Quedarse
i.
Oí decir que Sídney era un suburbio de Guaynabo City. Primeras cinco cosas que me vienen a la mente cuando pienso en Australia: I come from a land down under de Men at Work, Crocodile Dundee I y II, el torneo de tenis, la cerveza Foster’s, Los Pastores de Nueva Zelanda. La última no cuenta.
El comentario lo hicieron con muy mala leche, en clara referencia a un conocido crítico del patio, recién exiliado. Antes, el tipo escribía de lo mucho que le jodía vivir aquí. Ahora escribe de lo chulo que es vivir allá y de lo jodío que es quedarse acá.
Practico con Sídney: Sidney Lumet. Sidney Poitier. Sid Vicious (el luchador). Sid Vicious (el rockero). El Sida. No se me ocurre nada más.
Mentira: En el 1992, Sid Bream de los Bravos de Atlanta anota la carrera ganadora en el séptimo juego de la serie de campeonato de la Liga Nacional. Los Bravos luego pierden ante los Mellizos de Minnesota. Me fascina la palabra “mellizos.” Y “formica.” Y “fauna.”
Se me olvidaron los canguros. Cuando pienso en Australia, pienso en canguros. Cuando pienso en un puertorriqueño en una localización tan exótica como Australia, pienso que Puerto Rico también supone ser exótico. Pero uno no lo piensa así. Uno es más crítico.
Primeras cinco cosas que me vienen a la mente cuando pienso en Puerto Rico: Me fui en blanco.
El comentario responde, además, a la percepción de que ahora el afamado crítico se estará dando la buena vida en Australia, bebiendo cerveza, mirando canguros. Y uno aquí igual de jodío.
El nombre de pila de Sid Vicious era Simon John Ritchie. El del luchador es Sidney Raymond Eudy. En el 1992, Eudy perdió ante Hulk Hogan en Wrestlemania VIII. El protagonista de las películas de Crocodile Dundee se llama Paul Hogan. No existe relación.
Las primeras cinco cosas que me vienen a la mente cuando pienso en Guaynabo son: canchas de tenis, lucha libre, el cuchillo de Crocodile Dundee, baños públicos (“asco, dan sida”) y formica.
Es una ciudad exótica.
(5/7/13)
ii.
Hoy mi abuela se despidió de mí, aunque no estoy del todo convencido de que me reconoció. Decía estar agradecida de tener a Alguien allí para quejarse del calor y del dolor. Más tarde del dolor y del frío. Mi abuela no tiene Nada. O sea, tiene que hace algunos años decidió que no quería estar por aquí largo rato y como dice “se tiró a morir.” En poco tiempo le empezó a fallar la memoria. Luego, pasó de no querer salir del cuarto a no poder. A mí de ella me gusta que se alegra de verme y me perdona por no visitarla con la frecuencia que merece. Hoy no pudo abrir los ojos y hablaba para disculparse por no poder hablarme. Yo confío tener la oportunidad de visitarla más tarde hoy y mañana y hacer finalmente una rutina de visitas diarias como siempre dije que iba a hacer una vez regresara a la Isla. Llevo cinco años aquí.
(4/28/13)
iii.
En este País se escribe mucho sobre lo difícil que es ser escritor en el País. La falta de apoyo, de fondos, de visibilidad que caracteriza ¿la profesión? Y es real. Pero hay otra realidad, no menos apremiante, y es que aquí cualquier pendejo tiene un libro publicado. Más aún, tiene quien lo presente, quien lo aplauda, quien lo compre, quien lo asigne para un curso en la universidad, quien lo invite a dar una charla/conferencia/lectura, quien lo aplauda otra vez, quien lo proclame en las redes sociales como un autor indispensable para las letras del País. Dato curioso: las letras del País son simples consonantes y vocales y no hace falta gran talento para combinarlas.
Recientemente leía los comentarios de un escritor del patio sobre como la Verdadera Literatura “es aquella que no te da soluciones, sino que te crea más preguntas,” afirmó el escritor en ocasión de la publicación de un libro cuyo valor literario, a su juicio, es cero. Esto, supongo porque no pregunta nada, o porque no estimula pregunta alguna en la cabeza del lector. Yo no he leído el libro, no obstante en ocasión de su presentación, pregunto: ¿Acaso la verdadera literatura no será aquella que se deja leer, con más o menos trabajo y/o placer y/o urgencia y/o conciencia de sí de parte de la persona que se da a la tarea de hacer la lectura por la razón o impulso que sea?
