡viva Oscar!
Mensaje pronunciado en el acto de trovadores «Decimanía de Puerto Rico», el 8 de octubre de 2013.
Buenas noches, gracias por su asistencia a este acto que promete ser una noche mágica, en la cual, arte, palabra, compromiso, emoción y creación, se juntan para rendir tributo a nuestra historia y a los que han dado la vida y la libertad para que la justicia social sea una realidad cotidiana. La presencia en este acto de artistas y trovadores de países hermanos de Panamá, Cuba, México, Uruguay, Argentina, Venezuela, Santo Domingo y Puerto Rico, es muestra de nuestro entronque latinoamericano y caribeño. Ellos nos evocan la gesta de Don Pedro Albizu Campos, cuando luego de su periplo por Latinoamérica buscando apoyo para la independencia de Puerto Rico, trajo tierra de trece repúblicas latinoamericanas para sembrar un tamarindo que inmortalizara nuestra hermandad.Varios de estos compañeros han peregrinado a nuestra patria durante los últimos años para participar del evento de Decimanía y siempre han tenido la generosidad y la solidaridad de donar su arte para una noche a favor de la excarcelacion de nuestros prisioneros políticos. La hermandad de nuestros pueblos es lo que permite, al decir de Eduardo Galeano, que aunque existan las venas abiertas de América Latina, quienes han padecido la explotación y la represión de poderes imperiales en distintas épocas, a la hora de luchar, se juntan como si fuéramos un solo cuerpo y un solo corazón.
Estamos en una etapa crucial en el intento por excarcelar al patriota Oscar López y lograr que regrese a su patria físicamente, porque Oscar como decía Albizu, nunca ha estado ausente de Puerto Rico. Por eso agradecemos la generosidad y la constancia de los organizadores de Decimanía, que ya por varios años han donado su arte al Comité Pro Derechos Humanos para conseguir la excarcelación de todos los luchadores por la libertad, que han cumplido penas en la prisión federal de turno. Hay cosas en la vida que parecen imposibles menos para el que las cree, en el sentido de la luz que alumbra las potencias del alma. Es la luz de los que ven un reclamo de valores en luchar para que cese una injusticia. Para que haya pan para todos, para que la mesa de la abundancia, como se decía en tiempos bíblicos, se sirva a todos los invitados sin importar la raza, el sexo, el origen de nacimiento o la extracción de clase.
Por eso hemos establecido en varios lugares que la lucha por excarcelar nuestros prisioneros políticos es dual. Lo es porque combatimos contra la injusticia de que se criminalice la lucha por la independencia y lo es porque queremos comunicar a los carceleros y sus ideólogos, que en última instancia son los líderes del imperio que nos sojuzga, lo siguiente: “encarcelando nuestros combatientes contra el coloniaje, ni van a extinguir, ni van a intimidar, a los que luchamos contra la subordinación política y por la independencia de Puerto Rico como derecho natural de los puertorriqueños”.
Aquí se sigue luchando contra la contaminación ambiental de los ríos, de las playas, del aire contaminado por antenas y sus ondas letales. Aquí se lucha por que no se privaticen los servicios esenciales a la ciudadanía como es el agua y la luz. Aquí se lucha para que la tierra sea nuestra y no se le regale a los inversionistas que hacen grandes campos de golf, para que dos o tres millonarios vengan a vacacionar y miren a los nativos como estorbos indeseables a la vista del que juega el deporte del palito.
Cada vez que un puertorriqueño(a) lucha para que la enseñanza sea pública, para que haya empleos justamente remunerados, para que no se desplacen comunidades de manera indiscriminada para hacer construcciones para las clases acomodadas, sin importar que se destruya la convivencia de quienes por décadas han hecho suyos sus espacios urbanos, construyendo pedazo a pedazo lo que es su hogar, estamos frente a la urgente necesidad de hacer nuestra la consigna habitual de Oscar: “En resistencia y lucha”. Así es que tenemos que estar para no perecer en el barahunde de las exigencias del mercado. Para que el cinismo no nos dicte el curso de acción a seguir. Para que nuestra televisión sea constructiva, para que nuestra radio edifique y no perdure sobre la base morbosa del chisme.
Hablaba con Oscar el domingo y me narraba con entusiasmo la experiencia que tuvo con una maestra de Cayey que organiza un grupo de estudiantes para desarrollar huertos caseros. Me hablaba con emoción de un jovencito con el cual mantenía comunicación, desde la escuela superior y ya está en la universidad, y es líder de los que construyen el huerto casero. Esos son los ejemplos que le gustan a Oscar para organizar comunidades y rescatar espacios para sembrar y para educar sobre la técnica que permite sacar el máximo a nuestro suelo. Así construimos hacia la auto sustentabilidad, que es lo que propone Oscar como meta para motivar e inspirar.
El Comité Pro Derechos Humanos agradece a todos los que nos han acompañado a estas exquisitas jornadas, fruto del talento y la generosidad solidaria de los trovadores de varias partes de Latinoamérica y el Caribe. Estos hermanos y hermanas que donan su arte para que continúe nuestro reclamo de justicia hasta que se excarcele el último de nuestros luchadores por la libertad son como el picaflor que toma de las plantas la semilla necesaria para que germine en otros suelos. Así logramos que el ansia de libertad y el derecho a ejercerla, luego de ganársela con sudor y sangre, pero también con la belleza y la ternura del canto, nunca perezca.
Nosotros decimos para Oscar, como dijo el poeta Pablo Neruda para inmortalizar a Tina Modotti:
“En las viejas cocinas de tu patria, en las rutas polvorientas, algo se dice y pasa,
Algo vuelve a la llama de tu adorado pueblo, algo despierta y canta.
Son los tuyos, hermana, los que hoy dicen tu nombre,
Los que de todas partes, del agua y de la tierra,
Con tus nombres otros nombres callamos y decimos.
Porque el fuego no muere”.