«No es un San Sebastián en éxtasis religioso, ido, queríamos un San Sebastián fuerte. Es un San Sebastián que mira al espectador mientras se quita la flecha del brazo».
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«No es un San Sebastián en éxtasis religioso, ido, queríamos un San Sebastián fuerte. Es un San Sebastián que mira al espectador mientras se quita la flecha del brazo».
Yulín tendría que administrar lo que ya existe antes que seguir añadiéndole pisos y garambetas a San Juan. Esa rearticulación del deterioro requiere un ojo menos oportunista que el del arquitecto que busca extender su contrato.