Reflexiones sobre el libro Ambiente y democracia: experiencias de gestión comunitaria ambiental en Puerto Rico

Ambiente y democracia: experiencias de gestión comunitaria ambiental en Puerto Rico.
Sin embargo, las ciencias sociales estaban un tanto rezagadas de esos debates en nuestro país. Uno de los ensayos más conmovedores lo produjo Arturo Torrecilla en 1985: “Por los caminos de la utopía: ecología, vida cotidiana y nuevos protagonistas sociales”. Para mí fue un instrumento valioso para poder empezar a pensar y articular un análisis que desguazara la complejidad de procesos que marcaban las formas en las que el capitalismo industrial (y el posindustrial) reconfiguraba los espacios y los entornos “naturales”. Era un abordaje que analizaba la manera en que la vida cotidiana se transformaba, en función de las luchas ambientales que empujaban a comunidades y familias a rendir una jornada adicional a la del trabajo, organizándose, educándose e hilvanando solidaridades y fuerzas para combatir el embate de las corporaciones e inclusive, de las fuerzas más retrógradas del Estado, siempre aliado a los sectores privados, primándolos por encima de las comunidades y los sectores populares.
En esa trayectoria me faltó un mapa, una hoja de ruta que me ayudara a entender los procesos observados y vividos, desde mi perspectiva como antropólogo. He tenido que esperar, pero ha valido la pena. Este libro, Ambiente y democracia, es precisamente un mapa textual de la escarpada topografía de la gestión comunitaria ambiental en el país. Es una guía para conocer, técnicamente y geográficamente, a las organizaciones representadas, a través de tablas explicativas y mapas. Tiene además hermosas fotografías de la gente, la flora, la fauna y sus entornos, provistas por las organizaciones, pero en su mayoría son del compañero Ricardo Alcaraz, fotos que hacen del libro uno estéticamente atractivo.
El ensayo inicial es una hoja de ruta para enfrentar los casos que se presentan en el libro, pero también para iniciarnos en el análisis futuro y en las explicaciones teóricas de las nuevas experiencias ambientales, así como de las trayectorias pasadas. Todavía hay mucho que caminar rumbo a una historia (e historiografía) contemporánea del movimiento ambiental de Puerto Rico, asunto que es difícil pues quienes lo estudiamos todavía estamos dominados por la relativa inmediatez del proceso y porque muchos están (o hemos estados) inmersos en algunas de esas luchas. Ese ensayo inicial, de la autoría de científicos sociales de primer orden —Gustavo A. García López, Carmen Milagros Concepción Rodríguez y Alejandro Torres Abreu— es uno de los abordajes sociológicos más profundos, serios y sistemáticos con los que contamos para entender a cabalidad la gestión ambiental, desde una perspectiva crítica, como lo es la Ecología Política, modelo teórico y práctico con el que atraviesan la política pública, los saberes, las percepciones ambientales, el manejo de las áreas naturales protegidas, los movimientos sociales y la transformación social provocada por esas luchas. En ese quehacer los autores logran también atisbar la historia de esa forma de lucha política y social en el país, ya que los casos presentados forman también parte de esa larga trayectoria; una que reclama que la participación plena y democrática de las comunidades en la gestión ambiental.
A veces tengo la impresión de que para muchos colegas de las Ciencias Sociales y para el público, la gestión comunitaria ambiental es un renglón ínfimo de nuestra realidad social. Pero no es así. Este proceso —que se ubica en el mismo centro de la política pública— es una variación de las más importantes luchas sociales del país y se ve intersecado por el desparrame urbano, el desarrollo industrial y comercial, las diversas formas de consumo y la degradación de los ecosistemas, provocada por el modelo de desarrollo (o tal vez crecimiento) económico al que hemos apostado. En los capítulos de este libro hay punzantes observaciones y críticas mordaces a las maneras en las que —solapadamente o abiertamente— se introduce la política partidista y las lealtades primordiales de esos sectores, en el proceso ambiental; sectores que, con notables excepciones, desempeñan un papel retardatario en las luchas.