Dato curioso: mi escritor favorito veía ocho horas de televisión diarias y escribía mejor que cualquier pendejo aquí (myself included) aún cuando ver televisión supone ser muchisísimo peor, como estímulo, que leer el libro más porquería, ¿no? Se me ocurre entonces que lo verdaderamente literario no se reduce a un libro o libros, sino a la curiosa disposición de una persona a hacer literatura (invención sin límites igual a belleza sencillamente) del texto que tenga ante sí no importa las cualidades particulares del mismo. Y un texto podría ser cualquier cosa. Las letras de un país, por ejemplo. Las de éste.
(1/13/13)
iv.
Antes, el bicijangueo era en moto.
-Che
(10/3/12)
v.
“Ni que fuera la batalla de Gettysburg, like, really it’s just a game guys, get over it.”
¿A dónde Gettysburg?, pregunto yo a la mujer en un suburbio de Guaynabo City. Entiéndase, el municipio de Dorado, haciendo fila para una docena de donas. Dos, realmente. Eso es lo mejor del béisbol, que uno no tiene que ser un Atleta para jugar. Y los fanáticos menos. Anyway, ella me mira mal porque la conversación no es conmigo, es con los dos muchachos que hacen la fila con ella. La fila, actually, empieza en Guaynabo, pero ella se refiere a Gettysburg, Pennsylvania, escenario de la batalla con más bajas en la guerra civil americana. Yo apuesto a que ella no sabe que está en Pennsylvania. Yo apuesto a que ella no sabe dónde queda el Mets Pavillion en Guaynabo (ni yo, but still).
El caso es que la mujer y los dos muchachos están hablando del juego entre Puerto Rico y Estados Unidos y ella no entiende—y cito—“what all the fuss is about?” Fuss, me indica la compu, significa escándalo. Fuzz, en cambio, significa policía allá por sitios como Gettysburg. Pero ella, sin duda, se refiere a cómo hoy el tema de conversación en todas partes es la victoria de Puerto Rico contra los gringos y todo el mundo está celebrando y eso. Yo, por ejemplo, tengo un amigo que dijo que cada hit de la novena boricua era como un golpe contra el imperio. Yo pregunté que si de estado y él malinterpretó la pregunta y me insultó por insinuar que fuese estadista. En fin, que la mujer no entiende por qué tanto escándalo (fuss) por un simple juego de pelota, cuando la historia de los estados está repleta de acontecimientos mucho más importantes y significativos, como Gettysburg.
“I don’t give a fuck where it is,” me dijo la mujer en un inglés tan perfecto que era pendejo. Que sean tres, por favor.
(3/16/13)
vi.
“Si bien es cierto que acá hay menos oportunidades de empleo, también es cierto que allá no conozco a nadie en el narcotráfico.
No hay más na que pensar.”
-Anónimo
(2/8/13)
vii.
Calqué un camello esta mañana de una cajetilla. Nuestros hijos fumarán frente a librerías, establecimientos varios. Si fuéramos a llamar las cosas por orden alfabético, primero va tu autobiografía, luego lo que escribí yo de ti. Desestruja el periódico y acompáñame a despedir patriotas frente a la puerta de embarque. Después de los primeros cien, mil, ninguno me hace sentir tan solitario como trepar escalones de dos en dos con emoción tras de ti.
“a que no les gritas sabandijas”
“a que no los agarras por el cuello”
“a que no les tumbas el equipaje y sales corriendo”
Para que te persigan, amor, ¿qué más? Dibujar ayuda a distraerme, me digo “el día está nublado”y no salgo a llamar las cosas por su nombre:
“esófago,”
“laringe,”
“falta cabrona que nos hacen.”
Nuestros hijos, los malditos, morirán aquí.
(9/15/12)
viii.
Patria o muerte,
veraneo.
(10/11/12)
ix.
Como hacer un comentario acerca de lo bonito que está el día en un thread de fanáticos de música horror punk, pues así.
Recién chateaba con un amigo con años largos al otro lado del charco sobre todo lo acontecido en el País en lo que va de año—un inventario minucioso—hasta que me cansé y pregunté acerca de los diversos aspectos de la vida allá. “Nada que reportar.” Insistí. “Todo tranquilo.” De nuevo. “No sé.” Entonces escribí algo como que “pues qué tal si en vez de estar tan pendiente de los bretes de acá, no te envuelves en los issues de allá y me cuentas.” Needless to say, el chat no terminó bien.