Si uno de los aciertos de este libro es el capítulo inicial y su análisis profundo de los procesos sociales que marcan la gestión ambiental, el otro es que presenta unos nueve estudios de caso de esas luchas, escritos por los mismos gestores, seguidos de un rico análisis comparativo. Más allá del análisis sociológico —que siempre es bienvenido— este libro nos regala las voces de quienes han gestado esas luchas titánicas, porque en este país, montar una empresa ecoturística, formar una ONG, conservar un predio de terreno, armar un huerto comunitario o conservar un fragmento de un ecosistema equivale al esfuerzo de reconstruir una nación derruida… y tal vez de eso es de lo que se trata. Esas voces no necesariamente hablan al unísono, hay que reconocer cierta polivocalidad en esos relatos. Hay voces con diferentes estrategias, abordajes distintos pero todos esgrimidos por gente a quienes les une el interés genuino por aportar al país y establecer relaciones provechosas entre los humanos y los ecosistemas.
Esos escritos son, por ser el producto de la visión y experiencia de quienes forjaron las luchas, manifiestos sesgados. ¡Pero que escrito no lo es! Como diría Serrat “sería fantástico que la ciencias fuese neutral”. Y por ello estoy seguro que servirán para abrir debates intensos con los diversos sectores involucrados y hasta con los partidarios y los detractores de la conservación ambiental. Esa apertura y provocación son de los mayores atributos de este libro.
Ambiente y democracia es para mi, como lector, un anecdotario personal, pues las historias contadas tienen, en su mayoría, tangencias y cruces con mi vida profesional, como estudioso de esos procesos en la costa (sobre todo con pescadores) y como ciudadano que disfruta de la naturaleza. En mi caso se trata de mi relación de trabajo y la admiración que le tengo a las y los autores de los capítulos, por conocer su importante gesta. Mi interés por el uso de los montes (los bosques) y de los ecosistemas costeros me ha llevado a conocer al Bosque de San Patricio, los recovecos del humedal de caños y lagunas cercanos a Martin Peña, la conservación forestal y el rescate de la cultura nacional en Casa Pueblo, los esfuerzos por darle vida (más vida) a Río Piedras, la centenaria historia del humedal de Las cucharillas y la trayectoria ambiental de la gente de Cataño, los esfuerzos hercúleos por proteger las costas en Maunabo y Humacao, la densa y vital lucha en las Salinas de Cabo Rojo (donde suelo correr bicicleta) y la insistencia en rescatar uno de los componentes más importantes de los ecosistemas: la gente, como en el caso de la Península de Cantera. Estos trabajos están escritos por gestores comprometidos con la conservación y la participación democrática, y he tenido la satisfacción de conocerles y aprender de ellas y ellos.
Esas experiencias y el análisis de los compiladores nos dejan ver la matriz de procesos, factores y actividades que vertebran la gestión comunitaria ambiental. Hay temas cruciales: la transformación del paisaje, la agencia y la praxis social, la importancia del voluntariado, el papel de las escuelas y su profesorado y los diferentes torques del movimiento ambiental, entre muchos otros. Debo confesar que la mirada que le he dado a los procesos ambientales ha sido una etnográfica, con observaciones de campo, armada desde las protegidas torres almenadas de la Universidad, institución que ha sido esencial en esos procesos. Este texto nos permite ver el papel esencial de la Universidad, la Universidad de Puerto Rico, pero también las universidades privadas, en los procesos de conservación ambiental y la capacitación y empoderamiento de las comunidades. La Universidad está en el centro de estas luchas, como fuerza motriz, capacitadora y como hogar de muchos gestores ambientales.
Al comenzar esta reflexión dejé claro que cuando comencé a interesarme por el asunto ambiental lo hice sin una formación académica en estas lides (a diferencia de los compiladores de este libro), con mapas muy difusos y sin una hoja de ruta. Pero con las lecciones aprendidas en aquellos momentos me lancé a navegar y a enseñar y a aprender por varias ínsulas del Caribe, sobre asuntos de gobernanza, gestión ambiental, la aplicación de las ciencias sociales al manejo y a experimentar con el co-manejo de los ecosistemas y de los recursos naturales. Todavía sigo aprendiendo sobre estos menesteres. Es por eso que he recibido este libro con la más profunda alegría y con la certeza de que quienes emprendan estos periplos de ahora en adelante van hacerlo con la ayuda de una reflexión sistemática y sólida. Quienes trabajamos en estos menesteres –desde distintas coordenadas—tenemos que agradecer este mapa textual, estos testimonios y este análisis crítico para seguir el movimiento con ímpetu y certeza.