Yo no soy partidario del clásico discurso de disgusto en contra de los cerebrazos que se van. Yo también tengo mi cerebrito y estuve muchos años fuera. Además, genuinamente me atrae la idea de boricuas sin fronteras o panpuertorriqueñismo o pan pizza o panapen. Como me dijo mi amigo: “A mayor diversidad, mayor plenitud, kid.” Pero en determinados momentos me molestan los comentarios continuos pronosticando el caótico final de un País sin proyecto ni proyección internacional, escritos desde universidades con compus y proyectores en todos los salones. Y, vamos, para muchos de los compas en el mainland, su status como exiliados es tan serio como su status de Facebook. Hablen claro. Los tropos bregan para uno pensarse y situarse entre culturas and what not, pero eso no te hace más especial que el resto.
Yo por el momento estoy comprometido con quedarme, aunque reconozco que si no consigo proyector para mi salón mañana me darán muchas ganas de largarme. And who knows, maybe two days from now I’ll be eating panapen with my expat friends up in Hartford, reseñando noticias de endi en mi perfil, pronosticando el fin de la patria hecha mierda, la patria a tres giros de la tuerca hacia la izquierda para caer en el fondo del mar, y coordinando una visita relámpago para el próximo wikén largo. Oblivious as to the contradiction in terms. No matter. Mamá, Borinquen me las dejaría pasar toditas.
Un loco en el thread de comentarios bajo el link para el álbum American Psycho de los Misfits acaba de comentar “it’s a beautiful day outside (smiley face).”
Bendito.
(5/5/13)
x.
chavez vive
party
bus
619-6034
(3/9/13)
xi.
“Es un milagro que nos hayamos quedado aquí, cabizbajos pero sonrientes”. “Lo dices porque el ruido, el descojón y el pánico te han vuelto sensible, ah, charlatán”. “Lo digo porque a veces estar aquí es maravilloso, sólo que me lo tengo que recordar cuando salgo en busca de cigarrillos y se me ocurre que yo ya no fumo, o cuando me comprometo a no llorar mientras se hace el café. Aunque hasta el café a veces da ganas de llorar”.
“Es como la rana que canta”. “¿En qué sentido?” “Lo de quedarse. Hay una razón muy buena, suponemos, mas uno no logra articularla, bien cuando otros preguntan, bien cuando una misma se pregunta, con el pelo en la toalla, si acaso mis ojos han sido siempre de ese color, o si es que el color no formará parte de los contenidos básicos de mi día hoy. Y una decide bailar brevemente para despejar la cabeza, como en el poema de William Carlos Williams. ¿Lo recuerdas?” “Sí, La Rana que Canta. Of course. Yo creo que uno se enamora de la idea de que su País lo enamore y está bien que siga siendo un descojón, porque al final no tiene porque no serlo, considerando”. “¿Considerando qué?” “I mean, míranos a nosotros, pusimos un pie fuera de la bañera esta mañana, y henos aquí cantando por lo bajo, jodíos pero agradecidos por la oportunidad de ser poquito más que una rana, poquito menos que una que cante, y quizá no sería igual en cualquier otro lugar en el mundo. Seríamos menos”.
(3/8/13)
xii.
“Tengo muchos más años de los que aparento”. Tiene muchos menos dientes también. Y dificultad para hablar. Las preguntas, no obstante, son constantes. Tienden, además, a ser siempre las mismas aunque en desorden: “Cuéntame, ¿qué estás haciendo? Cuéntame, ¿hay alguna muchacha?” Varío poco mis respuestas porque quiero que las grabe somehow. No podrá. Así que interrumpo con frustración y amor y le pregunto en cambio por los nombres de sus hijos, nietos, sus fechas de nacimiento. Hijos: 5. Nietos: 14. También hay bisnietos pero es una categoría imposible en su cabeza así que no abundo. “¿Cómo se llama el hijo de Yvonne?” “Guillermo” “¿Y dónde está?” “Vive afuera”. “Estoy aquí, Ita. Soy yo”. “Cuéntame, ¿qué estás haciendo?” Estoy haciendo todo por quedarme sentado aquí risueño y agradecido de ti por querer saber lo mismo de mí con el mismo amor cada vez. Cada vez cuento menos dientes en su boca y más años en mí. Y, a veces, una dificultad compartida para conversar. No obstante, contesto lo mismo, más o menos, una y otra vez: “Hago que trabajo. Hay una muchacha que amo. Estoy aquí, Ita. Soy yo. Mi mamá es Yvonne, tu segunda hija. Nació un 7 de julio. Yo cumplo 34 años en doce días. Es el 2013. Tienes cinco bisnietos. No me sé sus nombres, pero mira, ésta es una foto de mi perro”. “Cuéntame, ¿hay alguna muchacha?”
(1/8/13)